19 septiembre 2012

Lo Bueno y lo Malo como Elementos de Poder

No puedo desear que ganen los buenos, ya que ignoro quienes son.
Gonzalo Torrente Ballester

Encontrar una definición acerca de lo bueno y de lo malo puede resultar harto difícil, sobre todo cuando los conceptos están viciados por el lenguaje y los usos. Si miramos a estos conceptos desde su acepción ética, desde su valoración axiológica/normativa, lo que sí parece más o menos claro es que ambos conceptos son antagónicos entre sí, es decir, algo no puede ser bueno y a la vez: una conducta no puede ser buena y mala a la vez.

Lo enunciado en el párrafo anterior se cumple siempre que consideremos que lo bueno y lo malo son conceptos fijos, no relativos, eternos. Pero, ¿es realmente así? ¿O son los conceptos bueno y malo conceptos discrecionales?

Aunque pueden ser varios los parámetros sobre los que medir estos conceptos (la bondad asociada a lo natural, la bondad asociada al altruismo, etc.), la bondad y la maldad, al fin y al cabo, no es sino reducir el mundo a dos mundos: todo fenómeno de la realidad se acaba insertando en uno de estos conjuntos, lo cual lleva a una simplificación excesiva de la realidad. Esta reducción del mundo, cuando no existe en ella un ánimo de verdad, nobleza o autenticidad, puede ser realmente atractiva a la hora de trasladar mensajes a la sociedad y a la opinión pública.

Imaginemos que uno de los grupos de la sociedad que pugna por el poder (no necesariamente político) consigue establecer en la mente de los demás que todos los actos y opiniones emitidos por su parte forman parte de lo “bueno”. ¿Qué más argumentos habría que esgrimir o qué más razonamiento serían necesarios para el convencimiento de los demás que partir de la calificación de bueno? ¿Cómo se destruye esa presunción de bondad?

La simplificación de la realidad en bueno y malo puede ser peligroso, máxime cuando se han perdido las referencias sobre qué es bueno y qué no. De la misma manera, el que ostenta en sus opiniones y actitudes la calificación de bueno, ya tiene una gran porción de legitimidad. Es por ello que puede decirse que la capacidad de enunciar qué es bueno y qué es malo es un gran elemento de poder.

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09 septiembre 2012

El Sentimentalismo en las Ideas

No es con una idea como se levanta a un hombre, sino con un sentimiento.
Hipólito Taine

Desde un plano teórico, el debate de ideas debe ser aquella discusión en la que los participantes, mediante la razón y argumentación, consiguen hacer ver en los demás la bondad de las ideas que uno defiende. Entonces, cada uno de los participantes en la conversación, aportará su punto de vista fundamentado en su conocimiento y experiencia con el fin de hacer recapacitar al resto de interlocutores. Estos otros interlocutores, siempre en teoría, cuando reconozcan la superioridad de otra idea o la estimen más apropiada para el caso debatido, aceptarán esta nueva visión del problema o cuestión, y entre todos concluirán una misma idea, ya sea original de alguno de los exponentes, ya sea amalgama de varias de ellas.

Sin embargo, la práctica va por otro lado. Rara vez en un debate alguien cede ante las ideas de los demás, al menos en el propio debate, por muy convincentes que estas sean.

Las ideas pueden parecer a priori entes asépticos alejados de toda emotividad y sensación, simples argumentaciones expuestas en un plano lógico, abstracto, difuso y alejado de los individuos concretos. Pero mucho me temo que no es así.

Las ideas, en cierta manera, pertenecen a sus dueños. Defender una idea es más que defender una proposición lógica abstracta, es defender parte de uno mismo.

Cada individuo necesita hacerse una composición del mundo. Dicha composición está formada por ideas que le ordenan los objetos y fenómenos de ese mundo y establecen una serie de relaciones, causas y finalidades. La alteración de una de esas ideas, sobre todo si es fundamental, es la alteración del mundo, de la realidad.

El individuo, además, es consumidor de seguridad. El conocimiento de la realidad es una dimensión básica de esa seguridad: el creer que uno sabe cómo funciona el mundo y cuáles son los elementos que lo rigen es fundamental para esa seguridad. Nadie se siente igual, por ejemplo, el primer día que uno visita una ciudad.

A la seguridad, hay que añadirle además un sentimiento de pertenencia. En cierta manera, las ideas nos pertenecen. Son nuestras, sobre todo si somos incapaces de recordar donde las hemos aprendido o adquirido. Defender nuestras ideas es, en cierta manera, defendernos a nosotros mismos, y en esta defensa va implícito un sentimentalismo, unas emociones hacia esas ideas. La defensa de unas ideas que creemos nuestra se convierte entonces en una lucha de “lo nuestro”, al igual que defenderíamos a nuestra familia o nuestro equipo de fútbol. En cierta manera en las ideas también se da un sentimiento de pertenencia.

De este sentimiento de pertenencia/posesión y este sentimentalismo en las ideas nace un orgullo a la hora de defender unas ideas en una discusión. Es prácticamente imposible, si ésta es acalorada, que las ideas se reconozcan válidas por parte del “contrario” en el mismo momento del debate. Lo cual no significa que las ideas no penetren en el otro y que éstas sean inmutables una vez que se instalan en un individuo, simplemente necesitan cierto reposo para que el otro las adquiera o las empiece a sopesar, precisamente por este orgullo. Las ideas fluyen y varían, por supuesto, en cada uno, pero en el mismo momento del debate es difícil que reconozcamos la influencia de las otras.

Todo ello hace reflexionar sobre el carácter de las ideas. Las ideas, sobre todo las que forman parte de esa seguridad personal (religión, política, etc.) no son meros elementos abstractos que se modifican ante la evidencia de superioridad de otra. Ellas nos pertenecen, o nosotros les pertenecemos. Cuando las defendemos públicamente, en cierta manera nos defendemos a nosotros mismos, nuestra manera de actuar, nuestra manera de ser. Es tal vez por ello que un debate sosegado y cívico resulte tan complicado, ya que, en cierta manera, cambiar de idea significa reconocer que estábamos equivocados, y el orgullo no siempre lo consiente.

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11 julio 2012

Mirando hacia delante

El hoy es malo, pero el mañana es mío
Antonio Machado

Hoy he leído en el diario ABC una reflexión sobre la situación actual de España. Me gustaría compartirla con todo aquel que quiera. Creo que lleva razón y que hay que empezar a mirar hacia el futuro, a empezar a construir, a mirar hacia delante. Hay que salir a decidir nuestro futuro y no esperar a que éste venga solo.

