30 mayo 2007

Respuestas


Puede que la respuesta sea no preguntarse por qué
Fito & Fitipaldis

Como ya he dicho en millones de entradas anteriores, el ser humano se está planteando continuamente diversas cuestiones de muy diversa índole.

En la mayoría de las ocasiones, las resuestas vienen tras una breve divagación, y suelen ser claras y distintas. Otras tantas llevan más tiempo. Podemos pasar días buscando respuestas acerca de problemas que nos afectan de forma personal y afectiva.

Y hay un tercer grupo. Hay unas cuestiones que a veces nos creamos nosotros mismos porque no sabemos en qué pensar, y necesitamos tener cierta agitación en la mente. Quizás éstas sean las peores, porque nos obsesionamos con la búsqueda de una solución al un problema que verdaderamente no supone un problema, sino el resultado del aburrimiento y/o del bienestar personal.

Obsesionados con solventar el problema, pasamos días y días indagando sobre el origen de la cuestión; y es al cabo de estas jornadas cuando por fin concluimos que el supuesto problema no es fruto de otra cosa que del aburrimiento, de la a veces necesidad de dar trascendencia a nuestra vida, de dudar de nuestros pilares más firmes por el simple hecho de que no tenemos otra cosa en qué pensar, y recurrimos (sobre todo nos pasa a las mentes inquietas) a remover los cimientos en busca de preguntas que probablemente no tengan respuesta alguna.

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29 mayo 2007

La curiosidad y el gato


Es menos malo agitarse en la duda que descansar en el error.
Alessandro Manzoni

Es natural en el ser humano desear saber. Toda persona quiere saber más de lo que sabe. Siempre se tiene curiosidad por algo, o simplemente siente interés sobre un tema concreto y desearía abarcarlo y profundizar más en él, únicamente por el placer que proporciona el saber.

Pero algo fundamental para el conocimiento es la curiosidad. La curiosidad, que no viene a ser más que un interrogante, una duda. Y es que es dudando como se aprende.

Incluso en lo que damos por seguro y sentado acuden las dudas en ocasiones. Y esa duda no es más que un intento de salir de un posible error en el que podemos andar sumergidos. Quien acata todo sin cuestionarlo realmente no sabe, cree. Tiene fe en un conocimiento, pero no puede sentir la misma certeza que alguien que razona unos porqués o simplemente ha abierto otras alternativas.

¿Y si todo en lo que creemos fuera mentira? Si todos nuestros pilares sobre los que sustentamos nuestras vidas no fueran ciertos, sentiríamos un vacío infinito. El ser humano necesita una constante seguridad en sus acciones y en su vida diaria. Si esa seguridad desaparece, la persona desaparece con él. Por ese motivo llamamos frecuentemente “saber” a “creer”; y por ese motivo dejamos a veces la verdad aparcada en el lado de la incertidumbre, porque tememos que la verdad nos haga daño o rompa algún esquema fundamental de nuestras vidas.

Hay quien prefiere vivir una mentira. Y no es tan malo en realidad. El problema de vivir en el error, de vivir algo que únicamente es real para ti se presenta en el momento que descubres la mentira, o descubres el error. No es fácil recomponer los axiomas vitales, aquellas cosas que permanecen como verdades indiscutibles del individuo. Es duro para el niño descubrir que los reyes magos no son más que un cuento. Y por desgracia, hay descubrimientos más duros que ese que acaban por quitarle a uno la poca inocencia que haya podido salvar.

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27 mayo 2007

Subconsciente


Pienso, luego existo
René Descartes

He estado leyendo esta mañana en el espacio de Messenger de un amigo un sueño que él tuvo. Después de contar una paranoia enorme, pide a algún voluntario que le interprete el sueño.

Las interpretaciones de sueños son realmente curiosas. Es una de mis asignaturas pendientes (una de tantas): leer libros de Freíd, leer psico-análisis. Decían que los sueños no son más que nuestras inquietudes y demás sentimientos arraigados puestos en evidencia. Puede ser perfectamente así.

Había también un poeta del que ahora no recuerdo su nombre que escribía versos después de levantarse. Vamos, que soñaba con esos versos en sueños y los trasladaba al papel justo después.

