09 mayo 2008

Planificación del Ocio


El ser capaz de llenar el ocio de una manera inteligente es el último resultado de la civilización.
Bertrand Rusell

¿Cuánto tiempo al cabo del día lo desempeñamos en cosa puramente inútiles y que no nos aportan nada? Si nos parásemos a pensar nos daríamos cuenta de que tenemos muchos ratos muertos más o menos grandes en los que no le sacamos todo el jugo.

Normalmente queremos hacer tantas cosas que con el mero hecho enumerarlas ya nos sentimos agobiados. Esta mayoría del tiempo va orientada a nuestro ocio, ya sea de tipo más distraído (practicar deporte, dar una vuelta, etc) o más intelectual (aprender un idioma, leer, etc). Pero nuestra mente es muy quisquillosa, y debe tener un gran espacio de tiempo, del que probablemente no aprovechemos todo, para sentirnos capacitados a hacerlo. Es algo parecido a lo que nos sucede con los precios, con el 0,99 y el euro completo.

Si realmente aprovecháramos las veinticuatro horas que tiene el día, éste nos sería más que suficiente para satisfacer de sobra nuestras obligaciones y entretenimientos. Pero como ya he dicho antes, nos falta una distribución buena del tiempo, donde se optimice éste y las horas o medias horas muertas que tenemos las reduzcamos al mínimo o las ocupemos en uno de estos quehaceres.

Digamos también que el ocio, por el hecho de ser ocio, es un poco caprichoso. Si colocamos un horario a nuestro ocio, pasaría casi a convertirse en una obligación más que en un divertimento. Queremos que el ocio sea espontáneo, casi una aventura, más dedicado al momento que a una planificación.

Y una vez más queremos ir a misa y repicar. Y ya se sabe que no se puede, por lo que debemos, o bien sacrificar el ocio en beneficio de ratos muertos para que este ocio sea espontáneo y auténtico; o bien sacrificar esta espontaneidad del ocio en pro de aprovecharlo y poder albergar diferentes actividades.

No hay comentarios: