27 diciembre 2008

Distintos Amaneceres


¡He perdido mi gotita de rocío!, dice la flor al cielo del amanecer, que ha perdido todas sus estrellas.
Rabindranath Tagore

Cada parte del día tiene su encanto. Si nos levantamos para ver amanecer, comprobamos como el sol se va despertando a la par que nosotros, como mientras nosotros vamos abriendo nuestra mente y sentimos como nuestra mente va despertando poco a poco hasta conseguir la plenitud de la conciencia, el astro rey aparece desde el horizonte.

El medio día supone el cénit del sol y el apogeo de nuestra conciencia. Ya estamos despiertos, estamos plenos, estamos dispuestas a encontrarnos el sol de frente y disfrutar de su calor. Después de comer, la siesta se hace irremediable. Y conforme va cayendo la tarde, nuestro cuerpo va relajándose hasta ver el sol perderse y la noche llegar.

Nos acostumbramos a darle un color a cada parte del día. Las mañanas siempre tendrán una característica especial para nosotros, igual que las tardes, igual que las noches. Todas estas partes estarán plagadas de sensaciones y recuerdos, mezcladas tal vez con un poco de rutina. Por eso, cuando vivimos partes del día con unas sensaciones que no son las habituales en esas horas, nos choca.

¿O acaso no es distinto el amanecer recién levantado o sin haber dormido? Y es que cuando pasamos la noche entera sin dormir, la mañana no sabe de una manera diferente. Más que como el comienzo del día pensamos que se nos ha acabado la noche. Por un momento nos sentimos más nocturnos que diurnos. Lo que para todos es el comienzo, para los que no han dormido es el final.

Y miramos en una mezcla de admiración y extrañeza a aquellos que acuden a sus puestos de trabajo, aquellos que madrugan tanto, que se levantan con el sol en vez de huir de él. Mirada por supuesto correspondida en extrañeza y ya no sé si admiración o sana envidia. Y podemos llegar a sentirnos incluso privilegiados. Entonces pienso que llegará un día en el que seamos nosotros los que miremos mientras vamos a nuestros trabajos cómo otros cierran la noche y nos ceden el día y que, tal vez, ellos hayan clausurado unas tantas noches también.

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19 diciembre 2008

Democracia Española


Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia.
Theodore Roosevelt

Desde que tengo uso de razón y asisto a la escuela me han explicado la democracia española como el mejor de los sistemas. Me han explicado la Constitución (siempre el mismo título que versa sobre deberes y derechos) por activa y por pasiva y he hecho tantos murales con el Tribunal Constitucional y la famosa foto de los padres de la Constitución como años he estado en la educación primera y secundaria.

Todo maravilloso. Cada seis de diciembre todos nos hemos enorgullecido de ser demócratas, ser españoles y de poder votar. Me han explicado desde infante que España tiene un sistema representativo, donde el pueblo – qué gran palabra – elige a sus representantes los velan por nuestros intereses.

Leyendo esto así tal cual le dan ganas a uno de sentirse demócrata, de sentirse español y de sentirse salvaguardado por esos cuántos que me defienden – a mí y a todos – todos los días en el Parlamento.

Pero todo el mundo – hasta yo- crece. Y conforme uno va y va creciendo va descubriendo ciertos “agujeros” en esta maravillosa democracia que nos han vendido y que cada vez me huele más a chamuscado.

Nos venden el sufragio universal como el mayor de los logros –que lo es aunque seamos verdaderos expertos en desprestigiarlo – y nos remarcan la capacidad de votar a nuestros gobernantes cada vez que pueden. Lo que se les olvida contar es que nos dan a elegir para gobernar entre “basura” y “estiércol”. ¡Vamos! Que no votamos a nuestros representantes, votamos al partido donde militan nuestros representantes y que supeditan todas y cada una de las votaciones del partido. Y quien se salga de la disciplina de partido, multa al canto. ¡Qué viva la democracia!

La prueba de que no votamos a nuestros representantes y que el Parlamento viene a ser un poco fraude pueden hacerla ustedes. Pregunte los nombres de los candidatos al Congreso por su provincia (sus supuestos representantes) a cada uno de los votantes, y con suerte lee sabrán decir el primero si es que le dicen alguno.

Este sistema de partidos tendría mi perdón si al menos dentro de los mismos existiera democracia. Pero es que no la hay. Nada más tienen que ver ustedes el último congreso del Partido Popular celebrado en Valencia, donde para presentarse uno necesita el no sé cuanto por cierto de los avales. Avales que el candidato “único” - ¿no les suena esto? – recoge avales por todo el partido a diestro y siniestro. Vergonzoso.