Me resulta asombroso lo que hace el subconsciente humano. ¿Pensamos nosotros realmente? ¿O todo es algo automático, algo que no podemos controlar, pero que tenemos la sensación de que sí? El hecho de pensar es algo tan sumamente abstracto que es difícil de explicar racionalmente.

¿Por qué pensamos lo que pensamos? ¿Cómo funciona realmente el cerebro y el pensamiento? Supongo que es una cuestión cuya respuesta nunca encontraré.

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24 mayo 2007

Campaña Electoral


Los amigos son para las ocasiones, salvo en determinados círculos político-económicos, en los que las ocasiones son para los amigos
Jaime Perich

Estamos en campaña electoral, algo que no habrá pasado desapercibido para nadie. Las calles están inundadas de mensajes y caras de candidatos a las alcaldías, pidiendo el voto ciudadano.

Lo que sorprende de esta campaña, que quizás sea lo normal pero debido a mi escasa experiencia política me sorprende; son los mensajes de los discursos de los políticos. Ya los alcaldes no se preocupan de ensalzar su buena gestión durante los cuatro años en los que han estado a cargo de una ciudad; ni la oposición a señalar dentro de esa gestión y organización el ayuntamiento donde están las cosas mal y qué alternativas proponen.

No señores, eso es cosa del pasado. Hoy en día, las campañas electorales están más cerca de un programa del corazón que de un debate político. Ahora, los políticos solicitan el “no voto” de sus rivales, piden claramente que se les vote a ellos por no votar a otras fuerzas políticas. Vamos, que hasta ellos saben que son el mal menor para la sociedad y la ciudad.

Y es que la política hoy en día se ha convertido en un juego y en un negocio. Es bastante lucrativo estar al cargo de un ayuntamiento, y es rentable; porque por las malas gestiones no se penaliza ni sanciona.

España necesita una nueva forma de hacer política, una nueva generación de políticos que, para empezar, crea en sus ideas y las lleven a cabo. Que crean en algo que no sea en el lucro y el poder; que crean en que mejorar lo que hay es posible. Es difícil, pero soñar es gratis, por ahora.

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23 mayo 2007

Jornadas de Reflexión


Un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo.
Sófocles

Una vez más los políticos vuelven a faltar a las normas básicas de una democracia. Ya pasó entre el once y catorce de marzo de dos mil cuatro. Y vuelve a pasar otra vez, en Granada, pero esta vez de forma tan evidente y ruin que no levanta otro sentimiento que no sea el desprecio.

El Partido Socialista desde su sede regional de Sevilla convoca para la jornada de reflexión un botellón en Granada. Y es que claro, como una vez funcionó y quedaron totalmente impunes, ¿por qué no intentarlo otra vez?

El problema de la democracia viene cuando las personas se hacen más fuerte que las leyes; cuando éstas son sólo usadas con fines partidistas y oportunistas. En democracia, la ley es quién manda. El poder que en una monarquía se le atribuye al rey, en democracia se le otorga a la ley, que se supone consensuada y acatada por el pueblo. Si no se respetan las reglas del juego, esto se convierte en ver quién hace la trapería más grande. Cada vez que una infracción de este tipo no se castiga, se está incitando a volverse a cometer. Si no se está de acuerdo en una ley, se debe luchar por que ésta sea modificada; no aplicar justicia cada cual con su mano.

Llevamos unos años en España donde la política se está convirtiendo en un juego sucio en busca de poder y ambiciones. Ya no se cree en las ideas. Los discursos se basan cada vez más en el “y tú más”, en el atacar al adversario político antes que ensalzar las virtudes propias. Ya no se promueven las ideologías, se carga contra las opuestas. Parece no haber límites para alcanzar el poder, como bien demuestra el Partido Socialista con esta moda reciente de sabotear las jornadas de reflexión.

Pero no olviden ustedes que quien siembra vientos, recoge tempestades. Miren a la década de los treinta si no.

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22 mayo 2007

Voluntad


Hoy es un buen día para empezar
Ricardo Arjona

Tendemos a hacer planes. Es una gran parte vital del ser humano, como ya he dicho en otras entradas, en la última para no ir más lejos. Hay que buscarse objetivos y soñar despiertos. Pero también hay que llevarlos a cabo.

