28 diciembre 2011

Lo que la Lengua es para el Ser Humano

La lengua no es la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo.
Miguel de Unamuno

El otro día en una de estas conversaciones que se mantienen durante las comidas navideñas, plantearon la siguiente pregunta: ¿qué diferencia al ser humano de los animales? La pregunta no tiene una respuesta, sino más bien es una de esas preguntas retóricas que obligan a uno a agudizar la mente, a afinar en el razonamiento sin llegar a una conclusión clara.

Consciente, por tanto, de que no puedo hallar ninguna respuesta clara y que son tenidos todos los animales en cuenta a la vez, se puede concluir lo siguiente: la suma de todas esas habilidades, presentes en algunos animales pero en ninguno todas a la vez, es un rasgo característico del ser humano: el andar erguido, el uso de las manos, la sociabilización, etc. Además, todos estos rasgos están mucho más depurados en el ser humano que en los animales, sean éstos los que sean.

No obstante, para mí sí hay un rasgo claramente diferenciador con respecto a los animales: el lenguaje. No me refiero a sistemas de comunicación entre seres ni a códigos de transmisión de información, me refiero al lenguaje. Lenguaje como capacidad de abstracción, de representación del mundo mediante símbolos, al simbolismo que hay detrás de las palabras, a las matizaciones, al orden que supone en la mente del ser humano poder nombrar las cosas, y de la misma manera, poder transmitir esa información a otros de manera clara, concisa y diferenciada.

Muchas veces tenemos incluso en nuestra cabeza pensamientos rondando, sin concreción. Son más bien sentimientos, sensaciones. Sabemos a qué nos referimos, sabemos lo que queremos decir, pero no podemos ponerlos nítidos ni claros hasta que no pasa por el filtro de la lengua, por el filtro de las palabras. Es entonces cuando tiene realmente significado, cuando se puede expresar, cuando se puede pensar claramente y no como una nebulosa de sensaciones, sentimientos y pensamientos.

¿Se puede pensar sin palabras? Seguramente se pueda, pero estoy convencido de que el pensamiento no puede articularse igual sin la lengua. La lengua es la herramienta del pensamiento, al igual que las matemáticas de la ciencia. Conocer y dominar una lengua es imprescindible para poder articular correctamente el pensamiento. La lengua nos ayuda a definir, precisar, ordenar y relacionar conceptos, a moldear el pensamiento.

Tal vez no seamos conscientes de la lengua y es por ello por lo que no incidimos lo suficiente en el sistema educativo sobre ella. Vemos la asignatura como un compendio de cosas inútiles: la gramática, sintaxis ortografía, cosas prescindibles en nuestra vida diaria. Pero lo cierto es que, repitiendo lo que vengo diciendo, el conocimiento de la lengua hace más poderoso nuestro pensamiento.

Volviendo al inicio del mensaje, es el que la lengua nos permite describir y articular lo que nos ha permitido, de la misma manera, inventar sistemas fundamentales en el ser humano: la filosofía, el derecho, la política, etc. Todo ello ha sido creado a partir de la lengua, a partir de la definición de conceptos, del raciocinio que dan las palabras, de los matices. Lo humano, las humanidades, las letras, se han construido a partir del lenguaje, porque el pensamiento se construye a través de él. La lengua es para las humanidades lo que las matemáticas son para las ciencias.

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08 diciembre 2011

Legitimidad y Negociación con ETA

La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los cuales fue fundado.
Montesquieu

Negociar o no negociar con ETA ha sido uno de los dilemas a los que han debido enfrentarse los últimos Gobiernos. Se trata del mismo dilema al que ha sido sometida la sociedad que, una vez más, ha encontrado en este debate un motivo de división y fractura. Cuando parecía claro (atendiendo a los pactos antiterroristas, manifestaciones y manifiestos conjuntos por parte de los partidos que representan a la mayoría de la sociedad, etc.) que habíamos acordado el cómo acabar con ETA, la mitad del pacto antiterrorista consideró que el fin de la banda podría llegar sin contar con la otra parte.

El Partido Socialista abanderado por Rodríguez Zapatero consideró cambiar unilateralmente los principios que hasta ahora habían regido en la lucha contra ETA (ahogo económico, acciones policiales, aislamiento de presos, etc.) por otros con más “talante” (negociaciones secretas, consideración de ETA como interlocutor, cese de detenciones, acercamiento de presos, etc.). Una vez decidido este cambio, se puso en marcha el sector mediático que lo respalda (o al menos respaldaba) y comenzó la ardua tarea de intento de legitimación de una negociación, a mi entender, infame, con el resultado de una nueva confrontación y disputa entre españoles demócratas discutiendo si se ha o no de negociar con terroristas, si acabar con ETA es más importante que la contraprestación a obtener. O lo que es lo mismo, si el fin justica los medios.

Yendo más allá de cuestiones electoralistas y partidistas, ¿qué supone una negociación con terroristas? La idea principal es que considerar a los terroristas a un mismo nivel de negociación es una manera implícita de legitimar el terrorismo: si a través de asesinatos, extorsión, coacción, secuestros y otros tantos delitos uno puede sentarse con el Gobierno de la nación a hablar “de tú a tú”, indirectamente estamos reconociendo que esos métodos son legítimos como medios de reivindicación de una serie de políticas o acciones por parte de los Gobiernos. Tratar como interlocutor válido a quien no sólo carece de legitimidad, sino que además tiene a su espalda innumerables crímenes contra la libertad y la democracia no es aceptable.

No se trata de cerrarse en banda en contra de una negociación, pero sí de dejar clara la diferencia de legitimidad, de representatividad y de principios y valores que impulsan a unos y otros, siendo imposible tratar a ambos interlocutores a un mismo nivel. Para que un gobierno se preste a negociar ha debido de definir antes una serie de puntos innegociables: la entrega definitiva de las armas por parte de los terroristas; garantizar que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado seguirán realizando su actividad normal; el juicio y la condena a todo aquel que haya cometido un delito; y una petición expresa de perdón a las víctimas del terrorismo y al conjunto de la sociedad española por los daños causados. Sin partir de estos principios claros, la negociación se desvirtúa.

Y así ha sido en buena parte: Otegui ha sido considerado “hombre de paz”, se han acercado presos a cárceles del País Vasco, se ha permitido la introducción en las instituciones a un partido político que no condena abiertamente la violencia, etc.

El pueblo español debe mantenerse unido en la lucha contra el terrorismo. Si no seguimos defendiendo los valores del Estado Democrático y de Derecho, el dolor y el sufrimiento de las víctimas y del conjunto de la sociedad española habrán sido baldíos. España debe seguir afirmándose en sus valores y principios. El terrorismo no es un medio legítimo y por ello no debe ser tratado como tal. El cese de ETA es deseado por todos, pero no a cualquier precio. Sabemos ahora, gracias a publicaciones recientes en diarios, que el Gobierno ha mentido a la ciudadanía y que continuó negociando después del atentado de la T4. También hay un proceso abierto por presunta colaboración con banda armada: el famoso caso del bar Faisán. En definitiva, hay una serie de elementos que confirman que el Gobierno no ha actuado con los mecanismos e instrumentos que la democracia facilita. No es reprochable que un gobierno intente acabar con ETA. Lo que sí puede serlo es el precio a pagar por ello.

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01 noviembre 2011

La Moral como Manifestación contra la Naturaleza

Atacar las pasiones de raíz equivale a atacar la vida de raíz
Friedrich Nietzsche

Con este título encabeza Nietzsche uno de los capítulos de su obra “El Crepúsculo de los Ídolos”. Me ha parecido interesante y es por eso que quiero compartirlo con los lectores. El tema: la sensualidad y la moral a lo largo de la Historia. Juzguen ustedes mismos.

Todas las pasiones tienen una época en la que resultan sencillamente nefastas, en la que subyugan a sus víctimas con el peso de su estupidez; y una época posterior, mucho más tarde que la otra, en la que se desposan con el espíritu, en la que se «espiritualizan».

En otros tiempos se combatía la pasión en sí por la estupidez que implica; los hombres se conjuraban para aniquilarla; todos los viejos monstruos de la moral coincidían en sostener que hay que matar a las pasiones. La fórmula más conocida de esto se encuentra en el Nuevo Testamento, en el Sermón de la Montaña, donde, dicho sea de pasada, no se miran las cosas desde las alturas. En ese pasaje se dice, por ejemplo, refiriéndose a la sexualidad: «Si tu ojo te escandaliza, arráncatelo.» Afortunadamente, ningún cristiano ha seguido este precepto. Aniquilar las pasiones y los deseos por el mero hecho de evitar su estupidez y las desagradables consecuencias de ésta es algo que hoy nos parece una forma aguda de estupidez. Ya no admiramos a los dentistas que nos sacan los dientes para que no nos duelan. Por otra parte, cabe reconocer que la idea de «espiritualizar las pasiones» resulta inconcebible en el terreno donde surgió el cristianismo. Es sabido que la Iglesia primitiva luchó, efectivamente, contra los «inteligentes» a favor de los «pobres de espíritu». ¿Cómo se podía esperar de ella que combatiera inteligentemente las pasiones? La Iglesia combate las pasiones a base de extirpar, en todos los sentidos de la palabra: su medicina, su «terapia» consiste en castrar. No se pregunta nunca: «cómo espiritualizar, embellecer, divinizar un deseo?» En todo momento lo que ha hecho ha sido cargar las tintas de la disciplina sobre la base de exterminar (la sensualidad, el orgullo, el ansia de poder, de poseer, de vengarse). Pero atacar las pasiones de raíz equivale a atacar la vida de raíz: la praxis de la Iglesia es hostil a la vida.

Nota: Yo he leído el texto en una edición distinta, con otro traductor, que tal vez mantenga un estilo más literario. En cualquier caso, el mensaje sigue siendo el mismo.

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27 octubre 2011

El Razonamiento en la Argumentación

Razonar y convencer, ¡qué difícil, largo y trabajoso! ¿Sugestionar? ¡Qué fácil, rápido y barato!
Santiago Ramón y Cajal

He recibido algunos comentarios acerca de lo que escribo en mi blog, o mejor dicho, de cómo escribo lo que escribo en mi blog. La crítica principal ha sido que trato un tema, pero que no transmito mi opinión, que no me mojo, que no emito veredicto de a favor o en contra respecto de lo expuesto en la entrada en la mayoría de los casos. Tal vez algunos de los lectores que no se han pronunciado de esta manera han podido concluir que tal vez mi intención no es dar respuestas, sino formular preguntas.

Algo de eso ocurre también en las conversaciones, principalmente con amigos, y sobre todo en temas relacionados sobre la metafísica, la ética o cuestiones humanas y/o humanísticas que no tienen una solución única y verdadera.

