Mostrando entradas con la etiqueta Felicidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Felicidad. Mostrar todas las entradas

21 marzo 2017

Reflexiones de Matrix: La Verdad y la Felicidad

Si buscas la verdad, podrás encontrar confort al final; si buscas confort, no encontrarás ni verdad ni confort.
Clive Staples Lewis

Una de mis escenas favoritas de la película Matrix es cuando Cifra está sentado frente al Señor Smith y aquél le dice a éste que aunque él bien sabe que el filete que se está comiendo no es verdad, él lo disfruta y saborea. Que aunque todo sea una recreación de su cerebro, a él le es indiferente, ya que lo está disfrutando, siente el placer y le es agradable. Así, para llevar a cabo el negocio que se traen entre manos, Cifra le pida que a cambio olvide todo lo que sabe y que vuelva a despertarse en Matrix con las condiciones materiales perfectas para llevar una, podemos llamar, vida acomodada.



Y uno, ¿qué quiere uno? ¿La verdad a toda costa? ¿Somos capaces de soportar la verdad? ¿Somos capaces de llevar la losa que supone muchas veces la verdad a lo largo de la vida? ¿Para qué sirve la verdad? ¿Por qué la verdad? ¿Y la mentira? ¿Son la verdades a medias mentiras? ¿Es uno completo con una mentira? ¿Es uno mismo uno sin toda la verdad? ¿Es más fácil reponerse de una verdad o de una mentira? Todo esto, como (casi) siempre, serán las entradas de otro día

Leer más

15 marzo 2016

Uno mismo, ese gran olvidado

Si nos bastase ser felices, la cosa sería facilísima; pero nosotros queremos ser más felices que los demás, y esto es casi siempre imposible, porque creemos que los demás son bastante más felices de lo que son en realidad.
Montesquieu

Vivimos en la era de la comunicación. De la comunicación masiva y absoluta. Comunicamos hasta lo que no queríamos comunicar y producimos ciertas paradojas, como la de regalar nuestra intimidad tras años de lucha por mantenerla. No tenemos secretos. Vivimos para el gran escaparate del mundo que hoy no son los grandes almacenes, sino las redes sociales.


¿Por qué sentimos ese afán publicador? ¿Por qué hemos de aparentar que somos felices continuamente y que vivimos plenos y llenos? Tal vez, porque precisamente sintamos lo contrario. Como decía el refranero español: dime de qué presumes, y te diré de qué careces. Uno puede examinarse a sí mismo, y es posible que en las épocas de mayor paz interior son aquellas en las que no usaba (o usaba menos) las redes sociales.

Vivimos en una constante búsqueda de aprobación social. De “me gustas”. Y este proceso se ve alimentado por un suerte de envidia que nos carcome cuando vemos las aparentes felicidades ajenas: “todo el mundo de viaje y yo en mi casa viendo una película”.

No sabemos vivir con nosotros mismos. No nos soportamos muchas veces. Siempre deseamos estar en otra parte. Y eso nos genera una profunda insatisfacción. Constantemente creemos más felices a los demás que a nosotros, porque no ser feliz está socialmente sancionado. Los infelices (o no tan felices) son los leprosos de la posmodernidad.

Hay que vivir a tope. Hacia delante. Cada vez más, más intenso, aunque la mayoría de las veces no sepamos ni adónde vamos. Ni qué queremos. Ni por qué lo hacemos. Simplemente seguimos una inercia creada desde los medios de comunicación, la cultura y las élites de todos los sectores (económicas, ideológicas, sociales, etc.)

Quizás, de vez en cuando, deberíamos pararnos, pensarnos y tratar de encontrar quién es uno mismo.

Leer más