26 octubre 2008

El Camino no Trazado


Nadie llegó a la cumbre acompañado por el miedo.
Publio Siro

Vemos a veces que gente de nuestro entorno está involucrada en proyectos que, para nosotros, no van a ningún lado. El hecho de hacerse socio de un club de categorías inferiores de cualquier deporte, ingresar en alguna ONG recién fundada o, por qué no, participar en un partido de ámbito local, o incluso nacional, de poco calado puede parecer a miras de los demás una locura o una pérdida de tiempo.

Y es bastante probable que así quede al final, que después de un sinfín de esfuerzos, el equipo permanezca en tercera división, que la ONG no haya conseguido concluir ningún proyecto, o que el partido no sume más de cuarenta afiliados. ¿Y por qué lo hacemos entonces?

En primer lugar hemos de tener una dosis suficiente de esperanza e ilusión. Un breve atisbo de luz que haga que, dentro de la imposibilidad del mismo, vislumbremos un ápice de posibilidades, que consiga visionar un futuro donde el objetivo haya sido cumplido.

Y en segundo, y probablemente más importante, lugar está la necesidad de activismo, la necesidad de uno de involucrarse en sus ideas de manera activa, de convertirse en protagonista de una ideología o de un proyecto abstracto.

Desde luego es más cómodo señalar desde la barrera o la grada a aquellos que corren el riesgo de caer en el ridículo o en la impotencia, acomodarse a lo que ya hay, formar parte de uno de los dos clubes grandes; pero también es cierto que es mucho más edificante y reconfortante construir piedra a piedra la morada de nuestras ilusiones.

Y es por eso mismo que hay quién se atreve a salirse de lo fácil, de lo común, de lo de todos, para querer construir su propio sueño, su propia idea. Y corre mucho riesgo de caer en saco roto, de esforzarse en nada, pero la plenitud e ilusión que esa persona consigue mientras labra su futuro es inigualable al éxito de alcanzar la meta por el camino marcado.

Y desde luego el culmen sería alcanzar la meta por el camino que nosotros mismos nos hemos marcado, campo a través, por donde nadie antes ha pasado. ¿Y qué tiene de malo intentarlo?

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22 octubre 2008

Días Especiales


Después de todo, mañana es otro día.
Margaret Mitchel

Hoy puede parecer un día cualquiera. Con sus veinticuatro horas, su mañana, su tarde y su noche. Incluso ha llovido, y tal vez por eso para algunos sea tan más especial que otros. Y habrá quizás quién tenga un examen (es poco probable por la fecha que es, pero quién sabe), o alguna entrega, o una cita con el médico; pero es muy probable que para la mayoría de los habitantes de este planeta hoy se simplemente, un miércoles veintidós de octubre, día de san Heraclio y María Salomé.

Pero hay personas que hoy, veintidós de octubre, nunca sea un día usual, normal o rutinario. El hecho de haber nacido este día marca por completo el calendario para el resto de tu vida. Cuando en el almanaque buscas fiestas, buscas a ver cuando caen los puentes y los festivos, buscas también tu día, el día de tu nacimiento, el día de tu cumpleaños, y para ti es un día tan especial como el día de Navidad o el de Reyes. Días fijos por los siglos.

Y es que siendo bastante rigurosos, una persona queda influida hasta por el día en que nace; por cómo celebra sus cumpleaños debido al tiempo o debido a si son vacaciones, días lectivos o fiestas de guardar.

No puede mirar uno su cumpleaños con indiferencia. No puede dejar de tenerle cariño al mes que le ha puesto fecha al aniversario. Son meses y días, que para el resto son como otro cualquiera, pero que en el interior de cada uno son especiales.

Tal vez todo esto sea debido a los recuerdos felices que guardamos de la infancia, a la ilusión por que llegue el día en que uno es el rey, el que manda, el que dispone, al que le ponen su plato favorito, el que parte la tarta, el que sopla, el que decide a qué se juega, al que todos miran cuando se entona el “cumpleaños feliz”, al que todos felicitan, al que se le tiene más estima simple y llanamente por coincidir con el día en que uno nació.

Quizás todo quede y por eso este día siga siendo especial, de distinta manera pero especial, el resto de nuestras vidas.

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19 octubre 2008

Placeres


No existe el placer allí donde no existe más que él.
Gilbert Keith Chesterton

Hay, y ha habido, múltiples corrientes filosóficas a lo largo de la historia. Cada una de ellas, ha intentado a su manera dar una explicación o ha intentad ordenar el fin de la existencia humana, intentando crear en cada persona un modelo de conducta con el cuál su realización o su paso por la vida sea provechosa.

