24 febrero 2008

Azar


El azar es el seudónimo de Dios cuando no quiere firmar.
Anatole France

Supongo que muchos de vosotros habreís visto la película de Woody Allen “Match Point”. En ella se trata el asunto del azar, tan presente en nuestras vidas pero tan olvidado y relegado a un segundo plano.

Seguramente sean incontables las veces que hemos dicho “¡uy! Por poco”. Y no os preguntáis, ¿qué hubiera pasado si hubiera sucedido lo contrario?.

Hay quién opina que todo está predestinado, que somos parte de un guión ya escrito; pero el hecho de no saber qué pasará o deje de pasar hace que tengamos esa sensación de completa incertidumbre y de falsa sensación de libertad. Normalmente quién aboga por esta tesis se basa en la causalidad de las cosas, en que todo tiene una explicación.

Sucede sin embargo que la causalidad tiene dos vertientes, dos puntos de vista: un punto de vista de “cómo” y un punto de vista de “para qué”. En una en efecto se expresa causa y en la otra finalidad; y tendemos a mezclaras.

La visión de la causalidad entiende que todo tiene una explicación, todo tiene unas ecuaciones matemáticas que pueden explicarnos lo sucedido. Pero no es esa la cuestión. La cuestión es “¿estaba eso previsto que pasara? ¿Perseguía un fin?”.

Viendo la causalidad desde el punto de vista de la finalidad yo reniego de la teoría del destino y creo en el azar. No creo que haya nada preestablecido, si no que cada día se establecen para nosotros una serie de factores que nadie tiene previstos, que nadie prevé y que sin embargo suceden. Ese es el azar.

Y una vez que ha transcurrido ese acontecimiento azaroso es cuando comprendemos la gran diferencia de resultados ante el insignificante cambio; como por ejemplo puede ser dirigirse hacia izquierda o derecha, frenar un segundo más tarde o estar en un sitio concreto a una hora concreta. Es entonces cuando comprendemos la grandeza del azar.

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23 febrero 2008

Democracia Española


Una democracia está en riesgo cuando es la oposición la que tiene que ir protegida
Rosa Díez

Pues estamos ya en campaña electoral. Una vez más, cada cuatro años, toca que los partidos que han pasado del ciudadano de a pie durante cuatro años te bombardeen con promesas e intereses. Ahora es cuando les toca a ellos escribir la carta a los Reyes Magos, y como todo niño, poner que han sido buenos.

Pero nosotros, el pueblo, quién vota, los que realmente estamos hartos de sus discusiones pseudo-ideológicas y pro-poder no somos tontos, y tenemos memoria. Por un lado, de la gran legislatura de corrupción que hemos tenido, con escándalos cada dos por tres, y es que sois vosotros, politicuchos, los que estáis destrozando la mejor oportunidad que ha tenido España para ser un país serio.

Pero no. Mejor ser radicales que razonables. Es más fácil ser visceral que racional. Más fácil gritar que llegar a un acuerdo. Más fácil exigir que ceder. Y así nos luce el pelo. Y hoy, precisamente hoy deberíamos recordar lo que a punto estuvimos de perder, la democracia y la libertad. Y es que tenemos una memoria histórica selectiva; y se nos olvida lo que realmente importa.

La democracia española está enferma sin duda. La soberanía nacional reside en la soberanía de los partidos. Hemos sido delegados a meros espectadores de nuestras propias vidas. No decidimos sino los verdugos y los títeres que representan sus funciones en sus respectivas cámaras.

Pero los únicos culpables somos nosotros. Somos los votantes, los ciudadanos; los que dejamos impunes ante este tipo de actos; y dejamos que nuestro dinero se despilfarre. La democracia española ha sido secuestrada por los partidos, siendo ellos los únicos de sanarla, pero siendo a la vez los menos interesados en que esto suceda.

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20 febrero 2008

Música de Fondo


El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos.
Oscar Wilde

La música es una de los elementos que está presente siempre en nuestras vidas. Todos los días escuchamos una o varias canciones, ya sea voluntaria o involuntariamente. La mayoría de estas veces la música transcurre como un elemento de fondo, perteneciente a un segundo plano.

Por lo general, no prestamos atención a las letras de las canciones; y ni que decir tienen las canciones en inglés. No obstante, cuando nuestro estado sentimental es ligero, se tambalea o sencillamente anda mal; nos parece que todas las canciones van dedicadas a nosotros.

