31 diciembre 2020

El Año que Comienza

La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante. Cuando falta esa sensación uno quisiera morir.
Cesare Pavese

Los ciclos tienen una característica que es a su vez ventaja e inconveniente: se repiten. El tedio de volver a empezar, la monotonía de la repetición y el a veces absurdo ritual tienen a su vez (como las monedas) su revés. Hoy, por ser el último, es posiblemente el día del año donde más balances se haga de los acontecido los doce meses anteriores. En año como este, además, cuesta imaginar que enero y febrero fueron parte del conjunto, por lo distantes que quedan y por lo diferente que han sido de los otros diez. Posiblemente, este haya sido el año más anómalo de nuestras vidas, pero, como todos, también se acaba. 

Una vez más se nos presenta ante nosotros la ilusión del año nuevo, otros 365 días sobre los que diseñar proyectos e intentar reconducir lo desviado de nuestras vidas. Nos haremos propósitos con la sensación de que fueran la primera vez los formulamos, aunque haya siempre en esta lista una serie de viejos conocidos, perennes deseos de cambios que, probablemente, estarán en esta misma lista del próximo fin de año.

Lo bueno de los años es que se acaban y nos permite renovar para con nosotros mismos toda una serie de intenciones. Los compromisos, aunque se verbalicen y se publiquen, no dejan de ser para nosotros mismos. Es el día del balance en el que, si somos un poco audaces, podemos sacar grandes momentos, alegrías y acontecimientos y ando casi convencido de que el resultado saldrá francamente positivo. A pesar de todo, el hecho de poder hacer un balance del año ya es en sí mismo una buena noticia.

Aprovecho estas líneas para felicitar el año a todo el que haya llegado hasta aquí (y al que no también) y espero que el próximo año se cumplan los renovados propósitos que nazcan de un día como hoy. La tiranía/superstición/psicología de las cifras así lo establece. Comenzar de vez en cuando es necesario. Los comienzos son una buena oportunidad para, esta vez sí, llevar lo propuesto a cabo.

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08 diciembre 2020

1917

La vida es una gran sorpresa. No veo por qué la muerte no podría ser una mayor.
Vladimir Nabokov

La película 1917 puede ser una de las mejores películas que he visto del año 2019. No siendo muy seguidor del cine bélico, he de reconocer que esta película te sumerge por completo en la tensión y angustia de dos soldados de las trincheras de aquella Primera Gran Guerra del siglo XX. Toda la cinta mantiene la tensión de si los protagonistas conseguirán o no sus objetivos, mezclada con los horrores de la propia guerra. 

Comienza la película con un fotograma de una pradera preciosa donde uno de los soldados protagonistas duerme placenteramente la siesta. Acto seguido, y durante prácticamente toda la película, la cámara gira 180 grados y comienza la oscuridad del campo de batalla y de las trincheras: una metáfora perfecta de la capacidad destructora y de oscuridad de la guerra.

La reflexión sobre la que va a girar este texto es acerca de una escena concreta de la película. Advierto al lector que a partir de aquí se destriparán contenidos del argumento. La escena en cuestión es la muerte del soldado Blake. La reflexión gira en torno a dos aspectos: por un lado, como en la guerra un acto de humanidad con el enemigo puede costar la propia vida. El miedo al enemigo o lo que éste puede hacer contigo, o el propio odio visceral contra el igual que está en frente puede ser superior a los gestos de humanidad que éste presente. Si bien es cierto que, además, el hablar diferentes lenguas cada bando hace mucho más difícil la comunicación humana, el contexto bélico hace incrementar la confianza en el que está en frente y despertar (como fue el caso del piloto alemán) el instinto de supervivencia a toda costa que, paradójicamente, le llevó a la muerte (y a la del soldado inglés que intentó salvarle la vida).

La segunda reflexión en torno a esta escena trata acerca de un aspecto que no sólo se encuentra en el ambiente bélico, sino que puede acontecer en la vida diaria de cualquiera. Esto es, lo repentino de la muerte.

