29 mayo 2008

Simplicidad


Tal vez sea la propia simplicidad del asunto lo que nos conduce al error.
Edgar Allan Poe

Conforme nos vamos haciendo mayores, nuestra mente se nos tercia cada vez más compleja, buscando en todo una respuesta enrevesada, curva y laberíntica. En mi opinión, una vez que hemos adquirido conocimientos y verdades complejas y superiores, no sabemos usar lo simple, lo sencillo, lo evidente.

Sucede por ejemplo, después de cursar toda una carrera con asignaturas de matemáticas de esas que dan dolor de cabeza que tiende a buscar la respuesta de un problema matemático empleando sus integrales, ecuaciones diferenciales y derivadas con múltiples variables; cuando la respuesta se puede hallar con una simple ecuación de primer grado. Pero nos pasa que ya nos olvidamos de ellas, que pensamos que todos los problemas que nos vamos a encontrar en la vida (matemáticos me refiero) son de un grado de complejidad digno del cálculo diferencial.

Igual pasaba con aquel power point (que me lo pida quién lo quiera) que consistía en un test de dividir un trozo de cuadrado en sucesivas partes iguales. Las dos primeras preguntas consistían en dividir dicho trozo en dos y tres partes respectivamente. Trivial. Después llegaba la tercera pregunta, que era dividir esa figura en cuatro partes iguales. Y después de un ratazo pedías la solución porque eras incapaz de encontrar la respuesta. Cuando veías ka respuesta, quedabas asombrada ante el ingenio del que la hubo logrado por primera vez. Y llegabas por fin al último test. Un cuadrado en blanco donde nos pedían que dividiéramos nada más y nada menos que en siete partes iguales.

Después de la experiencia anterior, empezaba uno a buscar a hacer diagonales y figuras raras dentro del cuadrado. Y después de otro ratazo, decidían obtener la respuesta. Tu sorpresa venía cuando veías la simplicidad del ejercicio resuelto, y te arengaban diciendo que a veces las cosas son más simples de lo que parecen.

Y así es. Tendemos a ver todo de un modo complicado y misterioso debido a que en ciertas ocasiones la vida es complicada y misteriosa. Sin embargo, los niños aún no han sufrido ninguna complicación en su vida; y es por eso que todo lo ven claro y distinto, simple, inocentemente. A veces los niños tienen respuestas para la vida que nosotros, los adultos, jamás seremos capaces de comprender.

Leer más

27 mayo 2008

Influencias


Influir en una persona supone darle nuestra alma
Oscar Wilde

Por mucho que nos empeñemos y por mucho que queramos jamás podremos ser totalmente independientes, y por ende, totalmente libres. En la entrada anterior hablaba de una dependencia emocional, y ésta la dedicaré a una dependencia intelectual y de pensamiento.

Creemos que pensamos por nosotros mismos, mas nunca es así. Somos parte de esa masa enorme que se mueve al son de los medios de comunicación y de las grandes figuras del país. Lo hacemos subconscientemente, sin enterarnos, sin ser molestados. Solamente tenemos que poner la televisión (o cualquier otro medio, pero la televisión es el que más expectación genera) y escuchar. Y en nosotros se habrán quedado las ideas y valores que éstos transmiten. Sin quererlos.

Pero es que igual nos pasa en la vida cotidiana. Continuamente andamos rodeados de personas, muy diversas entre ellas. De todas ellas adquirimos algo, aunque sea un “así no actuaré en la vida”. Nuestro pensamiento no es más que la confluencia de muchos pensamientos. No existe un verdadero pensamiento propio. Existe una correcta mezcla de pensamientos ajenas que acabamos por hacer nuestro, pero únicamente hacemos es obtener de cada idea aquello que nos gusta, que nos parece bueno o que nos parece útil.

Sin querer, recibimos la influencia de otras personas. Ya desde pequeños nuestros padres nos inculcan sus valores e incluso sus gustos. Y cuando crecemos, el procedimiento no cambia, lo que cambia es nuestro universo de personas, es decir, que conforme nos vamos haciendo mayor, recibimos ideas de muchas más personas que cuando éramos chicos, que sólo recibíamos de nuestros padres.

Y esto seguirá así siendo toda la vida. Iremos poco a poco configurando nuestro pensamiento, y a la vez, nosotros sin quererlo, configurando el de la persona con que hablemos.