Puede entenderse que la música satisface nuestras necesidades. Al igual que cuando estamos eufóricos necesitamos canciones que acompañen nuestra euforia, sucede de igual manera con nuestra melancolía y tristeza.

Si yo ahora preguntara de qué trata la mayoría de las canciones que escuchamos, no seriamos capaces de descubrir o recordar su mensaje. No obstante, cuando andamos tristes, somos capaces de recordar que todas (una inmensa mayoría) las canciones versan sobre el amor y el desamor.

Cuando sentimos intensamente es cuando nuestro cerebro está más receptivo al entorno. Decimos que estamos más susceptibles; y cualquier cambio en dicho entorno, por muy leve que sea, desata en nosotros una reacción. Sin embargo, cuando nos encontramos sentimentalmente estables la mayoría de lo que pasa a nuestro alrededor pasa desapercibido, incluida la música.

Todo esto tal vez se deba a que la sensibilidad vaya acompañada siempre de los sentidos; mientras que el equilibro, la razón, sea más autosuficiente. En cualquier caso, el ser humano, sus reacciones, deliberaciones y actuaciones nunca dejarán de ser un exquisito misterio.

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17 febrero 2008

El Fin del Hábito


La libertad supone responsabilidad. Por eso la mayor parte de los hombres la temen tanto
George Bernard Shaw

Normalmente intento escribir cada tres días como máximo, pero en esta recta final de exámenes no me ha quedado más remedio que tener que potergar mi escritura por falta de tiempo y de energía. Y una vez acabados estos he estado poco delante del ordenador, ni tan siquiera en mi casa, como para poder escribir.

Es curioso, que después de tanto ansiar el acabar los exámenes, el disponer de tiempo libre, el poder dedicarse tiempo a uno mismo. Es curioso, que con la cantidad de planes que hemos generado por hora de estudio, con la cantidad de cosas que teníamos pendientes por hacer y que íbamos a hacer todas justo acabar los exámenes; nos sintamos vacíos ante tanto tiempo libre.

Y es que cuando uno hace rutina de cualquier cosa, el día que ésta falta, nos parece extraño, nos sentimos en parte vacíos. Pasa, por ejemplo, cuando tienes todas las horas del mundo para dormir pero a las nueve de la mañana ya estás despierto, sin poder dormir, como si tuvieras, hoy también, que pasar una larga jornada entre papeles y libros.

El cuerpo se acaba acostumbrando a lo que le pongamos delante. El alma también. Y por mucho que sintamos ansias de libertad; cuando nos hemos acostumbrado al hábito, difícilmente nos sentimos completos tras alcanzar nuestro logro.

Somos animales de costumbres; de buenas y de malas. Nuestro comportamiento y nuestro conocimiento se basan en gran parte en la repetición, en la rutina y en el hábito. Nos sentimos perdidos cuando nos desvían del camino trazado, aunque llevemos deseando mucho tiempo dejar a un lado la senda marcada.

Quizás por eso seamos tan duros de mollera y nos cueste tanto cambiar de idea: porque sentimos seguridad con lo que “hemos hecho siempre”. La libertad es algo para lo que deberían educarnos, y sin embargo los gobiernos y los sistemas educativos lo obvian. No todo el mundo es apto para disfrutar de la libertad. Hay quién se refugia en la sumisión religiosa, en la familiar o en la laboral. No todo le mundo sabe decidir. Y a pesar de todo, todos vagamos por el mundo sintiéndonos libres en nuestras desgracias.

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11 febrero 2008

El nuevo espíritu universitario


Lo maravilloso de aprender algo, es que nadie puede arrebatárnoslo.
B.B. King

Llevo prácticamente un mes sin hacer otra cosa que no sea estudiar. Cuando uno lleva ya demasiadas horas con la misma tarea, se pregunta la verdadera utilidad que puede tener lo que estudia, lo que aprende; y con consigue ver lo práctica que puede ser la fecha en que disputaron las guerras más feroces o como se integra el arcoseno de x.

Cuando estudiamos, ya sea en el nivel que sea, siempre nos parece que todo es inútil; pero se nos olvida el verdadero objetivo de nuestro aprendizaje: el aprender a aprender.

