19 septiembre 2008

Camino de Santiago


Caminante no hay camino, se hace camino al andar
Antonio Machado

Este año, al igual que sucediera hace tres, parto hacia norte para recorrerme el camino de Santiago. Pero esta vez será diferente por varios motivos: la compañía, la ruta, la climatología. Llevo, esta vez sí, un cuaderno para apuntar las distintas vivencias y los distintos pareceres de las múltiples etapas.

Espero que el cansancio no haga demasiada mella, y que los paisajes no desilusionen. Espero también poder disfrutar del románico asturiano, y de la Asturias profunda, al igual que de la Galicia. De la España profunda al fin y al cabo, recorrer aldeas y bosques a pie, caminar bajo la lluvia y poder narrarlo todo fielmente.

Volveré ya entrado el mes de octubre, y por tanto no podré hacer una “entrada celebración” en mi aniversario de dos años como blogger. Espero que este tercer año en la andanza sea igual o mejor que los anteriores y que en mis letras se pueda percibir mi evolución, que espero que la haya.

Tampoco podré participar en los “liblogs”, ya que me encontraré fuera para el jueves marcado por el grupo para escribir. Espero en octubre haberme leído el correspondiente libro, sino acumularé dos desilusiones consecutivas. No obstante, leeré las entradas a mi vuelta.

Llevo un libro al viaje: un libro de cuentos de Wilde (el gran Oscar Wilde) que espero no desilusione. También contaré si lo acabo o no, y que me ha parecido.

Me despido pues hasta octubre. Sean buenos sin mí.

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14 septiembre 2008

Estilos


En asuntos de vital importancia, el estilo, y no la sinceridad, es lo verdaderamente vital.
Oscar Wilde

Es recriminado muchas veces, sobre todo lo he escuchado en grupos de música, que todas las obras, canciones, son iguales. Ciertamente son parecidas, y se parecen aún más cuando es uno el compositor, y se ve, de manera involuntaria claramente el mismo patrón para las distintas composiciones.

Y es que cada persona lleva dentro su propio estilo, su propia manera de hacer las cosas, que difícilmente es moldeable o mutable, y que permite la distinción de un autor unívocamente con su obra.

Es probable que si Mozart hubiera nacido en el siglo diecinueve, su obra no hubiera brillado como lo hizo en el Siglo de las Luces. Y es que probablemente Mozart tuviera un don especial para con lo que se llevaba en su época, para la música ordenada y racional, y no fuera tan avispado para el sentimiento que lleva impregnado el romanticismo.

Y tal vez no, tal vez un genio sea un genio independientemente de la época en la que nazca. Tal vez un genio sepa adaptarse a su tiempo, y no tenga una relación tan estrecha con la obra que le haya correspondido con la época.

Yo sin embargo creo, que al igual que un libro tiene distinto significado según cuando se lea, una persona tiene predilección por un estilo, y es ese estilo el que sabe explotar, y el que lo hace grande. Tal vez por eso muchos poetas no sirvan para la prosa y viceversa.

Habrá quién pinte mejor un atardecer o un mediodía de un mismo paisaje según se quiera expresar una u otra cosa. Habrá quién sepa exprimir mejor las tenues luces del ocaso y quienes de la plenitud del sol obtengan los mejores colores. Cada cual entiende las mismas cosas de manera diferente, y esa forma de entenderlas es el molde con que da forma a su estilo.

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12 septiembre 2008

Perfeccionistas y Soñadores


La gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribir o que aprieta desde abajo el tubo del dentífrico
Julio Cortázar

Normalmente después de escribir mi entrada, busco una frase que vaya acorde con lo que en ese mismo texto he intentado transmitir. Hoy, sin embargo, sucede al revés. He leído (más bien releído) la frase en el libro que estoy leyendo (Rayuela de Cortázar) y me ha invitado a la reflexión.

Ciertamente, hay quién pretende ser el mejor en aquel tema del que está formando parte. Son esas personas, podría añadir a la cita de Cortázar, que nunca pisan el césped o que siempre cruzan por un paso de peatones. Son gente ordenada, correcta, perfeccionista donde los haya. Cumpliendo siempre las reglas. Buscado y encontrando en su ética y comportamiento la satisfacción, el regocijo y la tranquilidad.

Personas deontológicas, que hacen del deber su devoción, que siguen de manera impecable los caminos trazados por otros, que siempre colorean sin salirse del dibujo, que trazan a la perfección su línea recta. Gente que encuentra en las cosas bien hechas, en la lógica y en el orden su seguridad y alegría.

Y por otro lado andan las personas que no saben seguir el camino de otros, menos perfectas; pero capaces de inventar el suyo, capaces de salirse de la línea de lo corriente y de lo habitual para llegar a lo excéntrico, lo suyo, lo propio.

