16 enero 2007

De Paseo

filogon

“Quiero saberlo todo. Y siempre me encuentro como antes, triste como la vida y resignado como la sabiduría.”
Giovanni Papini

Nunca me había parado a pensar lo verdaderamente purificador que puede llegar a ser un paseo. Los últimos dos días, después de llegar de clase y de estudiar durante toda la mañana, he bajado con mi madre al parque a dar un paseo, bajo el sol de invierno y el raso cielo azul.

Aparte de lo interesante que puede llegar a ser una conversación y lo que se puede aprender y dar a conocer; lo que ayuda un diálogo a la cultivación de uno mismo y al intercambio de pareceres. De hecho, así es como surgió la escuela, la escuela peripatética aquella de Aristóteles, quiero recordar, dónde los alumnos aprendían dando paseos en un jardín, y no se tomaban apuntes ni se hacían trabajos inútiles, sólo se escuchaba y opinaba.

Y es realmente cierto, que la educación está en horas bajas. No culpo de todo a las leyes, aunque es la ley la que permita que estos atracos contra la educación pública sucedan. Culpo a la ley de mucho. No de animar, no de entusiasmar, del mínimo esfuerzo, de la promoción automática, de los dieciséis años en el instituto, del acoso escolar, del acoso a los profesores, etc etc.

Pero es que el estudio, el conocimiento, o se puede imponer. Con el tiempo, como aquel mágico texto de Borges, aprende uno que es conocimiento y el saber es vocacional, que uno tiene que descubrir lo que supone saber, lo que aporta al individuo como individuo y como miembro de una sociedad.

Quizás hoy sea yo mismo el que se ve, a su corta edad, con tan poco tiempo por delante, y tanto tiempo atrás desaprovechado. Pero la edad es caprichosa, y cada una exige sus pautas. Nunca es tarde si la dicha es buena, quizás sea tiempo de enmendar lo pasado.

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