30 septiembre 2007

Promesas a uno mismo


Las muchas promesas disminuyen la confianza.
Quinto Horacio Flaco


No nos cansamos nunca de proferir promesas y palabras que adquieren un compromiso futuro acerca de realizar alguna acción, actuar de cierta manera, o de todo lo contrario: de no hacer y de no volver actuar.


Constantemente estamos proponiendo cambios en nuestra actitud y comportamiento. Cambios, algunos más radicales, otros menos; pero siempre cambios que lleven cierta trascendencia en nuestras vidas.

Normalmente, cuando anunciamos algo en público, hacemos lo que haya que hacer por cumplirlo. Si prometemos a alguien, o en general, algo; nuestro orgullo nos otorga las fuerzas necesarias y paga el precio que esté estipulado parra vencer esa promesa con éxito.

El problema lo encontramos en las promesas que nos hacemos a nosotros mismos, en las que no hay testigos ni orgullo posible. Solemos mentirnos a nosotros mismos constantemente, sin miedo a reproches o represalias; porque nuestro amor propio siempre es menor que nuestra condescendencia hacia nosotros mismos; y no nos importa mentirnos y fallarnos una infinidad de veces.

Ocurre también que olvidamos las promesas que nos hemos hecho. A veces es porque nos interesa olvidarlas, otras por puro desinterés. Lo cierto es que no somos serios con nosotros mismos, no somos tan estrictos como con los demás, y el orgullo y la soberbia es uno de los grandes motivos por el cual realizamos o dejamos de realizar las cosas.

Leer más

29 septiembre 2007

Reproches


Amar puede consistir en las palabras que hacen sangre, en el reproche, en la represión; lo que importa es la pureza de la intención
Giovanni Papini

No siempre estamos conformes con lo que nos toca vivir, lo que nos ha deparado el destino, Dios, o quién quiera que sea; o con lo que los demás escogen para nosotros. Es más, difícilmente estamos conformes con todo eso.

Es innato al hombre ese síntoma de rebeldía que lo hace quejarse de todo y todos, aunque no llegue a ser del todo nocivo, e incluso pueda ser beneficioso. No obstante, y como resultado de la soberbia humana, siempre andaremos conformes con lo que uno ha elegido para sí mismo, ya haya sido el error más grande que jamás haya cometido. Sólo cabrá el arrepentimiento si encontramos un ambiente acorde para ello, donde extrañamente, ese arrepentimiento sigue siendo una continuación de la soberbia.

En esos momentos en los que todo nos viene mal solemos tomar dos determinaciones, antagónicas entre sí o callamos, o reprochamos absolutamente todo.

Un reproche es la reclamación de algo que molestó, ofendió o sentó mal. Lleva implícita una especie de recriminación, una especie de exigencia de cartel de víctima o de reconocimiento del daño sufrido. Siempre pretende llamar la atención del interlocutor, dar a conocer un malestar por algo pasado, dar a entender que cierto comportamiento o discurso no fue del todo acertado o correcto.

El reproche lleva siempre una necesidad de reclamar atención, de mostrar al mundo nuestra existencia, dolor o malestar. Toda acción del ser humano lleva implícita una búsqueda de reconocimiento. Incluso cuando hacemos algo para ayudar a una persona, nos ofendemos si no se nos da las gracias. La soberbia del ser humano no alcanza límite.

Leer más

26 septiembre 2007

El Precio de la Confianza


Lo que me entristece no es que me hayas mentido, sino que ya nunca más podré confiar en ti.
Friedrich Wilhelm Nietzsche

Vivimos en una cultura donde se trata a la mentira como un valor negativo y detestable. No obstante, la mentira cotidiana está presenten nuestras vidas como el sol cada mañana, y es casi tan esencial en esta sociedad como el aire que respiramos.

Los medios de comunicación cuentan lo que les da la gana contar, a veces más verdad, y a veces más mentira; pero siempre sin escrúpulo alguno. Ni que decir tiene que los gobiernos y la historia siempre sesgan, cuentan lo que les da la gana, para luego disimular fenomenalmente y dejarnos tranquilos a unos ciudadanos conformistas y crédulos.

¿Pero qué es realmente lo que nos ofende de las mentiras? Será que la confianza y la fe las vendemos demasiado caras, y el ver como la pisotean es algo doloroso e incómodo. Depositar la confianza en las personas es un gesto voluntarioso y costoso; no siempre fácil de realizar.

Por norma general tendemos a restar importancia a las mentiras. El hecho de que la vida sea un continuo desengaño tras otro, convierte a las mentiras en algo normal y rutinario; así por ejemplo, cuando un gobierno miente descaradamente al pueblo, éste tiende a olvidar rápido, porque jamás había confiado plenamente en él, y por tanto, dicha mentira no ha supuesto ningún descalabro.

