05 octubre 2017

El Derecho a Decidir en Granada

Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.
Albert Einstein

El pasado domingo 1 de octubre se presenció en las calles de Granada una suerte de contramanifestación para contrarrestar el apoyo que los habitantes de la ciudad querían mostrar a España y su unidad. En la pancarta que portaban los contramanifestantes se podía leer "el pueblo trabajador andaluz por el derecho a decidir". Su mensaje, entiendo (y digo entiendo porque no queda explícito el derecho a decidir qué), iba orientado a apoyar la celebración la consulta popular que ha pretendido el gobierno regional de Cataluña en su territorio.

Esta consulta celebrada el pasado 1 de octubre, como ya ha indicado el Tribunal Constitucional, es manifiestamente contraria a la Carta Magna, entre otras cosas, porque la convocatoria de referéndums recae de manera exclusiva en el Estado, tal y como lo recoge el 149.1.32º del texto legal.

No obstante, tal vez en Granada deberíamos coger el guante y plantearnos nuestra capacidad de decidir sobre nuestra organización territorial. Hay que aprovechar la sensibilidad democrática y la convicción profunda que desprendían los asistentes a la contramanifestación referida por que cada territorio decida por sí mismo su organización territorial. Máxime cuando, a diferencia de lo que ocurre con la Comunidad Autónoma catalana, la Constitución española sí prevé en su artículos 143 (puntos 1 y 2) la iniciativa autonómica para las provincias y municipios.

En Granada hay una serie de ciudadanos que cada vez más empezamos a cuestionarnos la pertinencia o no de ser parte de una Comunidad Autónoma en la que, con determinadas artimañas políticas y jurídicas, se nos incluyó durante la Transición. Algunos granadinos creemos que a Granada le corresponde un papel más importante en el contexto de España y de Europa. Estos ciudadanos analizamos los últimos 35 años de la historia granadina y no podemos sino concluir que Andalucía no es el mejor marco para conseguir esa prosperidad que anhelamos. El maltrato económico e identitario sufrido por parte de la Junta sita en Sevilla es más que evidente. Por eso, tal vez vaya siendo hora de que Granada recupere protagonismo y fuerza en España. Y si algo ha quedado claro en estos años de aventura en la "Gran Andalucía" diseñada por Blas Infante es que a Granada no le beneficia formar parte de una región centralizada hasta el extremo en Sevilla.

Mirando el panorama político en busca de posibles apoyos tenemos lo siguiente: Podemos se ha manifestado muchas veces muy favorable la auto-organización territorial a a la descentralización del poder (no creo que puedan ser tan cínicos como para negárselo a Granada). Una buena parte del PSOE también ve con buenos ojos las consultas populares en este sentido. Partido Popular y Ciudadanos no cesan de anunciar a bombo y platillo que están con lo que la Constitución dictamina, y como argumenté arriba, nuestra Carta Magna permite el acceso de las provincias a la Autonomía.

El único escollo posible podría ser el nacionalismo andaluz. Sin embargo, éste ha mostrado una sensibilidad extrema ante la decisión de los territorios por su futuro, llegando incluso a manifestarse en ese sentido, tal y como he venido relatando al principio de este artículo. No creo que puedan ataviarse de tanta incoherencia como para negar a unos lo que piden para otros.

Entonces, si hasta el nacionalismo andaluz se manifiesta públicamente a favor de que los ciudadanos decidamos sobre nuestra propia organización territorial y la Constitución española de manera clara otorga a las provincias y municipios la iniciativa autonómica, ¿por qué no promovemos la constitución de la región de Granada con la forma jurídica de Comunidad Autónoma en el marco, siempre, de la indivisible unidad de la nación española?

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