Y habrá quien nos influya más, y quien menos. Y eso depende también del respeto y admiración que profesemos por esa persona. Alguien a quién admiramos siempre nos aportará a nuestro pensar mucho más que aquel a quién despreciamos. Nos quedamos siempre con lo que nos agrada, lo que nos gusta.

Queremos imitar aquello que a nosotros nos resulta vistoso o agradable. Al final, queremos que el resto sienta la admiración que nosotros sentimos por quién hace o piensa eso que lo hace digno de admiración para nosotros. Después de todo, es vanidad, subconsciente pero vanidad. Queremos que sientan por nosotros aquello que nosotros sentimos acerca de ese alguien que influye en nosotros.

Leer más

24 mayo 2008

Dependecia y Libertad


Solamente cuando todo está perdido somos libres para actuar.
Extraída del Club de la Lucha

Hoy, más que respuestas tengo preguntas. Un montón. Una infinidad. Preguntar lo que uno no sabe es casi instintivo, involuntario; pero, ¿por qué queremos saber? ¿qué nos aporta la verdad? ¿Sufrimiento? ¿Dolor? ¿Por qué no contentarnos con una plácida ignorancia, con una quietud del alma? ¿Por qué perseguir una verdad que puede no satisfacernos?

¿Hasta que punto uno es libre? Si uno es incapaz de controlar su tristeza, de decidir cuando estar alegre y cuando triste, ¿cómo puede afirmarse que el hombre es libre? Si aún sigue habiendo en nosotros actos totalmente instintivos, reflejos, actos que no decidimos, que no pensamos, que no racionalizamos, ¿somos libres?

La libertad es un término relativo, es un punto de vista. Habría que escribir un ensayo inmenso para abarcar los distintos grados de libertad del hombre, y al final concluiría que no se puede concluir si un hombre es libre o no. Se trata de prioridades, de saber elegir cuál es la regla con la que medir el grado de libertad: si es por el movimiento, si es por nuestra clase social, por nuestra elección de estudios, de oficio, de color de sofá, etc.

Pero el hombre que no controle sus emociones, que no controle sus sentimientos, que no sepa domarlos cuan fiera salvaje, ése es un esclavo, un encadenado al impulso y a las emociones que no podrá decidir según su razón ordene sino su corazón exija, y por ende, si no es capaz de elegir lo mejor, no podrá alcanzar la libertad.

Aunque al final, esclavos somos todos. Dependemos de algo, ya sea física o emocionalmente. Dependemos de un sistema, de unos padres, de unos hijos, de un jefe, de un trabajo, de un sueldo… Dependemos constantemente.

Tal vez la libertad no sea otra cosa que la ilusión de que sólo podemos decidir lo que decidimos, dejando lo que otros u otros factores deciden por nosotros como “inevitable”. Tal vez seamos libres. Tal vez no.

Leer más

20 mayo 2008

Vagar por la Vida


Cada uno de nosotros tiene un día, más o menos triste, más o menos lejano, en que, por fin, debe aceptar que es un hombre.
Jean Anouilh

Como cuando uno se baja del autobús o tren en una ciudad desconocida, a veces uno se levanta de la cama y no reconoce su entorno ni, lo que es aún peor, a sí mismo. La lucha interna, el yo contra el yo, es una guerra abierta desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. Y como en todas las guerras, hay batallas más y menos duras, batallas que pasan a la historia y otras que permanecen en el olvido.

La continua lucha interior es bien disimulada en épocas en que uno parece saber adonde va. Se mantiene firme, consigo mismo, y consigue “encarcelar” sus dudas temporalmente, arrinconar sus dilemas e ignorar sus inquietudes. Pasan todos estos problemas existenciales a un segundo plano, como algo oculto, pero siempre presentes.

Y después de un largo tiempo, o no tan largo, de la vida; un día uno se levanta, se mira a sí mismo por dentro, y se pregunta “¿a dónde vas?”. Y es entonces cuando no sabe responderse. Llevaba uno varias días, semanas o meses siguiendo un punto en el horizonte, un supuesto oasis de felicidad, una meta fija; y cuando quiere acordar, ha perdido su estela, y se encuentra perdido ante él mismo.

Todo sigue igual que seguía. Las mismas obligaciones, los mismos hábitos; pero ahora, los interrogantes vuelven a salir al frente, la duda ataca de manera feroz y nos coge tan de sorpresa que no sabemos defendernos. No tenemos argumentos preparados. Ni auto-convencimientos. No tenemos excusas ni motivos, ni objetivos, ni metas ni sueños claros. Nos quedamos entonces parados, siendo apaleados por el vacío.