En la película, basta un giro de la cámara hacia un abrevadero de animales para que en ese intervalo de 10 segundos la suerte de uno de los protagonistas cambie por completo. La muerte le llega de repente, con una puñalada en el vientre. Y el mismo protagonista es consciente de lo que esa puñalada supone. Es ese lamento de los minutos posteriores de creer poder haber evitado el desenlace no ayudando al enemigo, por ejemplo, el que incrementa la angustia del soldado. La conciencia de que todo lo anterior (el paso por la trinchera alemana) ha sido en vano desespera aún más al moribundo. 

La conclusión que obtuve de esta escena de la película es que un mínimo acto puede ser fatal, que los acontecimientos pueden torcerse en menos de ir a una fuente a por agua y que son pequeños instantes los que pueden condicionar el curso de la historia de cada uno.

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28 octubre 2020

El Dilema de las Redes Sociales

No hay educación si no hay verdad que transmitir, si todo es más o menos verdad, si cada cual tiene su verdad igualmente respetable y no se puede decidir racionalmente entre tanta diversidad.
Fernando Savater 

El otro día vi el documental que se titula como esta entrada. En él se hace un análisis de cómo las redes sociales influyen en la sociedad como conjunto y en cada uno de nosotros como individuos. Desde el punto de vista social, trata desde cómo las elecciones pueden inclinarse hacia uno u otro lado (generalmente polarizado); y desde el punto de vista individuo incide en la lobotomía que producen en sus consumidores. El documental, sin ser una obra maestra y dar ciertos saltos argumentales un poco, a mi entender, inconexos, resulta interesante y da pie a muchas posibles reflexiones no ya sólo en cuanto a las redes sociales sino en cuanto a la sociedad posmoderna en la que vivimos y en las tendencias de la misma. 

Me llamó la atención particularmente un tema que he tratado también en este blog en alguna ocasión y es el tema de la búsqueda de la verdad. Casi al final del documental se trata la verdad como uno de los valores o pilares que claramente se están perdiendo en pro de una “posvedad”, por citar el concepto tan utilizado por Marina (no sé si es suyo original o simplemente se hace eco), que vendría a ser una construcción de la realidad, sociedad e individuos basados en opiniones más que en hechos verificables. 

El tema de la verdad es uno de los temas por excelencia de la Filosofía (junto con lo Bueno y lo Bello). Ya los filósofos griegos teorizaron sobre esto y crearon los conceptos de doxa y episteme para distinguir los conceptos. El hecho de confundir el uno y el otro es tremendamente peligroso. Supone confundir lo cognoscible por la razón, lo objetivo, lo refutable por otros; con lo percibido y lo subjetivo. Se trata de confundir una realidad objetiva con una percepción personal (y quien nos dice que no interesada). 

En el documental se muestra cómo puede esto influir en una sociedad: como las creencias o la mera propaganda puede ser confundido con la verdad y ponerla en el mismo nivel de valor, darle el mismo potencial argumentativo. Esto, a su vez, implica que los individuos configuren su mundo sobre unas creencias que no se respalda con la realidad, lo que acaba llevando en último término a la falta de libertad al no poder los propios individuos poder discriminar entre qué es cierto y que no. Es una parte fundamental de la libertad el tener las herramientas para conocer qué es cierto, ya que de ahí se deriva el comportamiento de los mismos. Comportamientos tan críticos como puede ser el voto en unas elecciones. 

Todo lo que se ve en redes sociales / Internet pasa por verdadero, como ocurría antaño con la televisión, sólo que ahora cualquiera puede subir contenido a Internet y maquillarlo con apariencia de verdad. Además, cada vez más, las instituciones que habrían de velar por la verdad se están contaminando por esta posverdad, están siendo absorbidos por intereses políticos o comerciales. A la vez que escribo esto no puedo dejar de pensar en la Universidad y en algunos de sus catedráticos y miembros docentes (sobre todo en algunas disciplinas) donde su servicio a un interés concreto ha dejado de lado su supuesta defensa del conocimiento, el rigor, la ciencia y la verdad. 