En este tipo de charlas no se trata sino de formular teorías (es decir, proposiciones no demostradas) y de defender estos argumentos con razonamientos que los sostengan. No se trata tanto de la conclusión que se obtiene, sino de cómo se obtiene. El razonamiento es muchas veces más importante que los datos en sí o las conclusiones aprendidas. Saber llegar a una conclusión a través de un mecanismo deductivo habilita además que esa conclusión pueda ser analizada, rebatido y corregida en el caso de que no fuera del todo acertada. Estamos suponiendo, por supuesto, que en el debate se pretende la búsqueda o el descubrimiento de una “verdad”, entendamos por verdad algo que es real objetivamente. En el momento en que las conclusiones están determinadas de antemano el debate ha quedado totalmente corrompido siendo la argumentación un justificante, más que un método.

Por todo ello considero que en la educación de cualquier materia es casi tan importante (si no más en algunos casos) enseñar a razonar como enseñar conocimientos ya elaborados. Insisto con el ejemplo que en alguna entrada ya he empleado: más vale aprender a pescar que recibir el pez en la mano.

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15 octubre 2011

La Imagen de Andalucía

El gobierno no se ha hecho para la comodidad y el placer de los que gobiernan.
Conde de Mirabeau

Hace no demasiado escuchamos, por partida doble, a políticos catalanes hacer referencia a Andalucía de manera no excesivamente amable, o, al menos, no constituyente de elogios. El primero de ellos fue el señor Mas, presidente del gobierno catalán. Éste hizo alusión al habla andaluza y la supuesta dificultad que el resto de castellanohablantes tienen para comprendernos. Comentario, que por otra parte, no merece mayor atención, ya que prestársela supondría reconocerle más importancia que la de una simple payasada parlamentaria (que es lo que fue), además de que dicha intervención no tiene ningún trasfondo político ni pretende solucionar ninguno de los miles de problemas que nos achacan, sino que responde más a las últimas tendencias políticas de crear debate sobre temas banales, superficiales, inútiles y no productivos.

Cosa distinta, a mi entender, son las declaraciones del portavoz del grupo parlamentario CiU en el Congreso. Más allá del tono o de las palabras literales del político catalán, hemos de intentar llegar al fondo de la cuestión, ¿por qué Durán i Lleida se refirió a Andalucía y no a Cantabria? ¿Existe realmente en Andalucía una “cultura de subsidio”? ¿Beneficia a Andalucía esta gestión de los recursos económicos?

En Andalucía no sólo tenemos la costumbre de ser pícaros, que considero que es una característica inherente al conjunto de la nación, sino que además poseemos el hábito de jactarnos de ella. Nos gusta presumir de cómo defraudamos a la administración, de cómo no pagamos IVA, de cómo hemos hecho y no nos han “pillado”, de cómo gano más sin hacer menos. Y no es que el resto de España no lo haga, pero creo que nadie lo exhibe con tanta naturalidad y orgullo como lo hacemos en el sur de España. Por lo que creo que la referencia a Andalucía, en lugar de Cantabria, se debe en gran parte a que nosotros damos pie a ello.

Y es que, además, en Andalucía nos gusta el humor y, más bien, el cachondeo. Y somos muy propios a reírnos de nosotros mismos, a parodiarnos constantemente, a decirnos unos a otros qué graciosos somos, que todo da igual y que la vida son dos días, que hay que disfrutar. Lo que sucede entonces es que cuando uno emite al mundo, o al menos al resto de España, una imagen de bufón o payaso (nada más hay que ver Canal Sur y los programas de “zapping” de las cadenas nacionales cuando utilizan imágenes de la televisión autonómica) es que en el resto del mundo (o del país al menos) se crea una imagen cómica y poco seria de Andalucía. Llega entonces el día en que nos la recuerdan. Y es ahí cuando nos duele. Pero mientras emitimos día tras día la imagen de gente poco seria nadie se plantea que eso es lo que vendemos y la imagen que damos, y por tanto, como después nos van a recordar.

Cuando viene alguien de fuera de Andalucía y nos describe tal y como nos ve, porque es tal y como hacemos que nos vean, aparece en nosotros una dignidad hasta entonces desconocida, un amor propio exagerado y contrario, insisto, a la imagen que de nosotros mismos hemos fomentado. Y precisamente quien más ha fomentado esa imagen, quien más ha estereotipado al andaluz (o por lo menos quienes son responsables de la imagen del mismo) más ofendido se siente y más digno se planta.

Y es que así somos los andaluces: mientras nuestros gobernantes dilapidan y despilfarran el dinero de todos; cuando hemos perdido una oportunidad irrepetible gracias a las subvenciones europeas de dejar a un lado la cultura de la subvención (que todo el mundo sabe que existe), la cultura del pan para hoy, fomentar en un lugar grandes cambios e inversiones en la estructura económica de la región; cuando no se ha velado porque las becas y subvenciones vayan efectivamente a quien las necesita sino que se ha construido una Andalucía fundamentada amiguismo y el partidismo más rancio; cuando se ha invertido una cantidad ingente de dinero en infraestructuras sin un estudio de viabilidad previo o, al menos, dicho estudio ha sido nefasto; y así, un largo etcétera; mientras todo ello ocurría, los andaluces mirábamos para otro lado. No nos importaba, porque había ordenadores en las aulas, símbolo (falso y superficial) de modernidad, porque había inauguraciones todos los fines de semana (muchas de ellas completamente inútil lo inaugurado), símbolo (superfluo) del crecimiento y la prosperidad, etc.

Y es curiosamente ahora, cuando nos asaltan con realidades que todos conocemos, que hemos fomentado y de las que nos hemos jactado, cuando nos hacemos los ofendidos y tiramos de orgullo.

En mi opinión, deberíamos aprovechar este momento para hacer autocrítica de nosotros mismos: qué nos ha fallado y por qué. Por qué después de haber recibido no sé cuántos millones de euros desde Europa seguimos a la cola de casi todo, por qué teniendo una de las regiones naturales más ricas y prósperas de Europa estamos en los vagones de cola.

Tal vez lo que nos pase a los andaluces es que confundimos las prioridades y no vemos, como dice el proverbio chino, que un pescado nos dará de comer hoy, pero que aprender a pescar nos dará de comer toda la vida. O, tal vez, nos pase algo peor: y es que no queramos verlo.

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28 septiembre 2011

Fracasos

No existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos.
Jean Paul Marat

Como todo, o casi todo, el fracaso tiene también dos vertientes: una objetiva y otra subjetiva, aunque realmente la primera es parte de la segunda en tanto y en cuanto es únicamente la percepción del sujeto el que puede determinar la existencia o no de fracaso.

Podríamos definir el fracaso como la no consecución de uno o varios objetivos. Si los objetivos son públicos o fácilmente deducibles por la mayor parte del quórum, se podría hablar de fracaso objetivo, ya que es contrastable por cada uno de los observadores. No obstante, la mayoría de los objetivos son personales, y es únicamente uno el que sabe a lo que aspira o lo que ambiciona.

Es por ello que fracaso y metas u objetivos van necesariamente relacionados. No puede haber fracaso sin objetivo. Y es por ello que la medición del fracaso ha de hacerse de acuerdo con los objetivos que a su vez han de ser elaborados en base a las circunstancias individuales y subjetivas de cada uno, a sus capacidades y ambición.

Por lo tanto el único sujeto autorizado para determinar al fracaso o no es uno mismo. Nadie más se halla en posición de evaluar los objetivos de nadie. Lo más que puede hacerse es suponer, dadas unas características de una persona, suponer unos objetivos. Pero insisto, el fracaso es personal e individual. El fracaso es de uno mismo.

Y por más que otros encuentren causas justificadoras, en la mayoría de los casos tras suponerse ellos en dicha situación, la catalogación de fracaso o no depende de cómo cada cual lo sienta.

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22 agosto 2011

Democracia y Cultura Política

No hay democracia sin determinación.
Julio Anguita

¿Está todo pueblo o nación preparado para todo cambio político de tendencia democratizadora? Esta cuestión, como casi todas las que se plantean en el ámbito de las Humanidades en el sentido más amplio de la palabra, no tiene una respuesta única, o al menos, no verificable. Las respuestas universales y únicas no existen cuando el ser humano es el objeto de estudio, o en este caso, de hipótesis.

Ello no impide que podamos permitirnos fantasear a partir de esta cuestión, establecer una teoría en base a unos argumentos y generar debate, o al menos, generar una inquietud, un planteamiento y una reflexión.

Si contestáramos afirmativa la pregunta plateada estaríamos de la misma manera afirmando que la cultura política es innecesaria para una democracia. Si entendemos la cultura política (entiéndase democrática implícitamente) como aquellos conocimientos, inercia, hábitos o conciencia democráticos de los individuos que conforman las sociedades, puede existir una mayoría que sí que la considere democrática. Planteándolo de otra manera: ¿puede exigirse un derecho que se desconoce que se tiene?

Por eso mismo, respecto la pregunta que abría la entrada, mi opinión se aproxima más a una respuesta negativa. Para que los cambios en el sistema político (entiéndanse grandes cambios) ha de existir una demanda social, una conciencia de ese cambio, una voluntad. ¿Tendría sentido un sistema de Monarquía Parlamentaria o de República Democrática en la Edad Media? Es necesaria cierta cultura política para poder asumir cambios democráticos. Si no, esta democracia “impuesta” pronto deformará, por la tendencia natural del poder a concentrarse, en sistema autoritarios o, cuando menos, demagógicos.

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17 agosto 2011

La Propiedad

Cuanto más posee el hombre, menos se posee a sí mismo.
Arturo Graf

Uno de los principales pilares sobre los que se asiente el sistema liberal burgués es el derecho a la propiedad privada. De la misma manera, la corriente opuesta a éste, el marxismo (al menos en su versión primitiva), considera que la propiedad privada ha de suprimirse: todo ha de pertenecer al Estado en pro de la igualdad entre los ciudadanos.

Desde luego, el mundo en el que vivimos hoy es impensable sin la propiedad, sin la posesión de cosas. La propiedad ha sido objeto de reflexión continua a lo largo de la historia. Véase, por ejemplo, el voto de pobreza en las órdenes religiosas cristianas, que no es más que el desprendimiento del mundo material, la renuncia a la posesión, ya que son las cosas, la posesión, la ambición, la que de alguna manera nos alejan del mundo espiritual.

En cierta manera algo parecido está sucediendo en la actualidad, en este sistema social y económico en el que el beneficio a toda costa es el principal objetivo de las organizaciones, principalmente en las sociedades mercantiles. El deseo exhacerbado de poseer (esto son, la ambición y la codicia) deja de un lado la parte más humada y solidaria de los seres humanos y de las agrupaciones de los mismos.

El hecho de poseer lleva implícito el poseo de poseer más cuando, por un lado, no se acompaña esta posesión con unos valores humanos, y por otro, cuando el ser humano se vuelve en exceso individualista, egoísta.

