28 agosto 2017

Tadeo Jones en Granada

Toda lengua es un templo en el que está encerrada el alma del que habla.
Oliver Wendell Holmes 

Hoy he visto un vídeo que publicaba la Agencia Albaicín en su página de Facebook en el que se recogía una escena de la nueva película de Tadeo Jones. En ella, el protagonista de la película es perseguido por tres motoristas por las calles del barrio granadino del Albaicín, lo que sin duda supondrá una publicidad para dicho barrio y su ciudad, con su pertinente repercusión turística y económica, algo que sin duda se ha de agradecer. La escena en sí, por otra parte, pasará desapercibida para cualquier espectador, salvo para aquel que conozca en profundidad Granada.


A nadie oriundo de la ciudad le ha debido de pasar por alto que el taxista de la película (un presunto nativo granadino) utilice la expresión “notas” para referirse de modo despectivo a sus perseguidores y que converse con el protagonista en un marcado acento sevillano. ¿Desde cuándo en Granada se habla como en Sevilla? Esto no puede deberse sino a que los responsables de la película desconocen la esencia del habla granadina y simplemente han tirado del estereotipo “acento andaluz”. Porque como todos sabemos (o así nos quiere hacer creer la Junta sita en Sevilla), Andalucía sólo hay una.

Sería fácil ahora acusarme de quisquilloso, casi de, disculpen la expresión, “tocapelotas”. Pero el caso es que este hecho sin importancia (sin importancia sólo si se analiza de manera aislada) no es sino la punta del iceberg: es el descaro fehaciente del ninguneo sistemático que desde Andalucía (que es lo mismo que decir Sevilla) se trata a la región histórica de Granada y a todas sus provincias.

La sevillanización del reino de Granada es ya un hecho consumado, como bien se profetizaba en la Transición. A las pruebas me remito. Granada (entiéndase siempre la región) ha perdida su identidad propia, por no hablar de sus instituciones (véanse las maniobras de la Junta con respecto al TSJA, antigua, ni más ni menos, Real Chancillería). Prácticamente nadie en Granada conoce la historia de su región desde 1492. De eso bien se ha encargado la Consejería de Educación. Hoy en Granada se han prácticamente olvidado y ninguneado los casi 500 años de historia de una región que nada tenía que ver con Andalucía salvo la vecindad.

Pese a los incesantes empeños desde Sevilla y la propaganda institucional por crear esa identidad andaluza, hay sedimentos de siglos de historia que no se pueden borrar, y una de ellas es el habla de sus gentes. Por eso insisto que quien bien conozca Granada sabe que ese taxista de la película no podría nunca ser granadino.

Un buen amigo mío siempre me dice que la verdadera desgracia de un tonto no es ser tonto, sino estar contento. Y mucho me temo que en Granada llevamos casi cuarenta años muy contentos. Quizás vaya siendo hora ya de despertar del letargo y hacerse algunas preguntas: ¿Ha mejorado Granada en los últimos cuarenta años su posición económica dentro de España y/o Europa? ¿Ha ahondado en su identidad y cultura? Entonces, ¿qué beneficios han obtenido las provincias orientales de su anexión a Andalucía? ¿para qué le sirve Andalucía a la región de Granada?

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