16 abril 2008

Animales para el Matadero


Nombre: Animales para el matadero.
Director: Egon Monk
País: Alemania
Duración: 99 minutos.
Reparto: Bruno Dietrich, Ernst Jacobi, Gerlach Fiedler.

Ayer, como suelo hacer casi todos los martes de este cuatrimestre, fui al Aula Magna de la Facultad de Ciencias, donde proyectaron esta película. No es que fuera un peliculón la mar de divertida. Tampoco tocaba ningún tema profundo ni presentaba ninguna paradoja espeluznante. Simplemente fue una metáfora, muy directa, de la sociedad.

La película trataba acerca de un tren. Un tren en el que viajaban pasajeros en clase alta. Y en este tren empiezan a ocurrir cosas sumamente extrañas, como un mensaje militar por el altavoz, el bloqueo de las ventanas, la inutilización del freno de emergencia, etc. Ante tal serie de despropósitos surgen en el tren dos corrientes bien distintas: los que quieren saber la verdad, y los que confían en que el tren arribará a su destino.

La película es un clara crítica hacia aquellos que permanecen impávidos a su alrededor. Los que no se preguntan por las injusticias sociales, ni por los poderes. Aquella clase complaciente que prefiere vivir su vida, ajena al resto, sin meterse en nada.

Esta metáfora es aplicable también a la sociedad española. La mayoría, inmensa mayoría, es ajena a sus problemas más directos (como puede ser si maltratan o la vecina de al lado) y a los problemas que nos afectan a todos: la política. ¿A cuánta gente le interesa la política durante la legislatura? A muy poca, realmente muy poca.

Los políticos nos utilizan. Abusan de nosotros diariamente. Hablan del pueblo cuando les interesa. Cuando interesa nos representan, cuando no, son una entidad aparte. Roban de nuestros impuestos, mienten descaradamente, hacen más importantes las palabras que los hechos (ver trasvase del Ebro); y encima, tienen unos medios de comunicación a su servicio, siempre dispuestos a dar propaganda.

Cada día se comenten cien mil injusticias en el entorno de cada uno; y muchas veces somos conscientes de ellas. No obstante, preferimos agachar la cabeza, o mirar a otro lado. El abuso de poder está a la orden del día, pero los políticos están amparados por unas leyes blandas y un poder judicial sumiso. Y los ciudadanos seguimos indefenso ante abusos; y muchas veces, esta postura de complacencia es comprensible, ya que es preferible a una vida tranquila, rodeado de la familia y sin ningún tipo de preocupación más allá del fútbol, que una de pleitos y conflictos.

Pero hay que dar el paso. Hay que luchar por unas ideas, por unos valores, por una Justicia. Hay que dar el paso de buscar una vida mejor, no sólo para uno, sino para todos. Y es por eso que no podemos dormirnos sentados en el vagón de la vida.it.

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