Por otro lado, se ha comprobado también como la supresión de propiedad privada, la supresión de una recompensa individual material provoca la desbandada de la motivación, y con ello, del proyecto vital de la persona. La necesidad de ir mejorando, de ir superándose, de progresar, es necesaria para el hombre: el saber que uno permanecerá en el mismo estado actúe como actúe hace que para que el individuo rinda le sea necesario una fuerza moral considerable. Este progreso o evolución se satisface de una manera relativamente sencilla a través de la propiedad, en la búsqueda de aumentar el patrimonio.

La solidaridad es un valor humano, adquirido, no innato. El ser humano tiende a su propia supervivencia, al egoísmo. Si olvidamos o relativizamos los valores humanos el hombre se vuelve un lobo para el hombre, y si le negamos su naturaleza, lo destruimos. Por ello, para poder hacer posible una optimización del hombre y de la sociedad es necesario, una vez más, acudir al equilibrio aristotélico del punto medio.

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04 agosto 2011

La Vuelta a Casa

Una casa es el lugar donde uno es esperado.
Antonio Gala

Sin duda, el viaje de ida siempre es más interesante que el viaje de vuelta. Cuando uno emprende el camino hacia algún lado siempre va acompañado de fantasías acerca de ese lugar al que va a visitar: se proyecta en un futuro inmediato en aquel que será su destino, recreándose en cuánto disfrutará, aprenderá o conocerá.

La vuelta, sin embargo, suele ser más cansada. Los paisajes ya nos son familiares. El cansancio se acumula. Nuestro destino es más que conocido por nosotros. No obstante, en el regreso de ciertos viajes que se hacen, uno se vuelve emprendedor, intentando aplicar ideas que viera donde estuviera, o bien realizar proyectos meditados durante el viaje. No hay duda de que los viajes son inspiradores.

Esta vuelta descrita arriba son para aquellos viajes cortos, en los que uno no ha llegado a echar de menos el hogar, la familia, las amistades, el clima ni ningún otro factor que es tan importante para nosotros pero que, debido a su cotidianidad, somos incapaces de apreciar con suficiencia.

Cuando el viaje emprendido es largo, la vuelta al hogar se asemeja más a la ida en un viaje corto que a la vuelta en una de estos. Se vuelve a casa cargado de experiencia, proyectos, comparaciones y nostalgia.

Al fin y al cabo, el hogar es aquel sitio donde está aquello con lo que hemos crecido, aquello que se recuerda en cada uno de nosotros como “de siempre”, “de toda la vida”.

Cierto es también (cada ser humano vive, siente y piensa diferente; no podemos olvidarlo tampoco) que hay quien tiene un espíritu más dinámico, que tiene un sentimiento interior que lo obliga a cambiar, a irse del origen, a partir, por el mero hecho de cambiar, por el verse a sí mismo fruto de una evolución. Y poniendo tierra de por medio es una forma más que evidente del cambio individual.

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24 junio 2011

Pasiones Vitales

Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes.
Bernard Le Bouvier de Fontenelle

Podríamos definir la pasión como un amor exacerbado hacia algo, como un algo irracional que abstiene nuestra voluntad en pro de conseguir un propósito concreto, bien sea la consecución de un algo, o bien la conservación de otro.

Una pasión es un modo de vida: un todo en la vida de alguien. El hecho de poseer una pasión significa dotar de sentido a una vida. Todo girar en torno a esa pasión, todo se hace por y para ella. El hecho de que una pasión invada a alguien significa darle un motivo por el que agarrarse a la vida, un porqué por el que vivir, un objetivo en la vida, una meta.

Cierto es que el hecho de encontrarse ajena la razón puede provocar que esta pasión desvaría y llegue más allá de ella misma: es peligroso todo sentimiento incontrolado, toda conducta irracional por el simple hecho que no se atiende a razones, sino que todo es una especie de impulso, una obsesión insalvable.

Pero miremos el lado positivo de ésta. Muchas veces queremos mirar hacia delante en nuestras propias vidas, y somos incapaces de vernos a nosotros mismos haciendo día tras día, año tras año, una misma actividad, un repetido conjunto de procesos, cuan autómatas. Somos incapaces de ponerle amor a nuestro futuro: simplemente nos vemos haciendo las cosas por mera supervivencia, no porque de verdad las deseemos.

Es por eso que podemos estar a veces tentados de envidiar al apasionado, a aquel que desempeña incansablemente una actividad por el mero hecho de gustarle, sin más razón que un sentimiento. Una pasión es capaz de dar sentido a la vida, es capaz de orientar las perspectivas de un individuo.

Son finalmente los sentimientos los que llenan en el fondo la vida, las que nos mueven por ella. Es por ello que aunque llevada al límite una pasión puede ser destructiva, teniendo ésta con cierta moderación es posible llenar la vida con ella y darle un sentido a la misma.

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07 junio 2011

Sociabilización Obligatoria

Toda actividad humana transcurre dentro de la sociedad, sin que pueda nadie sustraerse a su influjo.
Georg Simmel

El ser humano es un ser social. Sea el origen de su socialización y necesidad socializadora instinto o aprendizaje (discusión que en todo caso será abarcada en otra entrada diferente), la conclusión es que la sociabilización se hace imprescindible para el ser humano. Este sociabilización puede ser de múltiples maneras, desde la conversación, la pertenencia a un puesto de trabajo, la vida en casa, etc. Todos los actos que una persona realiza están enmarcadas dentro de una red social (entiéndase como red de personas).

La sociabilización es además parte fundamental en la configuración de los seres humanos como individuos. La creación de nosotros mismos es en parte un proceso de retroalimentación, donde en la interacción con los otros obtenemos de los demás, aportamos y cambiamos de manera más o menos abultada nuestra propia configuración de nosotros mismos.

El ser humano no para de estar en contacto continuo con la especie. De manera más o menos directa, perceptible y voluminosa, prácticamente cada acción de nuestras vidas entra en contacto con el ser humano o un producto de éste. Estamos inmersos en una humanización continua.

El individuo necesita de la sociabilización para la construcción y reafirmación de sí mismo. En el momento en que ésta le falta o le es deficiente, el potencial del individuo se ve truncado y la gestación de éste (del individuo) no alcanzará su máximo posible.

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28 mayo 2011

Voluntad y Motivación

Voluntad firme no es lo mismo que voluntad enérgica y mucho menos que voluntad impetuosa.
Jaime Luciano Balmes

¿Cuántos planes habremos hecho a lo largo de nuestra vida? Y de todos ellos, ¿cuántos hemos llevado a cabo? ¿Cuántos han fracasado? Y estos que fracasan, ¿lo hacen por ser en exceso ambiciosos? ¿O por ser nimiedades que no merecen la pena? ¿Cuántas veces habremos rehecho nuestra agenda de vida? ¿Cuántas veces habremos deseado y cuántas más habremos abandonado?

La vida de una persona puede describirse y conocerse a través de sus anhelos y renuncias. Todo hombre ha sentido la necesidad de reorientar una vida para finalmente trazarla de la misma manera. Pasa un poco como con el sistema político: cada cuatro años nos proponemos cambiar el país para volver a ser los mismos miserables, o si se puede, un poco más.

Cambiarnos a nosotros mismos es harto difícil. No siempre depende de nuestra exclusiva voluntad, aunque sin ella, queda el propósito relegado a la utopía. La motivación es fundamental en cualquier cambio: querer ese cambio, desearlo, palparlo casi antes de alcanzarlo. Querer con firmeza nos mueve al cambio, nos lleva a él. Pero pasa con la motivación como con el deporte: de nada sirve el esfuerzo excesivo un día sino para obtener agujetas. La motivación ha de persistir en el tiempo, ha de prolongarse durante nuestro empeño, ya que, gracias a ella, el trabajo y el esfuerzo puede convertirse casi en un placer. Querer algo, y mantenerlo, es la clave del éxito de nuestros proyectos.

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19 mayo 2011

El Respeto a la Jornada de Reflexión

No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.
Gilbert Keith Chesterton

En vista de las manifestaciones que han empezado a tener en lugar en muchas ciudades de España a partir del pasado 15 de mayo, y ante la proximidad de unas elecciones municipales se plantea la siguiente cuestión: ¿han de seguir las manifestaciones, concentraciones o acampadas durante la jornada de reflexión y durante el día de las elecciones?

Mi opinión es que no, que al hacerlo, se estaría cometiendo el mismo error o despropósito que se denuncia: atropellar a la democracia, esto es, saltarse las reglas del juego, los procedimientos establecidos y las normas acordadas.

Si la jornada de reflexión tiene el objetivo de dejar que cada cual piense y medite sobre el sentido de su voto, no parece ni democrático ni ético intentar influir sobre el voto en ese día (aunque la influencia sea en sentido negativo, es decir, animando a no votar a ciertos partidos políticos). Si finalmente ocurriera, sería la segunda vez en menos de diez años que la jornada de reflexión se viera violentada.

Por ello, insisto, aunque el fondo de las manifestaciones sea del todo loable y sea necesario un cambio en la democracia española, creo que este cambio ha de hacerse por los cauces que hay para ello establecido, siendo uno de ellos la manifestación del domingo 15 de mayo. El respeto a la jornada de reflexión no es sino el respeto a la propia democracia.

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02 mayo 2011

Escepticismo Social

La primera vez que me engañes la culpa será tuya; la segunda vez, la culpa será mía.
Proverbio árabe

Parece que la mentira se ha instalado en el plano político. Hay quien incluso la defiende como necesaria. Mentiras piadosas, dicen. Es posible que se puedan perdonar ciertos medios cuando el fin es noble, pero cuando el único fin no es ni siquiera comprendido por las víctimas de los medios empleados, esa persona no puede será perdonada jamás.

Sucede con la clase política hoy en día lo que en la tradición popular española se conoce como el cuento de Pedro y el lobo. Es difícil creer en una clase política que justifica la mentira, que ve la paja en el ojo ajeno y ve la viga en el suyo propio. Y cuando un país no cree en su clase política, éste está perdido.

No acabo de aclararme qué es más grave: si que los políticos recurran a medios inmorales para preservar su poder, o que los ciudadanos lleguemos a justificar esos medios inmorales atrincherados en bandos románticos de buenos contra malos, de izquierdas contra derechas y viceversa. Cuando no hay ideas, el fanatismo es lo que queda. Apegarse a un sentimiento, a un ideal abstracto, a lo que despiertan unas siglas y un logotipo. Considero que eso es algo muy peligroso en una actividad como la política que debería ser en su mayor parte racional. Cuando los sentimientos de aversión vencen, nada bueno puede ocurrir.

Por otro lado, cuando se llegan a estos términos, el escepticismo aumento entre las personas. Crece el escepticismo social. Cada vez que alguien miente, la siguiente vez que este mentiroso trata de convencer a alguien es mucho más costoso. Se desconfía de quien ya ha mentido. Y cuando esta desconfianza es general, cuando el escepticismo es una característica de la sociedad, los políticos no funcionan. Y cuando éstos no lo hacen, tampoco lo puede hacer la nación.

