28 diciembre 2011

Lo que la Lengua es para el Ser Humano

La lengua no es la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo.
Miguel de Unamuno

El otro día en una de estas conversaciones que se mantienen durante las comidas navideñas, plantearon la siguiente pregunta: ¿qué diferencia al ser humano de los animales? La pregunta no tiene una respuesta, sino más bien es una de esas preguntas retóricas que obligan a uno a agudizar la mente, a afinar en el razonamiento sin llegar a una conclusión clara.

Consciente, por tanto, de que no puedo hallar ninguna respuesta clara y que son tenidos todos los animales en cuenta a la vez, se puede concluir lo siguiente: la suma de todas esas habilidades, presentes en algunos animales pero en ninguno todas a la vez, es un rasgo característico del ser humano: el andar erguido, el uso de las manos, la sociabilización, etc. Además, todos estos rasgos están mucho más depurados en el ser humano que en los animales, sean éstos los que sean.

No obstante, para mí sí hay un rasgo claramente diferenciador con respecto a los animales: el lenguaje. No me refiero a sistemas de comunicación entre seres ni a códigos de transmisión de información, me refiero al lenguaje. Lenguaje como capacidad de abstracción, de representación del mundo mediante símbolos, al simbolismo que hay detrás de las palabras, a las matizaciones, al orden que supone en la mente del ser humano poder nombrar las cosas, y de la misma manera, poder transmitir esa información a otros de manera clara, concisa y diferenciada.

Muchas veces tenemos incluso en nuestra cabeza pensamientos rondando, sin concreción. Son más bien sentimientos, sensaciones. Sabemos a qué nos referimos, sabemos lo que queremos decir, pero no podemos ponerlos nítidos ni claros hasta que no pasa por el filtro de la lengua, por el filtro de las palabras. Es entonces cuando tiene realmente significado, cuando se puede expresar, cuando se puede pensar claramente y no como una nebulosa de sensaciones, sentimientos y pensamientos.

¿Se puede pensar sin palabras? Seguramente se pueda, pero estoy convencido de que el pensamiento no puede articularse igual sin la lengua. La lengua es la herramienta del pensamiento, al igual que las matemáticas de la ciencia. Conocer y dominar una lengua es imprescindible para poder articular correctamente el pensamiento. La lengua nos ayuda a definir, precisar, ordenar y relacionar conceptos, a moldear el pensamiento.

Tal vez no seamos conscientes de la lengua y es por ello por lo que no incidimos lo suficiente en el sistema educativo sobre ella. Vemos la asignatura como un compendio de cosas inútiles: la gramática, sintaxis ortografía, cosas prescindibles en nuestra vida diaria. Pero lo cierto es que, repitiendo lo que vengo diciendo, el conocimiento de la lengua hace más poderoso nuestro pensamiento.

Volviendo al inicio del mensaje, es el que la lengua nos permite describir y articular lo que nos ha permitido, de la misma manera, inventar sistemas fundamentales en el ser humano: la filosofía, el derecho, la política, etc. Todo ello ha sido creado a partir de la lengua, a partir de la definición de conceptos, del raciocinio que dan las palabras, de los matices. Lo humano, las humanidades, las letras, se han construido a partir del lenguaje, porque el pensamiento se construye a través de él. La lengua es para las humanidades lo que las matemáticas son para las ciencias.

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08 diciembre 2011

Legitimidad y Negociación con ETA

La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los cuales fue fundado.
Montesquieu

Negociar o no negociar con ETA ha sido uno de los dilemas a los que han debido enfrentarse los últimos Gobiernos. Se trata del mismo dilema al que ha sido sometida la sociedad que, una vez más, ha encontrado en este debate un motivo de división y fractura. Cuando parecía claro (atendiendo a los pactos antiterroristas, manifestaciones y manifiestos conjuntos por parte de los partidos que representan a la mayoría de la sociedad, etc.) que habíamos acordado el cómo acabar con ETA, la mitad del pacto antiterrorista consideró que el fin de la banda podría llegar sin contar con la otra parte.

El Partido Socialista abanderado por Rodríguez Zapatero consideró cambiar unilateralmente los principios que hasta ahora habían regido en la lucha contra ETA (ahogo económico, acciones policiales, aislamiento de presos, etc.) por otros con más “talante” (negociaciones secretas, consideración de ETA como interlocutor, cese de detenciones, acercamiento de presos, etc.). Una vez decidido este cambio, se puso en marcha el sector mediático que lo respalda (o al menos respaldaba) y comenzó la ardua tarea de intento de legitimación de una negociación, a mi entender, infame, con el resultado de una nueva confrontación y disputa entre españoles demócratas discutiendo si se ha o no de negociar con terroristas, si acabar con ETA es más importante que la contraprestación a obtener. O lo que es lo mismo, si el fin justica los medios.

Yendo más allá de cuestiones electoralistas y partidistas, ¿qué supone una negociación con terroristas? La idea principal es que considerar a los terroristas a un mismo nivel de negociación es una manera implícita de legitimar el terrorismo: si a través de asesinatos, extorsión, coacción, secuestros y otros tantos delitos uno puede sentarse con el Gobierno de la nación a hablar “de tú a tú”, indirectamente estamos reconociendo que esos métodos son legítimos como medios de reivindicación de una serie de políticas o acciones por parte de los Gobiernos. Tratar como interlocutor válido a quien no sólo carece de legitimidad, sino que además tiene a su espalda innumerables crímenes contra la libertad y la democracia no es aceptable.

No se trata de cerrarse en banda en contra de una negociación, pero sí de dejar clara la diferencia de legitimidad, de representatividad y de principios y valores que impulsan a unos y otros, siendo imposible tratar a ambos interlocutores a un mismo nivel. Para que un gobierno se preste a negociar ha debido de definir antes una serie de puntos innegociables: la entrega definitiva de las armas por parte de los terroristas; garantizar que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado seguirán realizando su actividad normal; el juicio y la condena a todo aquel que haya cometido un delito; y una petición expresa de perdón a las víctimas del terrorismo y al conjunto de la sociedad española por los daños causados. Sin partir de estos principios claros, la negociación se desvirtúa.

Y así ha sido en buena parte: Otegui ha sido considerado “hombre de paz”, se han acercado presos a cárceles del País Vasco, se ha permitido la introducción en las instituciones a un partido político que no condena abiertamente la violencia, etc.

El pueblo español debe mantenerse unido en la lucha contra el terrorismo. Si no seguimos defendiendo los valores del Estado Democrático y de Derecho, el dolor y el sufrimiento de las víctimas y del conjunto de la sociedad española habrán sido baldíos. España debe seguir afirmándose en sus valores y principios. El terrorismo no es un medio legítimo y por ello no debe ser tratado como tal. El cese de ETA es deseado por todos, pero no a cualquier precio. Sabemos ahora, gracias a publicaciones recientes en diarios, que el Gobierno ha mentido a la ciudadanía y que continuó negociando después del atentado de la T4. También hay un proceso abierto por presunta colaboración con banda armada: el famoso caso del bar Faisán. En definitiva, hay una serie de elementos que confirman que el Gobierno no ha actuado con los mecanismos e instrumentos que la democracia facilita. No es reprochable que un gobierno intente acabar con ETA. Lo que sí puede serlo es el precio a pagar por ello.

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