Nuestro futuro está abierto. Es fruto de un aprendizaje y, sobre todo, territorio de una esperanza. Pero nuestra desorientación sólo se resolverá si somos conscientes de lo ocurrido: no ha sido consecuencia de una inevitable desgracia, sino resultado de nuestros actos. No hemos luchado contra molinos ni contra la furia desatada de los elementos, sino contra nuestras propias carencias, contra nuestra dolorosa inmadurez. “El hoy es malo, pero el mañana es mío” dijo Machado hace cien años, cuando España afrontaba la necesidad de reconocerse como nación en marcha. Si el hoy es malo, el futuro sólo será nuestro como reconocimiento de nuestra responsabilidad, como delación de nuestros errores, como acto de construcción y resuelta empuñadura de nuestra decisión de ser, de una vez por todas, ciudadanos de una nación que nos aguarda para realizarse desde hace ya demasiado tiempo. 

Fernando García de Cortázar

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07 julio 2012

A vosotros (políticos) os hemos formado en interés del Estado tanto como en el propio vuestro, para que seáis en nuestra República nuestros jefes y vuestros reyes.
Platón 

No es pequeño el clamor que existe contra la “politización” de todo. Las cajas de ahorro, las universidades, sindicatos y así un sinfín de instituciones, más civiles que políticas, que han desviado el desempeño de sus funciones hacia otras serie de objetivos distintos para los que se crearon se consideran “politizadas”, cuando realmente lo que están es “partidizadas”.

Aunque sé, por supuesto, lo que hoy día “politización” quiere significar, entiendo que el concepto está mal empleado y que lo que realmente se quiere decir es “partidización”, es decir, poner al servicio de un determinado partido o ideología estructurada los recursos, decisiones y acciones de las instituciones en cuestión.

Si miramos la etimología y origen de la palabra “política” nos podemos dar cuenta de que éste significa “relativo a la polis”, es decir, a la ciudad. Este concepto de origen griego puede extrapolarse perfectamente, debido al cambio de las estructuras organizativas, al Estado. Podríamos hablar de política como “de lo relativo al Estado”.

El Estado dejó de ser hace ya el conjunto de estructuras formales burocráticas que garantiza la seguridad de sus ciudadanos y recauda y gestiona sus impuestos. El Estado pasó a ser una nación cuya soberanía reside en el pueblo, en el conjunto de los ciudadanos, y por ende, en el conjunto de sus instituciones.

A lo que quiero llegar es a que el hecho de hacer política, el hecho de influir en la nación, afecta no únicamente a las instituciones del poder político, sino que la capacidad y la responsabilidad de hacer política, de intervenir en los asuntos de la nación, corresponde a cada ciudadanos y a cada una de las instituciones del país. La política, prácticamente, es omnipresente.

Lo siguiente que hemos de ver es cuál es el objetivo de la política, qué se espera de ella. Cuando alguien hace política (en cualquiera de sus ámbitos y niveles) y gestiona unos determinados recursos debe tener claro cuál es el objetivo que persigue, qué es lo que pretende conseguir. Y es aquí donde se produce la desavenencia de los conceptos: se hace política cuando se persiguen los objetivos del conjunto de la nación, y se es partidista cuando se antepone el partido a todo lo demás.

Por eso no considero que el hecho de que miembros de partidos políticos formen parte de instituciones sea malo porque sí. El problema llega cuando éstos, en el desempeño de los cargos institucionales, desplazan los intereses generales por los suyos particulares, ya sea esta particularidad individual o colectiva.

El problema no es que una ideología (a través de las personas que la siguen y de las estructuras que las soportan) llegue a las instituciones. El problema es que una vez en ellas olviden el sentido de dichas instituciones y pongas ésta al servicio de unos intereses concretos, bien alejados del interés general. Los partidos han de comprender que son medios para hacer política, no fines en sí mismos.

Por lo tanto, y aunque hoy la única garantía para evitar la “partidización” parezca esa, no se trata tanto de que los partidos no intervengan en las instituciones, sino de que las respeten, busquen de entre sus miembros los más aptos para liderarlas y hagan así política, procurando siempre el interés general.

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28 junio 2012

La Generalitat y su particular concepto de democracia

La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie.
 Montesquieu 

No estoy descubriendo nada nuevo cuando digo que la democracia va mucho más allá de la existencia de elecciones. El hecho de votar, por sí solo, no da democracia. Al igual que no tiene por qué ser democrático un gobierno elegido en las urnas. El ejemplo paradigmático de esto es la Alemania nazi, en la que un gobierno elegido estableció un sistema policial eliminando cualquier atisbo de democracia. La democracia va más allá de emitir un voto cada cierto tiempo.

Es, sin embargo, el Estado de Derecho uno de los principales pilares que sustentan la democracia. Este cimiento fundamental podría resumirse en la igualdad ante la ley y en el sometimiento de todo ciudadano a su imperio, no a la voluntad arbitraria de ningún individuo particular. La ley, como manifestación de la soberanía popular, es la que debe regir para todos de una manera idéntica.

Dicho esto, llama poderosamente la atención lo que acontece en Cataluña. Las recientes sentencias del Tribunal Supremo en materia lingüística vuelven a quitarle por enésima vez la razón a la Generalitat. Los miembros del gobierno catalán, ni cortos ni perezosos, se apresuran a decir que en esa materia no van a acatar ninguna sentencia que contradiga su santa voluntad.

Me gustaría aprovechar estas líneas para recordarles al Molt Honorable Presidente y a todo su Gobierno que son esa misma ley y esa misma Constitución que ellos se empeñan en ningunear las que les permite a ellos gozar de su autogobierno y su autonomía en la región catalana. Me gustaría recordarles que es desde el 1978 cuando se les ha permitido en España, gracias al consenso nacional plasmado en la Constitución, disfrutar de la libertad de legislar en materias de sus competencias, reconocer sus símbolos institucionales y acceder al autogobierno regional.

Es esa misma Constitución que habilita la creación de su Comunidad Autónoma la que le obliga a acatar todas y cada una de las sentencias de los Tribunales de Justicia de España. Ya que, si no están dispuestos a acatar esa parte, ¿por qué debería entonces nadie respetar su autonomía?

Casualmente, el discurso independentista se radicaliza ahora, cuando la impopularidad amenaza la rentabilidad electoral de su gestión: recortes de sanidad, cierres de quirófanos y centros de salud, presuntos casos de corrupción, presunta financiación ilegal de partidos, etc. Cuando más acorraladas se sientes las élites catalanas, más independentistas se proclaman. Nacionalismo instrumental puro y duro.

