12 diciembre 2010

Libertad de reunión

Tras haber visto un vídeo en Youtube (http://www.youtube.com/watch?v=EO1nlpoOhUo) y contemplar como un Policía Local de la Ciudad de Granada expresa, textualmente, que “No sé permite la concentración de personas en espacios públicos”, me surgen algunas cuestiones sobre la democracia, la Constitución y la libertad en España:


1. ¿Cómo puede, en caso de que lo que diga el Policía es cierto y esté reflejada en un Ordenanza Municipal, ir una ley Municipal en contra de la Constitución de un país?
2. ¿Quién controla las Ordenanzas Municipales de los Ayuntamientos?
3. ¿Quién protege los derechos Fundamentales (en este caso el artículo 21) de los ciudadanos ante estos abusos?
4. ¿Qué mecanismo tiene el ciudadano para denunciar y abolir estas Ordenanzas Municipales?
5. ¿Es el “Orden Público” prioritario a la Libertad de los Ciudadanos?
6. ¿Cómo se compensa a los ciudadanos que se han visto perjudicados por esta Ordenanza Municipal en el caso de que algún día se demostrara la inconstitucionalidad de la misma?
7. ¿Por qué el acceso al Constitucional es tan restringido?
8. ¿Son los Ayuntamientos pequeñas dictaduras?
9. ¿Pasa igual con las Autonomías?
10. ¿Alguien controla la constitucionalidad de las Administraciones Públicas Menores?
11. ¿A alguien le importa que esto se controle?

Como epílogo dejo el artículo 21 de la Constitución Española de 1978.

Artículo 21

1. Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa.

2. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que solo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes.

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02 diciembre 2010

Realidad Sobrevenida

Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único.
Agatha Christie

Hay veces en las que la realidad nos parece un sueño y, viceversa, los sueños reales. La percepción que tenemos de ambas cosas puede parecer totalmente reales y cuesta discernir entre lo existente y lo ficticio. Muchos de los grandes “shocks” que sufren las personas tardan un tiempo en asimilarse, no son concebidos y aceptados instantáneamente aunque los sentidos y la razón nos lo indiquen así.

Aparte de la sensación de un suceso es necesaria la creación de la idea mental de ese suceso. Sin esa representación abstracta en nuestra cabeza no se completa el conocimiento, al menos, no se toma ese hecho como algo real, como a tener en cuenta en el razonamiento, como algo sobre lo que inferir nuevo conocimiento o como dato a tener en cuenta para generarlo.

La asimilación puede llegar a ser un proceso lento si no encaja del todo bien con la lógica de nuestro mundo y de nuestros hábitos. La muerte de una persona cercana, por ejemplo, puede llevar tiempo a asimilarse y mientras se asimila, queda en nuestra cabeza como algo que ha sucedido, algo que sabemos, pero no llega a ser real. Queda en el proceso cubierta de una fina neblina.

Este mismo proceso ralentizado de aceptación de los hechos puede darse también en otros eventos no tan traumáticos. Por ejemplo, en la pérdida de la amistad. Si nos paramos a pensar, la amistad no se pierde instantáneamente, no es de un día a otro, no es de la noche a la mañana. Alguien no deja de ser amigo de otro instantáneamente. Es un proceso lento e invisible.

Y como adelanté antes, no tiene por qué ser fácilmente asimilable, porque sencillamente cambia la lógica de nuestro mundo. No es fácil renunciar a una amistad, sobre todo si ésta se ha prolongado durante muchos años. Y es en ese momento cuando se enfrentan la voluntad y la realidad, la negación de un hecho a través de la voluntad de que no pase. Pero no siempre la voluntad es capaz de cambiar la realidad, máxime cuando son dos las voluntades necesarias.

El tema de la amistad era tan sólo un ejemplo. También sé que hay lazos entre las personas que jamás se rompen por mucho que tiempo los oxide. Lo que quiero concluir con el ejemplo es que a veces la realidad nos sorprende, nos cambia, se modifica y nuestra lógica se niega a asimilar esos cambios. Aparece en nosotros el lado conservador, el lado nostálgico, la añoranza más profunda.

Pero como sucede con los sueños, por muy agradables que hayan sido éstos, son en su gran parte irreales.

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09 noviembre 2010

Dolor, Superficie y Moral

Llamamos peligrosos a los que poseen un espíritu contrario al nuestro, e inmorales a los que no profesan nuestra moral.
Anatole France

Realmente en los tiempos que corren se hace difícil la defensa del toreo y de los toros. Se hace difícil, entre otras cosas, porque la argumentación y el debate no transcienden más allá de la sangre que el animal derrama y de la bestia que finalmente yace muerta en la arena.

Sacado fuera del contexto, fuera de toda la nobleza que encierra el toreo, alejado de todas la tradición que recoge y de más de los dos mil años de historia y evolución que culminan con una corrida actual de toros, el espectáculo puede ser desagradable, igual que tal vez podría parecer (de nuevo fuera de contexto) la veneración pública de la imagen de un hombre clavado en un instrumento de tortura, sangrando por el costado (a la Semana Santa, me refiero).

Pero es que si nos quedamos en el dedo que señala en vez de girarnos hacia donde indica, es imposible comprender nada. Difícilmente comprensible puede ser algo a lo que somos ajenos. ¿Se entienden acaso el ayuno o las mortificaciones hoy como elementos de purificación del cuerpo?

Y sin embargo nos reímos (algunos por fuera, otros por dentro) de todo aquello que supone un sacrificio ante lo sobrenatural, la renuncia de los placeres o cualquier otro rito que implique la lucha entre lo intangible y lo corpóreo. Despreciamos, como digo, lo que no comprendemos.

Tal vez no sea yo el más indicado para explicar las razones y simbologías del toreo (aunque sí que existe una magnífica obra de José María de Cossío que puede ilustrar a algún interesado); pero que sí que descubro entre tanta “protección de los derechos de los animales” una forma más de imponer una moral, un pensamiento, una ideología, unos valores, unos principios o simplemente una forma de entender la vida. Se impone la moral del que no ha aprendido, ni quiere aprender a sufrir, sobre el que asume el dolor y la injusticia como una parte más de la vida.

Miremos por ejemplo a algunos activistas ecológicos. Refugiados en la defensa de los animales, bajo la bandera de la protección animal, son incluso capaces de herir gravemente a personas. ¿Cómo se entiende que una persona pueda herir de muerte o matar a otra por la defensa de un animal? ¿Es que llegan a estar por encima los animales que las personas? ¿O es que más bien se trata de la imposición de una moral bajo el falso pretexto de la defensa animal?