Vale. Que elegimos al presidente directamente que viene a ser el líder del partido. Pues juguemos a eso. Juguemos a unas elecciones presidenciales, y hagamos por otro lado unas legislativas, donde evaluemos uno a uno a los congresistas y senadores, y analicemos lo que votan y dejan de votar. A ver si es verdad que defienden la tierra. Pero no se puede. La “disciplina de partido” impide que cada diputado vote lo que crea, en favor de lo que vote el partido.

EEUU será lo que sea. Pero el partido republicano en el Parlamento americano tumbó plan de rescate de Bush – su propio partido. Cualquier día el partido en el Congreso rechaza la moción del presidente de su propio partido. Cualquier día…

La democracia será el menos malo de los sistemas. Pero es que aquí en España no hay democracia. Por eso es asqueroso cuando a nuestros “políticos” se les llena la boca de democracia. Y una vez. Y otra vez. Y democracia por aquí. Y democracia por allí. Y precisamente que no la hay, se molestan en hacernos creer que sí. Porque si la hubiera, todos los sabríamos, todos la sentiríamos como tal. Sería palpable, sería visible y nadie dudaría de que la hubiera o no. Y es que una mentira repetida mil veces acaba por convertirse en verdad.

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18 diciembre 2008

Inteligencia


El hombre se eleva por la inteligencia, pero no es hombre más que por el corazón.
Henry F. Amiel

Tal vez una de las definiciones más complicadas sea la de inteligencia. Tal vez debido a la amplitud de su significado sea casi imposible dar una definición única acerca de ella. Es bastante probable que el término se nos quede corto y pueda resultar ambiguo. La RAE entiende por inteligencia la capacidad de de resolver problemas y a la de la comprensión.

Sobre el primero de los temas he de decir qué es algo relativo. Un ordenador es capaz de resolver sudokus a mucha más velocidad que un ser humano mediante un algoritmo de búsqueda. ¿Es entonces un ordenador inteligente? No. Por lo menos no por resolver sudokus, ya que se trata de simples operaciones matemáticas.

Podremos decir entonces que inteligente el que ha programado o diseñado el algoritmo. Y entonces ¿somos nosotros inteligentes, o lo es quién nos ha “diseñado”?

Hablaremos entonces del tema de comprensión. Somos inteligentes porque somos capaces de comprender un mensaje y comunicarnos con interlocutores similares a nosotros. No sé si alguien ha tenido la ocasión de usar el servicio de atención al cliente de Vodafone. Se trata de una máquina que pregunta sobre lo que deseas, es capaz de comprenderte y además te da instrucciones de lo que debes hacer para solventar tu duda. ¿Es acaso inteligente? Desde luego que no.

Lo que si hace (a día de hoy) diferente al hombre de cualquier máquina es la metáfora y la ironía. Ver el sentido oculto de las cosas es algo a día de hoy exclusivo de seres humanos, y en ocasiones de sólo algunos. Puede pasar que leamos prosas o poemas y seamos incapaces de percibir su verdadero mensaje.

Gracias a mis estudios he tratado en más o menos profundidad el tema de la inteligencia artificial. Prácticamente todo se reduce a algoritmos y operaciones matemáticas y probabilísticas. La diferencia entre una máquina y un ser humano puede residir en la secuencialidad del procesamiento del ordenador, y el paralelismo de la mente; y en el momento en que la computación paralela prospere, tal vez se consigan grandes avances.

Si se consiguiera hacer una máquina que fuera capaz de mantener una conversación con su interlocutor, seguiríamos teniendo otra diferencia con respecto a las máquinas, y tal vez sea una parte de la inteligencia que siempre se pase por alto por la vinculación de ésta a la razón: los sentimientos.

No tengo claro si los sentimientos hacen al ser humano o el ser humano hace los sentimientos. No sé si los sentimientos son parte de la mente humana que crea estos sentimientos como medio de auto-control o son producto del exceso de inteligencia. No sé si son parte de un diseño escrupuloso o productos de un tremendo azar. Pero desde luego ambas versiones tienen sentido.

El ser humano sigue siendo un misterio inmenso. Cada vez que encontramos una respuesta, surgen diez nuevas preguntas. Sea producto del azar o de un diseño increíblemente perfecto, el ser humano sigue siendo apasionante en todos sus aspectos.