Son todos aquellos que disfrutan más con el misterio de un poema que con la perfección de una fórmula. Que hacen lo que sienten, que viven su vida como una novela, llena de colores y de cosas inverosímiles. Narradores de sus propias vidas, que deciden cuando acaba un verso y empieza una nueva estrofa.

Son aquellos que buscan la magia en cada rincón. Amantes de los imposibles. Son todos esos que encuentra el regocijo en sentir que, hagan lo que hagan, lo hace porque así lo desean, que son ellos los que se gobiernan y que ante nadie responden.

Y de este último grupo de personas habla Cortázar. De aquellos que no deben citarse para encontrarse, de aquellos que valoran más lo escrito que la caligrafía, de aquellos que aunque la forma del tubo no se quede perfecta, lávanse los dientes igual.

De cierta manera recuerda esta cita al poema de Pablo Neruda “Muere lentamente”, que ya no sé si he puesto alguna vez en el blog, pero que desde luego significa mucho para mí. Lectura recomendada, desde luego.

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09 septiembre 2008

De lo Inerte a lo Vivo


Entre la vida y yo hay un cristal tenue. Por más claramente que vea y comprenda la vida, no puedo tocarla.
Fernando Pessoa

Rememorando mis años de escolar; y más por la curiosidad y por el entusiasmo que conlleva emprender una actividad conjuntamente con alguien, mezclado con una ligera dosis de aburrimiento, he recreado el “experimento” aquel que se solía hacer en primaria de plantar una legumbre, concretamente, un garbanzo.

Después de un par de días en remojo (en su correspondiente frasquito de postre lácteo y apoyado sobre un algodón humedecido) mi garbanzo, uno de los tres que he colocado, ha brotado.

Me resulta totalmente fascinante como algo totalmente inerte como es un garbanza en un plástico dispuesto para ser consumido puede generar un pequeño brote de vida. Es tan asombrosa la pequeña diferencia entre la vida y la muerte (en este caso viceversa) que no puedo evitar la reflexión.

¿Qué hace que algo pase de estar muerto a estar vivo? ¿El agua? Y si es el agua, ¿no es asombroso que el agua genere vida? Seguramente algún biólogo pueda darme una explicación más o menos precisa de qué le ha pasado a mi garbanzo (y lo agradecería, desde luego); pero desde mi ignorancia no queda sino la fascinación ante el fenómeno.

¿Qué mueve las células en busca de nueva vida, de un nuevo organismo? ¿Hay algo que las motiva? ¿Está todo eso diseñado o es puramente fruto del azar? Si es el azar, ¿cómo puede hacer algo tan netamente perfecto? Y si es un diseño ¿quién lo ha diseñado? ¿Y por qué?

Una vez más concluyo la entrada con más preguntas que respuestas; intrigado por el paso muerte-vida, por los secretos de la naturaleza y cautivado por una pequeña legumbre que me ha despertado el entusiasmo y la curiosidad.

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07 septiembre 2008

Nuevos Propósitos


Existe al menos un rincón del universo que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú mismo.
Aldous Huxley

Septiembre, o el mes de los propósitos. Junto con enero, por eso de ser año nuevo, debe ser el mes con más intención de cambio de una persona que haya a lo largo del año. Somos totalmente cuadrados, y las cifras sin quererlo nos dominan. Debemos esperar a que empiece de nuevo algo para intentar ser un poco mejores, ¿o alguien se propone un cambio radical el día 17 de marzo?

Tenemos suerte de que el año vuelva a tener los mismos meses, y cada mes empiecen en día uno; porque si no tardaríamos mucho más, o nos daría más pereza, el empezar una especie de nueva vida, el cambiar nuestros hábitos o simplemente el intentar ser mejores haciendo aquello que creemos que nos aporta algo, pero que sin embargo, nunca nos hemos decidido hacer.

Y digo yo, si ese algo no lo hemos hecho antes, quizás sea porque no sea tan vocacional, o porque simplemente no nos apetece, ¿por qué nos forzamos a que nos apetezca?

Un nuevo dilema razón-corazón se nos presenta. Nuestra cabeza nos imprime las ganas de leer, aprender inglés, hacer ejercicios o salir a pasear. Y nuestro cuerpo, nuestra pereza, nos invita a tumbarnos en el sofá y ver los días pasar sin agobio, obligación ni esfuerzo mental alguno.

Y es que siempre nos acordamos de lo que teníamos que haber hecho cuando ya es tarde. Nos acordamos de leer cuando no tenemos tiempo para leer, después de habernos tirados la mar de días aburridos en el sofá, esperando que el teléfono sonara para concertar algún plan. ¡Y será por la cantidad de libros que tenemos pendientes!