O para reflejar la superficialidad de otros, ¿por qué pueden comer cerdo o pollo y son incapaces de comer ciervo o caballo? ¿Es que los ciervos son animales de primera y los cerdos de segunda? ¿O no será más bien que es la imagen, la personificación, la superficialidad lo que realmente importa? ¿Acaso no son todos animales?

Pareciera que ni en las granjas ni en los mataderos se maltrataran animales, que allí les pidieran por favor que murieran, y si es posible, que se desangraran solos también para evitar así la impresión de la sangre.

Vivimos en una sociedad y en una cultura en la que no se enseña a sufrir, en la que todo se da regalado y en la que nada cuesta nada. Una sociedad en la que no se suspende a los niños para no contrariarlos, en las que el dolor, la muerte o el sacrificio son palabras tabú. Hemos creado una falsa sensación de seguridad, de comodidad y de facilidad para engañarnos a nosotros mismos. Pero la realidad es bien distinta. La vida a veces puede ser tremendamente dura. Muchos quedan sorprendidos y traumatizados cuando la descubren. Vivimos en la época de las depresiones porque nadie nunca nos ha enseñado a encajar el dolor. Pero el dolor es parte inherente de la vida, y tarde o temprano nos encontraremos con él.

El no al toreo es una parte más de la ultrasensibilidad y superficialidad de los tiempos que corren. Es paradójico que quienes protestan por la muerte animal lo hacen vestidos con ropas hechas por niños-esclavos. Pero la esclavitud en China no se ve, y por lo tanto, no importa.

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26 octubre 2010

Lo que Realmente Importa

La política es la conducción de los asuntos públicos para el provecho de los particulares.
Ambrose Bierce

Debería haberme ya acostumbrado a este tipo de cosas, pero el caso es que no llego a hacerlo. Aunque me pille un poco lejos el meollo de la cuestión, Internet hace posible que pueda leer la prensa española todos los días e incluso escuchar la radio, por lo que mi información es casi la misma que si estuviera allí. Tal vez lo único que difiera es el runrún de la calle, que no alcanzo a oírlo.

Todo esto viene al caso de las últimas declaraciones del señor alcalde de Valladolid. De repente, después de todo lo que estamos acostumbrados a ver y a oír, la cuestión primera de la actualidad española es que el mencionado alcalde se mofe de los “morritos” de la señora Ministra de Sanidad. A nadie le cabe duda de que su actuación no fue lo que se puede denominar correcta, pero ¿es para tanto?

Realmente no. Realmente son unas declaraciones como otras tantas se hacen a lo largo de los días y de los tiempos, y más en política; pero el momento es sin duda el más apropiado. Me sorprende que a menos de una semana de la remodelación del Gobierno no se traten los temas de cómo de buenos o malos son o serán los nuevos ministros, de cómo de bien o mal está el país (con este “magnífico” veinte por ciento de paro, decrecimiento económica, la deflación siempre acechando, etc. ), sino que toda la actualidad política, todos los centros de las tertulias y las noticias de los periódicos es si la Ministra de Cultura saluda o no al Alcalde de Valladolid o si Rajoy, según el señor Blanco, es igual de “machista” por no condenar al señor León de la Riva.

Y así se nos van los días en la política española: hablando de cosas que realmente no son importante, no son trascendentes, salvo para uno o para dos (en este caso la señora Ministra y el Señor Alcalde). Y el Gobierno, encantado de que no se hable de su pésima gestión, nos saca a la palestra día tras día sandeces acerca de declaraciones que no tienen ninguna utilidad ni nada ayudan o perjudican al país. Son netamente vacías. Venga sacar humo para esconderse detrás.

Lo que me cuesta más comprender es cómo los medios de comunicación van detrás de estas pamplinas y cómo la bola de nieve crece por momentos. Quizás sea porque nosotros, los ciudadanos, les damos cancha. Parece que en esta España de rojos y azules cualquier excusa es buena para lanzar un dardo al adversario político, aunque el país esté al borde la zozobra. Lo importante es que ellos se hundan antes que nosotros, pensamos, incapaces de darnos cuenta de que todos vamos en el mismo barco.

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16 octubre 2010

Eslovenia

Hay mucha diferencia entre viajar para ver países y para ver pueblos.
Jean Jacques Rousseau

Aprovechando mi estancia por aquí, hablaré un poco de mi parecer acerca de Eslovenia. Mi primera impresión fue que me encontraba en un país completamente diferente, probablemente al ser incapaz de leer nada en esloveno. Pensé que sería un país donde el único elemento común sería la moneda y tal vez cierta parte de historia compartida a través de los romanos. Pero lo cierto es que hay bastantes similitudes entre ellos y nosotros.

Eslovenia, según he podido apreciar en esta semana aquí, se encuentra influida por Italia y Austria (aparte, por supuesto, del resto de países balcánicos). La parte del sur, la parte costera, recuerda un poco a la costa italiana del norte. Por supuesto la internacionalización de la gastronomía italiana es aquí también un hecho: pizza, pasta, etc. Aunque este fenómeno ocurra también en el resto del mundo.

Al norte Eslovenia se encuentra con los Alpes y limita con Austria. La gastronomía del norte de Eslovenia, según pude saber, es similar a la alemana y austriaca: sopas y carne, principalmente de vacuno. Una vez probé un plato típico de la zona (cuyo nombre soy incapaz de reproducir) les di la razón. Recuerda a las comidas de Austria y Alemania, con su carne dura y sus salsas, además de sus guarniciones de pasta de harina de maíz.

Una vez uno se familiariza con la lengua es capaz de descubrir ciertas palabras similares, de la misma raíz. Por ejemplo restaurante, sándwich, probar, etc. son ciertamente parecidas a las latinas/inglesas. Como curiosidad acerca de la lengua podría comentar que ellos tienen un número gramatical que en España no tenemos. Ellos distinguen en la primera persona entre “yo”, “nosotros dos” y “nosotros” (más de dos). Respecto a los tiempos verbales creo que ellos manejan bastante menos que los que hablamos una lengua romance. Todo esto lo averigüé después de una difícil charla con un esloveno acerca de las lenguas.