Una de estas corrientes fue la de Epicuro y la de su famoso jardín: el hedonismo. Resumiendo mal y pronto, la doctrina que promulgaba este hombre se basaba en el placer,

El placer es sin duda un plato apetecible y una filosofía fácil. El disfrute de la vida, de cada uno de los instantes que trascurren en esta, puede ser una meta vital. Pero, ¿qué es el placer? El placer va ligado fundamentalmente a lo físico, a lo sensorial; podemos decir que se trata de un goce a través de los sentidos, un disfrute del cuerpo.

El placer por excelencia es el relativo al sexo, aunque todo lo que tenga relación con saciar los sentidos puede contemplarse de la misma manera. El comer, el beber, descansa e incluso un masaje son ejemplos de placeres.

Pero el placer es algo más que una actividad: el placer debe llevar consigo un momento oportuno, una circunstancia propicia. Comer cuando uno está saciado no conlleva un placer, y sin embargo hacerlo cuando estamos hambrientos nos supone la sensación más agradable del mundo.

Podemos concluir entonces que el placer es la satisfacción de un deseo, y no un hecho en sí. Si deseamos beber y bebemos, sentimos placer; cuando andamos tremendamente cansados y nos tumbamos en una cama, sentimos igualmente placer. El placer es toda realización (en el sentido de realización personal) de los sentidos.

Por otro lado, si este disfrute es intelectual hablaremos de auto-realización, de satisfacción o de alegría, pero para que llegue a ser un placer, debe haber pasado por el mundo de los sentidos.

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14 octubre 2008

Admiración y Voluntad


No existe gran talento sin gran voluntad.
Honoré de Balzac

Nos han contado desde pequeños las vidas de los grandes personajes de la Humanidad, las hazañas de los héroes y la vida ejemplar de los santos. Todo ellos no ha resultado siempre admirable, y esa admiración no es sino nuestra propia limitación a realizar hazañas similares. En otras palabras: sólo admiramos lo que creemos costoso o necesario de esfuerzo.

La admiración es en cierta manera una forma de compadecer; de reconocer de buen grado el valor del otro. Cuando admiramos a alguien, reconocemos a la vez nuestra incapacidad o nuestra pereza, nuestra falta de desea, nuestro abandono a igualar el hito que hizo de esa persona alguien admirable.

Sin embargo, si viéramos posibles en nosotros esa consecución de esos grandes actos, ocurrirían una de dos cosas: o bien nuestra voluntad se pondría manos a la obra en busca del objetivo o la hazaña; o bien la envidia nos cegaría de tal manera que no podríamos reconocer en esa persona su valor, intentado minimizar su logro, intentando desprestigiarlo.

Hablaré de lo primero dejando lo segundo para otro día.

Y es que la voluntad es lo que hace realmente posibles los sueños. Es el querer, el deseo, el que hace que las cosas más inverosímiles se tuerzan reales; y que ningún obstáculo se interpongan en el camino.

Cuando alguien nos cuenta alguna faceta extraordinaria de su vida, por ejemplo, la cantidad de horas que dedica al estudio o a algún proyecto personal, a nosotros nos puede parecer exagerada, admirable. Y sin embargo para esa persona, si ha disfrutado y deseado realmente eso, no ha supuesto tanto esfuerzo como a nosotros puede parecernos. La voluntad aligera la carga del esfuerzo. El querer algo hace su consecución mucho más liviana y accesible. Porque la voluntad es la fe en uno mismo, y la fe, como ya anuncia la Biblia, puede mover montañas.

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11 octubre 2008

Las Personalidades de la Persona


Todo hombre es como la Luna: con una cara oscura que a nadie enseña.
Mark Twain

Hay quienes pasan una amplia parte de su tiempo luchando por la integridad ética de su persona, buscando la consecuencia de sus actos y elaborando un patrón de conducta el cual llevar a rajatabla. Son personas a las cuales el honor y la dignidad ocupan un lugar más elevado que el resultado en su escala de preferencias.

Pero por mucho que intentemos ser la misma persona, concentrar nuestra personalidad en un punto y ser iguales en todos los ámbitos de nuestras vidas, es un objetivo claramente concreto. Querámoslo o no, tenemos tantas personalidades como ámbitos en nuestra vida. No podemos ser iguales ante nuestros amigos que ante nuestro jefe. No podemos presentar la misma naturalidad, ni si quiera el mismo lenguaje.