Queda claro que la pereza llama a la pereza, y el tiempo libre a no hacer nada. La rutina, o mejor dicho el hábito, es lo que nos motiva en parte. Muchas veces, por tal de huir de nuestras obligaciones recurrimos a los hobbies más peregrinos y a todo eso que nos impiden hacer las obligaciones. Nos dedicamos a fantasear sobre los libros que vamos a leer (por seguir con el ejemplo), los idiomas que vamos a aprender y lo fuertes que vamos a estar este año, mientras escurrimos el bulto de las obligaciones. ¡Hagamos todo eso que fantaseamos ahora que tenemos tiempo!

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06 septiembre 2008

Cargo de Conciencia


El alma desordenada lleva en su culpa la pena.
San Agustín

Todo tiene solución salvo la muerte, dice el dicho. Sí y no, digo yo. Cierto es que la muerte sea totalmente inevitable (a menos a día de hoy y sin tener en cuenta los relatos cristianos); pero no es cierto que sea lo único inevitable o carente de solución.

El pasado, como todo acto o circunstancia realizada en un periodo anterior al actual tampoco tiene solución. El pasado es pasado. Fijo, estático, firme. Podrá maquillarse mediante palabras, mentiras o cuentos. Podrá evitarse, esconderse o volatilizarse; pero siempre quedará ahí como algo que pasó, y que habrá pasado por siempre jamás.

Lo que una vez hicimos lo habremos hecho siempre. Y por mucho que nos pese la culpa (sin duda material más pesado que el plomo) el pasado seguirá siendo el mismo. Y por mucho que intentemos enmendar, todo lo que consigamos no será más que eso, una enmienda, un retal cosido a posteriori.

Sin duda alguna el cargo de conciencia, el sentimiento de culpa, es una de las peores sensaciones existentes, si no la más. El hecho de no poder mentir, porque a los únicos que jamás podremos engañar será a nosotros mismos, hace imposible el maquillaje y la atenuación. Sentir que el pasado es inamovible es algo desagradable.

Hay veces que varias personas son cómplices en una farsa para intentar suavizar el pasado. Son cómplices de una mentira, de un consuelo, que aunque saben no real aceptan como válido. Pero hay otras en que nadie se ofrece voluntario a fingir por el bienestar psicológico del que se siente culpable.

La conciencia es el juez más severo que jamás encontraremos. No perdona lo que otros perdonan, no atenúa lo que otros relajan. No admite chantaje ni soborno. No se doblega. No finge perdón.

Y la cárcel de este tribunal no es otra que la angustia de saber que el pasado seguirá siendo el mismo hasta que acude el olvido en su rescate. La culpa es la única penitencia válida para los errores de antaño.

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05 septiembre 2008

Expertos y Especialización


Un experto es un hombre que ha dejado de pensar: sabe.
Frank Lloyd Wright

La verdad es que no acostumbro a dejar tanto espacio temporal entre una entrada y otra, pero las circunstancias han impedido que haya tenido tiempo para sentarme delante del ordenador y escribir. Tampoco es que haya tenido una necesidad imperiosa de escribir, ningún tema que me tenga el cerebro ocupado lo suficiente como para apartar los apuntes y dedicarme al pensamiento.

Lo cierto es que no soy muy partidaria de la dedicación exclusiva. Me gusta más la variedad, la diversidad; me gusta más un menú de degustación que una hinchada de un plato concreto (aunque he de reconocer que si es mi plato favorito me lo pienso). En la variedad está el gusto, que decían.

La vida laboral, y por desgracia cada vez más la educativa, actual está orientada a una continua especialización, a la perfección en una materia concreta, al “expertismo”. Por suerte o por desgracia, los humanistas e ilustrados están siendo relegados a lecciones de historia y a utopías.

Tal vez sea porque cada vez hay un conocimiento más amplio, en el que es necesario ahondar para poder conocer con precisión un tema; o tal vez sea un fallo de la perspectiva de la educación, cada vez más pragmática, olvidando que el saber nunca sobra, y que todo lo sabido puede aplicarse en materias insospechadas.

Se nota también en el estudio universitario, donde las carreras de ciencias (ciencias puras me refiero) están cayendo en detrimento de las técnicas, ingenierías y demás. Como lo teórico, lo puramente inteligible pierde frente lo práctico y palpable.

El saber nunca está de más pienso yo; y el hecho de conocer algo más que lo necesario siempre te da ventaja sobre el resto. El conocimiento es algo que no siempre se sabe dónde y cómo se va a emplear. Y como no ocupa lugar, nunca está de más tenerlo.

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