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12 diciembre 2008

La Vida Como Misterio


La vida no es un problema para ser resuelto, es un misterio para ser vivido.
Anónimo

Cada día más, el hombre mira más a la cara a Dios. Lo tutea con más frecuencia. A lo largo de la Historia, se le ha reservado a Dios el misterio de la vida y la capacidad de otorgar la muerte, dejando al ser humano un papel meramente pasivo, observador y sumiso respecto a ésta. Hoy, sin embargo, el hombre es capaz de crear vida e intenta disponer la hora de la muerte.

La eutanasia, el suicidio asistido, la muerte digna o como quiera que lo quieran llamar está abriéndose un hueco en el debate social. Apelando a la máxima expresión del liberalismo y tendiendo quizás al libertinaje, el hombre reclama lo que es suyo: su vida. Hace esta reclamación en un contexto egoísta, suponiendo que la vida de uno no afecta más que al individuo e ignorante de su marco social, sus relaciones de afecto extendidas y los sentimientos de sus allegados.

La vida y la muerte han sido siempre tarea de la Naturaleza y de los dioses; cubriéndolas siempre con un halo de misterio. Misterio, que como todos los demás, le otorga cierto encanto.

Algo se vuelve vulgar cuando el encanto del misterio desaparece, cuando todo el mundo tiene acceso a él. Es algo parecido a las leyes de la oferta y la demanda de la economía: cuantas menos personas poseen un secreto, alguna información o algún poder; más deseado se vuelve, más interesante y más se engrandece su valor.
La muerte siempre ha estado al alcance de la mano. Todo el mundo tiene fácil el suicidio. Pero la Naturaleza ha sido sabia y ha escondido la muerte detrás del dolor, haciendo al hombre huir de éste y por tanto alejándolo inconscientemente de la muerte. El progreso ha hecho que la muerte se desvincule cada vez más del dolor, haciéndola pues en ocasiones, incluso apetecible.

Lo único que separa ahora al ser humano a la muerte es la conciencia, la ética, los valores. Desgraciadamente, cada día tenemos más acceso al avance, la tecnología y el progreso, lo que hace que los valores se degraden. El honor y la dignidad cada día son más secundarios, por ser innecesarios. El placer y el bienestar alimentan nuestras necesidades y no encontramos razón para la abstinencia. El exceso de placer y bienestar producen la vulgarización de éste, apartándolo del lujo y acercándolo a lo habitual. Y es que mientras nos vaya bien, el resto da igual.

Tal vez la muerte sea un tema demasiado serio como para dejar que esté al alcance de todos y degradarla de valores. Démosle el misterio y el encanto que posee.

Dediquémonos a la vida y dejemos a la Naturaleza que sea ella la que disponga de la muerte. La muerte será digna si la persona en cuestión ha estado durante su vida envuelta de dignidad.

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06 diciembre 2008

Pensar con Sueño


Muerte es todo lo que vemos despiertos; sueño lo que vemos dormidos.
Heráclito de Efeso

Al final de un largo día, ya sea de trabajo o de ocio, todo nuestro esfuerzo mental y todos nuestros deseos van orientados a un objetivo: dormir. Sentimos como poco a poco el peso del día va posándose sobre nuestros párpados, a los cuales les cuesta cada vez un poco más mantenerse ávidos y despiertos.

Es en esta etapa, en la que deseamos dormir, en la que ya nos empezamos a encontrar torpes: la memoria a corto plazo empieza a fallar, tenemos despistes inusuales, nuestros reflejos empeoran, nuestro razonamiento es un tanto pobre y espeso, etc.

Sin embargo, es con ese sueño, con ese pesar en los ojos, cuando nos sentimos de una forma única. Con el sueño se acentúa nuestra melancolía. Nos sentimos a su vez muchos más agudos en cuanto a sentimientos: sentimos, sufrimos y nos alegramos con mucha más facilidad y rapidez. El sueño nos provoca una neblina mental capaz de sacar de nuestros subconscientes elementos revestidos de ostensible belleza.

Hay quien dice que el estar borracho y tener sueño son la misma sensación. En realidad se parecen. La parte racional se debilita con el sueño, haciendo toda sensación mucho más intensa, como sucede cuando hemos bebido. También es cierto que el sueño nos provoca cierta lucidez mental, razonamos de una manera clara y sencilla, de forma elegante y casi sin esfuerzo. Esto siempre que este sueño no sea excesivo y nos impide casi el habla o nos restrinja la conciencia.