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24 abril 2011

Sobre cómo Reducir el Fracaso Escolar

La estadística es una ciencia según la cual todas las mentiras se tornan cuadros.
Pitigrilli

Acabo de idear un método para reducir el fracaso escolar y aumentar exponencialmente el número de alumnos excelentes. Está basado en las políticas de igualdad de la mujer. Aprobemos una norma que obligue a los profesores a aprobar al 90% de los alumnos de una clase y a poner al 50% de ellos nota de sobresaliente. Si con las estadísticas podemos reducir la desigualdad de sexos, ¿por qué no hacer lo propio en ámbitos educativos?

Falsear los datos no implica falsear la realidad. Los parches son parches en todos los ámbitos. Las diferencias entre grupos no pueden medirse únicamente con números. Hacerlo implica engañar a la sociedad y conformarse con ello implica engañarse a uno mismo.

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20 abril 2011

Segunda y Tercera República

A la mayor parte de los que no quieren ser oprimidos no les disgustaría ser opresores.
Napoleón I

El pasado 14 de abril se conmemoraba el octogésimo aniversario de la proclamación de la II República española. Al estar presente en las redes sociales, me fue fácil percibir el cambio de los avatares de varias personas a banderas tricolores, la subida masiva de fotos, los discursos acerca del republicanismo español, de la necesidad de una república urgentemente, de lo maravillosa que fue la II República. Había incluso quien atribuía la proclamación de una nueva República la capacidad de hacer salir a España de la crisis en que se halla inmersa.

Formal e idealmente, una república siempre será preferible a una monarquía. La república ofrece un punto más de democracia al permitir al pueblo soberano la elección del Jefe del Estado. Eso es indiscutible. Pero mirando al nivel empírico y práctico, tal vez la politización de una figura tan simbólica e importante como es la del Jefe del Estado pueda traer, en el siempre particular caso español, más problemas que soluciones. Enuncio aquí, entonces, una pregunta que tal vez no tenga respuesta, ¿qué es preferible, un sistema formalmente perfecto pero inestable; o un sistema formalmente imperfecto pero estable?

Por otro lado, me llama mucho la atención que el movimiento republicano español se aferre a un régimen tan nefasto e inestable como fue el de la II República (21 declaraciones del Estado de prevención, 23 del Estado de alarma, 18 del de Guerra; 2225 víctimas de violencia política; 4204 huelgas, etc.) como bandera y estandarte del republicanismo y la democracia. Cabe destacar también el cambio en los símbolos nacionales que se proponen, principalmente la bandera, como si el cambio de régimen supusiera necesariamente cambiar de país. En la I República, por ejemplo, ésta no fue cambiada.

Esto que arriba comento me lleva a concluir que el objetivo o el fin que persiguen muchos de los que proclaman abiertamente la necesidad de una república no van sino en contra de lo actual, de lo que hay establecido, más que en que el búsqueda real de un sistema mejor o más justo para los españoles. Es un modo de creación de grupos, de fragmentación de los ciudadanos ¿Es necesario un cambio de los símbolos nacionales si se cambia el régimen político? ¿Es la bandera tricolor el único emblema de republicanismo que existe en España? ¿Cuántos republicanos españoles estarían dispuestos a proclamar una República en España conservando la bandera actual?

Es por ello que creo que muchos de los que ondean la bandera tricolor únicamente buscan dañar al enemigo político, destruir sus símbolos y vencerlo moralmente. Toda reminiscencia de la Segunda República, cualquier evocación idealista de ella no denota sino una ignorancia respecto de la misma y/o un fanatismo contra el “enemigo”.

Creo que el republicanismo es considerablemente más democrático que la monarquía. No obstante, no es menos cierto que en las Monarquías moderna la figura del monarca no representa poder fáctico alguno, simplemente simbólico. A mi juicio, la monarquía parlamentaria actual ha proporcionado a España una estabilidad y democracia que jamás había conocido, a pesar de que ciertos sectores de la sociedad (principalmente los partidos políticos) se empeñen en socavarla.

El instaurar una república en España supondría un paso adelante en la democracia. Sin embargo, existen muchos pasos previos que pueden darse en pro de la democracia sin necesidad de modificar el régimen político (cambio de la ley electoral, independencia de la fiscalía, no intervención de poderes políticos en Cajas de Ahorros o en nombramiento de os vocales del Consejo General del Poder Judicial, listas abiertas, referéndums sobre temas relevantes para la sociedad, etc.).

Por tanto, si el movimiento republicano español sigue mirando con exceso romanticismo hacia la Segunda República, sigue cultivando el mito democrático donde no hubo más que caos, y pretende que la Tercera República sea la continuación de ésta, que no cuenten conmigo para implantarla.

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17 abril 2011

M el Vampiro de Dusseldorf

No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto.
Aristóteles

Acabo de terminar de ver la película de Fritz Lang titulada “M, el vampiro de Dusseldorf” (al menos se titula así la versión española). Sin ser una película técnicamente muy buena, el argumento y sobre todo el mensaje que lleva detrás (o el que yo he recibido) es espectacular. Muy buena película (como casi siempre) del maestro Lang de la que a continuación haré una interpretación. Advierto a los lectores que no la hayan visto que tal vez a partir de este punto se desvelen partes del argumento.

A mi entender, la película plantea un gran dilema, pero también me parece muestra una de las grandes miserias humanas: la hipocresía en al menos una de sus vertientes que no sabría muy calificar, por lo que lo dejaré como tal.

Empezaré hablando del dilema que se muestra claramente al final: ¿puede juzgarse a un loco o enfermo con las mismas leyes o con la misma contundencia que a un cuerdo? ¿puede alguien ser acusado de asesinato (esto es, con premetitación) a una persona que no es consciente de sus actos? Al final de la película, en el juicio improvisado que los maleantes preparan se expone claramente el dilema. También, la última escena de la película, donde se muestra el Tribunal que juzgará al asesino, y acto seguido una de las madres se pregunta “¿Quién nos devolverá a nuestras hijas?” se deja una pregunta abierta, ¿es la pena de cárcel realmene justicia? ¿O la Justicia nunca podrá reparar jamás el daño causado por un asesino?

Dejando estas preguntas abiertas, me voy a la segunda de las cuestiones que quería comentar. Y me parece más interesando, porque la encuentro más subliminal, no tan explícita como las preguntas arriba planteadas. Esta segunda conclusión o reflexión que a mi entender en la película se plantea es el encubrimiento entre valores superiores (en este caso la justicia) de intereses personales.

Comento el caso concreto de la película: después de una serie de asesinatos de niños, las medidas policiales y de control aumentan exponencialmente. Es entonces cuando un grupo de maleantes o mafiosos o no se sabe muy bien qué, se reúnen y tratan el problema. Su problema, de ellos, es que debido a tanta seguridad no se puede robar tranquilamente y todo trapicheo está mucho más controlado, las redadas aumentan y no es fácil delinquir. La causa de esto, dicen ellos, es el asesino de niñas, por lo que la mejor manera de evitar este problema es acabando con ese asesino. Y así, montan una red de búsqueda para localizarlo hasta que finalmente lo atrapan. Una vez atrapado, se monta un juicio improvisado en la guarida de los maleantes y se disponen a juzgarlo con “justicia”. Prueba de ello es que le asignan un abogado defensor para interceda por él ante el improvisado tribunal.

Lo que muestra realmente bien esta película respecto a esta hipocresía de los maleantes, que nunca han buscado la justicia sino su beneficio personal. Ellos consiguen encontrar al asesino y proceden a juzgarlo entre el clamor popular que pide su muerte instantánea. Se procede a hacer justicia con él, hablan de justicia y valores superiores, de la sociedad, del bien de la sociedad y de cuánto perjudica a ésta personajes como el juzgado. Pero realmente ellos nunca han impulsado la “caza” del asesino por estos valores de justicia y seguridad ciudadana, nunca han pensado en la sociedad, sino simplemente en sus intereses.

La película es de la década de 1930, y sin embargo, rebosa actualidad. Si vemos la reciente intervención aliada en Libia, podemos encontrar algo de esto. Los países aliados luchan por la “democracia” hoy, cuando la democracia lleva sin existir en Libia no sé cuantas décadas, al igual que en tantos otros países del mundo a los que no se le echa cuenta.

El camuflaje de intereses personales en el bien personal o en valores superiores abstractos ha sido, y mucho me temo que será, una constante del hombre a lo largo de los siglos, un indicador más de la miseria humana.

No sé si la palabra correcta para esto es hipocresía. Realmente no me suena bien, ya que entiendo que hipocresía no está tan relacionada con lo abstracto sino más con lo concreto. Si alguien tiene alguna propuesta de calificación de esto que aquí se ha descrito, por favor, que lo comparta.

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04 abril 2011

Texto de Héctor Abad Gómez

Saber que estamos contribuyendo a hacer un mundo mejor, debe ser la máxima de las aspiraciones humanas
Héctor Abad Gómez

Hoy dejo un texto del doctor Héctor Abad Gómez, asesinado en Colombia en agosto de 1987 y del que su hijo, Héctor Abad Faciolince, hace una magnífica reconstrucción y homenaje en su libro “El Olvido que Seremos”, de donde extraje el texto.

Estas son verdades irrefutables y evidentes que nadie puede negar ¿Por qué nos empeñamos entonces - negando estas realidades- en conservar la situación? Porque el egoísmo y la indiferencia son características de los ciegos ante la evidencia y los satisfechos con sus condiciones buenas y que niegan las condiciones malas de los demás. No quieren ver lo que está a la vista, para así mantener su situación de privilegio en todos los campos ¿Qué hacer ante esta situación? ¿A quiénes corresponde actuar? Es obvio los que deberían actuar son los afectados perjudicialmente por ella. Pero casi siempre, ellos, en medio de sus necesidades y angustias y tragedias, no son conscientes de esta situación objetiva, lo la interiorizan, no la hacen subjetiva.

Aunque parezca paradójico- pero esto ha sido históricamente así- son algunos de los que la vida ha puesto en condiciones aceptables, los que han tenido que despertar a los oprimidos y explotados para que reaccionen y trabajen por cambiar las condiciones de injusticia que los afectan desfavorablemente. Así se han producido los cambios de importancia en las condiciones de vida de los habitantes de muchos países y estamos ciertamente viviendo una etapa histórica en la cual en todos ellos hay grupos de personas -éticamente superiores- que no aceptan como una cosa "natural" que estas situaciones de desigualdad y de injusticia perduren. Su lucha contra "lo establecido" es una lucha dura y peligrosa. Tiene que afrontar la rabia y desazón de los grupos más poderosos política y económicamente. Tiene que afrontar consecuencias, aun en contra de su tranquilidad y de sus mismas posibilidades; en contra de alcanzar el llamado "éxito" en la sociedad preestablecida.

