04 noviembre 2008

La Complejidad de lo Evidente


Como los sentimientos, la evidencia se demuestra, pero no se proclama.
Juan Teba

Es curioso que el cerebro humano haya desarrolado la capacidad de complicarlo todo. Conforme vamos adquiriendo nuevos conocimientos y nuevas capacidades vamos relegando en estas la responsabilidad de proporcionar soluciones apartando la simpleza de nuestra camino y de nuestras herramientas más a mano.

Es muy dado, sobre todo en las ciencias, emplear las herramientas más potentes que sabemos, por ejemplo derivación e integración, en problemas que con un poco de paciencia se obtienen con simples ecuaciones.

Y este método es aplicable a otras disciplinas de la vida. Obviamos la lógica evidente en favor de otra mucho más maquiavélica y retorcida. Buscamos motivos dónde no los hay. Pasa como con nuestra imaginación, que cuando desea ver algo, por ejemplo cuando alguien teme encontrarse a alguien en la oscuridad, al final lo consigue, creyendo ver fantasmas en esa oscuridad.

Y es que la mente tiende siempre a agudizar su ingenio, a exhibir sus capacidades. No se conforma con la suma si puede multiplicar; no se conforma con los axiomas simples si puede que haya otra lógica más compleja. Repudiamos lo simple porque sobrestimamos nuestro esfuerzo; porque preferimos sacar a relucir nuestro trabajo ante lo costoso que conformarnos con lo simple de una solución.

Por eso tantas veces tenemos las respuestas que buscamos delante nuestra sin ningún tipo de maquillaje, tal cuales son, y nos empeñamos en creerlas falsas y trazar otro argumento más sinuoso.

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