07 enero 2019

La Belleza del Páramo

Vistas las cosas en la cámara oscura del recuerdo, toman un relieve singular.
Théophile Gautier

Uno se pasa toda la vida transitando los mismos lugares. Anda las mismas calles, come en los mismos restaurantes, se sientas en las mismas plazas. Son sitios normales, corrientes, sin ningún tipo de relevancia especial. No son especiales por tratarse de monumentos o por restaurantes con estrellas Michelín. Son sitios a los que tiene acceso cualquier persona de a pie, pero han sido parte del paisaje de cada uno durante años. En esos momentos, uno no es consciente de lo hondo que calan ciertos detalles del urbanismo y el entorno.


Al tiempo, uno ha de irse y alejarse de esas calles y rincones y pasa tiempo sin recorrerlos. Comienza a pasear debajo de otros balcones y frecuentar otros comercios. Los tenderos tienen ya otros nombres y otras hablas. Empieza uno a acostumbrarse a los sitios nuevos y los comienza a hacer suyos, hijos naturales de la rutina, dejando a los primeros como espejismos de la memoria.

Esta Navidad volví a caminar por un páramo que hacía años que no recorría. Una inmensa llanura seca con el blanco de Sierra Nevada de fondo. Una estampa que había visto decenas de veces. Sin embargo, no fue hasta ese día que no me había dado cuenta de todo lo que encerraba ese páramo ni tampoco había sido consciente de lo que representaban los días que pasábamos en el pueblo que allí se levantaba.

Cuando pasados los años uno vuelve a caminar por todos esos sitios de antaño, algo se despierta en la memoria y uno se traslada a aquellos años ya lejanos en el tiempo. Es fascinante la capacidad que tiene la memoria para despertar sensaciones dormidas con tan sólo contemplar una calle. Como uno por un momento se transforma en la persona que era y tiene aquellas mismas sensaciones, angustias, preocupaciones y alegrías. Se puede incluso sentir los anhelos de aquellos tiempos y se hace inevitable sonreír al ver lo diferente que se es. La distancia temporal frente a los lugares que han sido parte de épocas pretéritas envuelve los recuerdos con una especie de aura, creando una fijación especial en la memoria.

Eso me pasó en aquel páramo granadino, cuando vi que ese sitio había ganado para su belleza el haber sido inmortalizado entre mis recuerdos.

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