Sobre el paisaje puedo decir que es muy boscoso, montañoso y verde. Hay muchos árboles por todos lados. Si uno coge la autovía no los pierde de vista salvo cuando llega a la costa. No es un país muy grande, pero hay diversidad dentro de él. Son abundantes los lagos y cuanto más al norte nos dirigimos, más montañosa se hace la orografía.

También me llamó la atención que todo el mundo habla inglés. Pero no un inglés patatero, un buen inglés. Incluso los niños (conocí a uno) son capaces de comprender el inglés, aunque su dicción no es tan bueno. Ellos lo justifican diciendo que si quieren comunicarse con el resto del mundo han de aprender inglés. Si no, han de limitarse a Eslovenia, ya que las lenguas de los países balcánicos (Croacia, Serbia, Macedonia, etc.) son bastante diferentes.

No sé si me he dejado algo interesante. En cualquier caso, si así hubiera sido, volveré a escribir. Como resumen, creo que está bien.

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30 septiembre 2010

Cuarto cumpleaños

Al borde de cumplir 4 años de años de blog, se presenta un dilema: seguir o no seguir...

Un día de estos comentaré mis reflexiones desde el extranjero, que no son pocas And here is the rest of it.
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07 septiembre 2010

La Primera Vez

La novedad atrae la atención y aún el respeto, pero la costumbre lo hace desaparecer pronto; apenas nos dignaríamos a mirar el arco iris si éste permaneciese por mucho tiempo en el horizonte.
Berthold Auerbach

Es curiosa la admiración que provoca en el ser humano la primera vez que se realiza algo. El primer día de colegio, de universidad, el primer beso, el primer examen, la primera comunión, el primer día del año, etc. La novedad siempre lleva consigo un halo de misterio que encandila al protagonista. ¿Por qué esta predilección por la primera vez?

La especie humana necesita siempre algo de refresco dentro de la rutina. Además, últimamente, las vivencias no se miden al nivel personal, sino que parece que existe un ranking de vivencias que son socialmente evaluadas según lo intrépido que parezca el hito. Un ejemplo claro lo vemos en los viajes. Seguramente todo el mundo tenga un amigo que haya visitado una ciudad y no tenga ni la más remota idea de qué ha visto. Y sin embargo, orgulloso enseña su foto y piensa para sí “yo estuve allí”.

Y es que la vida pareciera que se mide por lo que uno hace, por la cantidad de cosas que hace y por lo anormales o exóticas que estas sean. Miramos los números, analizamos las estadísticas, lo hacemos de manera cuantitativa. Cuántos. Dejamos de lado, por ende, la vivencia en sí. La vivencia actual se ha convertido en un recuerdo. Es decir, el recuerdo es lo que realmente supone la vivencia. La idealización de la vivencia es lo que realmente satisface a las personas.

Volviendo a la primera vez, y más allá de las modas viajeras (con su doble sentido), la novedad y el misterio son algo por lo que siempre ha sentido predilección el hombre. Lo incierto será siempre para la especie humana mucho más atractivo que lo cierto. Por eso, cuando uno hace algo por primera vez lo recuerda como la victoria sobre lo incierto, el paso de lo incierto a lo cierto. El recuerdo a la primera vez se constituye, por tanto, como un homenaje en nuestra mente a la novedad.

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31 agosto 2010

El Comienzo Como Idealización

Todo comienzo tiene su encanto.
Johann Wolfgang Goethe

Siempre tiene que haber un principio. Es inseparable del acto de inicio de cualquier actividad, y sobre todo de aquellas que se prevén duraderas en el tiempo, un acto de comienzo, un punto de partida, un pistoletazo de salida. Antes de que llegue esa salida debe existir una concienciación previa, una meditación más o menos profunda acerca de la actividad que vamos a desempeñar, con la intención de tomar impulso y ser lo suficientemente fuertes como para no abandonar este nuevo proyecto a la vuelta de la esquina.

El comienzo no es sino una parte más del orden que queremos establecer con nosotros. Tendemos a ordenar. Necesitamos ordenar. Todo lo que carece de orden es difícil de analizar y explicar. El orden es una herramienta para predecir el futuro. Creamos reglas lógicas que se suceden en el tiempo con la finalidad de poder saber qué ocurrirá al cabo de una porción de tiempo.

El empezar algo, paradójicamente, no suele ser nuevo. No suele ser uno el número de intentos de adelgazar, llevar el estudio al día, seguir con atención la liga de fútbol, estar al tanto de las noticias, o incluso, de escribir un blog y actualizarlo con relativa frecuencia.

Forma parte de la esencia humana el desgaste de lo habitual. El curso académico, o el trabajo después de las vacaciones, suele afrontarse con ciertas ganas de hacerlo bien. Nos sentimos con fuerzas e ilusión. Es como al comenzar la carrera, creemos que somos capaces de hacerla entera en sprint. Por mucho tiempo que nos exijamos correr, nunca nos parece demasiado. Igual pasa con el trabajo. Al comienzo de un nuevo ciclo, la idealización nos obliga a creer que nos mantendremos fuertes durante todo el año y nunca se tienen en cuenta los desgastes que poco a poco se van produciendo por el mero paso del tiempo y la repetición sistemática de una misma actividad.

Empezar de nuevo es la forma que tenemos los humanos de darnos otra oportunidad, de intentar conseguir la idealización, de alcanzar un sueño o menta. Curiosamente, como en tantas otras facetas de la vida, de poco sirve la experiencia del fracaso. Somos, o queremos ser, ignorantes a todo lo que ha ocurrido con anterioridad. Nos sentimos diferentes. Queremos ser diferentes.

Es la continua búsqueda del yo perfecto/idealizado la que nos hace empezar una y otra vez de nuevo.

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18 agosto 2010

La Insumisión Catalana

La salud del pueblo está en la supremacía de la ley.
Marco Tulio Cicerón

Que España no es el país modelo de la democracia es algo que ya sabíamos, pero que se consientan declaraciones por parte de un consejero de un autonomía como las del señor Huguet, y que esa persona siga formando parte del entramado institucional de un país no tiene cabida en ningún país que aspire a ser un Estado de Derecho.

El señor Huguet no ha dicho ni más ni menos que lo siguiente: “la única forma de no volver atrás y de que la convivencia no se rompa, es incumplir sistemáticamente cualquier sentencia de estas [Sentencias del Tribunal Constitucional]”. ¿Cómo es posible que un Estado, o una parte del mismo (en este caso una Comunidad Autónoma) puede hacer pública y sin consecuencia política ninguna la insumisión a uno de los tres poderes del Estado?