Una persona lleva dentro un sinfín de personas, o al menos de personalidades. Según el rol que ocupemos podemos o no desempeñar unos papeles o comportarnos de un modo concreto. No somos iguales cuando hacemos el papel de hijo que cuando desempeñamos el de amigo. Es inevitable.

Y por esta sencilla razón cada persona puede representar un misterio para nosotros. No conocemos más que la parte que se nos muestra de cada persona, y ese leve conocimiento de la persona es con la que enjuiciamos a alguien; pero tal vez esconda mucho detrás. Quizás con nuestros más allegados si podamos obtener varias perspectivas y conocerlos mejor, porque los vemos en distintas circunstancias de su vida, y por ende en distintos roles y escenarios.

Un profesor, por ejemplo, ante sus alumnos se muestra serio y formal; y ese es el único criterio de sus alumnos para enjuiciarlo, ¿pero quién sabe cómo es en su casa salvo quién conviva con él? Puede ser un bromista incansable. E igual le pasará a sus compañeros de vivienda: puede que les cueste situarlo en sus aulas al ver su carácter en el hogar.

Por tanto, estoy convencido de que cada persona podría ser el protagonista de la novela perfecta siempre que se escoja un buen narrador.

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09 octubre 2008

Otoño


El otoño es un andante melancólico y gracioso que prepara admirablemente el solemne adagio del invierno.
George Sand

Y parece que ya es otoño de verdad. Al haber estado fuera durante dos semanas me he perdido los cielos nubosos y las primeras lluvias, y para mi estas son las primeras que acontecen en este otoño en mi tierra.

Y es que el otoño tiene un aroma especial, una esencia perdida en el aire. Es una estación transitoria, del calor estival al frío invernal. Empezamos a usar los jerséis y las trencas; a dormir acurrucados, a sentir el frío al destaparnos y salir de la cama, al abrir la ventana.

Los días se nos acortan. El sol se va cada vez antes, y aunque lleve haciéndolo durante meses, parece que es ahora cuando nos hemos dado cuenta, cuando lo echamos de menos a causa del frío. Y será aún más intenso cuando cambien la hora.

Y es que las mismas calles cambian. Se visten con el marrón de las hojas, se pelan los árboles y el viento las recorre. Aparecen las primeras castañas, recurrimos de nuevo a las sopas, a las enaguas y a los braseros.

Y lo que nos parece ahora tan agradable, o al menos bucólico o romántico; acabará hartándonos en unas semanas, y estaremos ansiando por fin la primavera; y una vez ésta llegue y transcurran unas semanas, echaremos de menos el frío y el otoño.

Y así nos sucederemos en la vida: queriendo lo que no tenemos y añorando lo que tuvimos. Por suerte, en esto de las estaciones, siempre hay un volver a empezar.

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05 octubre 2008

De Vuelta del Norte


Asturias, si yo pudiera…
Si yo supiera cantarte…
Pedro Garfias

Todo lo que tiene un principio tiene un final. Y así sucede también con los viajes, incluso aquellos que parecen interminables cuando se empiezan. Incluso trescientos y unos cuantos kilómetros más acaban por andarse. Así como se suben las montañas, se divisan horizontes y se atraviesan los valles. Al final el camino se acaba y uno regresa al hogar.

Han sido sin duda unos días repletos de experiencias, de ideas y de inspiración; que intentaré poco a poco ir plasmando el este blog. Aunque no he sido del todo fiel a mis propósitos y mi cuaderno quedó bastante incompleto, el alma y la memoria tienen una tinta imborrable que perdura a lo largo del tiempo y que es capaz de evocarse tiempo después.

La reflexión es un buen entretenimiento entre pueblo y pueblo; y como no fueron pocos los que atravesé, vuelvo con nuevas ideas y nuevos proyecto; que espero que no caigan en el mismo saco roto de siempre.

Como resumen general diré que Asturias es preciosa. Bosques, valles y montañas componen su paisaje, adornados algunos de ellos con una infinidad de vacas y de hermosas casitas dignas de cualquier sueño que se precie. El agua es otro elemento importantísimo del paisaje, del oído y del gusto; que aunque ésta sea a priori insípida, el paladar sabe reconocer el agua pura de la impura.

Sin duda, recomiendo la ruta Oviedo – Santiago; y advierto a la vez de la dureza de la misma. Pero creedme que merece la pena.

PD: Gracias a todos por los comentarios; disculpad las ausencias en vuestros respectivos blogs (en los cuales procuraré ponerme al día) y espero volver a veros por aquí.

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