Por eso mismo es conveniente recordarles de vez en cuando cuál es el origen jurídico y político de su actual autonomía, muchísimo más amplia hoy que en cualquier otro momento de la Historia. Ya está bien de acatar las sentencias a la carta: o se respeta el Estado de Derecho (Constitución incluida) o no. Con todas sus consecuencias.

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25 junio 2012

Nacionalismo Instrumental

Patriotismo es amar la patria de uno, nacionalismo es odiar todas las demás.
 Charles de Gaulle

Hoy quiero compartir en este espacio dos fragmentos de un libro que trata sobre las nuevas guerras. En concreto, el libro presta especial atención a los conflictos de los Balcanes (Bosnia y Kósovo) e intenta analizar los orígenes del conflicto. La autora, Mary Kaldor, se lo achaca en gran a los nacionalismos surgidos tras la escisión de Yugoslavia o más bien, por ser más precisos, a la instrumentalización política del nacionalismo concebido como un odio hacia el otro. En concreto lo llama “Nacionalismo Instrumental”. El libro se titula “Las Nuevas Guerras”.

Las nuevas políticas de identidades consisten en reivindicar el poder basándose en etiquetas

Los movimientos nacionalistas reinventan versiones concretas de la historia y la memoria con el fin de construir nuevas formas culturales que sean útiles a la manipulación política.


Comparto estos textos porque no puedo dejar de compararlos con ciertas políticas llevadas a cabo tanto en País Vasco y Cataluña, donde en muchas ocasiones el nacionalismo de estas regiones esconde las pretensiones, bajo la idea de la diferenciación, a una élite de poder social y económica que está dispuesta a todo por perpetuarse en ese poder.

Me pareció significativo también como justo tras los primeros recortes de Sanidad y cierres de alas, quirófanos y centros de salud, Convergencia, en su congreso, llamaba a la independencia. Como dije en su momento, ante la mala gestión, nacionalismo.

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20 junio 2012

Idealismos

El verdadero heroísmo está en transformar los deseos en realidades y las ideas en hechos.
Alfonso Rodríguez Castelao

 Hay quien, hablando sobre el carácter y el espíritu de los españoles, nos describe como idealistas. Al principio, a uno se le viene a la cabeza el Lazarillo de Tormes, siempre tan presente, aunque sin saberse, en la actitud de los españoles que el concebir al español como idealista choca.

No obstante, la concepción de idealista no tiene una acepción única. Quizás la primera imagen que nos venga a la cabeza de un idealista es esa persona ingenua, un poco ajena al mundo, que mantiene cierta esperanza en que los procesos y circunstancias mejoren, basándose, la mayoría de las veces, en unos valores o ideas abstractos, etéreos, principalmente morales, proyectados sobre el conjunto de personas que, estimaría el idealista, los tiene interiorizados.

Podríamos hablar de esta persona como aquella que confía en que el mundo base su comportamiento en ideales morales y abstractos.

Sin embargo, idealista podría representar también a esa persona que cree firmemente en unas ideas, que tiene unas convicciones tan profundas que es capaz de hacer sacrificios enormes en pro de la materialización de esas ideas. Desde luego, el trasfondo de estas ideas suele descansar en un ideal de justicia y cierta bondad moral, pero a diferencia del perfil anterior, no espera ninguna actitud por parte de los demás, sino que es él mismo, mediante su fe, actitud, hechos, discursos o acciones quien pretende extender esas ideas, llevarlas a la práctica y transformar el mundo a partir de ellas.

Correspondería este tipo de personas a aquellos idealistas que creen en la fuerza transformadora de las ideas llevadas a la práctica.

Quizás, pensando con detenimiento, este segundo perfil de idealista si podría corresponderse con el carácter del español: la asimilación de unas ideas y/o concepciones y su incesante esfuerzo por llevarlas a cabo.

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17 junio 2012

Educación y Ciudadanía

El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos, y no para ser gobernados por los demás.
 Herbert Spencer

Con motivo de los recortes presupuestarios que se han llevado a cabo en materia de educación, el debate sobre la misma vuelve a ser de primer orden. La intención de mis palabras es hacer un aporte a ese análisis, incidiendo en puntos importantes que, considero, están siendo pasados por alto.

Prácticamente toda las críticas que he leído llevan una orientación monetaria, netamente materialista: todo se reduce a dar una estadística y una serie de datos acerca del número de horas de docencia de los profesores, la ratio de alumnos por clase, el gasto por alumno, el porcentaje del presupuesto, etc., quedando al final toda discusión reducida a quién gasta más en qué y quién ha recortado más y cómo.

La educación en España atraviesa una crisis, desde luego, aunque yo discrepo en que ésta sea causa del dinero en ella invertido. ¿Cuánto dinero se gasta hoy más que hace treinta años? ¿Acaso acaban los escolares sus estudios con más conocimientos y con mejor preparación para el mundo que les espera que entonces?

Una de las cuestiones que afectan a la educación es que hemos perdido de vista el fin que ésta persigue. ¿Cuál es el objetivo del sistema educativo? ¿Qué se persigue con él? El sistema educativo, o así lo estimo, no ha de ser una especie de terapia ocupaciones, un pasatiempo para las mañanas de los adolescentes, que es en lo que ha acabado por convertirse. La educación es la herramienta fundamental que tiene un país para generar ciudadanos, para otorgarles a éstos las capacidades y habilidades necesarias para, en un futuro, poder manejarse en la realidad por sí solos. El objetivo último de la educación es emancipar a su juventud, hacerlos libres en el futuro.

Pero, ¿estamos realmente en esa tesitura? Todo parece indicar que no. Resulta sorprendente que en una democracia no se den nociones básicas de Derecho y de sistema político a los que luego serán sus ciudadanos. ¿Cómo puede alguien formar parte plenamente de un sistema cuyo funcionamiento desconoce por completo? Ha de enseñarse qué es la libertad, qué es la democracia y qué mecanismos se tienen para ejercerla.

Es increíble que el único aprendizaje que se haga de la Constitución sea con motivo de su efeméride, y que éste, además, no sea una lección como tal, sino que se reduzca, en el mejor de los casos, a un recital de artículos, sin que nadie los diseccione, los explique, les de forma y les muestre su utilidad e importancia. ¿Cómo alguien va a ejercer sus derechos si no los conoce?

