17 enero 2011

Andalucía, imparable

Sólo una persona mediocre está siempre en su mejor momento.
William Somerset Maugham

En alguna conversación que he tenido sobre el estado de Andalucía, sobre su política y sobre su avance en los últimos treinta años he acabado obteniendo la siguiente respuesta: “¡Será que no ha cambiado y mejorado Andalucía en estos últimos años!”. Lógicamente, no se puede negar que Andalucía ha progresado. En treinta años, impregnados de fondos FEDER, de deudas históricas y siendo el patio de recreo de España y Europa, claro que Andalucía ha cambiado. Claro que se vive mejor que hace treinta años. Claro que la calidad de vida ha mejorado.

Pero la cuestión que deberíamos plantearnos para valorar la buena o mala gestión de los diferentes Gobiernos (casi siempre el mismo) que ha tenido Andalucía es: ¿cuánto se ha dejado de mejorar? ¿Cuánto se ha despilfarrado? ¿Cuánto se han pervertido las instituciones? ¿Cuánto nos aventajan y en qué ámbitos el resto de Comunidades Autónomas?

Es en la comparación con el resto de España (y casi de Europa) donde claramente se aprecia que Andalucía no ha mejorado tanto como debiera. Seguimos a la cola de España en el paro y a la cabeza en analfabetismo y en fracaso escolar, entre otras. Andalucía sigue siendo una región que vive en exceso del turismo y la subvención, sin prestar la suficiente atención a los verdaderos pilares de una economía y de una sociedad.

No debemos conformarnos y asentir a esta gestión de los últimos treinta años. Por lo menos no hacerlo de manera incondicional y dogmática. Hay que ser críticos con el Gobierno andaluz de los últimos treinta años y, a la vez que reconocerle la mejora que ha acaecido en Andalucía, recriminarle lo que no ha cambiado y ha podido cambiar No podemos estar plenamente satisfechos. Por muchos ordenadores que nos regalen.

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