25 agosto 2008

Lazos de Sangre


El hombre es un animal no social, sino cordial, y la familia es la forma menos imperfecta de la cordialidad humana.
Fernando Sánchez Dragó

Puede que le pase a más de uno que tenga primos o tíos que no haya visto jamás en su vida. No obstante, estas personas no dejan de ser familia tuya, gente de la misma sangre, que se dice.

La sangre ha sido a lo largo de la Historia una razón extra para tomar una actitud hacia cierta persona. Los reyes han heredado a sus hijos, y si no a sus hermanos; y a las malas a cualquier otra persona que llevara consigo un parecido genético.

También ha sido fuera de nobleza un nexo importante. El hecho de que tus padres te presentaran a esa persona como un familiar tuyo, hacía que ese alguien fuera visto por ti de manera diferente, como con más respeto, con una especie de admiración y condescendencia.

Sin embargo, si miramos desde un punto de vista más racional llegamos a la conclusión de que la sangre no tiene por qué significar nada. Hoy en día un padre (lazo más cercano junto con el de la madre) puede ser la persona a la que su hijo más estime en este mundo, del que más formación, educación y protección reciba.

Y a la vez, en ese mismo mundo, nos encontramos con su homólogo antagonista. Padres que abandonan a sus hijos, que los maltratan, que comercian con ellos un divorcio. Gente cuyo hijo no es más que una posesión, una carga.

¿Y qué es entonces la sangre? Una mera anécdota. Algo puramente circunstancial. Porque lo que hace querer a alguien no siempre emana del parentesco, sino de la voluntad y del tiempo y de las actividades que compartan.

Así, unos padres que desean tener un niño están dispuestos a hipotecar parte de su vida por él, a dedicar su tiempo y su esfuerzo. Pero quien “se encuentra” con un hijo, quien no deseaba su nacimiento lo repudiará y puede que hasta lo odie por haberle usurpado parte de su tiempo.

Y de igual manera sucede con el resto de familiares. Quieres más a aquel con quien más te relaciones; y sueles relacionarte con quienes tus padres se relacionan, al menos en el periodo de la infancia. Tus hijos se relacionarán con quién tu te relaciones; y así, la cadena continúa hacia abajo de generación en generación.

Y siempre prima el tiempo (y las actividades que desempeñemos, de la misma manera que sucede con la amistad) que pasamos con la persona, frente al lazo de sangre o parentesco, que lo más que puede concederte es una predisposición positiva a la hora de relacionarte con dicha persona.

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20 agosto 2008

Tragedia, Vida y Azar


La vida es una especie de juego de azar, donde todo el mundo piensa que el de al lado sabe qué esta pasando.
Barbara Probst Solomon

“Por fin vacaciones. Por fin esos días en la playa, alejados de cualquier estrés. Los ahorros de todo el año invertidos en nuestro descanso estival, alejados de todo, sin más preocupación que la de si tomar el sol boca-arriba o boca-abajo. Y ya nos vamos. Ya despega…”

Seguramente algún pasajero del avión que hace pocas horas acaba de estrellarse al despegar desde el aeropuerto de Madrid tenía estos pensamientos en la cabeza. Y es que la muerte nos acecha todos los días y no somos conscientes de ello.

¿Cuántos aviones despegan y aterrizan todos los días en Barajas? ¿Cuántos años llevan haciéndolo? ¿Cuántos kilómetros llevaría hechos el avión hoy siniestrado? Y es que la vida y la muerte están separadas por una delgadísima capa que puede ser rota fácilmente por el azar.

Cuando suceden estas tragedias nos acordamos de todas las veces que hemos cogido un avión; y somos incapaces de sentir un leve escalofrío, un ligero reparo a volver a coger otro avión. Traemos al consciente el riesgo que supone viajar en avión; riesgo que había quedado relegado a la rutina, que había sido marcado como ínfimo.

¿Qué pensará la persona, en caso de que lo haya, que no haya cogido ese vuelo porque estaba completo, o porque le surgió otro más barato a otra hora? Debe sentir que ha vuelto a nacer, que ha sido tocado por la providencia, que Dios, el azar, o por lo que quiera que se rija el mundo, ha sido condescendiente con él.