Para que España como nación prospere es necesario que prosperen sus ciudadanos. Para esto, es fundamental darles a ellos los elementos básicos, las herramientas básicas. La ignorancia política y jurídica sólo beneficia al poder. La preservación de la democracia pasa por el fomento de conciencias críticas y libres. Y uno de los lugares donde ello ha de llevarse a cabo con especial ahínco es en el seno del sistema educativo.

Por eso, hemos de exigir que la educación sea de calidad. Pero no nos confundamos: la calidad no se mide en dinero, sino en resultados. Y es ahí donde nos hemos desviado en los últimos años, donde hemos mirado hacia otro lado, arrastrados por la inercia de la euforia económica, relegando a secundario el contenido de la enseñanza, prefiriendo para nuestros hijos el aprobar al conocimiento, olvidándonos que educar significa, realmente, crear seres libres.

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14 junio 2012

Jesuscristo según Oscar Wilde

Si somos arrastrados a Cristo, creemos sin querer; se usa entonces la violencia, no la libertad. 
San Agustín.

No he podido resistirme a copiar unas frases de mi admirado Oscar Wilde de su obra De Profundis. En una parte de esta obra hace una interpretación de la doctrina de Cristo muy próxima a mi propia visión de la misma y a la vez algo diferente a la concepción general del cristianismo, en general, y de la vida de Cristo, en particular. Ha sido grato encontrarme con ella. La comparto casi plenamente, incluso antes de encontrarme con ella. Y, además, la he considerado una buena forma de volver a escribir aquí después de unos cuantos meses.

[Cristo] sentía que la vida se halla sujeta a cambios frecuentes, que es fluida y activa, y que el comprimirla dentro de una forma rígida sería la muerte. Comprendió que los hombres no deben preocuparse demasiado de sus intereses materiales y cotidianos;

[…] [Cristo] no reconocía leyes, sino sólo las excepciones, como si cada ser y cada cosa no tuvieran su par en el mundo.

[…] Como todos los poetas, [Cristo] amaba a los ignorantes, pues sabía que en el alma de un ignorante hay siempre lugar para una gran idea. Pero no soportaba a los necios, en particular a aquellos embrutecidos por la educación: gentes que tienen juicios dispuestos para todo, pero que no comprenden ninguno: un tipo éste, especialmente moderno, y que Cristo describe bajo la forma de aquel que tiene la llave del conocimiento y no la sabe usar, ni deja que la utilicen los demás, aunque con esta llave se pueda quizá abrir la puerta del Reino de Dios.

[…] El filisteismo* era la marca de la época y del pueblo en que vivía. Por su hermética mentalidad, su inflexible rectitud, su tediosa ortodoxia, su adoración a los ídolos del día, su exclusiva preocupación por lo grosero de la vida material, su ridículo engreimiento y su suficiencia, los judíos de Jerusalén contemporáneos de Cristo eran exactamente los filisteos británicos de nuestros días. 

[…] El éxito mundano era para Él algo absolutamente despreciable. No veía en él absolutamente nada. Miraba la riqueza como una carga abrumadora,

[…] No quiso [Cristo] saber nada de una vida sacrificada en aras de un sistema filosófico o moral. Señaló que las formas y las ceremonias habían sido hechas para el hombre, y no el hombre para ellas. El descanso de séptimo día no tenía para Él ninguna importancia. Denunció con el más terrible e inquebrantable desdén la filantropía, la caridad pública, el enojoso formalismo a que tan aficionada es la mentalidad del pequeño burgués. Para nosotros, la ortodoxia significa simplemente un asentimiento cómodo y desprovisto de espíritu; pero, para los judíos, y en sus manos, fue una tiranía terrible y paralizante. Crista la rechazó, demostrando que únicamente el espíritu tiene valor. Fue para Él una gran satisfacción probarles que, si bien leían constantemente la Ley y los profetas, en realidad no tenían la menor idea de lo que quería decir. Es más, y al contrario de ellos, que cada día masticaban, como hojas de menta o de ruda, sus inflexibles rutinas, los deberes de antemano prescritos, predicó la importancia de vivir con plenitud en cada momento.

[…] El filisteísmo es simplemente esa parte de la naturaleza humana que no puede ser iluminada por la imaginación.

* Yo creo que se refiere a los fariseos, aunque en la obra que yo manejo habla de filisteos.

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28 diciembre 2011

Lo que la Lengua es para el Ser Humano

La lengua no es la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo.
Miguel de Unamuno

El otro día en una de estas conversaciones que se mantienen durante las comidas navideñas, plantearon la siguiente pregunta: ¿qué diferencia al ser humano de los animales? La pregunta no tiene una respuesta, sino más bien es una de esas preguntas retóricas que obligan a uno a agudizar la mente, a afinar en el razonamiento sin llegar a una conclusión clara.

Consciente, por tanto, de que no puedo hallar ninguna respuesta clara y que son tenidos todos los animales en cuenta a la vez, se puede concluir lo siguiente: la suma de todas esas habilidades, presentes en algunos animales pero en ninguno todas a la vez, es un rasgo característico del ser humano: el andar erguido, el uso de las manos, la sociabilización, etc. Además, todos estos rasgos están mucho más depurados en el ser humano que en los animales, sean éstos los que sean.

No obstante, para mí sí hay un rasgo claramente diferenciador con respecto a los animales: el lenguaje. No me refiero a sistemas de comunicación entre seres ni a códigos de transmisión de información, me refiero al lenguaje. Lenguaje como capacidad de abstracción, de representación del mundo mediante símbolos, al simbolismo que hay detrás de las palabras, a las matizaciones, al orden que supone en la mente del ser humano poder nombrar las cosas, y de la misma manera, poder transmitir esa información a otros de manera clara, concisa y diferenciada.

Muchas veces tenemos incluso en nuestra cabeza pensamientos rondando, sin concreción. Son más bien sentimientos, sensaciones. Sabemos a qué nos referimos, sabemos lo que queremos decir, pero no podemos ponerlos nítidos ni claros hasta que no pasa por el filtro de la lengua, por el filtro de las palabras. Es entonces cuando tiene realmente significado, cuando se puede expresar, cuando se puede pensar claramente y no como una nebulosa de sensaciones, sentimientos y pensamientos.

¿Se puede pensar sin palabras? Seguramente se pueda, pero estoy convencido de que el pensamiento no puede articularse igual sin la lengua. La lengua es la herramienta del pensamiento, al igual que las matemáticas de la ciencia. Conocer y dominar una lengua es imprescindible para poder articular correctamente el pensamiento. La lengua nos ayuda a definir, precisar, ordenar y relacionar conceptos, a moldear el pensamiento.