Desde luego, si este fuera un país serio, democrático y de Derecho; el Presidente de la Generalidad catalana hubiera cesado a este consejero. Y si éste no lo hubiera hecho, el Gobierno central tendría que haber actuado de alguna de las maneras, en último extremo, suspendiendo la autonomía. El gobierno catalán, animado por la impunidad de sus declaraciones y hechos, mantiene continuamente una actitud de insumisión ante la Ley y el Estado. Cosa que no puede degenerar sino en más y mayores conflictos.

Si para acceder a la autonomía Cataluña aceptó la Constitución, que esta aceptación y asimilación sea en todo su articulado. El artículo 153 de la Constitución dice claramente, en su apartado a), que el control de la actividad de los órganos de las Comunidades Autónomas se ejercerá por el Tribunal Constitucional. Si Cataluña no acepta este punto, tampoco es aceptable su autonomía.

No pueden modificarse los acuerdos de manera unilateral, ni se puede elegir qué parte de los pactos se cumplen y cuáles no. Si Cataluña optó por la autonomía, que asuma todas las condiciones, y la primera y más importante de ellas fue el acatamiento de la Constitución.

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12 julio 2010

Sentimiento Nacional

Está bien conseguir que tu país te admire, pero es mucho mejor que el mundo admire tu país
Pau Gasol

El 11 de julio de 2010 será un día siempre recordado en España. Por fin, tras las incontables decepciones en campeonatos del mundo, España ha conseguido subir a lo más alto del cajón y levantar la copa hasta el cielo. Copa, por cierto, sufrida y merecida.

Sigo todavía fascinado por cómo un deporte ha conseguido unir el sentimiento de un país. Absolutamente todo un país se sintió ayer español. Toda España cantaba ayer a los cuatro vientos que era española. Hubo un orgullo patrio, un sufrimiento común y una gloria que nos pertenece a todos.

Ayer, por fin, se podían sacar banderas a la calle, cantar sin complejo “yo soy español” y gritar el nombre de tu país, con todas las letras, con todas tus fuerzas. Pude comprobar cómo ayer, cómo hoy, toda España tiene un sentimiento de pertenencia a un mismo país. Como todos los españoles se sienten partícipes del triunfo de nuestra selección de fútbol. Hoy somos todos españoles. Hoy todos ondeamos la misma bandera.

Quien haya visto la película “Invictus” sabrá el poder que tiene el deporte para unir a personas. La competición genera sentimientos comunes a todas las personas que son afines a un mismo objetivo, a un mismo equipo. Hoy el fútbol ha conseguido hacer sentirse españoles a todos ellos.

Ya sólo nos queda aprovechar este tirón unificador español para extrapolarlo a otros ámbitos del país. Seamos país no sólo para el deporte, sino también para la política, la cultura, la economía y la prosperidad. Seamos españoles sin complejos. Un todo compuesto por diferentes partes. Que, también en política, los árboles no nos impidan ver el bosque.

Hoy, tal vez más que nunca, estoy orgulloso de ser español. ¡Viva España!

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03 julio 2010

La Falacia del Lenguaje No Sexista

Pero si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento.
George Orwell

Consciente del tiempo que llevo sin escribir aquí, al igual que consciente de que hay personas que siguen entrando y comentando, dejo un artículo publicado en La Voz Digital sobre el llamado “lenguaje sexista”. Espero este verano retomar el tiempo perdido por aquí, que ganas tengo. Os dejo el artículo:

Una entre tantas otras naderías que un ciudadano español de comienzos del XXI tiene que soportar es el empeño constante que los adalides de la corrección política ponen para que todos empleemos un «lenguaje no sexista». El esfuerzo es irritante no sólo por el tiempo y el dinero dedicado a la gestación y aprobación de guías, normativas, manuales o cursos, ni por las toneladas de impresos administrativos que han de ser desechados y reeditados, sino, sobre todo, porque se sustenta en un presupuesto falso: en el hecho de que el lenguaje pueda ser sexista y responda al afán dominador de un sexo sobre otro. Filológicamente esto está tan claro que el fomento de una práctica tan escasamente fundada sólo puede deberse a ignorancia supina, o al deliberado intento de usar el lenguaje como arma política.

Respecto a lo primero, la ignorancia, no seré yo quien dude de la capacidad de nuestros gestores públicos para emprender este atropello y otros peores. No obstante, parece razonable esperar que en cada ministerio, consejería, concejalía, etc., haya al menos algún asesor ilustrado capaz de informar a quien corresponda de que una cosa es el sexo y otra el género gramatical, y que ambas no están necesariamente ligadas, ni en nuestro idioma ni en ningún otro de nuestro entorno cultural. De ahí que no pueda sostenerse que el uso predominante que algunas lenguas como la nuestra hacen del género masculino sea la consecuencia de una voluntad de dominación sobre la mujer, sino más bien de los vericuetos caprichosos por los que evolucionan las hablas humanas, que hacen, por ejemplo, que gato sea femenino en alemán y masculino en español. La atribución del género gramatical no ha seguido por lo general reglas lógicas, y unas veces el género y el sexo biológico coinciden y otras no. Esto se ha dicho en tantas ocasiones y foros tan autorizados que da pereza repetirlo, pero a veces no queda más remedio, dada la avalancha de simplezas con que se nos bombardea a diario.

Sin embargo, la presencia de asesores en los órganos de decisión política, a veces en número excesivo, me lleva a pensar que el origen del dislate se debe más bien a la ambición de usar el lenguaje como medio de hacer política subliminal. Este empeño, por otra parte, no es nuevo. Ya Orwell apuntó en su premonitoria 1984 que el Gran Hermano impondrá una neolengua con la pretensión de dominar el pensamiento de los ciudadanos y hacer inviable la crítica y la oposición política.

Pero no hace falta recurrir a la ficción. Ejemplos históricos reales muestran cómo una y otra vez algunos gobernantes han hecho un uso político de la lengua. Un caso paradigmático, en los años treinta del siglo pasado, es el que protagonizó Mussolini intentando cambiar las formas de tratamiento del italiano.