Probablemente esa persona sufra un repentino misticismo, una repentina vuelta a la vida, a la valoración de ésta y a la conciencia de lo cerca que le pasó la muerte. Sea Dios, o sea lo que fuere, la muerte nos roza todos los días y ni nos damos cuenta. Sólo cuando pasan estas tragedias tan cerca es cuando vemos la realidad. Pero ¿quién no ha cogido un avión en su vida? Pues pudo haber sido él.

Precisamente por eso debemos agradecer nuestra supervivencia de la mejor manera posible: viviendo intensamente cada día y alegrarnos de estar vivos.

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18 agosto 2008

Espíritu Olímpico


En el nombre de todos los competidores prometo que participaré en estos juegos olímpicos, respetando y obedeciendo las reglas que los rigen, en el verdadero espíritu de la deportividad, para la gloria del deporte y la honra de nuestros equipos
Credo olímpico

Parece que la delegación española en Pekín coge vuelo. Después de unos ocho primeros días donde ha costado conseguir medallas, donde los cuartos puestos han rozado medalla; por fin conseguimos metales.

Y es que el trabajo, el esfuerzo y el espíritu que muchos deportistas llevan acumulado hasta estos juegos debían de ser recompensados tarde o temprano. Cierto es también que muchos de los deportistas participantes en estos juegos se dejan la piel igual o más que los condecorados, pese a volverse de vacío a sus países de origen. Y es que sólo hay tres premios por prueba y no se puede dar premio a todo.

Lo que yo imagino que ha de ser una sensación incomparable es ser campeón olímpico, colgarte el oro y escuchar emocionado el himno de tu país. Ha de ser una experiencia comparable con muy pocas. Y me parece a mi también, que tiene mucha más emoción ganar un torneo o una prueba en solitario que en equipo, porque considero que el espíritu de las olimpiadas es en elegir al mejor, en la lucha uno contra otro, más que a los mejores.

Por eso siempre tendrá mucho más valor una medalla en la maratón, o en los cincuenta metros mariposa que en baloncesto o en fútbol. Y eso les pasa también a los deportes, sobre todo a los grandes. Miremos al grande entre los grandes: el fútbol. El prestigio de un oro olímpico jamás podrá ser comparado con el de un mundial o eurocopa.

Y de la misma forma me parece al revés; que un oro olímpico en los cien lisos jamás podrá compararse con un campeonato del mundo o de Europa. Supongo que cuestión de puntos de vista.

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13 agosto 2008

Sensaciones y Recuerdos


El recuerdo es el perfume del alma.
George Sand

Le pasa al pasado que en ocasiones se nos convierte en presente a través de sutiles destellos de recuerdos: una canción, una fotografía… Nuestra mente almacena en alguna parte de nosotros recuerdos que nosotros creíamos olvidados, o al menos, que no tenemos presentes día a día.

Por seguir con el ejemplo, cuando estamos en un bar cualquiera, o en el coche y ponemos la radio, y escuchamos una canción concreta; evocamos esos recuerdos, despertamos aquel estado de ánimo en el que fue grabada en nosotros.

Lo que nuestro cerebro almacena, o mejor dicho, lo que evoca, son las sensaciones, las emociones, aquello que sentimos, que experimentamos por dentro; mucho más allá de los hechos en sí.

Dos personas van a un mismo partido de fútbol. Una de ellas es un niño de ocho años que es la primera vez que va a ver a su equipo favorito. La otra, un hombre, su padre, de cuarenta años, abonado al club desde hace más de veinte. Van a ver un partido de la jornada quince de liga, contra un equipo modesto. ¿Tendrá el padre el mismo recuerdo el partido que el niño?

Desde luego que no. El niño será un cúmulo de ilusión y emoción, de ver por fin a su equipo favorito un partido de fútbol. Su primera vez. Y es esa emoción, y esa ilusión la que se guardan. Y el niño vivirá el partido de una manera intensa, aunque sea el partido más aburrido de la historia.

