19 octubre 2008

Placeres


No existe el placer allí donde no existe más que él.
Gilbert Keith Chesterton

Hay, y ha habido, múltiples corrientes filosóficas a lo largo de la historia. Cada una de ellas, ha intentado a su manera dar una explicación o ha intentad ordenar el fin de la existencia humana, intentando crear en cada persona un modelo de conducta con el cuál su realización o su paso por la vida sea provechosa.

Una de estas corrientes fue la de Epicuro y la de su famoso jardín: el hedonismo. Resumiendo mal y pronto, la doctrina que promulgaba este hombre se basaba en el placer,

El placer es sin duda un plato apetecible y una filosofía fácil. El disfrute de la vida, de cada uno de los instantes que trascurren en esta, puede ser una meta vital. Pero, ¿qué es el placer? El placer va ligado fundamentalmente a lo físico, a lo sensorial; podemos decir que se trata de un goce a través de los sentidos, un disfrute del cuerpo.

El placer por excelencia es el relativo al sexo, aunque todo lo que tenga relación con saciar los sentidos puede contemplarse de la misma manera. El comer, el beber, descansa e incluso un masaje son ejemplos de placeres.

Pero el placer es algo más que una actividad: el placer debe llevar consigo un momento oportuno, una circunstancia propicia. Comer cuando uno está saciado no conlleva un placer, y sin embargo hacerlo cuando estamos hambrientos nos supone la sensación más agradable del mundo.

Podemos concluir entonces que el placer es la satisfacción de un deseo, y no un hecho en sí. Si deseamos beber y bebemos, sentimos placer; cuando andamos tremendamente cansados y nos tumbamos en una cama, sentimos igualmente placer. El placer es toda realización (en el sentido de realización personal) de los sentidos.

Por otro lado, si este disfrute es intelectual hablaremos de auto-realización, de satisfacción o de alegría, pero para que llegue a ser un placer, debe haber pasado por el mundo de los sentidos.

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