El italiano, como el español, ha desarrollado unas formas pronominales de tratamiento: en singular, la forma común de tratamiento, válida para los dos géneros, es «lei», pronombre femenino de la tercera persona del singular. Así, por ejemplo, sea en referencia a un varón o a una mujer, se dice «Lei parla troppo» (usted habla demasiado). Y, en el lenguaje más burocrático, por sus características formalistas, es frecuente la utilización del pronombre «Ell», tanto para el masculino como para el femenino. Esta manera de referirse respetuosamente a los demás data, al parecer, del siglo XV y se impuso, pásmense, por influencia española (¿recuerdan el «vuestra merced»?). Pues bien, Mussolini, considerando poco viril el uso de esa forma de tratamiento entre los descendientes de los conquistadores romanos, quiso imponer el uso del «voi», en masculino. Pero el capo Benito no tuvo éxito, porque la gente en Italia ha seguido usando el femenino para tratar de «usted».

Es de esperar que los actuales intentos de manipulación política del lenguaje no prosperen. Por descontado que existen aún situaciones de discriminación por razón del sexo de las personas, pero necesitan más coraje político y menos varitas mágicas del lenguaje para hacer ver que avanzamos. La realidad es como es, cualquiera que sea la forma con que la denominemos. Lo que hace falta son mecanismos de acción política real, no de perversión del lenguaje. Pretender que se fomenta la igualdad entre los sexos por el uso de un lenguaje políticamente correcto es como creerse que se combate el calor por llamarlo frío. Es evidente que hay mujeres maltratadas, que las tareas del hogar no se reparten aún equitativamente entre los cónyuges, o que con frecuencia se retribuye a la mujer peor que a sus colegas masculinos; estos y otros problemas deben abordarse con la máxima seriedad, pero sin engaños y sabiendo que en modo alguno se atenúan porque usemos el «todos y todas», en lugar del correcto «todos».


De todas formas, existe una razón aun más poderosa para augurar que este disparate no tendrá éxito: el lenguaje tiende a la economía. Es un comportamiento humano que se repite y responde a nuestra capacidad lógica y práctica. En el ejemplo anterior, el clásico «vuestra merced» de nuestros tatarabuelos evolucionó al «usted», y no por impulso de ningún ministro con ínfulas progresistas, sino simplemente porque era más corto, rápido y fácil de decir. Por eso, confío en que no dure mucho la moda sumisa a estos dictados políticos. En mi caso, para obligarme a decir todos y todas a cada paso tendrán que mandarme a la guardia civil que, fíjense, es femenino.

Juan Luis Pulido Begines | Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Cádiz

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20 abril 2010

Pérdidas y Voluntad


En algún lugar del alma se extienden los desiertos de la pérdida, del dolor fermentado; oscuros páramos agazapados tras los parajes de los días.
Sealtiel Alatriste

Andamos en ocasiones condicionados por un miedo a una pérdida. No se sabe muy bien a qué perdida concreta tenemos, lo que si queda claro, es que, como bien decían en la película, sólo cuando todo está perdido somos libres para actuar. Y es que realmente nuestra voluntad no es tan libre como pretende, o como al menos cree serlo.

Millones son los obstáculos y “peros” que afectan a nuestra voluntad y libertad. Lo que pasa, es que mientras no somos conscientes, mientras el hilo de la dependencia no aprieta y no se muestra visible, tampoco nos incomoda. Es como la desgracia, que mientras no la vemos, tampoco nos molesta.

Algo así pasa con las pérdidas. La pérdida de algo provoca en nosotros un retorno a la conciencia de aquello que permanecía olvidado. Y no es tan sólo un retorno de un recuerdo, sino que además es una advertencia, un subrayado de que aquello que hemos perdido no volverá a ser nuestro.

Podemos ver el ejemplo de la persona que muere y que llevábamos sin ver y sin mantener contacto unos veinte años con ella. Es inevitable sentir cierta lástima, aunque el contacto se haya deteriorado, pero la consciencia de que no podremos volver a mantener una conversación con esa persona, aunque no lo hayamos hecho en una cantidad dilatada de tiempo, nos conmueve y acongoja.

Y es que no consiste sólo en la pertenencia fáctica de un objeto. Se trata de la posibilidad de hacer uso de él. Aunque un libro no lo hayamos consultado en años, si se rompe o lo tiramos, sentimos cierta lástima por él, porque perdemos la capacidad de su uso.

Es, en definitiva, la oposición a la voluntad lo que nos afecta, el acotamiento de libertad. Nos aflige que no podamos hacer uso de algo, o mantener contacto con alguien, cuando queramos, que perdamos esa posibilidad. Es esa capacidad de posesión o de uso la que teje el hilo de la dependencia, más que la posesión o el uso en sí. Y es por eso que sentimos tanto las pérdidas, porque consideramos que nuestras posibilidades desaparecen, que en cierta manera, nuestra voluntad se ve afectada.

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19 abril 2010

Desconfianza


¿Qué soledad es más solitaria que la desconfianza?
George Eliot

Cuando uno desconfía del sistema, de una persona o de un grupo, ¿por qué lo hace? Podríamos reflexionar y encontrar una serie de posibles razones, de entre las cuales no sería, ni mucho menos, fácil encontrar la certera, o al menos, la más aproximada. Seguramente, el error se encuentra en intentar buscar un único factor como solución, siendo más que probable que toda respuesta metafísica, psicológica o humana sea la suma, mezcla y división de varios de ellos.

Una de las razones que podrían justificar la desconfianza es un miedo hacia las consecuencias que el acto del que tenemos miedo/desconfianza puede ocasionarnos. Así, por ejemplo, al ser (o al menos al creer) menos probable un atraco durante el día que durante la noche, paseamos con más confianza durante el día que durante la noche. Sentimos cierta desconfianza a andar por callejuelas por la noche, no por la oscuridad en sí, si no por lo que pueda esconder en sus entrañas.

La desconfianza, esta vez orientada más sobre las personas, puede darse cuando creemos a la persona (o al grupo, o al sistema) capaz de hacer aquello que nosotros haríamos. Sería algo así como el refrán apuntaba: se cree el ladrón que todos son de su condición. Desconfiamos de personas que creemos capaz de causarnos algún perjuicio, cuando realmente, esa capacidad no la vemos sino en nosotros mismos.

También confiamos sobre algunas personas la capacidad de la locura o de la extravagancia. Es decir, a veces desconfiamos de una persona (de nuevo, o grupo o sistema) porque consideramos como probable aquello que es improbable. Le otorgamos más probabilidad de la que realmente tiene a cualquier tipo de arrebato de locura, ira, o cualquier otro sentimiento incontrolable. Vemos, en ocasiones, a personas capaces de cosas fuera de lo racional. Subestimamos o sobreestimamos (según se mire) a esa persona o conjunto de ellas.