Tal vez puede ser una buena idea dedicarse al alma con sueño. Esto puede ser mediante pensamiento: reflexionando, dialogando acerca de metafísica u otro tema filosófico; o bien mediante el arte: dejando que sea la mente de manera semiautomática quién complete la obra.

Desde luego, el sueño produce puntos de vista diferentes. Y tal vez sea buena idea explotarlos, antes de que seamos demasiado conscientes y los pasemos por alto.

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04 diciembre 2008

Actitud ante la Muerte


Estoy de acuerdo en que las sociedades decreten abolir la pena de muerte; pero que empiecen por abolirla los asesinos.
Jean Baptiste Alphonse Karr

Se está consiguiendo, cada vez más, que la gente vaya teniendo una cierta sensibilidad ante cualquier tipo de violencia. Somos todos, o al menos la mayoría, contrarios a la pena de muerte; y vivimos los españoles en un país donde se ha extinguido. Vivimos ahora rodeados de una serie de campañas contra el maltrato, sensibilizando a la sociedad, instando a que se denuncien los casos de violencia y abusos propios y ajenos.

Somos también partícipes de una campaña en contra del maltrato animal. Luchamos por una “dignidad” mínima de los animales. Nos reenviamos corres electrónicos en contra de las pieles por lo que es necesario para producirlas: la muerte de uno o varios animales. En definitiva, mantenemos constantes luchas en pro de la vida, de cualquier tipo de vida, ya sea vegetal, animal o humana.

Cada vez andamos más concienciados, más seguros, de que la vida es lo más sagrado que tenemos, por eso de ser estrictamente lo único que tenemos. Todos sentimos un estremecimiento al ver la muerte, incluso a veces nombrarla nos produce cierto malestar. Nadie se mantiene indiferente cuando presencia el atropello de un perro o la simple visualización de un cadáver.

Sin embargo, todo esta apología por la vida, todo este respeto a los animales, a la vida, en contra de la violencia y del maltrato contrasta con lo que pasó ayer tarde. Un hombre fue asesinado; y sus compañeros de cartas continuaron plácidos su partida, como si nada hubiera pasado ¿Cómo, nosotros, que sentimos lástima incluso por los animales de granja, podemos sentir indiferencia, ya no por el asesinato (que no muerte) de una persona cercana a nosotros? No digo ya de algún anónimo, que también sería sorprendente si esta persona es asesinada a unos metros de nosotros.

Hay ciertas cosas que me cuesta comprender, ciertas cosas a las que no acabo de acostumbrar, que rayan en el sentido común. Y sólo me sé dar dos explicaciones: o que estos compañeros de cartas de la víctima son unos completos desalmados, o que en el País Vasco impera por completo la dictadura del terror.

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01 diciembre 2008

La Medición del Tiempo


La conciencia del tiempo, bajo su forma más pura, es el aburrimiento, es decir, la conciencia de un intervalo que nada atraviesa o que nada puede llenar.
Louis Lavelle

¿Alguien se imagina la vida sin tiempo? O mejor planteada la pregunta, ¿la vida sin la medición del tiempo, sin relojes? Desde luego, y más hoy en día, la vida sería un caos. La medición del tiempo ha sido otra de las tantas obsesiones de la Humanidad a lo largo de la historia. Hay hasta teorías que creen que el Stonehenge es un reloj, ¿cuántos años hace de su construcción?

Pues eso amigos, que otro condicionante de nuestras vidas es el tiempo. Todo lo tenemos estructurado, medido y marcado dentro de unos límites horarios, dentro de una temporalidad y de unas fechas. El calendario es imprescindible en nuestras vidas.

Pero lo preocupante no es que sea sólo por necesario (por ejemplo horarios de trabajo, medios de transporte, etc), si no que nosotros mismos sentimos coacción psicológica por el reloj. Según la hora que sea nos podemos permitir hacer unos u otras cosas. Aunque tengamos un sueño atroz, si miramos el reloj y vemos que es pronto aún para acostarnos, nos resistimos a hacerlo. Y al revés sucede a veces también: que cuanto más tarde vemos que es, más sueño nos parece padecer.

La medición del tiempo ha sido un producto básico para el progreso, procurando el desarrollo del hábito y de lo habitual. Aunque es tema de otra entrada, que importante es también para el mundo el establecimiento de hábitos y pautas para los procesos. Pero como ya he dicho, eso será otro día.

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