Todo hombre es como la Luna: con una cara oscura que a nadie enseña.
Hay quienes pasan una amplia parte de su tiempo luchando por la integridad ética de su persona, buscando la consecuencia de sus actos y elaborando un patrón de conducta el cual llevar a rajatabla. Son personas a las cuales el honor y la dignidad ocupan un lugar más elevado que el resultado en su escala de preferencias.
Pero por mucho que intentemos ser la misma persona, concentrar nuestra personalidad en un punto y ser iguales en todos los ámbitos de nuestras vidas, es un objetivo claramente concreto. Querámoslo o no, tenemos tantas personalidades como ámbitos en nuestra vida. No podemos ser iguales ante nuestros amigos que ante nuestro jefe. No podemos presentar la misma naturalidad, ni si quiera el mismo lenguaje.
Una persona lleva dentro un sinfín de personas, o al menos de personalidades. Según el rol que ocupemos podemos o no desempeñar unos papeles o comportarnos de un modo concreto. No somos iguales cuando hacemos el papel de hijo que cuando desempeñamos el de amigo. Es inevitable.
Y por esta sencilla razón cada persona puede representar un misterio para nosotros. No conocemos más que la parte que se nos muestra de cada persona, y ese leve conocimiento de la persona es con la que enjuiciamos a alguien; pero tal vez esconda mucho detrás. Quizás con nuestros más allegados si podamos obtener varias perspectivas y conocerlos mejor, porque los vemos en distintas circunstancias de su vida, y por ende en distintos roles y escenarios.
Un profesor, por ejemplo, ante sus alumnos se muestra serio y formal; y ese es el único criterio de sus alumnos para enjuiciarlo, ¿pero quién sabe cómo es en su casa salvo quién conviva con él? Puede ser un bromista incansable. E igual le pasará a sus compañeros de vivienda: puede que les cueste situarlo en sus aulas al ver su carácter en el hogar.
Por tanto, estoy convencido de que cada persona podría ser el protagonista de la novela perfecta siempre que se escoja un buen narrador.
Mark Twain
Hay quienes pasan una amplia parte de su tiempo luchando por la integridad ética de su persona, buscando la consecuencia de sus actos y elaborando un patrón de conducta el cual llevar a rajatabla. Son personas a las cuales el honor y la dignidad ocupan un lugar más elevado que el resultado en su escala de preferencias.
Pero por mucho que intentemos ser la misma persona, concentrar nuestra personalidad en un punto y ser iguales en todos los ámbitos de nuestras vidas, es un objetivo claramente concreto. Querámoslo o no, tenemos tantas personalidades como ámbitos en nuestra vida. No podemos ser iguales ante nuestros amigos que ante nuestro jefe. No podemos presentar la misma naturalidad, ni si quiera el mismo lenguaje.
Una persona lleva dentro un sinfín de personas, o al menos de personalidades. Según el rol que ocupemos podemos o no desempeñar unos papeles o comportarnos de un modo concreto. No somos iguales cuando hacemos el papel de hijo que cuando desempeñamos el de amigo. Es inevitable.
Y por esta sencilla razón cada persona puede representar un misterio para nosotros. No conocemos más que la parte que se nos muestra de cada persona, y ese leve conocimiento de la persona es con la que enjuiciamos a alguien; pero tal vez esconda mucho detrás. Quizás con nuestros más allegados si podamos obtener varias perspectivas y conocerlos mejor, porque los vemos en distintas circunstancias de su vida, y por ende en distintos roles y escenarios.
Un profesor, por ejemplo, ante sus alumnos se muestra serio y formal; y ese es el único criterio de sus alumnos para enjuiciarlo, ¿pero quién sabe cómo es en su casa salvo quién conviva con él? Puede ser un bromista incansable. E igual le pasará a sus compañeros de vivienda: puede que les cueste situarlo en sus aulas al ver su carácter en el hogar.
Por tanto, estoy convencido de que cada persona podría ser el protagonista de la novela perfecta siempre que se escoja un buen narrador.
6 comentarios:
Roles, papeles, funciones, somos los mismos pero el espacio nos trasforma, la presencia de los otros también
Si algo nos transforma... no somos lo mismo, no crees?
Vale no aceptamos "transformar" como animal de compañía. Me refiero a que actuamos de forma distinta según el escenario. La misma persona, distintos actores
Sí, algo así digo yo. Tenemos tantas caras como personas conozcamos.
Lo que describes me recuerda a algo que aprendí hace tiempo. Es el proceso de alineamiento de la persona, consistente en pensar, decir y hacer la misma cosa. Parece simple, pero es dificilísimo.
Me alegra verte de nuevo por aquí y de que tu viaje haya sido fructífero. Yo lo tengo pendiente.
Un abrazo.
Gracias por el comentario Pakithor.
La integridad de una persona es una tarea dura, sin duda.
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