Su padre, sin embargo, sí que sufriría ese aburrimiento. Harto de ver partidos, de ver ganar, de ver perder y de ver empatar. Si por algo recuerda ese partido es por la emoción de llevar a su hijo al partido, por nada más.

Y este ejemplo es extrapolable a otros muchos ámbitos de la vida, donde para la mayoría de las personas son vulgaridades, para nosotros puede ser la cosa más increíble del mundo, o la más dolorosa si fuera el caso. Por eso, la muerte, por ejemplo, afecta de distinta manera a unos y a otros. Pero de eso hablaremos otro día.

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11 agosto 2008

Futuro inminente


Hemos preparado a los hombres para pensar en el futuro como una tierra prometida que alcanzan los héroes, no como lo que cualquiera alcanza a un ritmo de sesenta minutos por hora, haga lo que haga.
Clive Staples Lewis

¿Qué quieres hacer cuando acabes la carrera? Esta puede ser tranquilamente la pregunta que más se me formula cuando comento a alguien que estoy próximo a finalizar mis estudios universitarios; y esta misma pregunta es la que me vengo haciendo yo probablemente desde que los comencé.

Son muchos los cambios de rumbo que uno planteo a lo largo de cinco años. Uno, ilusionado en el comienzo, como en todos los comienzos, y vencido por la rutina al final; incapaz de mostrar ni un ápice de interés en muchos temas y siempre insuperable el entusiasmo del principio.

Francamente no sé responder a esa respuesta. Por querer hacer me gustaría hacer algo totalmente distinto, algo relacionado más con las letras, con las humanidades tal vez. Creo haber descubierto en mi mismo la supremacía de las letras sobre las cifras, aunque mucho me temo que esto sólo se deba al hecho de haber pasado los último años de mi vida bajo el yugo de las cifras y haber recurrido únicamente a las letras por amor a éstas mismo, como parte de n hobby y de una afición. Pero estoy totalmente convencido que echaría de menos las ciencias y los números, la exactitud y precisión de éstas frente a la ambigüedad y divagación de las otras.

Y uno va divagando entre letras o ciencias, en España o en el extranjero, grupo de tarde o de mañana; cuando aparece una posibilidad en forma de beca; de aquel programa de prácticas que uno se apuntó una vez, pero que no ha echado cuentas más; y aparece ante ti, una posibilidad de futuro que no habías considerado.

La cuestión es que sin quererlo de ninguna manera, uno va haciendo su camino, contemplando en el horizonte otras veredas más como un sueño rebelde que como una posibilidad. Y siempre contempla un número finito de sendas, siempre divisando las mismas posibilidades. Y es precisamente, cuando uno anda deslumbrado por el horizonte cuando se encuentra ante sus pies con una posibilidad, que aunque conociéndola, nunca la había metido en la urna con bolas, nunca habría apostado por ella.

Y es que la vida sucede así, creyendo uno que sabe todo, que conoce todos los caminos. Sin embargo, es la vida con su propia inercia la que nos hace ver que sus posibilidades son infinitas y su futuro impredecible.

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05 agosto 2008

Estar a gusto


No puede el hombre sentirse a gusto sin su propia aprobación.
Mark Twain

Tan importante como la compañía y la actividad es el sentirse uno a gusto consigo mismo. Este factor, el factor “a gusto”, es un factor fundamental en el disfrute de cualquier cosa. Se trata de una conformidad con nosotros mismos y con lo que nos rodea que nos hace capaces de aprovechar y disfrutar todo aquello que realicemos.

¿Qué es necesario para estar a gusto? Podríamos escribir todo un ensayo acerca de este tema; aunque el pilar fundamental, claro está, es una conciencia limpia. Sin esta conciencia limpia es francamente difícil que podamos estar tranquilos y podamos disfrutar del entorno e incluso de nosotros mismos.

¿Y para con los demás, qué necesitamos? Comprensión, entre otras cosas. La comprensión de quién nos rodea hacia nosotros mismos es fundamental. El hecho de que las personas que las que interactuamos nos encuentren y nos vean como nosotros queremos vernos es algo básico para estar a gusto.