Pero hay una fuerza interior que los impele a trabajar a favor de los que necesitan ayuda. Para muchos, esa fuerza se constituye en la razón de su vida. Esa lucha le da significado a su vida. Se justifica vivir s el mundo es un poco mejor, cuando uno muera, como resultado de su trabajo y esfuerzo. Vivir simplemente para gozar es una legítima ambición animal. Pero para el ser humano, para el Homo Sapiens, es contentarse con muy poco. Para distinguirnos de los demás animales, para justificar nuestro paso por la tierra, hay que ambicionar metas superiores al solo goce de la vida. "La fijación de metas distingue a unos hombres de otros". Y aquí lo más importante no es alcanzar dichas metas, sino luchar por ellas. Todos no podemos ser protagonistas de la historia. Como células que somos de ese gran cuerpo universal humano, somos sin embargo conscientes de que cada uno de nosotros puede hacer algo por mejorar el mundo en que vivimos y en el que vivirán los que nos sigan. Debemos trabajar para el presente y para el futuro, y esto nos traerá mayor gozo que el simple disfrute de los bienes materiales. Saber que estamos contribuyendo a hacer un mundo mejor, debe ser la máxima de las aspiraciones humanas

Héctor Abad Gómez, recogido en El Olvido que Seremos, de Héctor Abad Faciolince.

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30 marzo 2011

Los Mejores Colegios de España

Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda la vida.
Lao-tsé

En la lista de los cien mejores colegios de España no hay ninguno público. ¿Es tolerable esto? ¿No deberían ser los públicos, con diferencia, los mejores, y más teniendo en cuenta la financiación por parte del Estado? ¿Cuántos políticos llevan a sus hijos a colegios públicos? La educación no es el punto fuerte de ningún partido político. Por mucho que se empeñen en disimular.

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23 marzo 2011

De las Izquierdas y las Derechas

Cuando se exagera un sentimiento, desaparece la capacidad de razonar.
Gustavo Le Bon

La política española tiene bastantes vicios. Uno de ellos es el inevitable parecido de los partidarios políticos a las hinchadas de fútbol: fanatismo, sentimiento de pertenencia, odio al adversario. Alguna vez he escrito en este blog sobre la relación que hay en España de política con sentimentalismo, con los sentimientos, con lo racional.

A mi entender, la política debe ser algo racional. Debe éste buscar la manera de optimizar el bienestar de los ciudadanos. Para ello, han de planificarse una serie de medidas, propuestas y principios con los que la sociedad pretenda mejorar. La política ha de ser la búsqueda del bien común, de la gestión de la “polis”, de la optimización de recursos.

En España, sin embargo, la política está basada en la lucha de dos enemigos irreconciliables: el equipo de la izquierda o el equipo de la derecha. La actividad política en España se desarrolla desde el sentimiento de pertenencia al grupo y, por ende, del odio al adversario. Lo que menos importan son las ideas concretas, lo importante es de donde vienen. La guerra es diferente si el Gobierno es de izquierdas o de derechas; al igual que la subida de los impuestos, o cualquier otra política que ambos sectores políticos hayan de determinar tarde o temprano: para alguien de izquierdas es intolerable cualquier medida que venga de la derecha, y viceversa.

Existen también los disidentes, por diversos motivos, del “equipo” oficial, aquellos que afirman: “yo no soy del PP, pero soy de derechas, ¿eh?”, o viceversa de nuevo. También está aquella de “de la crisis se sale por la izquierda”. Y yo pregunto, ¿qué es ser de derechas?, ¿qué es ser de izquierdas?

Hasta que no enterremos este caduco romanticismo ideológico sobre nuestra filiación política y comencemos a entender la política como algo racional, no podremos evolucionar. Hasta que la política no deje de ser un sentimiento, no podremos pensar en qué es lo mejor para el país, en qué conviene más a los ciudadanos y en qué nos hace progresar.

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18 marzo 2011

La Libertad en las Universidades Españolas

Libertad moral es la única libertad verdaderamente importante.
Joseph Joubert

Quizás haya algo que se me escape (y en ese caso me gustaría que alguien me lo apuntara) en el asunto del irrespetuoso laicismo (por no decir anticlericalismo) que se respira en algunas Universidades españolas. Me asombra que los supuestos defensores de la tolerancia, la igualdad y valores cívicos actúen de esta manera tan contraria a su discurso.

Es triste que sea en las universidades, donde se supone que reside la élite intelectual del país, donde ocurran estos ataques contra la libertad, en este caso de religión y conciencia. Estar en contra de que existan capillas en las universidades es desde luego un derecho amparado en la libertad de opinión. Igual que lo es el no querer que haya mezquitas. Cada cual que opine, crea y vote en consecuencia a sus ideas.

El querer desterrar la religión de los espacios públicos en general y de las universidades en particular no es más que un intento de imponer una idea o creencia, en este casi, la fobia hacia todo aquello que tenga que ver con religioso.

Lo cierto es que si se ha llegado a este punto es porque se ha ido consintiendo poco a poco mediante el mirar para otro lado y hacer la vista gorda. No es la primera vez que la Universidad es el lugar elegido por aquellos que quieren manifestar su odio o animadversión hacia otras ideas. Cada vez que un político intenta dar una conferencia en una Facultad, los berridos, insultos, amenazas e intentos de agresiones son una constante. Y en casi la totalidad de los casos, los vociferantes salen impunes.

Los ataques contra la libertad de expresión en las universidades es algo que debería atacarse de forma severa. Sea la idea que sea.

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15 marzo 2011

El Ser Humano y la Naturaleza

Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha.
Victor Hugo

Llevo unos cuantos días ajeno al mundo y por tanto ajeno al blog y a las noticias. Notable ha sido mi sorpresa al encontrarme con la tragedia japonesa. De este aislamiento informativo mío podrían surgir dos reflexiones: una, sobre cómo es la vida de una persona sin la información; y dos, de lo volátil que es el ser humano cuando se compara con la Naturaleza, lo débil que es. Creo que hoy explotaremos la segunda.

Es muy propio del ser humano la vanidad y la soberbia. Creerse por encima de todo, creerse a salvo siempre, creerse diferente de sus antepasados por el desarrollo tecnológico, creer que nunca nos va a pasar a nosotros, dejar todo a merced de la ciencia y la tecnología.

Se nos olvida con demasiada frecuencia que somos pobladores de un mundo que aunque hayamos conseguido más o menos “domesticar” sigue siendo salvaje. Este terremoto (o sus consecuencias, más bien) nos deben hacer sentir por un momento más mortales. Nadie está a salvo de una catástrofe natural, aunque vivamos ajenos a ello.

También es cierto que no podemos dejarnos vencer por la psicosis colectiva. Tampoco podemos dejar de vivir por el hecho de que en cualquier momento pueda acontecer un terremoto. Lo que debemos, simplemente, es hacernos más humildes y no olvidar lo que somos.

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28 febrero 2011

La Esencia de un Blog

Escribir es la manera más profunda de leer la vida.
Francisco Umbral

Se ha suscitado un debate por Twitter acerca de si los blogs están cayendo en el desuso por culpa de esta misma red social. Comentaban algunos usuarios de Twitter que ésta ha sustituido a los blogs porque la hace más rápida y permite la comunicación con más personas que los blogs. Yo creo que la respuesta a la pregunta si es preferible usar un blog o Twitter habría que enfocarla desde el punto de vista de la finalidad y preguntarnos para qué queremos los blogs, y para qué queremos Twitter.

Creo que se produce en este debate que arriba mencionaba una confusión de los objetivos de las herramientas cibernéticas. Desde un punto de vista de popularidad y alcance, Twitter es mucho mejor: las lecturas son rápidas (140 caracteres únicamente), es muy dinámico con los lectores y los escritores, permite el seguimiento simultáneo de hasta miles de personas y permite debates y conversaciones públicas.

Sin embargo, creo que la filosofía de los blogs es distinta. El blog es la ventana a la libertad de expresión en la red. No hay límite de palabras ni de contenido. Cada cual se expresa, libremente, sin ninguna limitación más que su voluntad. El blog es un rincón en la red donde depositar el alma de cada cual.

Comentaba con un amigo recientemente técnicas de captación de lectores para el blog, como por ejemplo el número de entradas por semana óptimas para un seguimiento exhaustivo. El hecho de tener lectores es siempre halagador, pero no creo que ese sea el fin de un blog, sino que considero el hecho de tener lectores como una consecuencia o algo secundario.

En este dilema sobre el objetivo de la escritura encontramos los dos tipos de escritores que existen: los que escriben para sí mismos, usando la escritura como instrumento de expresión; y los que escriben para los demás, para la recepción de elogios y para incrementar su popularidad.

Creo firmemente que el escritor de un blog es un escritor para sí mismo, sin más finalidad que su propia satisfacción y que el hecho de tener lectores es una motivación extra, pero no la principal. Es por eso que mi posición en el debate sobre si Twitter está sustituyendo a los blogs es la de entender que Twitter puede estar sustituyendo a aquellos blogs cuyos autores escriben para sus lectores, no para sí mismos. Twitter no podrá nunca sustituir a aquellos que despliegan su ser sobre las palabras, ya que el alma de una persona jamás cabrá en 140 caracteres.

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21 febrero 2011

Queda Prohibido

Queda prohibido llorar sin aprender
Alfredo Cuervo

Hay veces que la mera lectura de un poema o de un fragmento de una obra literaria es suficiente para levantar el alma de quien lo lee. Por eso, y sabiendo que hoy hay quien lo necesita, dejo este poema de Alfredo Cuervo que una vez a mí también me ayudó.

¿Qué es lo verdaderamente importante?

Busco en mi interior la respuesta,

y me es tan difícil de encontrar.

Falsas ideas invaden mi mente,

acostumbrada a enmascarar lo que no entiende,

aturdida en un mundo de falsas ilusiones,

donde la vanidad, el miedo, la riqueza,

la violencia, el odio, la indiferencia,

se convierten en adorados héroes.

Me preguntas cómo se puede ser feliz,

cómo entre tanta mentira se puede vivir,

es cada uno quien se tiene que responder,

aunque para mí, aquí, ahora y para siempre:

queda prohibido llorar sin aprender,

levantarme un día sin saber qué hacer,

tener miedo a mis recuerdos,

sentirme sólo alguna vez.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,

no luchar por lo que quiero,

abandonarlo todo por tener miedo,

no convertir en realidad mis sueños.

Queda prohibido no demostrarte mi amor,

hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,

inventarme cosas que nunca ocurrieron,

recordarte sólo cuando no te tengo.

Queda prohibido dejar a mis amigos,

no intentar comprender lo que vivimos,

llamarles sólo cuando les necesito,

no ver que también nosotros somos distintos.

Queda prohibido no ser yo ante la gente,

fingir ante las personas que no me importan,

hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,

olvidar a toda la gente que me quiere.

Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,

no creer en mi dios y hacer mi destino,

tener miedo a la vida y a sus castigos,

no vivir cada día como si fuera un último suspiro.

Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,

olvidar los momentos que me hicieron quererte,

todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,

olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,

pensar que sus vidas valen más que la mía,

no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,

pensar que con su falta el mundo se termina.

Queda prohibido no crear mi historia,

dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,

no tener un momento para la gente que me necesita,

no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.

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15 febrero 2011

Conversaciones

Una buena conversación debe agotar el tema, no a los interlocutores.
Winston Churchill

He sostenido más de una vez, y sigo sosteniendo, que una buena conversación es uno de los mayores placeres del mundo. Así me lo parece, al menos. No siempre resulta fácil encontrar a un o unos interlocutores adecuados para tal efecto. Pero cuando se encuentran, el resultado es increíble.

Una buena conversación contiene numerosos factores que la hacen apetecible y placentera. El primero de ellos puede ser la cordialidad. Cuando uno habla con otra persona de manera cordial, está transmitiendo y recibiendo afecto continuamente de forma subliminal mediante las palabras. El intercambio risas y bromas son síntomas de una charla agradable y evidencia de una sintonía. Es una buena forma de estrechar la amistad entre varias personas.

Otro factor al que suele recurrirse en las conversaciones es la rememoración del pasado común. La nostalgia de ese pasado, el recuerdo de otros tiempos, produce una sensación positiva y estrecha la simpatía entre quienes las comparten. Como he comentado alguna vez, los recuerdos son una forma de volver a vivir las cosas.

Ha de tenerse en cuenta el enriquecimiento que supone la adquisición de ideas de otras personas. También sucede con los puntos de vista, con las perspectivas diferentes sobre un mismo objeto o situación. Aprende uno a ver las cosas desde otro lado, conociendo otros factores y quedándose con los que más interesantes o acertados encuentra.

Además, suelen tratarse en las buenas conversaciones proyecciones para el futuro. Se crean ganas. Ganas para emprender proyectos o simplemente para realizar mejor las funciones y tareas que ya se desempeñan. Una conversación suele ser un punto de partida para algo.

En definitiva, la conversación hace sentir apego por la vida. Es consecuencia de nuestra condición de animal social. Tras una agradable conversación uno encuentra su papel en el mundo, se dibuja con más perspectiva. Las conversaciones ayudan a trazar el contexto vital de uno, nos ayudan a descartar qué no queremos y a decidirnos por lo que sí.

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14 febrero 2011

La Importancia de la Razón en los Sentimientos

Nuestros pensamientos más importantes son los que contradicen nuestros sentimientos.
Paul Ambroise Valéry

Muchas veces paramos un momento a analizarnos a nosotros mismo y a tratar de trazar el mejor camino a seguir de entre todos los posibles. En ocasiones andamos convencidos de que el camino es uno y lo seguimos sin reparo alguno. En cambio, otras, las decisiones vienen enfrentadas: cabeza contra corazón.

No es fácil siempre seguir el camino más ético o coherente. El corazón posee un cordel con el que a veces tira de tal manera que nos es muy difícil resistirnos. Deseamos algo con mucha fuerza aun sabiendo que ese algo no nos hace bien, es insano para nosotros. La razón ve con claridad, pero muchas veces se ve nublada por los sentimientos desatados de las pasiones.

Por eso es fundamental contar con los amigos. Son ellos la parte racional cuando el alma anda nublada. Poseen la distancia emocional suficiente para discernir qué es mejor y qué es peor. Su mirada es fría y calculadora, sin ningún sentimiento que medie.

Y es en esas situaciones en que queremos pero no debemos cuando su insistencia y ayuda sobre la decisión que tomar se hace tan valiosa. Son los que están fuera los que tienen una perspectiva objetiva sobre la situación, los que ven flagrantes oportunismos cuando nosotros vemos oportunidades. Son ellos quienes nos reconducen al camino.

Cuando nos hayamos sumergidos en alguna pasión, todo parece trascendental. Todo parece insustituible e inigualable. Por eso la visión fría de alguien en quien confiamos nos puede, en determinados momentos, hacernos tanto bien. Porque anda fuera de las exageraciones sentimentales.

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12 febrero 2011

El Desgaste de las Instituciones Democráticas

Todos los males de la democracia pueden curarse con más democracia
Alfred Emanuel Smith

Leo y escucho muchas críticas hacia los políticos tras los últimos casos de corrupción destapados. No son ataques contra un político en concreto, e incluso no lo son contra el partido contrario (sí, en España existe un bipartidismo visceral). Se trata de un ataque contra la “clase política” en general, contra la casta, contra la categoría profesional política, y, francamente, me preocupa.

Perder el respeto a los políticos lleva detrás de sí una consecuencia más grave: desconfianza y desencanto con las instituciones que representan. Son los políticos los que ocupan los sitios de las instituciones y por tanto es a ellos a quienes se relaciona con ellas. Además, casi ninguno de ellos ha mostrado nunca interés en separar a la institución democrática del Estado con el partido. Es más, puede casi afirmarse que se ha fomentado lo contrario, la fusión del cargo con el partido la asignación de los escaños y puestos de representación al grupo político antes que a las personas. La prueba de esta confusión es en que la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros la hace el Secretario de Organización del partido, y no el portavoz del Gobierno, como debiera.

La pérdida de respeto y confianza en las instituciones democráticas no puede llevar consigo sino un desgaste de la misma democracia. Las instituciones son la cara del sistema democrático, son el poder legitimado a través de la democracia. Por tanto, si perdemos la confianza en ese poder democrático, estamos perdiendo la confianza en la propia democracia.

Muchas son las diferencias con respecto de los años 30 (existe una Unión Europea, la presencia e importancia del ejército en la vida civil se ha reducido considerablemente, etc.) pero si las democracias cedieron ante las dictaduras en aquellos años, mucho se debió al desencanto por la democracia que se vivió en aquellas sociedades, por el desgaste de las instituciones democráticas. Y este desgaste del sistema democrático no es más que un nido de populistas autoritarios. Hitler es el mejor ejemplo de esto que digo.

No tiene que llegarse al extremo del nazismo para que la democracia se pervierta. La politización de la Justicia, la inexistencia de unos sindicatos libres e independientes que defiendan al trabajador, la falta de democracia en las elecciones de candidatos a las instituciones, la limitación del ciudadano en las decisiones que realmente le afectan, la falta de transparencia en las instituciones, la duplicidad de administraciones, etc. son síntomas de una democracia incompleta o enferma.

Nada es definitivo aún. Todavía estamos a tiempo de sanarla. La fórmula es bien sencilla: más democracia, como ya enunció Alfred Emanuel Smith. Pero como los ciudadanos sigamos mirando para otro lado y riéndole la gracia a quienes viven a costa de nuestros impuestos sin más preocupación que sus propios intereses y sin más argumento y bandera que una ideología caduca y anacrónica, puede que en un futuro próximo lamentemos, como hizo Alemania en su día, haber entregado tácitamente la democracia y la libertad a unos pocos, que pese a predicar sobre el bien de la nación y la sociedad, no habrían mirado más allá de su propio ombligo y ambiciones.

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08 febrero 2011

El Precio de los Libros

En España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro.
Manuel Azaña

Algo que me ha llamado mucho la atención de aquí de Irlanda del Norte y que me resulta bastante significativo, aunque no sé cómo interpretarlo, es la diferencia abismal de precios que hay en los libros y la tecnología. Sobre todo en los libros. Los precios que únicamente se encuentra en ferias del libro en España (muchos de ellos de segunda mano), en Irlanda del Norte son precios habituales, incluyendo múltiples ofertas de tres libros por cinco libras o libros a noventa y nueve peniques.

Es realmente abrupta la diferencia. Únicamente en los best-sellers más recientes o en libros sumamente técnicos he visto precios que se dispararan un poco (por supuesto siempre debajo de los precios españoles). El resto de libros, bastante asequibles. Y si encima decides entrar a una librería de segunda mano (muchas de ellas benéficas, por cierto, organizadas por Oxfam o Asociaciones Contra el Cáncer) los libros se convierten en auténticas gangas.

No sé si en el Reino Unido los libros tienen algún tipo de subvención por parte del Gobierno. O las distribuidoras y editoriales no manejan tan grandes beneficios como en España. O que la ley de la oferta y la demanda (que los británicos leen muchos libros) hace que éstos disminuyan su precio. Cualquiera de estas tres opciones que se me ocurren deja en mal lugar a España en comparación con el territorio insular al que me refiero.

Tal vez sean pequeños gestos que ayuden a entender las diferencias entre Gran Bretaña y España. Las diferencias entre las sociedades (cómo cada una gasta su dinero) y por ende, las diferentes sociedades civiles (si es que podamos hablar de que en España existe realmente). El consumo de libros podría ser un buen indicador de las preocupaciones y preferencias de las sociedades. Desconozco si se ha hecho algún estudio al respecto, pero creo que sería bastante ilustrador.

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05 febrero 2011

Mitos

El deseo de felicidad mantiene presente el mito del artista.
Félix de Azúa

Toda persona tiene una referencia ideal respecto a cada una de sus dimensiones vitales. Todo el mundo aspira a algo, y en esas aspiraciones, tendemos a tomar por referencia situaciones, hechos o personas que entendemos son perfectos e ideales y que de alguna manera van marcando nuestro tope.

Una de estas dimensiones es la historia y la política. La definición de una ideología política en uno mismo no puede llegar a definirse sin una mitificación previa de un personaje, una situación, un territorio o una sociedad concreta. La formación de los sentimientos relacionados con la ideología política nacen de la concepción abstracta (de la elevación al abstracto más bien) de una situación concreta que nunca fue tal y como se describe.

Los mitos son necesarios cuando se trata de creer en una cosa. Ya los griegos usaban a los héroes como ejemplos absolutos de las virtudes, idealizándolos en extremos y creando una necesidad o voluntad de imitación de estos, siendo esta imitación el objetivo vital más importante.

También ha sucedido en muchas religiones. Las figuras principales de muchas religiones han sido divinizadas e idealizadas, y mucha de la conducta exigida a los fieles de éstas es la imitación de aquéllos, la aproximación a al ideal perfecto que se desprende de dichos personajes.

Así bien, las naciones también han creado sus mitos de formación. Toda nación tiene personajes y tiempos de gloria, donde las virtudes de los héroes y las épocas no hacen sino invitar al ciudadano a conseguir recuperar la gloria que la nación tuvo en tiempos de los héroes. Se invoca a idealizar la nación, ha elevarla hasta el abstracto del mito.

Lo que no pueden olvidar aquellos que quieren hacer un análisis serio de la Historia o la política es que estas mitificaciones no son más que eso, idealizaciones y exaltaciones que persiguen orientar la conducta de sus ciudadanos en busca de estos mitos. A la hora de ser rigurosos, ha de bajarse a los hechos. No obstante, estos mitos y exaltaciones pueden decirnos muchos sobre una cultura y una sociedad, cuáles son sus valores y a qué aspira.