Tal vez no seamos conscientes de la lengua y es por ello por lo que no incidimos lo suficiente en el sistema educativo sobre ella. Vemos la asignatura como un compendio de cosas inútiles: la gramática, sintaxis ortografía, cosas prescindibles en nuestra vida diaria. Pero lo cierto es que, repitiendo lo que vengo diciendo, el conocimiento de la lengua hace más poderoso nuestro pensamiento.

Volviendo al inicio del mensaje, es el que la lengua nos permite describir y articular lo que nos ha permitido, de la misma manera, inventar sistemas fundamentales en el ser humano: la filosofía, el derecho, la política, etc. Todo ello ha sido creado a partir de la lengua, a partir de la definición de conceptos, del raciocinio que dan las palabras, de los matices. Lo humano, las humanidades, las letras, se han construido a partir del lenguaje, porque el pensamiento se construye a través de él. La lengua es para las humanidades lo que las matemáticas son para las ciencias.

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08 diciembre 2011

Legitimidad y Negociación con ETA

La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los cuales fue fundado.
Montesquieu

Negociar o no negociar con ETA ha sido uno de los dilemas a los que han debido enfrentarse los últimos Gobiernos. Se trata del mismo dilema al que ha sido sometida la sociedad que, una vez más, ha encontrado en este debate un motivo de división y fractura. Cuando parecía claro (atendiendo a los pactos antiterroristas, manifestaciones y manifiestos conjuntos por parte de los partidos que representan a la mayoría de la sociedad, etc.) que habíamos acordado el cómo acabar con ETA, la mitad del pacto antiterrorista consideró que el fin de la banda podría llegar sin contar con la otra parte.

El Partido Socialista abanderado por Rodríguez Zapatero consideró cambiar unilateralmente los principios que hasta ahora habían regido en la lucha contra ETA (ahogo económico, acciones policiales, aislamiento de presos, etc.) por otros con más “talante” (negociaciones secretas, consideración de ETA como interlocutor, cese de detenciones, acercamiento de presos, etc.). Una vez decidido este cambio, se puso en marcha el sector mediático que lo respalda (o al menos respaldaba) y comenzó la ardua tarea de intento de legitimación de una negociación, a mi entender, infame, con el resultado de una nueva confrontación y disputa entre españoles demócratas discutiendo si se ha o no de negociar con terroristas, si acabar con ETA es más importante que la contraprestación a obtener. O lo que es lo mismo, si el fin justica los medios.

Yendo más allá de cuestiones electoralistas y partidistas, ¿qué supone una negociación con terroristas? La idea principal es que considerar a los terroristas a un mismo nivel de negociación es una manera implícita de legitimar el terrorismo: si a través de asesinatos, extorsión, coacción, secuestros y otros tantos delitos uno puede sentarse con el Gobierno de la nación a hablar “de tú a tú”, indirectamente estamos reconociendo que esos métodos son legítimos como medios de reivindicación de una serie de políticas o acciones por parte de los Gobiernos. Tratar como interlocutor válido a quien no sólo carece de legitimidad, sino que además tiene a su espalda innumerables crímenes contra la libertad y la democracia no es aceptable.

No se trata de cerrarse en banda en contra de una negociación, pero sí de dejar clara la diferencia de legitimidad, de representatividad y de principios y valores que impulsan a unos y otros, siendo imposible tratar a ambos interlocutores a un mismo nivel. Para que un gobierno se preste a negociar ha debido de definir antes una serie de puntos innegociables: la entrega definitiva de las armas por parte de los terroristas; garantizar que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado seguirán realizando su actividad normal; el juicio y la condena a todo aquel que haya cometido un delito; y una petición expresa de perdón a las víctimas del terrorismo y al conjunto de la sociedad española por los daños causados. Sin partir de estos principios claros, la negociación se desvirtúa.

Y así ha sido en buena parte: Otegui ha sido considerado “hombre de paz”, se han acercado presos a cárceles del País Vasco, se ha permitido la introducción en las instituciones a un partido político que no condena abiertamente la violencia, etc.

El pueblo español debe mantenerse unido en la lucha contra el terrorismo. Si no seguimos defendiendo los valores del Estado Democrático y de Derecho, el dolor y el sufrimiento de las víctimas y del conjunto de la sociedad española habrán sido baldíos. España debe seguir afirmándose en sus valores y principios. El terrorismo no es un medio legítimo y por ello no debe ser tratado como tal. El cese de ETA es deseado por todos, pero no a cualquier precio. Sabemos ahora, gracias a publicaciones recientes en diarios, que el Gobierno ha mentido a la ciudadanía y que continuó negociando después del atentado de la T4. También hay un proceso abierto por presunta colaboración con banda armada: el famoso caso del bar Faisán. En definitiva, hay una serie de elementos que confirman que el Gobierno no ha actuado con los mecanismos e instrumentos que la democracia facilita. No es reprochable que un gobierno intente acabar con ETA. Lo que sí puede serlo es el precio a pagar por ello.

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01 noviembre 2011

La Moral como Manifestación contra la Naturaleza

Atacar las pasiones de raíz equivale a atacar la vida de raíz
Friedrich Nietzsche

Con este título encabeza Nietzsche uno de los capítulos de su obra “El Crepúsculo de los Ídolos”. Me ha parecido interesante y es por eso que quiero compartirlo con los lectores. El tema: la sensualidad y la moral a lo largo de la Historia. Juzguen ustedes mismos.

Todas las pasiones tienen una época en la que resultan sencillamente nefastas, en la que subyugan a sus víctimas con el peso de su estupidez; y una época posterior, mucho más tarde que la otra, en la que se desposan con el espíritu, en la que se «espiritualizan».