Pero no pasa siempre así. Sobre todo con las personas cercanas, con las personas que creemos diferentes, que creemos fuera del círculo mentiroso de la sociedad. Personas a las que creemos conocer y en las que depositamos un ápice de nuestra alma otorgándoles la tan cara confianza. Cuando una persona en la que confiamos nos miente (hablo por supuesto de mentiras trascendentes), la relación con esa persona jamás vuelve a ser igual, y aunque no queramos, se expande al resto de relaciones; ya que cada vez, la confianza se cobra más cara.

Leer más

24 septiembre 2007

Rostros


Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta el rostro que les ha dado la vida y con sesenta el que se merecen.
Albert Schweitzer

No es la primera vez que toco este tema. Es más, casi siempre toco los mismos temas pero desde un punto de vista diferente, o enfocándolos desde un ángulo inusual; pero en esencia, este blog siempre ha tratado de lo mismo, de las mismas cuestiones existenciales de siempre, de los mismos porqués y de las mismas respuestas.


Solemos catalogar a las personas desde la primera vez que establecemos contactos con ellas. Nadie se para a pensar sobre si su juicio es acertado o difiera considerablemente de la realidad: simplemente juzga. Lo que quiero abordar hoy es el por qué juzgamos de esa manera, por qué nos cae bien quién nos cae bien y por qué nos cae mal quien nos cae mal.

Sin duda yo no tengo la panacea, ni la respuesta universal; pero si una modesta opinión que me gustaría compartir con quienes se molesten en leerla.

Platón decía que el rostro es el espejo del alma. Realmente yo no puedo saber si esa frase es acertada o errónea; pero si me atrevería a decir que las personas obtenemos información de la cara. Es corriente y frecuente escuchar frases del tipo “tiene cara de…”. Y es que los seres humanos catalogamos a las personas según lo que su rostro nos inspire.

Igual pasa con los gustos. Una persona nos gusta o no según lo que su rostro nos inspire, según lo que imaginemos de esas persona a partir de su cara. Y no es que sea falso que la conducta se vea reflejada en el rostro, pero tampoco llega a ser cierto del todo.

Leer más

22 septiembre 2007

Libertad de Expresión


La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes permiten.
Monstesquieu

La tendencia moderna, progresista y pseudo-democrática tiendo a confundir un término tan esencial en un régimen democrático como es el de libertad de expresión.


Recientemente hemos podido presenciar como radicales independentistas catalanes quemen una foto del Jefe del Estado ante la pasmosa expectación de la policía autonómica catalana. El sujeto que cometió el delito alega libertad de expresión para justificar su acto.

Hemos sobrepasado con creces la libertad de expresión. La libertad de expresión, como bien he citado anteriormente, es un elemento, no único, de una democracia. Otro elemento mucho más importante en una democracia que la libertad de expresión, ya que éste es condición necesaria para dicha libertad, es la ley.

La ley en una democracia debe estar por encima. A usted, amigo, se le permite ser republicano en una monarquía (mire cuanto hemos avanzado) y proclamarse como tal. Lo que usted no puede es atentar contra los símbolos del Estado, ya que así queda estipulado en la ley, que es la que garantiza su libertad de expresión. Si todo tuviéramos derecho a todo agarrándonos a una falsa libertad de expresión como la suya, entonces esto sería una anarquía y no una democracia.

El problema de este país no es otro del complejo histórico del estado español. El gobierno está completamente acomplejado a usar los símbolos nacionales y a hacer respetar estos símbolos de unión y utilizarlos como tales por ciertas comparaciones históricas. Y el problema se acentúa cuando la oposición se olvida del Estado y aprovecha cualquier incidencia para promover electoralismo.

Por otro lado, o quizás por el mismo, está ERC, que promueve una ley donde se permita quemar banderas españolas sin coste penal alguno. Resulta curioso que un partido que vive del Estado fomente leyes que vayan contra este. Si España fuera un país serio y sin complejos, este partido podría haber sido cerrado y penado por traición; por ir en contra de lo que supone que defiende.

Leer más

19 septiembre 2007

Teoría de Errores


Experiencia es el nombre que damos a nuestros errores
Oscar Wilde

Todos los días hacemos una infinidad de cosas. Estas cosas, en las que se incluyen en el conjunto decir algo, pueden estar bien o mal. Por norma general, uno hace las cosas siguiendo un criterio, el criterio del bien, procurando el mayor beneficio posible al máximo de personas posibles.

En otras ocasiones sucumbimos al egoísmo y realizamos o comentamos buscando un bien a costa de provocar el mal, o simplemente ignorando el efecto que pueda provocar en otras personas.

Pero ¿Quién dice lo que está bien y lo que está mal? Supongo que nosotros mismos somos lo que nos proporcionamos una respuesta sobre lo que está bien y lo que está mal. Nuestra ética nos proporciona dicha información.