Y así ocurre también para el hombre: son los mitos que uno admira los que van marcando la conducta en la vida. Son las creencias que, independientemente de verdaderas o falsas, inspiran a cada uno y moldean su voluntad.

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01 febrero 2011

Igualdad Estética

La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo.
Montesquieu

Hay una tendencia en la primera línea política a emplear el término igualdad en prácticamente todas las cuestiones de la vida pública. Quizás el más celebrado sea el de la igualdad de género que ha conseguido incluso meterse de lleno en el flamante Estatuto de Andalucía. La obsesión por la igualdad achaca ya no sólo a los políticos, sino incluso juristas, periodistas y sociólogos, debido, tal vez, a las últimas leyes de Igualdad.

Pero ¿qué se busca realmente con esta igualdad? Pues en vista de las aplicaciones que se prevén en la ley, parece que lo único que preocupa a nuestros legisladores y políticos es la “igualdad estética”, es decir, la búsqueda de la armonía numérica manejando la estadística y las cifras, esto es, la búsqueda de unos números que sean a la vista agradables independientemente de lo que haya detrás de ellos. Si repasamos con detenimiento las leyes, la igualdad se ha reducido simplemente a un número, en concreto, a que haya el mismo número de unos que de otros.

Así se lucha contra la discriminación de la mujer, según la mayoría de los políticos y los grupos feministas: haciendo que haya la misma cantidad de Consejeros varones que mujeres, exigiendo igualdad de número en las listas electorales de machos y hembras, forzando a que en los libros de texto escolares se hable igual número de veces de ellos que de ellas, etc. Como ven, al final lo que resulta es el mismo número de unos que de otros.

Yo, sin embargo, reniego de esta teoría cuantitativa sobre la igualdad. A mi entender, este método serviría únicamente si todas las personas fuéramos absolutamente iguales. Puesto que esto es falso, ya que cada cual es el resultado de una configuración genética donde entran en juego una cantidad incontable de variables, además de una cultura y una socialización diferente, éste método es, a mi parecer, inadecuado.

Cosa bien distinta es que todos, independientemente de nuestros genes, cultura, progenitores, lugar de nacimiento y clase social, entre otras, tengamos la misma posibilidad de acceder a lo mismo. Es decir, que independientemente de donde nazca y de quienes sean mis padres tenga la posibilidad (si así lo deseo) de tener título universitario, trabajo, manutención, vivienda y acceso a una sanidad de calidad. Igualdad de oportunidades, en definitiva. Pero no es esto lo que se ha buscado desde la legislación, sino la igualdad numérica respecto de una variable concreta: el sexo.

Lo que puede llegar a parecer la creación de estos cupos es el reconocimiento público (por parte de quien ha legislado y apoyado tal legislación) de inferioridad de la mujer. El hecho de crear cupos específicos de mujeres es similar al que tienen los discapacitados para el acceso a la Administración Pública o los extranjeros a las Universidades Públicas: es una forma de sugerir que tal vez no sean capaces de conseguirlo por sí solas, y que necesitan el apoyo de la Administración.

Si este fuera el medio de solución de todos los problemas de igualad, podrían hacer lo mismo con los inmigrantes, o con cualquier otro sector que el Gobierno desconsidere en inferioridad de oportunidades. ¿Por qué no hacer un cupo en las listas para discapacitados o para homosexuales? Sencillamente porque supondría violentar la libertad del electorado para elegir a sus representantes, cosa que sí se ha hecho respecto a la mujer con la inclusión forzosa de un número de ellas en las listas electorales.

Lo que resulta curioso de todo esto es que estas políticas de igualdad lleguen precisamente cuando la mujer más estaba accediendo a puestos de relevancia en la sociedad, cuándo, gracias al divorcio y la emancipación económica, estaba, ella sola, cambiando su situación. Lo no faltará, cuando finalmente esta generación igual y libre (insisto, no por la acción del Gobierno sino por el sino de los tiempos) sustituya completamente a su predecesora, es quien se cuelgue una medalla pensando y haciéndonos creer que el objetivo se logró gracias a estas leyes que, para mi gusto, son completamente propagandistas y populistas.

Me gustaría destacar también la inclusión por parte del nuevo Estatuto Andaluz de la necesidad de la realización de un estudio de “impacto de género” previo a todas las leyes y disposiciones normativas de la Comunidad Autónoma (artículo 114). En ningún apartado del Estatuto se menciona algo similar sobre un “impacto económico”, “impacto cultural”, “impacto moral” ni tan siquiera “impacto medioambiental” (tan de moda este último también) de ninguna política pública que haya de llevarse a cabo por parte de la Junta de Andalucía. Hasta qué punto se ha convertido esta igualdad estética en importante.

Por último, para hacer la crítica constructiva, propongo aquí una serie de políticas que sí que deberían llevarse a la práctica para la total igualdad de oportunidades de la mujer, esto es: equiparación de la baja paternal con la maternal (así será indistinto contratar a un hombre que a una mujer), ampliación de dicha baja, políticas de conciliación laboral (flexibilidad de horarios, trabajo desde casa, reducción de horas por hijos (fomento de la natalidad)) y creación de guarderías públicas.

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29 enero 2011

El Yo de mi Pasado

Encuentro tanta diferencia entre yo y yo mismo como entre yo y los demás.
Michel Eyquem de Montaigne

¿Quién soy yo? Desde luego, se trata de una pregunta amplia que encierra, sin querer, muchísimas dimensiones y contenidos, tantas, como el ser humano es. No se puede contestar a esta pregunta con una frase, ni con una entrada de blog. Incluso es harto probable que al final de nuestra vida tampoco sepamos contestar a la pregunta de quiénes somos ni qué sentido tiene lo que hemos hecho.

Precisamente sobre esa mirada retrospectiva sobre nosotros es de lo que quería reflexionar. ¿Somos nosotros los mismos que hace diez años? Es decir, si nosotros, por ejemplo, escribimos un relato hace diez años y hoy lo leemos, ¿seguimos siendo autores de ese relato? ¿O ese relato, sin embargo, ya no nos corresponde?

Ciertamente, la persona que seamos hoy depende mucho de quién hayamos sido los años, los meses y los días anteriores. La elaboración del “yo” es un proceso largo, donde todo, absolutamente todo, influye. Nuestra forma de entender la vida y nuestra forma de entendernos a nosotros mismos no puede entenderse sin los sentimientos del pasado, es decir, aquellos que sentimos.

Somos el resultado de ambiciones pasados. Al igual que lo somos de errores. Somos los residuos de nosotros mismos, al igual que proyecciones. Hemos conducido la vida a través de decisiones que tomamos en un momento concreto y que, posiblemente, hoy nos las tomáramos de la misma manera. Somos fruto de una cascada de sentimientos, conducidos con mayor o menor acierto. Todo nos ha influido para ser lo que somos hoy. Y todo lo que hagamos hoy influirá para ser lo que seremos mañana.

Pero respecto a la pregunta con empezaba esta entrada, es decir, si somos nosotros los que éramos hace un tiempo o bien somos diferentes… tenemos dos respuestas, elegidas a partir del sentimiento que nuestro propio recuerdo genere: si renegamos de nosotros mismos, o bien nos sentirnos orgullosos. Si es el primero de los casos será porque nuestro pasado no nos satisface, aunque precisamente por ese pasado estamos donde estamos, por haberlo intentado corregir y por saber que aquello no nos convencía. En el segundo caso, sentiremos que hemos culminado o estamos culminando un proceso vital que empezó cuando lo hizo nuestro pasado.

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25 enero 2011

¿Está Adalucía descentralizada?

¡Ay de los pueblos gobernados por un Poder que ha de pensar en la conservación propia!
Jaime Luciano Balmes

Uno de los objetivos del Estado de las Autonomías es la descentralización y la desconcentración del poder y de la Administración. La organización de los territorios nunca se hará con más conocimiento de causa de los problemas y soluciones que la llevada a cabo desde el mismo lugar. Este es el objetivo básico de la autonomía, al menos el oficial, ya que siempre las mentes más maquiavélicas apuntan a la obtención de poder por parte de las élites locales.

Y ahora, analizando con treinta años de perspectiva la situación de nuestra Comunidad Autónoma, Andalucía, me pregunto, ¿se ha llevado a cabo realmente esa desconcentración y descentralización dentro de las Comunidades Autónomas? ¿O hemos cambiado los focos de poder desde Madrid a Sevilla? ¿Por qué la gestión de la Alhambra y de Sierra Nevada (por citar dos ejemplos) ha de llevarse a cabo desde Sevilla? ¿No será más coherente con el modelo que buscábamos que las distintas gestiones se hagan, aunque supervisadas por la CA y por el Estado, por supuesto, desde las distintas provincias o municipios?

Demasiadas incoherencias y desperfectos veo en este sistema supuestamente “descentralizado”. Toda gran obra pública ha de aprobarse desde Sevilla. Toda decisión trascendente para Granada ha de verse con buenos ojos desde Sevilla. Debe firmarse en Sevilla. ¿Es esto desconcentración?

Yo opino que no, que más se trata de una centralización desconcentrada. Una centralización sevillana, una centralización más cerca de casa, pero que en definitiva, nos deja al menos a tres provincias (Granada, Jaén y Almería) en la misma situación que estábamos: olvidados para toda Administración.

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22 enero 2011

El Mundo como Convención

¿Qué es la belleza? Una convención, una moneda que tiene curso en un tiempo y en un lugar.
Henrik Johan Ibsen

Continuamente me hago la pregunta de cómo, en algo tan subjetivo como es el arte, algo que ha de mirarse desde el interior de uno mismo, algo que es reducido al gustar o no gustar, es decir, a los sentimientos, puede ser calificado como grandes obras de arte y otras en cambio basura. Cómo la misma obra de arte podría ser cambiar totalmente su percepción y valor dependiendo en la época en que fue creada. ¿O acaso alguien cree que el arte de Picasso hubiera sido igual de aclamado en el siglo XX que en el Renacimiento?

Para esta cuestión sólo encuentro la respuesta de que el arte es convencional, de que al fin y al cabo, una obra de arte, un libro, un cuadro o una pieza musical son mejores o peores según la opinión de quienes influyen en el resto de opiniones. No hay un canon estricto para medir, simplemente gustos y disgustos, y o bien resulta gustar a la mayoría (lo que se puede denominar hoy como “comercial”) o bien es un gusto erudito, un gusto de alguien influyente en otras personas, que rápidamente se extiende inconscientemente en aquellas personas en las que influye.

Quizás, y digo quizás, puedan salvarse en el arte aspectos de técnica y estética que pueden llevar a una “objetivación” del arte. Aunque también es cierto que esto criterios de bondad son igualmente un sistema convencional, un sistema de acuerdos expresos o tácitos.

Igual sucede, me temo, con las ideas, filosofía y pensamientos. Prácticamente todas las ideas se repiten desde los clásicos griegos y latinos, prácticamente toda la filosofía fue ya escrita por ellos y los modernos mayormente la han adaptado (pido disculpas por la visión simplista). El comunismo, o al menos una aproximación a él, ya fue vislumbrado en la República de Platón, y sin embargo fue en el siglo XIX cuando tuvo éxito.