¿Quién defiende la verdad ahora en la posmodernidad?

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30 septiembre 2020

De por qué el aprobado general perjudica a las clases más bajas

Donde hay educación no hay distinción de clases.

Confucio

Parece que la última idea del Gobierno en materia de educación es permitir que los alumnos de la ESO y el Bachillerato puedan obtener los respectivos títulos con asignaturas suspensas. Quiero entender que la razón de esta aberración es la idea, siempre presente en el mantra socialista, de “no dejar a nadie atrás” y se fundamentará en un principio fingido de “no discriminación” y “favorecer a las clases más bajas”, cuando lo que realmente van a conseguir es justo lo contrario: abrir una brecha cada vez mayor entre las clases con poder adquisitivo y sin él. 

Parece que hay cierto consenso en que el mejor ascensor social es el de la educación. Por eso se ve como un triunfo de la igualdad de oportunidades y de la democratización de las élites el hecho de que todo ciudadano reciba obligatoriamente una instrucción gratuita, de tal manera que su condición familiar no lo perjudique o discrimine en sus posibilidades de ascender en la escala social. 

Los títulos académicos se basan en una confianza: la confianza de que el poseedor del título tiene una serie de competencias o capacidades. Y es por eso por lo que cuando uno obtiene, por ejemplo, el carné de conducir no necesita, cuando la Guardia Civil lo para, demostrar fehacientemente sus habilidades conductoras y su conocimiento del código de circulación, sino que con la presentación del documento en cuestión se le presume habilitado para tal efecto. Lo mismo cabe esperar de un médico: a alguien con una licenciatura en medicina se le presupone una serie de conocimientos sobre la salud humana suficientes para que asuma las tareas de sanación de los ciudadanos. 

El problema está cuando el significante confunde el significado. Es decir, la habilidad para conducir no la otorga el carné, sino que el carné se otorga porque se reúnen las aptitudes y conocimientos necesarios para poder conducir. Igual ocurre con la licenciatura en Medicina: no es el título el que otorga conocimientos, sino el que ayuda a identificar a quienes los poseen. 

Esto que parece algo lógico y sencillo, no lo parece tanto para el Gobierno. No se trata de crear bachilleres: se trata de crear individuos con los conocimientos que se le presupone a un bachiller. Al permitir que el bachillerato pueda aprobarse de manera casi automática o sin el rigor suficiente, simplemente estamos engañando a quienes de damos un título, que por cierto está devaluado. Tener un título de bachiller ya no significará una serie de conocimientos, significará haber estado dos años de tu vida en un centro académico. Salvo que, lo hayas obtenido en no se qué centros (que casualmente serán privados y de pago) que crearán una serie de controles y rigores que serán suficientes para que las empresas y otros agentes económicos sepan discriminar quien SÍ reúne los conocimientos que se esperan de él. 

Esto que cuento no es ciencia ficción. De hecho, ya pasa con los idiomas. En España se da la siguiente paradoja, que ya he denunciado alguna vez en este blog. Un alumno se pasa en su vida académica al menos 8 años estudiando inglés. 8 años, insisto, como mínimo. Una media de 3 horas a la semana. Calculen ustedes solos la cantidad de horas que eso son. Pues bien, luego ese alumno llega a la Universidad y para obtener su grado, oh sorpresa, necesita un certificado de nivel de B1. Efectivamente. La propia Universidad desconfía de que, en esos 10 años de estudios obligatorias de inglés, el alumno haya adquirido los conocimientos de B1. Creo que esto se comenta solo. 

Sin embargo, si un alumno acude con un certificado de una organización cuyo derecho a examen ronda los 200€, entonces la Universidad sí da por bueno el título que sí acredita que el alumno tiene el B1 (o el que tenga). ¿No es maravilloso? 