Como dice el refrán: del dicho al hecho hay un trecho. Las palabras y los planes son bonitos; pero el mundo no se mueve con frases ni oraciones; se mueve con acontecimientos y acciones. Lo mismo pasa con nuestras vidas. Hay que soñar, hay que planificar; pero hay que llevarlos a cabo, hay que plasmar en realidad las ideas y proyectos.

Normalmente es la pereza el principal obstáculo para que todo esto sea posible. Siempre mañana es preferible a hoy a la hora de realizar cualquier actividad que no suponga una emergencia o un deseo incontrolable y desenfrenado. Pero debemos luchar contra eso, contra el posponer indefinidamente nuestros planes.

También es cierto que con el simple hecho de planificar, ya se disfruta; y aunque no llegue nunca a consumarse, uno ha disfrutado maquinando en su cabeza como va a ocurrir todo. Pero cierto es a su vez que el goce es mayor cuando uno recuerda que ha cumplido lo que se había programado.
La fuerza de voluntad es sin duda una gran virtud. La voluntad nos realiza. Nos hace sentirnos dueños de nosotros, de sentirnos capaces. No hay que esperar a mañana para emprender esas actividades que no son de un solo día, sino que más bien necesitan de cierta constancia para hacerse. Y hoy es un buen día para empezar.

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21 mayo 2007

El porqué de un porqué


Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los "cómos".
Friedrich Nietzsche

Hay días en los que uno no sabe muy bien por qué está vivo, qué hace en y con su vida, por qué se levanta por las mañanas, y por qué sigue acostándose. Siempre tiene que haber un porqué en la vida, o quizás, la vida misma sea un porqué.

Es necesario tener unos objetivos en la vida, unas aspiraciones, unos sueños, un día a día, un porqué. Incluso es preferible tener más de uno, por si alguno de esos pilare sobre los que sustentamos la vida se cayera, poder agarrarnos a otros para poder flotar en la realidad.

El ser humano necesita darle una trascendencia en su vida. No se conforma con ser un paseante, uno más en la gran escala de la vida. El hombre no se considera una casualidad, y si así lo hace, tiene una necesidad de demostrarle al azar que éste hizo bien.

Tendemos a mirar por encima del hombro al resto del planeta. Podemos hacerlo, desde luego, pero tal vez debamos ser más modestos y domar esa soberbia tan nuestra.

Se siente miedo y desilusión cuando uno empieza a creer que no es nadie en el Universo, que no somos más que polvo, que no somos más que nada. Y es probable que por eso el ser humano a lo largo de la historia se haya preocupado de recopilar historias, hazañas, literaturas y demás artes para dar trascendencia a unas vidas, que ya no aspira a sobrevivir, sino a vivir.

Y son esas artes y esa historia la que nos enseña a cómo actuar, la que nos explica muchos porqués y la que abre nuestra cabeza en busca de más aspiraciones y más objetivos vitales. Cuando leemos un libro, vemos una buena película o contemplamos un cuadro, sentimos como que tenemos que hace algo en la vida, nos sentimos más llenos, más enteros, y con ganas de no pasar desapercibido ante el mundo.

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17 mayo 2007

Obviar la existencia


Si nunca se habla de una cosa, es como si no hubiese sucedido
Oscar Wilde

Existen multitud de dificultades a la hora de decidir si algo existe o no existe. La forma más trivial, elemental e intuitiva de hacerlo es distinguir entre lo tangible y lo intangible; pero esa subdivisión no llega a ser del todo cierto, porque estaríamos negando la existencia de sentimientos, entre otras muchas cosas.

¿Cómo podemos concretar entonces sobre si algo existe o no? Decía George Orwell en su gran obra 1984 que “si tú crees que estás volando, y yo creo que estás volando: entonces estás volando”. Y algo así sucede en realidad: la existencia al fin y al cabo no llega a ser más que un concepto subjetivo.

Realmente estas dos ideas de existencias son completamente distintas aunque se usa el mismo término para ambas. Por ejemplo: ¿Existe Dios? Dios existe en el sentido en que alguien habla de Dios, y todo el mundo puede entender el concepto y asumirlo; ¿pero está presente en nuestra realidad? ¿existe Dios? Esa existencia es diferente a la anterior. En ese aspecto, el castellano lleva a una mal interpretación constante de la existencia. Hoy en día, no se puede saber si existe Dios.