¿Y cuánto dura esto? Lo que uno quiera que dure. Lo que uno tarde en volver a priorizar, en volver a establecer un orden en su vida, unas metas, unos porqués.

Y mientras tanto, vivir sin deseo alguno llega a ser tan desagradable, o incluso más, que la certeza de no poder alcanzarlos nunca. Más que andar vagas por el mundo, como una nube por el cielo, sin una parada a la vista, sin un fin asequible. Te sientes como el turista que antes bajó del autobús, sintiendo todas las calles iguales, rodeado de desconocidos y sin un lugar fijo al que ir. Vaga uno por las calles hasta que decide que parte de la ciudad es la que desea visitar. Y entonces pone fin a su agonía.

Leer más

17 mayo 2008

Del Ateísmo


Para ti soy ateo. Para Dios, la oposición.
Woody Allen

Puede extrañar que en todo este tiempo de blog, ya más de un año y medio, no haya aparecido por aquí el nombre de Dios, ya no para explicar su origen ni su fin ni su esencia, sino como un concepto desconocido que ha sido durante prácticamente la mayor parte de la historia, centro de la civilización.

Dios, Zeus, Alá o Jehová, han sido para distintas civilizaciones el punto de mira de individuos y culturas. La referencia ética por antonomasia ha sido, y es en muchos lugares, la religión. Ésta e la que nos orienta sobre la bondad de las cosas, la que nos lleva por el sendero recto y nos garantiza la salvación.

Una de las grandes luchas del individuo durante su existencia es la búsqueda de Dios. Esta lucha abarca toda la vida de la persona. Comprende desde su infancia hasta su muerte, siendo cuando ésta se acerca una necesidad.

Hay por otro lado quién rechaza la religión. La ciencia y el bienestar hacen cada día que la religión sea algo plenamente prescindible. El consuelo lo encontramos ahora en lo material, dejando lo espiritual para solamente unos privilegiados. De éstos que rechazan la religión existen dos tipos: unos, los llamados agnósticos y otros los ateos.

El primer grupo, ni creen ni dejan de creer. Están en un limbo espiritual, sin formar tomar la religión como práctica, ni asumir su destrucción. Mantienen ciertas dudas, cierto respeto hacia algo que para otros significa mucho, aunque para ellos sea la religión algo totalmente intrascendente e irrelevante.

El segundo grupo no se conforma con negar a Dios, sino que se sienten en la obligación de destruirlo. Este grupo siente una llamada feroz de anti-clericalismo, un ansia por ver la religión y a Dios fuera de su vida, de su entorno. Sufre cada día una batalla con Dios, a quien se enfrentan y al que quieren destruir.

Sin darse cuenta este grupo cree en Dios, tiene presente a Dios. Necesitan demostrarse cada día que Dios no existe, que está vencido; y para ello invocan la destrucción de éste. No se conforman con no creer, sino que necesitan reafirmarse cada día, necesitan exponer al mundo su odio hacia Dios, su necesidad de aniquilamiento de éste. Sufren porque dudan, y necesitan, una demostración de que están en lo cierto. Y para ello buscan el reconocimiento en los demás de que su doctrina es la cierta.

Lo que no percibe este grupo es que ellos también necesitan a Dios. Necesitan a alguien a quien acusar de todo, algo por que luchar. Y si se confirmara que Dios no existe, se sentirían igualmente perdidos; tanto o más que los creyentes que acabarían de haber perdido su norte.

Leer más

14 mayo 2008

Del Sentimiento Trágico de la Vida


Título: Del Sentimiento Trágico de la Vida
Autor: Miguel de Unamuno.
Género: Ensayo.

Gran ensayo (o más bien conjunto de ensayos) de don Miguel, donde muestra, como prácticamente en toda su obra, su continua crisis de fe en Dios. A pesar de ser el tema principal, sus ensayos acaban derivando en otros tanto, como es el amor. Presente siempre el debate entre razón y corazón, don Miguel se decanta por el vitalismo, para él, la verdadera vida.

Algún trozo de este libro he copiado por mi blog, precisamente hablando de que qué era más importante, si la ciencia o el arte; extrapolando así el debate entre razón y alma, pensamiento y vida.

Unamuno sustenta la razón de la vida, o la esencia de la vida, en el dolor. Hace su particular axioma, transformando el cartesiano “pienso luego existo” por su “siento luego existo”. Siempre reafirmará Unamuno la pasión sobre el pensamiento.