Y ahora viene el quid de la cuestión. ¿A quién perjudica que la única forma de demostrarse competitivo en un mercado laboral sea a través de la obtención de un título de Máster (eso ahora, ya mismo descenderemos a los grados, y luego al bachillerato) cuyo precio sean miles de euros? ¿Beneficia, entonces, el aprobado general a las clases más desfavorecidas en el llamado ascensor social? En mi opinión, francamente, no. ¿Beneficia al conjunto de la sociedad un conjunto de ciudadanos y profesionales menos capacitados cada vez? En mi opinión, tampoco. Entonces… ¿a quién beneficia? A ustedes les dejo la respuesta.

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02 enero 2020

El Poder y la Risa

La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos. 

Dario Fo

Es prácticamente una tradición en mi casa visionar el especial de nochevieja de José Mota. Este año siguiendo la costumbre anual lo volvimos a hacer aunque para nuestra decepción fue el cómico quien no siguió la línea que traía consigo desde años atrás. Tal y como yo lo veo, el cómico manchego ha seguido siempre una línea crítica con el poder (de cualquier que haya sido su signo) haciendo especial hincapié en los políticos que andaban en el candelero. Una crítica respetuosa y no por ello exenta de ser inteligente y mordaz. Este año, casualmente, no ha sido así.

La completa ausencia de críticas al poder me llamó la atención, máxime cuando este año ha sido un año tan prolífico en cuanto a materia prima del humor político se refiere: el uso del Falcon, el caso de los ERE, la posible autonomía leonesa, el juicio del “procés”, los altercados en Barcelona tras la sentencia, la dimisión de Ribera, el auge de Vox, el caso de la Arandina, las legislaciones de género, etc. Sin embargo, toda la crítica política ha residido en Trump y Johnson, dos pinceladas breves a los políticos en general y eso sí, la parodia de un Golpe de Estado. Casualidades todo, imagino.

Desde que vi el programa se me ha venido a la cabeza varias veces la novela de Umberto Eco “El nombre de la rosa”. Sin ánimo de destripar la novela a nadie, uno de los pasajes finales y que justifica todo el argumento de la novela es una discusión sobre la risa y cómo, en el fondo, la risa relaja el control de la autoridad (para un análisis riguroso y profundo sobre esta parte de la novela de Eco os recomiendo este enlace; este texto no es más que un mero apunte). La risa (y el humor), en este caso la ausencia de ella, es una forma de control mediante el miedo y, por tanto, de ejercer el poder. No criticar al poder nos hace, en cierto sentido, menos libres. Así se expresa en la novela de Umberto Eco:

"La risa libera al aldeano del miedo al diablo, porque en la fiesta de los tontos también el diablo parece pobre y tonto, y, por tanto, controlable. Pero este libro podría enseñar que liberarse del miedo al diablo es un acto de sabiduría. Cuando ríe, mientras el vino gorgotea en su garganta, el aldeano se siente amo, porque ha invertido las relaciones de dominación: pero este libro podría enseñar a los doctos los artificios ingeniosos, y a partir de entonces ilustres, con los que legitimar esa inversión. Entonces se transformaría en operación del intelecto aquello que en el gesto impensado del aldeano aún, y afortunadamente, es operación del vientre. […] La risa distrae, por algunos instantes, al aldeano del miedo. Pero la ley se impone a través del miedo, cuyo verdadero nombre es temor de Dios. Y de este libro podría saltar la chispa luciferina que encendería un nuevo incendio en todo el mundo; y la risa sería el nuevo arte, ignorado incluso por Prometeo, capaz de aniquilar el miedo"

Cuando leo esto, veo el programa de José Mota y recuerdo los 70.000€ a los que fue condenado un señor por un poema satírico hacia Irene Montero me pregunto si el fiasco del programa del pasado día 31 es la natural consecuencia del declive de toda persona o si poco a poco pretenden recortarnos el humor y la risa.

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