Muchísimas ocasiones ocurre que no somos conscientes de que provocamos mal en alguien,; pero suele coincidir que caemos en la cuenta cuando ya es tarde, cuando ya no hay un arreglo claro o cuando el daño está hecho. Siempre es mejor prevenir que reparar, y con el daño sucede lo mismo.

El problema de los errores llega cuando no actualizamos nuestra ética o nuestra conducta, cuando no aprendemos. Tenemos derecho a equivocarnos; y otorgamos ese derecho a quien se equivoca porque sabemos que nosotros mismos nos vamos a equivocar. Y los errores están para eso, para aprender, para poco a poco conseguir optimizar el bien que producimos, para darnos cuenta de que la perfección que lejos de todo y de todos.

Leer más

17 septiembre 2007

Derrotas Sorpresivas


La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza.
Charles Budelaire

En primer lugar querría aclarar que la ausencia de entradas en los últimos días es debido a mi concentración para los exámenes. Apenas piso mi casa, y mucho menos, enciendo el ordenador; así que es por eso por lo que no tengo tiempo casi ni para pensar, como para plasmar por escrito lo que acontece en mi mente.


Día amargo el de hoy para los seguidores del baloncesto, los seguidores de España, y para seguidores de ambos movimientos a la vez. España dice adiós al oro después de haber estado cuarenta minutos acariciándolo. Pero las cosas no son como empiezan, sino como acaban.

La emoción, que muchos requerían a los partidos de España ha estado presente. Casi al borde del infarto; pero la mala fortuna, la escasa concentración, el cansancio acumulado, la confianza y otros factores, no han hecho posible que el preciado metal se quede en España.

La derrota suele ser dolorosa. Pero la derrota tras rozar la victoria es realmente terrible. Si el partido se hubiera perdido de veinte, desde el descanso, y hubiera estado exento de emoción alguna, el sufrimiento o decepción no hubieran sido tanto.

Pero es la sorpresa, lo inesperado, lo que intensifica las emociones. Es la espontaneidad la que dar poder y valor a los acontecimientos, la que desajusta los esquemas, la que desestabiliza. Son la sorpresa y lo inesperado los que nos hacen sentir vivos.

Leer más

11 septiembre 2007

Ambiente de Estudio


El arte del descanso es una parte del arte de trabajar.
John Ernst Steinbeck

Septiembre es un mes de exámenes para quién no lo ha hecho lo suficiente durante el curso. Ya no sé si es un consuelo para los universitarios que nos vemos obligados a completar los cursos en septiembre, o es realmente así, pero el curso acaba en septiembre.

Como en toda preparación de exámenes se requiere una cierta concentración, y un ambiente determinado que acompañen al estado del espíritu. Pero, ¿en qué consiste, o debe consistir, realmente este espíritu?

En un estado ideal este espíritu y este ambiente podría consistir en estudiar durante día y noche sin descanso ni fin, enriqueciendo el alma de sabiduría, dejando aparcado el ocio prácticamente en su totalidad y tener como única ocupación el subrayado, la síntesis y la memorización.

Pero la realidad se aleja bastante de dicho ideal. La realidad es que la mente humana tiene sus limitaciones, y después de determinadas horas sentados delante de un libro (cada persona tiene sus topes) el cerebro deja de rendir. Quizás por eso, el tiempo, pequeño pero tiempo, de ocio durante la época de estudio pueda ser el más importante.

En estos tiempos de ocio la mente debe quedar totalmente despajada e intacta para poder retomar la ardua tarea del estudio. Tan importante para el estudio es estar concentrado cuando uno está estudiando, como tener la mente despejada y vacía cuando uno está descansando. Tan importante es el esfuerzo como el descanso.

Aunque como ya se sabe, cada persona es un mundo; y cada persona se siente segura con unos determinados hábitos y costumbres. A veces deberíamos abrir la mente e intentar probar otros caminos y aprender de los demás.

Leer más

07 septiembre 2007


La llave del éxito es el conocimiento del valor de las cosas.
John Boyle O'Reilly

Es una obligada distinción el precio y el valor. No siempre se corresponden lo uno con lo otro. La principal diferencia es que el precio es un “valor” objetivo que oscila gracias a la oferta y la demanda; y el valor es completamente subjetivo, donde entran sentimientos.

Los sentimientos que pueden incrementar el valor de algo pueden ser variados: esfuerzo, procedencia, deseo, significado, etc. Puede llegar a ser caótico intentar comprender por qué alguien estima y venera tanto determinados objetos. Es complicado imaginar sentimientos, y más si son novedosos. Porque cuando uno ha experimentado cierta sensación es más fácil sentir empatía hacia esa persona.