Es propio de la desconfianza, asimismo, suponer que ese acto que no deseamos que suceda, nos parezca irreparable, insalvable. Podría tratarse de un menosprecio a uno mismo, de creer que nuestra voluntad no es suficiente para superar el imprevisto.

Lo cierto, como ya adelantaba, es que nada está claro respecto a estos temas. Muchos son los caminos por los que la desconfianza puede acudir, y ninguno ser del todo verdad, ni ninguno del todo falso. Difícil cura tiene la desconfianza, salvo el convencerse a sí mismo de que nada, absolutamente nada, es tan importante como para no ser jamás salvado o superado.

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14 marzo 2010

El Estudio del Ser Humano


El hombre es el más misterioso y el más desconcertante de los objetos descubiertos por la ciencia.
Ángel Ganivet

Una de las grandes polémicas dentro del ámbito del conocimiento es la denominación de ciencias a las “ciencias sociales”. Este tema lo he discutido aquí previamente, y en cualquier caso no repetiré mi opinión. No obstante, si quiero remarcar con esta entrada una de las diferencias entre unas y otras disciplinas que me parece esencial a la hora de otorgar la denominación o no de ciencia: la delimitación del objeto de estudio.

Muy genéricamente podemos dividir el estudio de las ciencias naturales y sociales por su objeto: mientras que las primeras parecen centrarse en aspectos relativos a la naturaleza y al orden natural, las segundas se centran en el comportamiento humano, en sus creaciones (arte, lengua, historia, etc.) y sus motivaciones (psicología, sociología, etc.).

Desde este punto, es fácil vislumbrar como las distintas disciplinas, estudios o ciencias pertenecientes al ámbito de la naturaleza son más fáciles de clasificar que las relativas al ser humano. Por ejemplo, entre la física y la química, aunque haya elementos en común, se puede establecer una diferencia clara. Igual sucede con la biología y la geología. Aunque ambas se refieran al estudio de lo natural, su objeto de estudio es claro y delimitado.

Por otro lado, con los estudios sobre el ser humano, se pretende establecer una metodología (científica, es decir, similar a la empleada para el estudio de la naturaleza) ante un objeto difuso, como es todo lo concerniente al ser humano.

El objeto de estudio de las ciencias sociales no es nada claro. No queda claro qué le corresponde, por ejemplo, a la política y qué al Derecho. Sí, podemos decir (simplificando mucho) que unos aplican las leyes y que otros las aplican. Pero, ¿no tiene la aplicación de las leyes, la intepretación, un componente político también? Igual de entremezcladas se encuentran las disciplinas de la historia con la economía, la política o la sociología. ¿No es acaso la historia el estudio de cada uno de estos a través del tiempo? ¿A quién le corresponde entonces estudiar la economía o la sociedad del siglo pasado?

Y es que al final resulta que todo estudio ligado al ser humano desde un ámbito concreto tiene una cantidad ingente de relaciones con otras disciplinas que también lo estudian. Intentar estudiar y comprender al ser humano desde una disciplina de las ciencias sociales aislada es absurdo, porque en el ser humano, y por tanto en las sociedades y en la historia, confluyen muchas disciplinas, muchas variables.

El estudio del ser humano no puede ser estudiado como lo es la naturaleza. Un politólogo no puede prescindir de la historia, ni un sociólogo de la psicología, ni un jurista de la política. No se puede comprender al ser humano en una única faceta: debe hacerse desde una conglomeración de todas, porque si no, el estudio será siempre incompleto.

Por eso, una de las características que tradicionalmente han tenido las ciencias naturales, que es su clara diferenciación y defensa de su objeto de estudio, no puede hacerse con el estudio del ser humano ni de sus construcciones (la sociedad, el lenguaje, etc.). El estudio de las humanidades ha de ser un todo que involucre la mayor cantidad de disciplinas posibles. Aquel que pretenda estudiarlo desde un punto de vista aislado y autónomo está condenado al sesgo y a la parcialidad.

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03 marzo 2010

Reflexiones Bélicas


Y era curioso observar cómo fraternizaban, amparándose unos a otros en el común peligro, sin recordar que el día anterior se mataban en horrenda lucha, más parecidos a fieras que a hombres
Benito Pérez Galdós

Dejo hoy en el blog una, en mi opinión, muy acertada reflexión de D. Benito Pérez Galdós sobre la guerra, extraída de los Episodios Nacionales, concretamente de Trafalgar. Cuando uno lee libros de hace siglo y medio y ve los mismos problemas y percepciones sobre el mundo se plantea si verdaderamente hemos evolucionado.

En nuestras lanchas iban españoles e ingleses, aunque era mayor el número de los primeros, y era curioso observar cómo fraternizaban, amparándose unos a otros en el común peligro, sin recordar que el día anterior se mataban en horrenda lucha, más parecidos a fieras que a hombres. Yo miraba a los ingleses, remando con tanta decisión como los nuestros; yo observaba en sus semblantes las mismas señales de terror o de esperanza, y, sobre todo, la expresión propia del santo sentimiento de humanidad y caridad, que era el móvil de unos y otros. Con estos pensamientos, decía para mí: «¿Para qué son las guerras, Dios mío? ¿Por qué estos hombres no han de ser amigos en todas las ocasiones de la vida como lo son en las de peligro? Esto que veo, ¿no prueba que todos los hombres son hermanos?».

Pero venía de improviso a cortar estas consideraciones, la idea de nacionalidad, aquel sistema de islas que yo había forjado, y entonces decía: «Pero ya: esto de que las islas han de querer quitarse unas a otras algún pedazo de tierra, lo echa todo a perder, y sin duda en todas ellas debe de haber hombres muy malos, que son los que arman las guerras para su provecho particular, bien porque son ambiciosos y quieren mandar, bien porque son avaros y anhelan ser ricos. Estos hombres malos son los que engañan a los demás, a todos estos infelices que van a pelear; y para que el engaño sea completo, les impulsan a odiar a otras naciones; siembran la discordia, fomentan la envidia, y aquí tienen ustedes el resultado. Yo estoy seguro -añadí-, de que esto no puede durar: apuesto doble contra sencillo a que dentro de poco los hombres de unas y otras islas se han de convencer de que hacen un gran disparate armando tan terribles guerras, y llegará un día en que se abrazarán, conviniendo todos en no formar más que una sola familia».

