29 septiembre 2014

La política española a través de Grecia y Roma

Hay una cosa que se llamaba Occidente y que empezó con Grecia, con Roma
Arturo Pérez-Reverte

De sobra es sabido por todos que la cultura occidental hunde sus raíces en las culturas antiguas de Grecia y Roma. A través de esta entrada me gustaría poner de manifiesto una idea que me viene recurrentemente a la cabeza y que no está basada en más ciencia que mi propia experiencia y observación, por tanto, pido al lector que se entienda como eso: como un mero apunte mental y no como una tesis científica. Tal vez en el futuro, esta idea se desarrolle de manera más profusa en otro texto con la pertinente documentación. Pero de momento no es el caso.

Cuando uno mira hacia el panorama político español quiere ver en las diferentes familias ideológicas (el eje tradicional izquierda-derecha que, a mi modo de entender está desfasado y ha perdido la connotación que pudiera tener, aunque no obstante hoy lo utilizaré para intentar simplificar el discurso) una diferente concepción de la política, teniendo a su vez, y probablemente de manera inconsciente, un antecesor o referencia en las culturas antiguas que arriba se mencionan.

La vida política en la polis griega (Atenas) era una vida activa en la que todo ciudadano libre y natural de la ciudad participaba (o era impulsado a participar) en la vida de la ciudad. La actividad política ateniense tenía lugar en el ágora donde la libertad de expresión gozaba de términos casi absolutos: uno se subía a la tribuna y podía decir prácticamente de todo y el resto de sus conciudadanos atendía o no a sus palabras.

El órgano político principal era la asamblea donde todo ciudadano tenía derecho a la palabra. Es por ello que la palabra empezó a adquirir un valor fundamental, ya que de ella dependía el convencer a sus conciudadanos para la adopción de unas u otras políticas. De esta manera las escuelas de oradores empezaron a ganar adeptos y el estudio de la retórica era necesario para cualquiera que aspirara a ser político en Atenas. Elementos propios de esta época y circunstancia son los sofistas, maestros de la retórica y del arte de la palabra, que acababan por pervertir el mensaje y el contenido a través de adornos verbales (el más acérrimo atacante de este grupo de filósofos es Sócrates).

Por su parte, la vida política de Roma se fundamenta en la ley. Dura lex sed lex resume perfectamente la filosofía romana en ese aspecto. La ley es la ley y es inquebrantable. Puede que sea injusta, pero es ley, emana del poder legítimo y ha de ser acatada a toda costa.

Pariente cercano de este principio es el exceso rigor formalista del derecho romano en el que todo ha de quedar avalado por testigos y cuyos procedimientos, todos ellos muy rituales, han de ser llevados a cabo de manera estricta, so pena de quedar anulado por error en el procedimiento. Cualquier negocio jurídico es ritualizado. Los contratos son típicos. Todo queda regulado. Y en el derecho público y/o político tres cuarto de lo mismo: las instituciones son intocables y los actos de proclamación de cargos políticos solemnes.

¿No se saltaban los romanos acaso las leyes? Por supuesto que sí, pero que mientras que los griegos fundamentaban el cambio legal o el incumplimiento de las leyes en la justicia y persuadían (no siempre de manera limpia y lícita) a sus conciudadanos; en Roma las trampas legales se basaban en la propia ley, en interpretaciones retorcidas y en lagunas legales.

Una vez expuestas de manera somera y nada documentada las tradiciones políticas de unos y otros, ¿acaso la izquierda española no recuerda a la tradición griega en cuanto a continuas apelaciones a la justicia y derechos no positivados, continuas florituras en los discursos apelando a esa misma justicia y a la bondad, y con una tendencia a la asamblea? Y por otra parte, ¿no recurre de manera casi automática la derecha española a la ley y todo argumento político se basa en disposiciones legales que dicen tal o cual?

Por todo lo expresado es por lo que considero que la izquierda española, en materia política, bebe de la tradición griega mientras que la derecha lo hace de la romana. Vaya por delante que no hay opinión axiológica en lo escrito sino una mera observación continuada de actuaciones de unos y otros además de la comparativa con las tradiciones clásicas. Ya que cada cual opine lo que quiera.

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