En otros tiempos se combatía la pasión en sí por la estupidez que implica; los hombres se conjuraban para aniquilarla; todos los viejos monstruos de la moral coincidían en sostener que hay que matar a las pasiones. La fórmula más conocida de esto se encuentra en el Nuevo Testamento, en el Sermón de la Montaña, donde, dicho sea de pasada, no se miran las cosas desde las alturas. En ese pasaje se dice, por ejemplo, refiriéndose a la sexualidad: «Si tu ojo te escandaliza, arráncatelo.» Afortunadamente, ningún cristiano ha seguido este precepto. Aniquilar las pasiones y los deseos por el mero hecho de evitar su estupidez y las desagradables consecuencias de ésta es algo que hoy nos parece una forma aguda de estupidez. Ya no admiramos a los dentistas que nos sacan los dientes para que no nos duelan. Por otra parte, cabe reconocer que la idea de «espiritualizar las pasiones» resulta inconcebible en el terreno donde surgió el cristianismo. Es sabido que la Iglesia primitiva luchó, efectivamente, contra los «inteligentes» a favor de los «pobres de espíritu». ¿Cómo se podía esperar de ella que combatiera inteligentemente las pasiones? La Iglesia combate las pasiones a base de extirpar, en todos los sentidos de la palabra: su medicina, su «terapia» consiste en castrar. No se pregunta nunca: «cómo espiritualizar, embellecer, divinizar un deseo?» En todo momento lo que ha hecho ha sido cargar las tintas de la disciplina sobre la base de exterminar (la sensualidad, el orgullo, el ansia de poder, de poseer, de vengarse). Pero atacar las pasiones de raíz equivale a atacar la vida de raíz: la praxis de la Iglesia es hostil a la vida.

Nota: Yo he leído el texto en una edición distinta, con otro traductor, que tal vez mantenga un estilo más literario. En cualquier caso, el mensaje sigue siendo el mismo.

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27 octubre 2011

El Razonamiento en la Argumentación

Razonar y convencer, ¡qué difícil, largo y trabajoso! ¿Sugestionar? ¡Qué fácil, rápido y barato!
Santiago Ramón y Cajal

He recibido algunos comentarios acerca de lo que escribo en mi blog, o mejor dicho, de cómo escribo lo que escribo en mi blog. La crítica principal ha sido que trato un tema, pero que no transmito mi opinión, que no me mojo, que no emito veredicto de a favor o en contra respecto de lo expuesto en la entrada en la mayoría de los casos. Tal vez algunos de los lectores que no se han pronunciado de esta manera han podido concluir que tal vez mi intención no es dar respuestas, sino formular preguntas.

Algo de eso ocurre también en las conversaciones, principalmente con amigos, y sobre todo en temas relacionados sobre la metafísica, la ética o cuestiones humanas y/o humanísticas que no tienen una solución única y verdadera.

En este tipo de charlas no se trata sino de formular teorías (es decir, proposiciones no demostradas) y de defender estos argumentos con razonamientos que los sostengan. No se trata tanto de la conclusión que se obtiene, sino de cómo se obtiene. El razonamiento es muchas veces más importante que los datos en sí o las conclusiones aprendidas. Saber llegar a una conclusión a través de un mecanismo deductivo habilita además que esa conclusión pueda ser analizada, rebatido y corregida en el caso de que no fuera del todo acertada. Estamos suponiendo, por supuesto, que en el debate se pretende la búsqueda o el descubrimiento de una “verdad”, entendamos por verdad algo que es real objetivamente. En el momento en que las conclusiones están determinadas de antemano el debate ha quedado totalmente corrompido siendo la argumentación un justificante, más que un método.

Por todo ello considero que en la educación de cualquier materia es casi tan importante (si no más en algunos casos) enseñar a razonar como enseñar conocimientos ya elaborados. Insisto con el ejemplo que en alguna entrada ya he empleado: más vale aprender a pescar que recibir el pez en la mano.

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15 octubre 2011

La Imagen de Andalucía

El gobierno no se ha hecho para la comodidad y el placer de los que gobiernan.
Conde de Mirabeau

Hace no demasiado escuchamos, por partida doble, a políticos catalanes hacer referencia a Andalucía de manera no excesivamente amable, o, al menos, no constituyente de elogios. El primero de ellos fue el señor Mas, presidente del gobierno catalán. Éste hizo alusión al habla andaluza y la supuesta dificultad que el resto de castellanohablantes tienen para comprendernos. Comentario, que por otra parte, no merece mayor atención, ya que prestársela supondría reconocerle más importancia que la de una simple payasada parlamentaria (que es lo que fue), además de que dicha intervención no tiene ningún trasfondo político ni pretende solucionar ninguno de los miles de problemas que nos achacan, sino que responde más a las últimas tendencias políticas de crear debate sobre temas banales, superficiales, inútiles y no productivos.

Cosa distinta, a mi entender, son las declaraciones del portavoz del grupo parlamentario CiU en el Congreso. Más allá del tono o de las palabras literales del político catalán, hemos de intentar llegar al fondo de la cuestión, ¿por qué Durán i Lleida se refirió a Andalucía y no a Cantabria? ¿Existe realmente en Andalucía una “cultura de subsidio”? ¿Beneficia a Andalucía esta gestión de los recursos económicos?

En Andalucía no sólo tenemos la costumbre de ser pícaros, que considero que es una característica inherente al conjunto de la nación, sino que además poseemos el hábito de jactarnos de ella. Nos gusta presumir de cómo defraudamos a la administración, de cómo no pagamos IVA, de cómo hemos hecho y no nos han “pillado”, de cómo gano más sin hacer menos. Y no es que el resto de España no lo haga, pero creo que nadie lo exhibe con tanta naturalidad y orgullo como lo hacemos en el sur de España. Por lo que creo que la referencia a Andalucía, en lugar de Cantabria, se debe en gran parte a que nosotros damos pie a ello.

Y es que, además, en Andalucía nos gusta el humor y, más bien, el cachondeo. Y somos muy propios a reírnos de nosotros mismos, a parodiarnos constantemente, a decirnos unos a otros qué graciosos somos, que todo da igual y que la vida son dos días, que hay que disfrutar. Lo que sucede entonces es que cuando uno emite al mundo, o al menos al resto de España, una imagen de bufón o payaso (nada más hay que ver Canal Sur y los programas de “zapping” de las cadenas nacionales cuando utilizan imágenes de la televisión autonómica) es que en el resto del mundo (o del país al menos) se crea una imagen cómica y poco seria de Andalucía. Llega entonces el día en que nos la recuerdan. Y es ahí cuando nos duele. Pero mientras emitimos día tras día la imagen de gente poco seria nadie se plantea que eso es lo que vendemos y la imagen que damos, y por tanto, como después nos van a recordar.

Cuando viene alguien de fuera de Andalucía y nos describe tal y como nos ve, porque es tal y como hacemos que nos vean, aparece en nosotros una dignidad hasta entonces desconocida, un amor propio exagerado y contrario, insisto, a la imagen que de nosotros mismos hemos fomentado. Y precisamente quien más ha fomentado esa imagen, quien más ha estereotipado al andaluz (o por lo menos quienes son responsables de la imagen del mismo) más ofendido se siente y más digno se planta.