Volviendo a la subjetividad de la existencia, cada individuo tiene conciencia de la existencia de distintos entes e ideas; y aquellas que ignora, realmente no existen para él. Algunos, es cierto, pueden alterar su vida o su estado actual; pero la mayoría pasan desapercibidas y el individuo ni los siente ni los padece. La ignorancia por tanto niega la existencia.

Lo mismo sucede con lo que se obvia. No se tiene certeza de existencia algo que sólo el individuo cree. Para llegar a saber algo, es normalmente necesario confirmar ese conocimiento con otras personas o documentos. Siempre se queda una vaga idea, de la que podemos estar casi seguros, pero necesitamos confirmar con otras fuentes para reafirmarnos en nuestro conocimiento; y si no lo hacemos, es porque la reafirmación se ha producido en un corto periodo de tiempo hacia atrás, o ha sido recientemente adquirida.

En el momento en que se confrontan las ideas, surge la duda. Salvo cuando uno se aferra a la idea fanáticamente, haciéndola más una cuestión de orgullo que de conocimiento.

Es necesaria por tanto la comunicación para el conocimiento. Es necesario reafirmar nuestras ideas. Dejar de creer para llegar a saber. Por eso hablar sobre lo que se duda puede hacer que la incertidumbre desaparezca.

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15 mayo 2007

La Fe en el Presente


Es preciso considerar el pasado con respeto y el presente con desconfianza si se pretende asegurar el porvenir.
Joseph Joubert

El tiempo ha sido una de las obsesiones primeras de la Humanidad. El hecho del condicionante espacio-tiempo que rige nuestras leyes físicas y nuestro día a día nos obliga a otorgarle una importancia a veces quizás exagerada.

El control del tiempo siempre ha sido un sueño plasmado en novelas de ciencia – ficción, así como en el cine. Poder moverse por la línea temporal que rige el universo ha sido, y será, uno de los sueños imposibles del ser humano, como el de la eterna juventud, aunque este último viene siendo una derivación del mismo problema sobre el tiempo.

El problema que tiene el ser humano con el tiempo aparece ante la imposibilidad tanto de poder cambiar el pasado como de prever el futuro. El hombre no puede ceñirse nada más que a su presente. Pero hasta el presente es relativo. Llamamos presente de igual manera tanto al momento concreto, a un punto en la línea temporal del tiempo, como a un intervalo de tiempo, cuyo centro es el ahora mismo. Por ejemplo, hablamos de presente de igual forma de ahora misma, de hoy, o de este año, según la referencia que tomemos para hacer la medición. Si al final, todo es relativo, pero eso es otro tema.

La angustia que provoca el tiempo también, es que muchas veces somos incapaces de conocer el verdadero presente. Conocemos el pasado. Es más, numerosos hechos los entendemos una vez transcurridos cierto tiempo que nos permiten analizarlos y contextualizarlos; pero el presente aún no tiene contexto claro.

Acude la duda a nosotros respecto a acciones fugaces, ante cosas que varían continuamente en el tiempo, y que no se mantienen constantes, como son por ejemplo sentimientos, gustos o apetencias. En el presente, sólo podemos tener la confianza de que todo se mantenga igual que en el pasado, del que ahora sí tenemos cierta certeza. Pero, como con todo, nadie nos puede asegurar que esas cosas sigan siendo tal y como las creemos o las creíamos. Todo es fugaz y todo cambia.

En cierta medida, la vida es cuestión de fe. Fe en las personas, en las acciones y en las palabras. Realmente no tenemos certeza de nada y fe en demasiado.

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12 mayo 2007

Ira


La ira es una locura de corta duración.
Quinto Horacio Flaco

La ira puede ser junto con el amor el sentimiento más puro y profundo que exista. Nunca pasa desapercibida, y rara vez es fácilmente se puede camuflar o disimular. Es fácil leer en el rostro, y en concreto en los ojos, la ira.