Citando otro ejemplo más claro, la declaración de que la Tierra es redonda, no plana. ¿Por qué si los griegos (algunos al menos) conocían esta verdad se optó por la creencia de que era plana? Simplemente por la influencia de quienes defendían una u otra postura, por la credibilidad y confianza que depositaron en unos y otros, a pesar de ser un hecho objetivo y demostrable.

Como bien decía, con el tema de las ideas políticas y filosóficas ha pasado igual. Es probable que en la Historia hayan quedado enterrados pensadores brillantes que no han florecido ni tenido el éxito que otros por no haber tenido la suficiente influencia en la sociedad que les tocó vivir. Y esta influencia no tiene que ser simplemente intelectual, es decir, reconocimiento de la bondad o maldad de las ideas, sino en sentido radical, capacidad de influir en otras personas, capacidad de aceptación y asimilación de las ideas que otro propone. Influencia como traspaso de parte del alma de una a otra persona.

Y es que al final somos las personas las que elaboramos nuestra propia sociedad y nuestra propia historia. No es algo fortuito o azaroso. Es algo que decidimos, aunque a veces inconscientemente. Aceptar y asimilar las ideas de unos en lugar de las de otros es lo que creará el éxito del que las plantea o expone. Igual que con el arte. Acertar con la necesidad intelectual del auditorio, con lo que quieren ver, escuchar o sentir es, creo hoy en día, la parte más importante del éxito, del paso a la posteridad y de influir en la Historia y en la Humanidad.

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21 enero 2011

Sobre el Idealismo

El idealismo aumenta en proporción directa de la distancia que nos separa del problema.
John Galsworthy

El término “idealista” es utilizado con frecuencia de un modo peyorativo, denotando a aquel que desconoce la realidad, que no sigue su lógica, que espera salvarla o que es suficientemente optimista como para creer en la mejoría de lo que le rodea. Alguien idealista es alguien cuya representación mental del mundo es modélica o perfecta.

Acusados son estos idealistas de excesivos optimistas y de no vivir en la realidad. Lo cierto es que no necesariamente un idealistas es optimista. Más bien es fácil que suceda al revés: que se vuelva pesismista al poder contemplar y diseñar situaciones, sociedades, personas o cualquier cosa perfecta y darse cuenta de la dificultad que supone la traslación a la realidad.

El idealista tiende a recurrir al arte (cualquiera de ellos) para modelar en él su mundo fantástico, su utopía. Siendo él quien controle todos los ámbitos de la obra, la imperfección sólo es atribuible al propio autor, al idealista en cuestión. El arte es usado por los idealistas como escape del mundo, como lugar donde proyectar una realidad diferente, como refugio las decepciones de la vida.

Rara vez un idealista es conformista. Podrá ser más o menos perezoso, pero siempre es consciente de que el mundo el que vive dista del modelo del “debería ser”, de esa perfección sólo alcanzable en el mundo platónico de las ideas. Poniendo un símil matemático, la idea del idealista es el límite hacia donde tiende su vida, es a lo que aspira, en lo que cree.

Los idealistas son capaces siempre podrán llegar más lejos de lo que ellos creen: podrán llegar hasta donde quieran, porque su límite está marcado en la idea, en el concepto abstracto, que es totalmente inalcanzable. Siempre tendrán donde mejorar, donde luchar, lo que supondrá un aliento siempre a sus aspiraciones. Quien ve el objetivo cerca irremediablemente baja la marcha, va deteniéndose. Sólo aquél que tiene un objetivo lo suficientemente inalcanzable podrá conocer donde están sus límites. Y estas personas son los idealistas.

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20 enero 2011

Vida, Amistad y Muerte

La muerte sólo tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida.
André Malraux

El azar, la Providencia, el destino, Dios o lo que quiera que sea llega sin avisar. Nunca está a salvo uno de un capricho suyo, de un delirio oportuno. Nadie nos puede garantizar que el camino que seguimos seguirá en la misma dirección para siempre, ni que tampoco lo estará. La vida se rige por infinitas variables. Algunas de las cuales son totalmente incontrolables.

Nadie elige del todo qué personas van a entrar en la vida. Ni con cuáles de ellas se forjará una amistad. Ni tan siquiera cuánto durará esa amistad. Las personas vienen y van, de nuestras vidas, y de la vida en general. Nadie nos dice quién nos traerá la vida y a quién se llevará.

Nunca es fácil saber quiénes son tus verdaderos amigos, quiénes son amigos de verdad. ¿Cómo se mide la amistad? ¿En horas de conversación? ¿En cafés? ¿En borracheras? ¿En el tiempo que se pasa junto a esa otra persona? No queda claro cuál es el parámetro a medir, desde la racionalidad.

Plano distinto es el sentimental, el puro, el auténtico, tal vez. Nadie puede afirmar racionalmente que alguien es tu amigo. Nadie está a salvo de una decepción o traición. No obstante, cada uno puede sentir quiénes considera sus amigos. Y, al menos, mientras así lo sienta, así será. Porque, ante todo, la amistad es un sentimiento. Uno sabe que es amigo de otra persona cuando ésta siente como suyas las desgracias de aquél.

La muerte no avisa a nadie, simplemente llega. Y cuando ésta llega es irreversible. No nos queda sino agachar la cabeza, humildes, y reconocer cuán ínfimos, cuán insignificantes y cuán vulnerables somos.

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17 enero 2011

Andalucía, imparable

Sólo una persona mediocre está siempre en su mejor momento.
William Somerset Maugham

En alguna conversación que he tenido sobre el estado de Andalucía, sobre su política y sobre su avance en los últimos treinta años he acabado obteniendo la siguiente respuesta: “¡Será que no ha cambiado y mejorado Andalucía en estos últimos años!”. Lógicamente, no se puede negar que Andalucía ha progresado. En treinta años, impregnados de fondos FEDER, de deudas históricas y siendo el patio de recreo de España y Europa, claro que Andalucía ha cambiado. Claro que se vive mejor que hace treinta años. Claro que la calidad de vida ha mejorado.

Pero la cuestión que deberíamos plantearnos para valorar la buena o mala gestión de los diferentes Gobiernos (casi siempre el mismo) que ha tenido Andalucía es: ¿cuánto se ha dejado de mejorar? ¿Cuánto se ha despilfarrado? ¿Cuánto se han pervertido las instituciones? ¿Cuánto nos aventajan y en qué ámbitos el resto de Comunidades Autónomas?

Es en la comparación con el resto de España (y casi de Europa) donde claramente se aprecia que Andalucía no ha mejorado tanto como debiera. Seguimos a la cola de España en el paro y a la cabeza en analfabetismo y en fracaso escolar, entre otras. Andalucía sigue siendo una región que vive en exceso del turismo y la subvención, sin prestar la suficiente atención a los verdaderos pilares de una economía y de una sociedad.

No debemos conformarnos y asentir a esta gestión de los últimos treinta años. Por lo menos no hacerlo de manera incondicional y dogmática. Hay que ser críticos con el Gobierno andaluz de los últimos treinta años y, a la vez que reconocerle la mejora que ha acaecido en Andalucía, recriminarle lo que no ha cambiado y ha podido cambiar No podemos estar plenamente satisfechos. Por muchos ordenadores que nos regalen.

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14 enero 2011

Ardor Guerrero

La falta de términos de comparación y la pura fuerza de la monotonía pueden acabar otorgando un aire cotidiano de normalidad a los mayores absurdos y a las monstruosidades más bizarras.
Antonio Muñoz Molina

Lo primero que he de decir de este libro de Muñoz Molina es que me ha gustado considerablemente. No sé exactamente por qué decidí empezar a leerlo. Tal vez por el recuerdo del Invierno en Lisboa, o tal vez por la curiosidad de saber qué pasaba (por lo menos en opinión de uno de los grandes de la literatura, y no precisamente muy entusiasta, al menos de primeras) en el servicio militar. El caso es que me alegro de haberlo leído.

Para los que no hemos vivido el servicio militar es una descripción bastante exhaustiva del mismo. Mezclado, además, con las sensaciones de un recién licenciado universitario que ha de forjar su futuro, de ir eligiendo caminos, de mi misma edad, con las problemáticas políticas de la época (finales de los 70) y los conflictos ideológicos internos hacen que el libro no sea una mera descripción de qué pasaba en los cuarteles sino que sea también una manera de descubrir a un personaje con, según me parece, inquietudes, sensaciones e impresiones bien parecidas a las mías.

Me ha llamado mucho la atención la descripción que hace del momento político de la época. Por un lado el terrorismo salvaje (Muñoz Molina fue destinado en San Sebastián) y el miedo que lo envolvía todo. También me impactó la simpatía y hermanamiento que había entre los paisanos de las regiones históricas de España, o que al menos tenían un rasgo característico y claro (catalanes, canarios, vascos, andaluces, gallegos, etc.) y, en parte, he querido compararla con la situación actual y he querido ver una similitud entre el día a día. Y por último, respecto al plano político, mucho me ha llamado la atención la descripción que hace de la estrategia política de la izquierda de entonces y que, en buena parte, todavía hoy venimos arrastrando. Dejo un párrafo para ilustrarlo.


Si es verdad lo que decía Chesterton, que se deja de creer en Dios y en seguida se cree en cualquier cosa, en el umbral de los ochenta y en el azaroso ecumenismo de aquellos cuarteles se comprobaba que con tal de no ser español casi todo el mundo decidía ser lo que se presentara, poniendo incluso más furia en la negación que en la afirmación, como si que a uno lo llamaran español fuera una calumnia. La izquierda, que por aquellos años se había quedado sin banderas, sin banderas republicanas ni banderas rojas, culminaba su ineptitud rescatando banderas regionales, inventándose, como la carcundia romántica del siglo XIX, tradiciones e identidades ancestrales, sagradas fiestas vernáculas, diatribas de víctimas seculares del centralismo español.

Por último, me planteo que hubiera sido de mí de haber ido al servicio militar, cuánto hubiera cambiado mi vida, o por lo menos, la manera de entenderla. Cierto es que las cosas que se describen en el libro (novatadas, guardias, abuso de los mandos, etc.) no tiene nada de envidiable y no queda sino soltar un leve suspiro de alivio. Pero por otro lado, al final del libro, cuando habla de los recuerdos de la mili, de las personas que allí conoció, de la amistad imperecedera que forjaron, como todas aquellas que se forman a partir de un sentimiento común, de una empatía necesaria, he de reconocer que siento cierta envidia, o al menos, cierta curiosidad. Y entonces me pregunto, con ese romanticismo e idealismo que uno plantea sobre las cosas que sabe que son imposibles y pasadas, sobre las proyecciones hacia el pasado de su propia vida: ¿hubiera merecido la pena el haber ido al servicio militar?

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