No hace mucho escribí una entrada acerca de cómo el sistema educativo nos deja de lado y desamparados continuamente; y de cómo nosotros lo consentimos. Se nos olvida continuamente que uno no sabe donde va a acabar en la vida, y que por mucha vocación que uno tenga por ser médico o arquitecto; nunca sabe lo que tiene la vida escondido para cada uno.

Recuerdo aquella anécdota, de Thales de Mileto, si no recuerdo mal, que se mofaban de él porque decían que la filosofía (que para los griegos representaba el hecho de saber) no servía para nada. Para demostrar la utilidad del saber, usó sus conocimientos sobre el tiempo y las cosechas y predijo una abundante cosecha de aceitunas. Entonces ese mismo año compró todas las prensas de aceitunas; y cuando vino la abundante cosecha todo el mundo debió pagarle para poder prensarlas; e hizo una fortuna.

Un estudiante, universitario sobre todo, no debe estudiar orientado a una profesión; sino orientado a la erudición. El problema es que no nos educan para esto, y sí para la obtención de un trabajo y un sueldo. Aun así, nosotros no debemos olvidar que todo lo que aprendamos siempre juega a favor de nosotros; aunque en los tiempos que corren, uno ya no estudia por saber, si no por aprobar.

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08 febrero 2008

Hijos de la ESO


El fanatismo es una sobrecompensación de la duda.
Carl Gustave Jung

Siempre he pensado que la política en España era más cuestión de sentimiento que de racionalidad; y cada día lo confirmo más. Ser del PP o del PSOE es como ser del Real Madrid o del Barcelona. Es un sentimiento.

La gran diferencia que separan estos dos ámbitos del folclore español, es que una nos de da comer, y otra no. Cuando el Real Madrid o el Barcelona pierden un partido sufrimos más los españoles que cuando un Gobierno hace un despropósito. Y es que la política, ha acabado por vulgarizarse.

Lo peor de todo esto, es la inconsciencia atroz que hay en los españoles. El fanatismo arraigado. El declarado anti-contrario, siendo esta oposición una cuestión más de colores que de razón. Y así nos ha ido. Y así nos va.

Este fanatismo es comprensible en ciertas personas que por desgracia no han tenido una buena educación, que son casi analfabetas y cuya mayor preocupación se centra en alimentar a su familia. Lo triste, lo lamentable, lo que hace a uno hundirse en el fango; es cuando en una reunión en la facultad, con personas que se suponen son lo mejorcito es España a nivel intelectual dice algo del tipo “a ese no lo voto porque no es un facha”; “¿y qué dice ese hombre para ser un facha?”; “es del PP tío”.

Ahora en cuando, encima de luchar contra la ignorancia, luchamos contra los complejos. ¿Cómo un estudiante de estudios superiores, que se supone como bien he dicho antes, que son lo mejorcito de España, puede entrar en el fanatismo? ¿Cómo puede votar sin saber qué hace uno y qué hace otro?

Pues todo esto no es más una demostración del fanatismo español y de la buena educación que hemos recibido; sobre todo las últimas generaciones. Luego querremos ser un país próspero y todo; cuando elegimos a los gobernantes tirando un dado o mirando el color de los ojos.

Sufrimos, y sufriremos más aun, las consecuencias de ser hijos de la ESO.

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05 febrero 2008

La Gala de los Goya


La causa de la libertad se convierte en una burla si el precio a pagar es la destrucción de quienes deberían disfrutar la libertad.
Mahatma Ghandi

Llego un poco tarde, pero ya dice el refrán que nunca es tarde si la dicha es buena. Y como, afortunadamente, no tengo a nadie por encima mía en este espacio (en el blog digo) puedo permitirme el lujo de escribir con todo el retraso que me plazca.

Me gustaría hacer un breve comentario sobre la última ceremonia, aunque llevamos unas cuantas, de los Goya. Sí, esas supuestas fiestas del cine español que acaban siendo una promulga contra el Gobierno; y si el Gobierno es el que nos da de comer, pues contra lo que se pueda, los obispos mismos.

Esta gente, que se hace llamar intelectual, ha dedicado una especial mención a los obispos en la última Goya. No era aun recuerdo, ni una opinión; era un eslogan más que preparado, para ser aceptado en el “club del progre”. ¿Por qué?

En teoría porque no son partidarios de la Iglesia; en la práctica porque le tienen miedo y odio. Si de verdad fueran todos ellos tan demócratas, comprenderían por sí solos que una institución que representa, o con la que se identifica una inmensa mayoría de la nación española, no puede desaparecer; por muy “progre” que parezca decirlo.

Pero no es que no lo sepan; pero necesitan hervir un poco más el panorama político español; como si con los que ya hay no fueran suficientes. Si de verdad quisieran cumplir con el fin de sus palabras, sencillamente, él, y todos los que piensas como él, ignorarían a dicha institución; como hacen con la AVT mismo, aunque cierto es que algunas palabras acerca de la asociación se les ha escapado.

Pero no, quieren hervir el panorama; simplemente. Dividir. Crispar. Hacer lo que hace cuatro años; inventar un sentimiento para levantar ese puño en alto con proclamas idealistas y totalmente hipócritas; gritando libertad mientras pide la disolución de la Conferencia Episcopal.

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03 febrero 2008

Diversidad


La uniformidad es la muerte; la diversidad es la vida.
Mijail Bakunin


Pensando en los escasos ratos libres entre estudio y estudio; y fantaseando en esos momentos de distracción tan frecuentes en las largas mañanas y tardes junto apuntes y estudio, he concluido, o más bien, he confirmado, que mientras más cumplimos nuestras obligaciones, más sentimos necesidad de ocio y devoción.

No me refiero, como es más que lógico, al ocio evasivo, éste ocio que no requiere ninguna actividad intelectual y que simplemente consiste en liberar la mente ya sea detrás de una pelota o con el mando de una videoconsola. Hablo de un ocio más intelectual, más ligado al saber y al conocimiento.

Cuando realizamos actividades que forman parte de nuestra obligación, nos sentimos atados por ellas, y tenemos la sensación de perder nuestro tiempo e interés en algo que no nos llena realmente, que no nos apasiona. Y pensamos en la cantidad de cosas que sí que nos llenarían, en los millones de libros que hay por leer, los tantos viajes o la infinidad de líneas por escribir. Cualquier tema nos llama la atención más que ese en el que intentamos profundizar.

Seguramente el problema no sea el tema. Es más probable que lo que nos desagrada en la insistencia, el ahínco y la insistencia que dedicamos. Hay quién prefiere la monotonía de una actividad para lograr su perfección y alto conocimiento; pero también estamos los que nos gusta saber un poco de muchas cosas. La mente humana es más propensa a actividades cortas y variadas, donde haya que nos gusten más y nos gusten menos, que una; que aunque no guste, nos pueda hartad por monótona.

A la larga, los excesos cansan. Todo cansa si se hace en exceso, si se hace único. Hasta el juego de ordenador que tanto ansiábamos poder jugar, cuando llevamos demasiadas horas, acaba por aburrirnos. Por eso es por lo que debemos realizar muy diversas actividades, para que nunca nos aburramos, de unas ni de otras; y la consecución de éstas nos resulte amena.

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01 febrero 2008

Tentaciones


La mejor forma de librarse de la tentación es caer en ella
Oscar Wilde

Muchas veces, nuestro instinto o nuestras apetencias van orientados hacia la consecución de algo. Nuestros deseos se orientan hacia una persona o hacia alguna actividad. Y muchas de estas veces, no consideramos nuestros deseos lícitos; o existe algún otro mecanismo de la razón que nos impide satisfacer nuestros deseos.

Llamamos tentación a aquello que deseamos hacer pero llegamos a realizar; bien por miedo, ética o interés (en el sentido de las consecuencias, no de la voluntad), pero nunca por falta de deseo o apetencia.

Normalmente, cuando tenemos a nuestro alcance aluna tentación, la duda nos acomete y pasamos un tiempo considerable debatiéndonos entre el bien y el mal. Hagamos lo que hagamos, nunca saldremos satisfechos del todo. Si hacemos caso a la razón, quedaremos expuestos siempre al dolor de la conciencia; y si por otro lado, nos mantenemos al margen, lamentaremos no haber satisfecho nuestros deseos.

No tengo una solución ante este problema; simplemente, y haciendo caso al maestro Wilde, puedo concluir que para abreviar y aligerar el debate interno es preferible caer directamente en la tentación; y aunque luego salga mejor o peor, ese tiempo que hemos ganado.

Pensar en exceso sobre si hacer o no hacer algo sólo lleva al enfriamiento del deseo. Y si al final decidimos caer, el efecto no será el mismo, y encima habremos perdido el tiempo remordiéndonos por dentro.

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