Comenta don Miguel también sobre la inexistente filosofía española, tan criticado esto por los filósofos europeos, que ésta se encuentra inmersa en la literatura. Así pues, él considero filósofos a San Juan de la Cruz y a Miguel de Cervantes, así como a Calderón de la Barca y a una serie de autores y poetas.

Un gran libro en el que he descubierto bastantes puntos comunes con este autor, lo que me hace plantearme que en un futuro no muy lejano vuelva a leer alguna otra obra del autor.

Leer más

12 mayo 2008

El Gobierno y la Religión


No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto
Artistóteles

Recientemente hemos podido comprobar como la vicepresidenta de la Vega se fotografiaba con un empresario polígamo, para posteriormente escandalizarse por la condición de este hombre. Hay que señalar, que el señor empresario, polígamo como reza su tradición, se encontraba sumergido en su ambiente; es decir, mezclado entre sus costumbres y en su país.

Lo que hay que señalar y criticar de esta actuación de la representante del Gobierno es, una vez más, la doble moral con la que juegan. Nos inundan de mensajes en pro de la alianza de civilizaciones, del multiculturalismo, de la tolerancia, de la convivencia entre culturas; pero cuando hay que predicar con el ejemplo, la señora de la Vega se escandaliza por fotografiarse con un miembro de otra cultura, de otras costumbres, de otras creencias.

Y así sigue este Gobierno. Queriendo para los ciudadanos lo que no quieren para ellos. Permitiendo, y fomentando casi, el velo en las escuelas, la inminente construcción de mezquitas (y esto pese a su compromiso con la laicidad), y un sin fin de etcéteras; y dejando para ellos el escándalo para con la cultura ajena, la suelta de inmigrantes por las calles del país (aunque ahora el ministro, cuatro años después de la advertencia ciudadana, haya rectificado) y la prohibición y marginación de todo lo que represente lo católico, es decir, nuestra cultura.

El problema que yo creo que arrastra el Gobierno es la lucha continua entre el anti-catolicismo y la pro inmigración, en el sentido humanitario, de la igualdad y los derechos. Para lo primero, el Gobierno utiliza el laicismo, olvidando para lo segundo que estos inmigrantes provenientes de África llevan arraigada su cultura y su religión mucho más que los españoles. Lo que se convierte en un sinfín de contradicciones y de dobles raseros.

Leer más

11 mayo 2008

Música y Recuerdos


En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.
Arthur Schopenhauer

Los distintos sentidos son una fuente inagotable de evocadores de recuerdos. En nuestro cerebro (o donde quiera que se guarden esas cosas) quedan para siempre marcados los recuerdos que son ocasionalmente rememorados a través de los sentidos.

Un olor de la infancia quedará perenne en nuestra mente, y cada vez que éste acuda a nosotros la evocación de aquellos años se hará inevitable. De igual manera sucede con el oído, particularmente con la música.

Es la música la dueña de las épocas. Cada época tiene su música asociada, y si se quiere realmente comprender una época, ha de hacerse a través de la música. ¿O acaso un claustro no es más medieval si de fondo escuchamos gregoriano? ¿O si en una catedral nos vemos amenizados por un órgano? Igual pasa con la música moderna. Los Beattles se relacionan unívocamente con una época.

Y nuestros recuerdos, nuestras épocas dentro de nuestras vidas también están marcadas e indexadas por una canción, por un cantautor o por un grupo. Nuestra vida, que también se divide en etapas como cualquier historia, tiene distintos himnos, distintas melodías que nos recuerdan inevitablemente a una época concreta; y que al sonar éstas llegamos incluso a sentir las mismas sensaciones que en su día sentimos.

La música es una y, junto con las fotografías, de las mejores maneras de mirar hacia atrás de un modo completo, con unos recuerdos acompañado por sensaciones de la época. Es probablemente la máquina del tiempo más arcaica que exista.

Leer más

09 mayo 2008

Planificación del Ocio


El ser capaz de llenar el ocio de una manera inteligente es el último resultado de la civilización.
Bertrand Rusell

¿Cuánto tiempo al cabo del día lo desempeñamos en cosa puramente inútiles y que no nos aportan nada? Si nos parásemos a pensar nos daríamos cuenta de que tenemos muchos ratos muertos más o menos grandes en los que no le sacamos todo el jugo.