Y es que así somos los andaluces: mientras nuestros gobernantes dilapidan y despilfarran el dinero de todos; cuando hemos perdido una oportunidad irrepetible gracias a las subvenciones europeas de dejar a un lado la cultura de la subvención (que todo el mundo sabe que existe), la cultura del pan para hoy, fomentar en un lugar grandes cambios e inversiones en la estructura económica de la región; cuando no se ha velado porque las becas y subvenciones vayan efectivamente a quien las necesita sino que se ha construido una Andalucía fundamentada amiguismo y el partidismo más rancio; cuando se ha invertido una cantidad ingente de dinero en infraestructuras sin un estudio de viabilidad previo o, al menos, dicho estudio ha sido nefasto; y así, un largo etcétera; mientras todo ello ocurría, los andaluces mirábamos para otro lado. No nos importaba, porque había ordenadores en las aulas, símbolo (falso y superficial) de modernidad, porque había inauguraciones todos los fines de semana (muchas de ellas completamente inútil lo inaugurado), símbolo (superfluo) del crecimiento y la prosperidad, etc.

Y es curiosamente ahora, cuando nos asaltan con realidades que todos conocemos, que hemos fomentado y de las que nos hemos jactado, cuando nos hacemos los ofendidos y tiramos de orgullo.

En mi opinión, deberíamos aprovechar este momento para hacer autocrítica de nosotros mismos: qué nos ha fallado y por qué. Por qué después de haber recibido no sé cuántos millones de euros desde Europa seguimos a la cola de casi todo, por qué teniendo una de las regiones naturales más ricas y prósperas de Europa estamos en los vagones de cola.

Tal vez lo que nos pase a los andaluces es que confundimos las prioridades y no vemos, como dice el proverbio chino, que un pescado nos dará de comer hoy, pero que aprender a pescar nos dará de comer toda la vida. O, tal vez, nos pase algo peor: y es que no queramos verlo.

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28 septiembre 2011

Fracasos

No existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos.
Jean Paul Marat

Como todo, o casi todo, el fracaso tiene también dos vertientes: una objetiva y otra subjetiva, aunque realmente la primera es parte de la segunda en tanto y en cuanto es únicamente la percepción del sujeto el que puede determinar la existencia o no de fracaso.

Podríamos definir el fracaso como la no consecución de uno o varios objetivos. Si los objetivos son públicos o fácilmente deducibles por la mayor parte del quórum, se podría hablar de fracaso objetivo, ya que es contrastable por cada uno de los observadores. No obstante, la mayoría de los objetivos son personales, y es únicamente uno el que sabe a lo que aspira o lo que ambiciona.

Es por ello que fracaso y metas u objetivos van necesariamente relacionados. No puede haber fracaso sin objetivo. Y es por ello que la medición del fracaso ha de hacerse de acuerdo con los objetivos que a su vez han de ser elaborados en base a las circunstancias individuales y subjetivas de cada uno, a sus capacidades y ambición.

Por lo tanto el único sujeto autorizado para determinar al fracaso o no es uno mismo. Nadie más se halla en posición de evaluar los objetivos de nadie. Lo más que puede hacerse es suponer, dadas unas características de una persona, suponer unos objetivos. Pero insisto, el fracaso es personal e individual. El fracaso es de uno mismo.

Y por más que otros encuentren causas justificadoras, en la mayoría de los casos tras suponerse ellos en dicha situación, la catalogación de fracaso o no depende de cómo cada cual lo sienta.

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22 agosto 2011

Democracia y Cultura Política

No hay democracia sin determinación.
Julio Anguita

¿Está todo pueblo o nación preparado para todo cambio político de tendencia democratizadora? Esta cuestión, como casi todas las que se plantean en el ámbito de las Humanidades en el sentido más amplio de la palabra, no tiene una respuesta única, o al menos, no verificable. Las respuestas universales y únicas no existen cuando el ser humano es el objeto de estudio, o en este caso, de hipótesis.

Ello no impide que podamos permitirnos fantasear a partir de esta cuestión, establecer una teoría en base a unos argumentos y generar debate, o al menos, generar una inquietud, un planteamiento y una reflexión.

Si contestáramos afirmativa la pregunta plateada estaríamos de la misma manera afirmando que la cultura política es innecesaria para una democracia. Si entendemos la cultura política (entiéndase democrática implícitamente) como aquellos conocimientos, inercia, hábitos o conciencia democráticos de los individuos que conforman las sociedades, puede existir una mayoría que sí que la considere democrática. Planteándolo de otra manera: ¿puede exigirse un derecho que se desconoce que se tiene?

Por eso mismo, respecto la pregunta que abría la entrada, mi opinión se aproxima más a una respuesta negativa. Para que los cambios en el sistema político (entiéndanse grandes cambios) ha de existir una demanda social, una conciencia de ese cambio, una voluntad. ¿Tendría sentido un sistema de Monarquía Parlamentaria o de República Democrática en la Edad Media? Es necesaria cierta cultura política para poder asumir cambios democráticos. Si no, esta democracia “impuesta” pronto deformará, por la tendencia natural del poder a concentrarse, en sistema autoritarios o, cuando menos, demagógicos.

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17 agosto 2011

La Propiedad

Cuanto más posee el hombre, menos se posee a sí mismo.
Arturo Graf

Uno de los principales pilares sobre los que se asiente el sistema liberal burgués es el derecho a la propiedad privada. De la misma manera, la corriente opuesta a éste, el marxismo (al menos en su versión primitiva), considera que la propiedad privada ha de suprimirse: todo ha de pertenecer al Estado en pro de la igualdad entre los ciudadanos.

Desde luego, el mundo en el que vivimos hoy es impensable sin la propiedad, sin la posesión de cosas. La propiedad ha sido objeto de reflexión continua a lo largo de la historia. Véase, por ejemplo, el voto de pobreza en las órdenes religiosas cristianas, que no es más que el desprendimiento del mundo material, la renuncia a la posesión, ya que son las cosas, la posesión, la ambición, la que de alguna manera nos alejan del mundo espiritual.

En cierta manera algo parecido está sucediendo en la actualidad, en este sistema social y económico en el que el beneficio a toda costa es el principal objetivo de las organizaciones, principalmente en las sociedades mercantiles. El deseo exhacerbado de poseer (esto son, la ambición y la codicia) deja de un lado la parte más humada y solidaria de los seres humanos y de las agrupaciones de los mismos.