Pero no siempre uno sabe valorar lo que posee. Uno no valora a diario que coma al menos dos veces al día, que duerma bajo un techo y en una cama, que pueda ducharse, que tenga un armario repleto de vestimentas y calzados y que su higiene sea notable o sobresaliente.

No sabemos valorar las cosas de todos los días. No obstante, si algún día nos faltaran algunas de estas cosas, mucho las echaríamos de menos. Y sería entonces cuando comprenderíamos su verdadero valor.

Y es que así sucede con la mayoría de las cosas, y sobe todo con las que aceptamos como normales: no sabemos valorarlas hasta que las hemos perdido. Y para que sea una valoración completa, esa pérdida ha de ser irrevocable.

Leer más

04 septiembre 2007

Tener Fe


Quien pierde su fe no puede perder más.
Publio Siro

Hay una notable diferencia entre creer y saber. Lo primero, son simples conjeturas, probabilidades acerca de hechos o acontecimientos concretos, de la que guardamos cierta incertidumbre. De lo segundo sin embargo, no albergamos dudas, tenemos la certeza de que algo es verdadero o falso; pero en ningún caso consentimos una duda.

Ocurre a veces que tenemos la certeza de algo, que hablamos con seguridad acerca de ciertas cosas, y en un momento concreto, se nos demuestran al revés de cómo las creíamos. Cuando esto sucede, y dependiendo por supuesto de la importancia que le otorguemos, el mundo se nos cambia, se transforma de repente, y a veces llegamos a creer que estamos viviendo otra vida.

Quizás el hecho de no “saber” nada y “creer” todo sea un mecanismo defensivo ante los cambios bruscos del mundo y de la vida en general. Lo que también es cierto, es que para poder llegar a saber algo, hay que previamente dudarlo. Si omitimos esta duda, no podremos pasar jamás de una creencia, ya que hemos sido incapaces de comprobarlo por nosotros mismos, incapaces por ende de saber.

Pero no todo es demostrable en la vida, ni de todo podemos tener una certeza clara y distinta. La mayoría de las cosas son sólo creíbles. Y ante esas cosas, como es lógico, sólo podemos creer.

Muchas de estas cosas que únicamente son creíbles son necesarias para una estabilidad emocional. Para dicha estabilidad, es necesaria una seguridad, tanto en nosotros mismos como en el resto del mundo, pero para quién duda constantemente de todo, resulta verdaderamente tedioso limitarse a una creencia, cuando casi todo su conocimiento se debe al saber.

Creer en algo que no puede demostrarse se denomina tener fe. Tener fe es algo realmente de conseguir, sobre todo cuando las dudas o el malestar agitan. Tener fe en Dios por ejemplo cuando la vida trata a uno bien, no es complicado. El verdadero reto es creer en Dios cuando sentimos que nos ha abandonado. Ese es el milagro de la fe, la creencia en algo cuando únicamente se encuentran augurios de lo contrario.

Tener fe en algo o alguien es realmente un acto de valentía, un acto que merece un reconocimiento. Creer en que algo es blanco, cuando uno ve, o cree ver, con sus ojos que es negro; supone un acto de confianza ciega bastante serio, y la confianza es algo que se cotiza muy caro.

Leer más

02 septiembre 2007

Vivir y Sobrevivir


La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir.
Gabriel García Márquez

Aunque una palabra contenga a la otra, sobrevivir y vivir tienen connotaciones bastante diferentes. Y aunque la primera sea positivo en un momento concreto, se vuelve negativa cuando comienza a ser una constante, y se antepone constantemente a la segunda.

Sobrevivir es lo que hace la persona cuando salva la vida ante un peligro inminente, cuando consigue mantenerse con vida, cuando, a pesar de todo vive. Vivir sin embargo es saborear la vida, disfrutar de ella.

Vivir no necesariamente implica ser feliz, pero sí ser parte activa en la vida de cada uno. Vivir implica saborear cada comida sintiendo cierto placer, respirar aire y sonreír, caminar haciendo camino, sacarle el juego a cada instante que la vida nos proporciona. Aprender de cada momento, y sentir cada minuto como si fuera el último.

La supervivencia no obstante es bien distinta. No es caminar, es vagar. Es comer porque el organismo lo necesita, no porque sintamos devoción hacia la comida; duermes, ríes y hablas, porque tiene que ser así, no porque sintamos el deseo de nada. La supervivencia prolongada mata el deseo de todo. Y en vez de disfrutar con cada minuto que pasa, lamentamos que ese minuto ya pasado no haya sido el último.

Todos tenemos ciertas épocas en las que nos limitamos a sobrevivir, ya sea por miedo a la muerte, por rutina, por amor a las personas que nos rodean; pero en ningún caso es por nosotros mismos. También solemos hacerlo por ese rayo de esperanza, esperanza que muchas veces no sabemos de dónde asoma.

Leer más