Normalmente queremos hacer tantas cosas que con el mero hecho enumerarlas ya nos sentimos agobiados. Esta mayoría del tiempo va orientada a nuestro ocio, ya sea de tipo más distraído (practicar deporte, dar una vuelta, etc) o más intelectual (aprender un idioma, leer, etc). Pero nuestra mente es muy quisquillosa, y debe tener un gran espacio de tiempo, del que probablemente no aprovechemos todo, para sentirnos capacitados a hacerlo. Es algo parecido a lo que nos sucede con los precios, con el 0,99 y el euro completo.

Si realmente aprovecháramos las veinticuatro horas que tiene el día, éste nos sería más que suficiente para satisfacer de sobra nuestras obligaciones y entretenimientos. Pero como ya he dicho antes, nos falta una distribución buena del tiempo, donde se optimice éste y las horas o medias horas muertas que tenemos las reduzcamos al mínimo o las ocupemos en uno de estos quehaceres.

Digamos también que el ocio, por el hecho de ser ocio, es un poco caprichoso. Si colocamos un horario a nuestro ocio, pasaría casi a convertirse en una obligación más que en un divertimento. Queremos que el ocio sea espontáneo, casi una aventura, más dedicado al momento que a una planificación.

Y una vez más queremos ir a misa y repicar. Y ya se sabe que no se puede, por lo que debemos, o bien sacrificar el ocio en beneficio de ratos muertos para que este ocio sea espontáneo y auténtico; o bien sacrificar esta espontaneidad del ocio en pro de aprovecharlo y poder albergar diferentes actividades.

Leer más

07 mayo 2008

Tipos de Dudas


En caso de duda, no determines, cosa alguna.
Refrán

Continuamente nos acechan dudas. Hay algunas que podemos obviarlas, dejarlas a un lado, retirarle su transcendencia y ningunearlas. Otras, tienen respuesta, más o simple o más compleja. Y luego hay otras que no la tienen, o que no la encontramos al menos, y que además no podemos encajar en el primer grupo, ya que nos persiguen día y noche.

La duda es el elemento principal del conocimiento, según el método cartesiano. Pero es una duda escéptica, recelosa, rutinaria y racional. La duda del tercer grupo que antes he citado pertenece a una duda vital, a una duda sufrida y sentida. Se trata de esa duda que atosiga, que ahoga. La duda de la incertidumbre, del desconocimiento. La duda temerosa, la que provoca pavor y miedo.

Es esta duda la realmente preocupante, porque no es una duda curiosa, es una duda existencial, una duda trascendente. Esta clase de duda es la que puede acabar por erosionar emocionalmente a una persona, que desgasta, sintiendo el miedo a una respuesta, en concreto a una respuesta desfavorable.

Este tipo de duda no está muchas veces fundada si quiera. Proviene de un presentimiento, de una sensación, del subconsciente. Puede carecer incluso de motivación racional, aunque es propio de quién la sufre buscarle sus causas y sus razones, normalmente en vano o encontrarlos con razonamientos inconsistentes.

Es arduo muchas veces aguantar con ella dentro. Poco a poco va creciendo, va poseyendo más tiempo de nuestro pensamiento hasta llegar a convertirse casi en el pensamiento de cabecera.

Su único antídoto es una respuesta, real o imaginaria. Podemos bien inventarnos una respuesta a través de nuestros silogismos y elucubraciones y obtener una conclusión no verificada que tomamos por verdad.

Otra opción es salir a buscar una respuesta preguntando a quién la tenga.

Leer más

06 mayo 2008

La Importancia del Momento


Más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo.
Miguel de Cervantes y Saavedra

Partiendo de que todo es relativo, de que un minuto en comparación con una hora es mucho más significativo que comparándose con un día, un mes o un año, hay que saber comprender también que cada minuto, cada hora y cada día son únicos e irrepetibles.

Esto quiere decir que hoy no es mañana, ni mañana es pasado; y que si algo tiene que ser hoy, es que tiene que ser hoy, porque sino tendría que ser mañana. Si tú tienes hambre hoy, tienes hambre hoy, y no sabes si tendrás hambre mañana, o si tendrás la misma hambre. Si hoy quieres comer fruta, es que hoy quieres comer fruta, no que mañana querrás comer fruta.

Y tal vez, en muchísimas ocasiones, que sea hoy o mañana de exactamente igual; pero no siempre sucede así. Habrá infinidad de momentos en los que un día, una hora o un minuto den exactamente igual, pero hay muchos otros en los que no, en los que cada minuto tiene su importancia, y así sucede igual con cada hora y cada día. Todo tiene su momento exacto. Y si es hoy cuando debe suceder algo, o cuando apetece algo; no podrá tener el mismo efecto si ese algo sucede o se satisface mañana. Porque no. Porque hoy es hoy, y mañana es mañana. Al igual que el manzano cría manzanas y no peras.