Benito Pérez Galdós. Trafalgar.

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16 febrero 2010

La Importancia del Sistema Educativo


Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres.
Pitágoras de Samos

Parece que por fin los líderes políticos de este país han tomado conciencia del estado del sistema educativo. Lo que no sabemos, y tampoco viene al caso en este escrito, es si este repentino interés proviene de su propia concienciación y sentido de estado, o bien porque el clamor popular lo reclama de manera insistente.

En cualquier caso, lo que se deduce de las últimas reformas educativas acaecidas en España es que la élite política queda considerablemente lejos de la realidad de los centros de enseñanza. Además, tienden a confundir “educación” con simple adquisición de conocimientos y habilidades (que podemos denominaremos educación directa), lo cual supone un punto central de la educación, desde luego, pero no el único.

La invención de asignaturas como tecnología (en su día), que fue desfigurándose hasta ser puramente marquetería y manualidades bajo un nombre de I+D+i; la famosa educación para la ciudadanía, la cual, según el libro de texto que se siga, puede convertirse en varias asignaturas diferentes y completamente contrapuestas; o la elección de filosofía o historia en las pruebas de acceso a la universidad, han sido algunos de los puntos centrales de las leyes orgánicas de educación de los últimos años. Puntos en su mayoría relativos al contenido, escaseando aquellos que tratan de la estructura y configuración del propio sistema educativo.

Cuando se está educando a una persona, no sólo se le está enseñando contenidos y conocimientos, sino que también enseñamos formas. Cuando se está inmerso en el sistema educativo estamos aprendiendo también, implícitamente, metodologías de trabajo, conductas sociales y pautas de comportamiento. Los que crean que la ley del mínimo esfuerzo se queda únicamente en las aulas se equivocan. Lo que aprenden, las costumbres y rutinas, serán posteriormente extrapoladas a la vida laboral; y un país en el que la mayoría de su capital humano produce según las leyes del mínimo esfuerzo, está condenado, si no al fracaso, a una posición secundaria en el grupo de las potencias mundiales.

Es común escuchar entre adolescentes quejas sobre la inutilidad de aprender un poema de memoria, una fórmula física o matemática o, simplemente, a dividir basándose en la escasa aplicabilidad práctica de éstos o en la existencia de máquinas que hacen aquello que se pretende enseñar (calculadoras, por ejemplo). Lo que no es tan patente, y puede justificarse en los estudiantes pero jamás consentir su ausencia en el sistema educativo, es la educación indirecta (metodología, estructuración, ejercitación de la memoria, agilidad mental, etc.) que contienen implícitamente la memorización de un poema o la capacidad de aplicar procedimientos matemáticos.

Además, aparte de esta adquisición de conocimientos y destrezas, hay otra componente esencial en el sistema educativo: la socialización. Con socialización nos referimos a la integración de los individuos en la sociedad, a la adquisición de pautas, de formas y de actitudes sociales. El cómo reaccionar, el cómo comportarse, el cómo interaccionar en grupo. Toda esa componente social es también, en parte, responsabilidad del sistema educativo.

Por la importancia que tienen todos estos elementos aislados y en conjunto, la reforma del sistema educativo debe ser algo más que un simple gesto electoral: debe ser una reforma consensuada y basada en los principios que queremos para nuestra sociedad y país. Cuidemos la educación. Invirtámosle tiempo y esfuerzo. Hagamos eso porque los conocimientos y valores que inculquemos a nuestros menores se verán reflejados, tarde o temprano, en la sociedad del futuro.

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28 enero 2010

El porqué de las épocas


El cambio es la única cosa inmutable.
Arthur Schopenhauer

Algunas veces, cuando uno lee acerca de una teoría filosófica, política o sociológica puede sentir por parte del autor o autores de las obras cierto desprecio por las teorías antiguas, que considera desfasadas y obsoletas. Pareciera como si lo que ahora escribiera fuera a ser la verdad absoluta, la panacea del pensamiento, tan buscada por tantos durante tantos siglos.

Pero lo cierto es que no. Lo que ocurrirá será que la obra que estamos leyendo, por muy actual que nos parezca, por muy renovadora y revolucionaria que pretende ser, acabará por ser obsoleta, tarde o temprano. Es el precio por pertenecer a uno u otro tiempo.

Cada teoría, método o pensamiento está encasillado a una época, a una sociedad, a una cultura, fruto de un tiempo concreto. El pensamiento de toda una cultura está condicionado al tiempo en el que vive, a su ciencia, a su ética, a su arte. No podemos comprender una corriente del pensamiento sin conocer todo su entorno, todo lo que le rodea, todo lo que le influye.

En lo relativo al hombre y sus sociedades no ocurre como en las ciencias naturales, donde los fenómenos pueden aislarse. La astronomía puede sobrevivir sin la medicina, evolucionar por sí sola. En cambio, la ética no puede avanzar sin la política, o al menos no puede comprenderse.

Cuando estudiamos las disciplinas del ser humano no podemos estudiarlas aisladas. Un pensamiento filosófico dependerá de la sociedad del momento, de la ética dominante, de sus corrientes artísticas e incluso de su historia más reciente. Estudiar fenómenos históricos políticos sin comprender cómo era el mundo en cualquier momento puede suponernos grandes decepciones.

Por eso, cuando estudiamos a grandes pensadores de otras épocas, puede parecernos que su pensamiento está anticuando, que es demasiado simple o simplemente nos resulta cruel. Si nos cuentan de Maquiavelo que “el fin justifica los medios” puede provocarnos rechazo, y es lógico. Pero si vemos su contexto histórico, quizás no provoque tanto. Y es este “fin justifica los medios” el que provoca reacciones a su vez hasta llegar al Estado liberal, y es este Estado liberal el que es necesario para acudir al Estado democrático, y así sucesivamente.

Los cambios en las disciplinas humanísticas vienen casi siempre como reacción a lo actual. El neo-clasicismo no se comprende sin el barroco, el realismo literario sin el romanticismo, etc.

Es por eso también que el hombre precisa saber de dónde viene y cuáles han sido sus pasos hasta llegar a donde está. Eso es parte de la evolución, aprender de la experiencia ajena y comprender por qué hoy somos lo que somos, por qué impera la ética que impera, por qué el arte contemporáneo es así y por qué vivimos en el Estado en que vivimos.

