14 abril 2009

Nuestra Propia Ética


Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo.
Albert Camus

Todo hecho tiene unas consecuencias; y son casi siempre estas consecuencias las que determinan si hemos de hacer o de dejar de hacer ciertas cosas. El si las cosas están bien o mal ha quedado en un segundo plano para traer al frente si lo que hagamos nos beneficia o nos perjudica. Vivimos en un pragmatismo demasiado exagerado.

Los valores sobre el bien y el mal han sido relegados, descendidos de categoría. La conciencia parece residir en el bienestar individual, siendo el bienestar colectivo más una consecuencia del nuestro propio, no viceversa. Sentirnos bien está dejando de ser una cuestión ética para convertirse en una hedónica, donde es el cuerpo y no la mente la que ha de sentirse agusto.

Toda esta falta de valores están muy bien cuando somos nosotros los que pisoteamos, cuando podemos comer todos los días, tenemos un trabajo, una vivienda y la vida, digamos nos sonríe. Cuando encontramos, por contra, la otra cara de la moneda es quizás cuando sentimos la importancia de la caridad y de la piedad y cuando agradecemos que alguien que puede pisotearnos no nos pisotee, aun sabiendo las veces que nosotros hemos apretado el pié para no dejar títere con cabeza.

Pero no se trata sólo de tener unos valores. Los valores llevados al extremo, es decir, convertirse el fanático de unos valores ya pre-establecidos como puede ser la ética que proporciona una religión, también nos ciegan y nos idiotizan.

Lo que hay que lograr es la separación entre el bien y el mal por nosotros mismos, apoyándonos en valores ajenos y en nuestra propia experiencia y percepción, pero siendo nosotros los capaces de discernir entre lo bueno y lo malo, y ser nosotros los que tengamos el criterio y la decisión. Debemos construir nuestra propia ética.

Probablemente la mejor manera de decidir sobre si algo es bueno o malo es aplicándonoslo sobre nosotros mismo, suponiéndonos por un momento víctimas o agentes pasivos. Y si lo queremos para nosotros será bueno, y si no, malo.

Cuando todo esto pase, puede que sea cuando nos empiece a ir a todos un poco mejor.

Leer más

12 abril 2009

Cuaresma


Para rezar a Dios con devoción no hace falta creer en Dios según los dogmas de ninguna religión.
William Somerset Maugham

- ¿Qué hay hoy para comer mamá?
- Hoy he pensado en ti. He preparado lasaña.
- ¿Lasaña hoy?
- Sí. ¿Qué pasa?
- Mamá, ¡hoy es vigilia!
- ¡Ala! ¡Es verdad! Se me ha olvidado por completo…
- Pues haz otra cosa.
- Pero si ya está echa y es ya la hora de comer…
- Pero no podemos comer carne…
- ¿Qué hago entonces
- Guardarla
- No se puede, estaba congelada.
- Pues tirarla entonces.
- ¿Tirarla?
- Claro. Hoy es viernes de Cuaresma. No podemos comer carne.
- Pero si ya está hecha…
- Mamá. ¡Es pecado! No podemos comer carne. ¡Así me lo habéis enseñado!.
- ¿Y tú no crees que es peor tirar la lasaña que comérsela, aunque hoy sea Vigilia?
- No. Nadie dice que tirar la comida sea pecado. No es ningún mandamiento de nada.
- Y si embargo tú sabes que tirarla está mal, ¿verdad? Porque sabes que hay muchísimas personas en el mundo que no pueden comer, ¿verdad?
- Sí mamá, pero Dios no dice que no tiremos la comida y sí dice que no comamos carne los viernes.
- Vamos a ver, hijo. Dios ha mandado que los viernes no se coma carne. También Dios sabe que se me ha olvidado que hoy era viernes y que no podíamos comer carne. Sabe que no lo he hecho de mala fe. Por otro lado Dios sabe que tirar la comida está mal. Y sabe que la lasaña o se come ahora, o hay que tirarla. Si Dios te peguntara qué es peor, si comerte la lasaña porque se te ha olvidado la vigilia, o tirarla, ¿tú qué le dirías?

Leer más