Cierto es también que a nivel objetivo, a un nivel racional, el efecto entre hoy y mañana sea el mismo (no tiene porque ser siempre, pero puede ser que sí que lo sea) salvo una variación en el tiempo. Pero a nivel subjetivo, los días varían muchos más que para la cabeza. La necesidad no entiende de días. El capricho y el antojo tampoco. La voluntad incontrolable, aquella visceral y nacida en el corazón, y no la racional del “querer es poder”, esa voluntad del alma no entiende de temporizaciones. Y tal vez, aunque el hecho sea el mismo, si éste llega tarde, puede no surtir el mismo efecto, y por ende, no satisfacer el deseo y no cumplir las expectativas.

Y es que un deseo no comprende sólo el hecho, sino también el cuándo. Igual que no tiene sentido celebrar tu cumpleaños cuatro meses después, ni tiene el mismo efecto para uno quién te felicita en el día o el que lo hace pasado unos días, tampoco lo tiene la satisfacción de un deseo, al menos, de un deseo concreto en el tiempo. Porque por lo general, un deseo, una voluntad, va acompañada de un tiempo, de un periodo de consecución que completa el significado, como sucede, como ya he dicho con el cumpleaños.

Por tanto, cuando alguien desea, quiere o ansía algo; no sólo tienen en mente ese algo, sino también el tiempo en el que ha de concederse, satisfacerse o realizarse ese algo. El tiempo en que se realiza es tan o más importante que el qué se realiza.

Leer más

05 mayo 2008

Venganza


Nunca son tan peligrosos los hombres como cuando se vengan de los crímenes que ellos han cometido.
Sándor Márai

Después del puente del día del trabajo, y para los granadinos del día de la Cruz, vuelvo por estos lares, a escribir una vez más el producto de mis pensamientos y reflexiones. Últimamente, me refiero a estos días recientes aunque podría valer prácticamente para el año y medio de blog, me planteo con más frecuencia el dilema entre razón y corazón, sentimiento y pensamiento; y una vez, como tantas otras veces, no llego a ninguna conclusión clara.

Cuando alguien nos hace algún mal, la tendencia mayoritaria de los seres humanos es contrarrestar ese mal en forma de otro mal, lo que se conoce como venganza. Hay miles de obras literarias y morales que tratan el tema, las cuales en su mayoría concluyen que la venganza no conduce a nada y es plenamente inútil. Sin embargo, yo creo que todo es cuestión de puntos de vista.

La enseñanza del antiguo testamente ya nos mostraba la venganza como un tema de justicia “ojo por ojo, diente por diente”, que evolucionó a la versión del nuevo testamento que rechazaba esta postura por la del “pon la otra mejilla”. La Humanidad tiende a hacer livianos los castigos conforme evoluciona. Véanse la abolición de la pena de muerte y los tratos en las cárceles.

La venganza al fin y al cabo sigue siendo una cuestión de justicia, de justicia personal, de uno contra el ofensor. No aporta más beneficio que la satisfacción humana de ver sufriendo a quién sufrir nos hizo; y sin embargo, eso es más que suficiente para saciar una sed y atenuar el dolor.

La venganza es un sentimiento, algo que nace desde el instinto, desde el dolor, desde la pasión; y solamente se ve rebajada, reducida o desviada por esa parte racional de nosotros mismos, que es parte de la socialización, que nos llama a la paz, al orden y al sosiego. Lo instintivo es vengar, no quedarse quieto, ni perdonar.

Durante muchos años la venganza ha sido legítima e incluso defendida. Forma parte del honor del medievo, del honor de caballeros. Y la sociedad, conforme ha ido progresando, ha ido encasillando la venganza entre lo malo, hasta excluirle toda legitimidad e incluirla en delito.

Ocurre con la venganza que nos da un punto fijo en el norte, en muchas ocasiones sustituyendo eso que nos ha sido privado o reemplazándose por el sufrimiento recibido. Se convierte en un estandarte, en un quehacer, una meta. Cuando a alguien le mataban un padre o un hijo, la venganza de su muerte era el sustituto perfecto para las horas que habría de pasar disfrutando de la compañía del ser querido. Al final, la venganza es un cambio de prioridades, una nueva lista de objetivos vitales, en muchos casos necesarios para la propia supervivencia.

Leer más