Es necesaria una vocación, o mejor dicho, una ausencia de obligación ante la consecución de algo. Todo lo que hagamos ha de hacerse porque nos parece bien, o al menos, no nos disgusta, porque en ese caso, estaremos disconformes y no conseguiremos encontrar la armonía.

Esto último va emparejado con el hecho de cumplir unas expectativas, unos planes que uno prevé. En caso de estar siguiéndolos de forma más o menos rigurosa se sentirá que se está disfrutando, que uno cumple lo que prevé y por tanto a gusto.

Cuando alguien se encuentra a disgusto se produce porque no encuentra su rol; no siente que tenga que estar donde está, hacer lo que esté haciendo o hablar lo que esté hablando. El hecho de sentirse a disgusto se produce cuando la realidad difiere del concepto que uno había forjado previamente en la cabeza con respecto a unas personas o unas actividades.

El hecho de sentirse defraudado con unas expectativas es realmente lo que hace a uno sentirse a disgusto o en disonancia con un grupo, con una actividad. Sentirse en el lugar acertado, sentir que uno aporta es algo fundamental para encontrar el bienestar en grupo.

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01 agosto 2008

Lógica y Sentido Común


Cuando las leyes de la matemática se refieren a la realidad, no son ciertas; cuando son ciertas, no se refieren a la realidad.
Albert Einstein

El verano es tal vez la época en la que más tiempo disponga uno para leer; ya que ni tiene que estudiar tanto como durante el curso, ni hay la misma cantidad de gente en la ciudad para inventar planes y tardes o mañanas de ocio como durante el invierno, Y aunque los hubiera (planes), el día tiene veinticuatro horas, que ahora sí, podemos dedicar con total atención a nosotros.

Leyendo uno de esos libros que uno compra una vez muy entusiasmado pero que luego aparca y relega indefinidamente, estuve pensando sobre el problema de las matemáticas, concretamente en una de sus hijas, la lógica.

El problema que acontece a la lógica, con respecto a la aplicación a la vida cotidiana, es que ésta, intentado ser absoluta e irrevocable, se apoya en el lenguaje, totalmente versátil, cargado de metáforas y significados implícitos. Las matemáticas hablan por ejemplo de “para todo número”, y eso, transformado en un lenguaje vulgar, se traduciría como “para casi todo número”. El lenguaje, el ser humano en definitiva, no es tan absoluto ni tan exacto como las matemáticas y sus ramas pretenden.

Y de este problema entre el lenguaje entendido por el ser humano, y el lenguaje universal, exacto, surgen muchas de las paradojas de la lógica, como por ejemplo esta:

- Papá, ¿es cierto que los padres siempre saben más que los hijos?
- Claro, hijo
- Entonces, ¿quién inventó la máquina de vapor?
- Watt
- ¿Y por qué no la inventó su padre?

En este ejemplo, se presupone, para cualquier lector, que el axioma es cierto pero hasta cierto punto, en tanto que el niño siga siendo niño y no sea adulto, donde se presupone, se da por hecho, se sabe, que un padre no tiene por qué saber más que su hijo. Este axioma será cierto siempre y cuando el niño sea un niño; es decir, el hijo sea lo suficientemente pequeño. Y todos lo entendemos así. Pero claro, ¿cómo plasmar todo eso en una formulación matemática? Es francamente difícil.

El problema puede engendrar también de las cláusulas “siempre”, “nunca”, “para todo”, etc. Cláusulas necesarias en la lógica y en las matemáticas pero ciertamente obsoletas respecto al ser humano y su entorno y sociedad: seres de continuos cambios.

Para poder llegar a comprender como comprenden el ser humano, se necesita algo que, a día de hoy, las matemática ni lo exacto pueden proporcionar: el sentid común. El sentido común es la parte implícita en los humanos, es eso que diferencia a un robot de un humano, es esa parte del cerebro que razona a través de una lógica diferente y que casualmente es común a los individuos de una misma cultura. Hasta que no se pueda implantar el sentido común, ajeno muchas veces a la lógica, no podrán desarrollarse réplicas del ser humano perfectas.

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