El hecho de poseer lleva implícito el poseo de poseer más cuando, por un lado, no se acompaña esta posesión con unos valores humanos, y por otro, cuando el ser humano se vuelve en exceso individualista, egoísta.

Por otro lado, se ha comprobado también como la supresión de propiedad privada, la supresión de una recompensa individual material provoca la desbandada de la motivación, y con ello, del proyecto vital de la persona. La necesidad de ir mejorando, de ir superándose, de progresar, es necesaria para el hombre: el saber que uno permanecerá en el mismo estado actúe como actúe hace que para que el individuo rinda le sea necesario una fuerza moral considerable. Este progreso o evolución se satisface de una manera relativamente sencilla a través de la propiedad, en la búsqueda de aumentar el patrimonio.

La solidaridad es un valor humano, adquirido, no innato. El ser humano tiende a su propia supervivencia, al egoísmo. Si olvidamos o relativizamos los valores humanos el hombre se vuelve un lobo para el hombre, y si le negamos su naturaleza, lo destruimos. Por ello, para poder hacer posible una optimización del hombre y de la sociedad es necesario, una vez más, acudir al equilibrio aristotélico del punto medio.

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04 agosto 2011

La Vuelta a Casa

Una casa es el lugar donde uno es esperado.
Antonio Gala

Sin duda, el viaje de ida siempre es más interesante que el viaje de vuelta. Cuando uno emprende el camino hacia algún lado siempre va acompañado de fantasías acerca de ese lugar al que va a visitar: se proyecta en un futuro inmediato en aquel que será su destino, recreándose en cuánto disfrutará, aprenderá o conocerá.

La vuelta, sin embargo, suele ser más cansada. Los paisajes ya nos son familiares. El cansancio se acumula. Nuestro destino es más que conocido por nosotros. No obstante, en el regreso de ciertos viajes que se hacen, uno se vuelve emprendedor, intentando aplicar ideas que viera donde estuviera, o bien realizar proyectos meditados durante el viaje. No hay duda de que los viajes son inspiradores.

Esta vuelta descrita arriba son para aquellos viajes cortos, en los que uno no ha llegado a echar de menos el hogar, la familia, las amistades, el clima ni ningún otro factor que es tan importante para nosotros pero que, debido a su cotidianidad, somos incapaces de apreciar con suficiencia.

Cuando el viaje emprendido es largo, la vuelta al hogar se asemeja más a la ida en un viaje corto que a la vuelta en una de estos. Se vuelve a casa cargado de experiencia, proyectos, comparaciones y nostalgia.

Al fin y al cabo, el hogar es aquel sitio donde está aquello con lo que hemos crecido, aquello que se recuerda en cada uno de nosotros como “de siempre”, “de toda la vida”.

Cierto es también (cada ser humano vive, siente y piensa diferente; no podemos olvidarlo tampoco) que hay quien tiene un espíritu más dinámico, que tiene un sentimiento interior que lo obliga a cambiar, a irse del origen, a partir, por el mero hecho de cambiar, por el verse a sí mismo fruto de una evolución. Y poniendo tierra de por medio es una forma más que evidente del cambio individual.

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24 junio 2011

Pasiones Vitales

Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes.
Bernard Le Bouvier de Fontenelle

Podríamos definir la pasión como un amor exacerbado hacia algo, como un algo irracional que abstiene nuestra voluntad en pro de conseguir un propósito concreto, bien sea la consecución de un algo, o bien la conservación de otro.

Una pasión es un modo de vida: un todo en la vida de alguien. El hecho de poseer una pasión significa dotar de sentido a una vida. Todo girar en torno a esa pasión, todo se hace por y para ella. El hecho de que una pasión invada a alguien significa darle un motivo por el que agarrarse a la vida, un porqué por el que vivir, un objetivo en la vida, una meta.

Cierto es que el hecho de encontrarse ajena la razón puede provocar que esta pasión desvaría y llegue más allá de ella misma: es peligroso todo sentimiento incontrolado, toda conducta irracional por el simple hecho que no se atiende a razones, sino que todo es una especie de impulso, una obsesión insalvable.

Pero miremos el lado positivo de ésta. Muchas veces queremos mirar hacia delante en nuestras propias vidas, y somos incapaces de vernos a nosotros mismos haciendo día tras día, año tras año, una misma actividad, un repetido conjunto de procesos, cuan autómatas. Somos incapaces de ponerle amor a nuestro futuro: simplemente nos vemos haciendo las cosas por mera supervivencia, no porque de verdad las deseemos.

Es por eso que podemos estar a veces tentados de envidiar al apasionado, a aquel que desempeña incansablemente una actividad por el mero hecho de gustarle, sin más razón que un sentimiento. Una pasión es capaz de dar sentido a la vida, es capaz de orientar las perspectivas de un individuo.

Son finalmente los sentimientos los que llenan en el fondo la vida, las que nos mueven por ella. Es por ello que aunque llevada al límite una pasión puede ser destructiva, teniendo ésta con cierta moderación es posible llenar la vida con ella y darle un sentido a la misma.

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07 junio 2011

Sociabilización Obligatoria

Toda actividad humana transcurre dentro de la sociedad, sin que pueda nadie sustraerse a su influjo.
Georg Simmel

El ser humano es un ser social. Sea el origen de su socialización y necesidad socializadora instinto o aprendizaje (discusión que en todo caso será abarcada en otra entrada diferente), la conclusión es que la sociabilización se hace imprescindible para el ser humano. Este sociabilización puede ser de múltiples maneras, desde la conversación, la pertenencia a un puesto de trabajo, la vida en casa, etc. Todos los actos que una persona realiza están enmarcadas dentro de una red social (entiéndase como red de personas).

La sociabilización es además parte fundamental en la configuración de los seres humanos como individuos. La creación de nosotros mismos es en parte un proceso de retroalimentación, donde en la interacción con los otros obtenemos de los demás, aportamos y cambiamos de manera más o menos abultada nuestra propia configuración de nosotros mismos.

El ser humano no para de estar en contacto continuo con la especie. De manera más o menos directa, perceptible y voluminosa, prácticamente cada acción de nuestras vidas entra en contacto con el ser humano o un producto de éste. Estamos inmersos en una humanización continua.

El individuo necesita de la sociabilización para la construcción y reafirmación de sí mismo. En el momento en que ésta le falta o le es deficiente, el potencial del individuo se ve truncado y la gestación de éste (del individuo) no alcanzará su máximo posible.

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