17 abril 2008

Lo Profundo y lo Superficial


A mí dadme lo superfluo, que lo necesario todo el mundo puede tenerlo.
Oscar Wilde

Aunque saber sea un único verbo y defina lo mismo, ocurre como con todas las palabras, que hay muchos tipos de saberes, hay distintos matices. Uno de ellos, y tal vez el más popular y conocido, sea el saber culto, el hecho de poseer unos conocimientos sobre la Humanidad en general, la Naturaleza o cualquier otra entidad objetiva.

Existe también un saber más subjetivo, más cercano a personas concretas, no aplicable universalmente y quizás de más bajo nivel; que es ese saber de todos los días, como por ejemplo saber con quién sale Fulanito, o saber qué dice Menganito de Jaimito, etc.

En el fondo, todo es saber, todo es conocimiento; pero existe una abismal diferencia entre ambos. El primero es, y resulta totalmente paradójico, un saber personal. Saber en qué año nació Cervantes, cuántas obras escribió y el mensaje de cada una de ellas, es algo que nos basta saberlo a nosotros mismos para sentirnos realizados.

No ocurre igual con el segundo, más cercano al mundo del chismorreo y el cotilleo. Con ese saber de la calle, de las cosas más cercanas a las personas, uno no quiere saber más que para poder comentar a otros. Y es totalmente curioso, porque yo estoy convencido de que si se nos otorgara por acción divina la respuesta a cualquier chisme, y nos impusieran la condición de que no pudiera ser contada, éste saber perdería todo atractivo.

Y es que quizás estos saberes vayan vinculados con los tipos de personas, con los intereses y los fines vitales. Hay a quién le gusta saber, por cultivar su persona, su individuo, y para ello lee por lo general; y hay quién es más de hablar en corrillos, de sentir la necesidad de ser popular, de ser escuchado y reclamado por otros.

Y quizás de aquí pueda hacerse distinción entre lo superficial y lo profundo: mientras que lo superficial queda siempre para la galería, para deslumbrar al resto, y que sin ese resto de personas pierde totalmente su sentido; lo profundo es individual, privado, siendo de esta manera la única manera de serlo, y que cuando se comparte no se hace en corro sino en la más cuidada intimidad.

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