La ira y el odio han sido siempre mal vistos. Conducen a la destrucción y al desorden, al caos. Remueven las entrañas de cada individuo y estruja el cerebro para encontrar un modo de crear sufrimiento y malestar. Sin embargo, es esa constante búsqueda y esa constante alteración la que nos mantiene vivos: son las sensaciones las que hacen a uno sentirse realmente vivo.

No llega a molestar el odio. De alguna forma, lo elegimos nosotros. Pero como todas las sensaciones y sentimientos, no dura para siempre, y en algún momento, cesa por completo. Es entonces cuando llegan los efectos secundarios del odio: el arrepentimiento. Una vez que hemos rehusado el cabreo, vemos las cosas de forma diferente; e incluso a veces nos cuesta entender por qué hemos realizado o dicho cosas. Si el odio y el amor duraran para siempre, ambos serían más fáciles de soportar.

Uno cuando está enfadado, debe ser consciente de que ese estado no es para siempre, que en algún momento cesa. Pero eso es lo verdaderamente complicado. Se convierte en uno de los eternos dilemas: razón contra corazón. Es muy difícil de aplicar normas racionales en momentos donde los sentimientos afloran y se encuentran tan presentes. Es complicado medir las palabras ante los impulsos vitales que nos incitan y nos arrastran a decirlas, así mismo pasa con las acciones, que son difíciles de contener cuando en nuestro interior sentimos el deseo de realizarlas a toda costa.

Es aquel que contiene sus emociones y sabe canalizarlas y dosificarlas el que es dueño de sí mismo. El que en cada momento de su vida puede elegir hacia dónde dirigirla, y que además, está seguro de adónde la dirige. Es aquel, el que puede pensar con claridad en medio de la tempestad de sensaciones, el que puede controlar su mano y su lengua en momento de auténtica ira. El que comprende que todo sentimiento es fugaz, que las cosas pasadas un tiempo se conciben de otra manera. El que es suficientemente orgulloso como para no desear arrepentirse de nada de lo que hace, el que es siempre capaz de salirse de su cuerpo por un momento y determinar una decisión correcta, pensando siempre en el futuro y en sus consecuencias.

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09 mayo 2007

El Clima y las Personas


Yo soy yo y mis circunstancias
José Ortega y Gasset

¿Somos realmente independientes y libres? Creo con el paso de los días cada más que no. Todo nos influye, todo tiene eco en nuestras vidas. Realmente es difícil no dejarse influir por las personas; pero éstas no son nuestra única influencia.

No podemos ser siempre lo que pretendemos ser. La vida tiene demasiados factores, demasiadas condiciones ajenas a la razón; e incluso la razón se condiciona y se labra según acontezcan unos u otros hechos.

Pensaba esta tarde yo, ante mi falta de voluntad ante todo que el clima por ejemplo, condiciona las vidas, y por ende condiciona a las personas y a sus hábitos, a su cultura e incluso al carácter. Los cambios de temperatura son siempre críticos. El cuerpo, por razones que yo desconozco, se vuelve perezoso y reacio a los cambios y a los excesos. El estudio de las culturas con respecto los climas podría ser sin duda un tema interesante de investigación.

Todo nos condiciona. Podría decirse que no somos más que lo que podemos ser, lo que nos dejan ser. Pero el hombre siempre tendrá en su soberbia el concepto de libertad como una realidad suya; cuando realmente es un concepto relativo y difícil de definir. Pero eso será otro día…

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07 mayo 2007

Saltar al Vacío


Sin riesgos en la lucha, no hay gloria en la victoria
Corneille

Hay veces en la vida en las que uno no está seguro de si está siguiendo el camino correcto. Incluso hay veces en las que uno no sabe si quiera si está siguiendo un camino.

La incertidumbre es un tema que ya he tratado en este blog en repetidas ocasiones, pero es que es algo bastante inherente a mi persona que no puedo desprender con tanta facilidad. Hay quién está demasiado acostumbrado a pisar sobre donde otros ya han pisado, y cuando pierde esa referencia no sabe qué loseta pisar, y siente miedo.

Debe ser una sensación parecida a la primera vez que un paracaidista salta. En realidad debe ser parecido a cualquier primera vez, las primeras veces siempre son duras en todo. No sabemos con certeza qué va a pasar. No sabemos qué nos deparará el futuro. ¿Se abrirá el paracaídas? ¿Y si no? Pero seguramente se paracaidista no puede dejar escapar la sensación de caer hacia el vacío.