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24 enero 2010

Sobre el Recurso Previo de Inconstitucionalidad


No todo lo que es permitido por la ley es siempre honesto en moral.
Jacques de Lacretelle

La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña sigue demorándose y, según parece, seguirá así unos cuantos meses más. El debate lleva servido mucho tiempo, porque mientras el ilustre Tribunal se decide, en Cataluña se aplica el polémico Estatuto como una norma más, como si su constitucionalidad no estuviera más que en entredicho.

Sea o no sea, finalmente, constitucional, lo que es innegable es la controversia generada. Muy clara no puede estar su constitucionalidad cuando la demora va ya por los tres años. Cada vez, los políticos catalanes presionan más al Tribunal, anunciado manifestaciones, protestas y salidas a la calle en caso de que la sentencia modifique lo más mínimo la norma. Alegan, además, que algo que ha votado el pueblo no puede revocarlo ningún tribunal.

Lo cierto es que toda esta discusión, o al menos lo referente a la aplicación y a la supuesta legitimación que le otorga el referéndum, podría haberse evitado. Originariamente, el sistema jurídico y político español preveía que una norma de dudosa constitucionalidad fuera paralizada y examinada por el Tribunal Constitucional antes de su entrada en vigor, y en el caso de un estatuto, de la celebración del correspondiente referéndum. Se trataba de la figura denominada Recurso Previo de Inconstitucionalidad.

Cierto es que este recurso es incómodo para cualquier Gobierno. Tener paralizadas las leyes “estrella” de los programas hasta que el Tribunal se pronuncie no es agradable. Por eso, mediante la ley orgánica 4/1985, se decidió que mejor primero se disparaba y que luego se pasara a las preguntas. Vamos, que primero aprobamos la ley, y ya después que el Tribunal Constitucional se pronuncie; y si la ley ha estado aplicándose unos cuantos meses y resulta finalmente inconstitucional, pues mala suerte.

Esta medida, que es un claro menoscabo de la democracia, ya que menosprecia totalmente lo que tenga que decir el Poder Judicial, debilita el conjunto del sistema democrático en pro de una comodidad para el Gobierno y el Parlamento. Parte de la seguridad constitucional se evaporó para favorecer a gobiernos impacientes y egoístas.

Parte de ese precio, como ya digo, lo estamos pagando en parte con el Estatuto de Cataluña. Pero es que la cosa podría ser mucho más grave. Supongamos que un partido consigue la mayoría absoluta. Esto significa que sus trámites parlamentarios son automáticamente aprobados, ya que no necesita pactos de ningún tipo. Supongamos además que este partido, ya conformado Gobierno, propusiera una ley en la que se autorizara a la policía que pudiera entrar en cualquier domicilio sin previa orden judicial, intervenir cualquier comunicación, detener sin justificación y, además, permitiera las torturas en las cárceles. Esta ley, claramente inconstitucional, sería aprobada por el Parlamento (la disciplina de partido haría otro flaco favor a la causa constitucional). Entraría en vigor y rápidamente sería recurrida al Tribunal Constitucional.

Todo el mundo es consciente de la lentitud de los procesos judiciales. Supongamos que el Tribunal Constitucional tardara en declarar inconstitucional la ley dos meses (si no tres años). Pues, durante ese tiempo, la policía podría campar a sus anchas por cualquier domicilio, detener a quien quisiera y torturar con total impunidad. Todo eso sería legal dentro del ordenamiento jurídico español hasta que el Tribunal Constitucional no se pronunciara.

Lógicamente, después tal vez interviniese el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la Corte Penal Internacional; seguramente, también el Tribunal Constitucional declararía inconstitucional la norma… pero, ¿se repararía el daño infringido durante los meses que la ley estuviera siendo aplicada?

Este exagerado ejemplo pretende dar cuenta de uno de los errores estructurales de la democracia: la eliminación del recurso previo de inconstitucionalidad. Error, como tantos otros, que no se debe a un mal diseño del sistema jurídico y político, sino a la adulteración de éste posteriormente por parte de los propios elementos del sistema: en este caso del Gobierno y el Parlamento. Error, que llegados a un caso extremo, podría salirnos caro al conjunto de la población. Se ha sacrificado la seguridad jurídica de los ciudadanos por comodidad política de los gobernantes en un momento dado.

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13 enero 2010

Complejos


Los sentimientos de culpa son muy repetitivos, se repiten tanto en la mente humana que llega un punto en que te aburres de ellos.
Arthur Miller

Hay una parte de nosotros que intervine de forma involuntaria en la toma de decisiones. Estos son los complejos, que podrían estar ubicados en una parte del cerebro próxima a los prejuicios, ya que ambos están ahí y ambos condicionan. Pero, ¿qué es un complejo?

Sin ánimo de dar una respuesta psicológica y científica, sino más bien al contrario, una respuesta metafísica o filosófica, intentaré contestar la cuestión.

Un complejo es la parte de la moral o de la consciencia que nos impide la realización de algo basándose en falsas suposiciones. Un complejo de inferioridad sería la predisposición de uno mismo a ser inferior a otra persona, por ejemplo.

Los complejos son parte de un arrepentimiento en cierta manera. Cuando se siente un complejo se está sintiendo culpa por algo que sucedió en el pasado y que estimamos no fue del todo correcto, y en pro de evitar una nueva situación que repita lo ya acontecido, un mecanismo interno nuestro nos hace sentir mal, creyéndonos peores, malos o perversos ante una situación que ningún otro así la consideraría.

El complejo siempre lleva restos del pasado incrustados. Suele proceder de una opinión que se forjó de nosotros y que a toda costa queremos evitar que se repita, ya que detestamos esa imagen que pudo formarse de nosotros. Un complejo es una negación de uno mismo, un intento de mejora, sólo que este aparece y nos hace ver lo que sea de manera negativa o errónea cuando realmente no lo es.

El problema de estos complejos es que muchas veces limitan nuestras capacidades. Es una forma de minusvaloración personal, de baja autoestima. El complejo aparece en voluntades débiles, o en al menos en aquellas personalidades que no saben con certeza que rumbo siguen, o si ese rumbo es el adecuado o no.

Es difícil eliminar un complejo, pero un método para ello puede ser la perspectiva racional del problema, poniéndose en situación contraria, cambiando los protagonistas o los roles. Tal vez así seamos capaces de ver la ridiculez del mismo.

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