Hay personas que se superan a sí misma por conseguir algo que quieren, y que son capaces de afrontar. Realmente, casi siempre que alguien quiere algo enérgicamente, lo consigue. Querer es poder, que dicen por ahí. Sin embargo, existe también mucha gente que no sabe lo que quiere, no sabe si se ha montado en el avión porque realmente quiere saltar y sentir el viento en la cara y como el estómago se le encoge una vez que salta, o simplemente ha sido un capricho que le está aportando más sufrimiento qué placer.

En cualquier caso, hasta que el paracaidista no salte, no sabrá si ha merecido o no la pena. No podemos comparar con las cosas que aún no han pasado. Y vivir es, precisamente, pasar cosas cada día.

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06 mayo 2007

Cambio Político


Cuando la lucha entre facciones es intensa, el político se interesa, no por todo el pueblo, sino por el sector a que él pertenece. Los demás son, a su juicio, extranjeros, enemigos, incluso piratas.
Thomas Macaulay

El clima político español va llegando cada vez más a una tensión y unas diferencias serias. La política hoy está convertida en un forofismo realmente parecido al que tienen los hinchas de fútbol hacia sus equipos: sin ninguna lógica ni sentido, simplemente defendiendo lo que uno se ha apropiado como suyo.

Por eso, este bipartidismo, tan tradicional en la política española (ya estaban Cánovas y Sagasta), está tocando su fin, o por lo menos, debería estarlo. La gente está ya más que cansada de las eternas peleas, del sinfín de acusaciones sin pies ni cabeza, pero con infinitas vísceras.

¿No creen ustedes que es hora de un cambio? La democracia española es realmente una oligarquía de partidos, donde no existe democracia tan siquiera dentro de los mismos partidos. Todo se mueve por interés. Ya no se elige al mejor ni al más apto para el cargo, se elige al que mejor cae o al que más favores le deba.

Yo creo en ese cambio. No sé si es por mi excesiva juventud e ingenuidad, o porque realmente éste es posible; pero creo en él. Creo que existe la buena voluntad en las personas, aunque a veces se esconda. Creo que la democracia es posible. Y quiero luchar por ella y a la vez invitaros a todos los que creéis que es posible a seguir luchando.

P.D.: Echad un vistazo a los enlaces nuevos

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04 mayo 2007

Cansancio


Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.
Abraham Lincoln

Después de unos cuantos días (demasiados) sin escribir tengo bastantes temas para escribir. Normalmente se me ocurren muchos más, pero éstos se pierden en su mayoría entre los grandes vacíos de la memoria.

Comentaré hoy, una vez más basado en una experiencia reciente, los efectos del cansancio en una vida, el cómo nos afecta en nuestras acciones, pensamientos, predisposiciones y percepciones.

Realmente cambia un día las fuerzas que se tengan. La actitud es totalmente diferente con o sin cansancio. Cuando estamos cansados no tenemos ganas de nada, ni de pensar, ni de hablar con nadie. Los problemas de convivencia florecen de forma más repentina y continuada. No hay predisposición para nada, no hay paciencia, simplemente existe el cansancio y el pesar. Todo nos viene mal, salvo que sea permanecer sentado haciendo nada.

¿Es por tanto dormir una forma de perder el tiempo, o sin embargo es una forma de ganarlo? Como con todo, en el término medio se halla la virtud. Es necesario dormir, porque es necesario estar cansado; pero las horas parecen cortas, y la suma de todas ellas parecen pocas para las cosas que quedan por hacer. Hay que equilibrar ambos factores, porque cuando se realizan actividades hay que dedicarle la mayor parte de nuestra atención a esa actividad, si queremos que no haya sido una pérdida de tiempo, y sea productiva cuanto más sea posible. Es necesario estar descansados para poner nuestra atención a lo que estemos desempeñando.

Por otro lado, si no estamos descansados del todo, tendemos a querer acabar lo que estemos haciendo por irnos a descansar, lo que provoca que el trabajo que desempeñamos no lo hagamos de la mejor forma posible.

Descansar y dormir es una actividad fundamental para la correcta realización de otras.

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