03 febrero 2009

Hablar por Hablar


Habla para que yo te conozca.
Sócrates

Hoy inauguro sección. Una sección totalmente diferente a lo que lleva siendo el blog este año casi y medio. Se trata de diálogos. Diálogos un tanto extraordinarios. Prácticamente sin hablar de nada, hablan de todo. Y creo que el nombre de la sección, define perfectamente su contenido: “hablar por hablar”.

- ¿Se puede?
- Claro, claro. Adelante.
- Hola, ¿cómo está?
- Esperándole, como ve. Llega muy puntual usted
- Tengo esa manía
- ¿Y le sirve para algo?
- ¿El qué? ¿La puntualidad?
- Sí
- Pues claro. –dudó - Pero no era ese el tema de mi visita
- Seguramente usted no ha abierto la puerta imaginándose esta conversación; pero mire usted por dónde, la está teniendo, ¿qué más da?
- Pues que tengo muchas cosas que hacer
- ¿Alguna más importante que hablar con un amigo?
- Mucho me temo, señor, que no somos amigos.
- Pues con más razón, así podemos llegar a serlos.
- Mire señor, no tengo ningún interés en su amistad, tengo muchos asuntos pendientes y sí, bastante más importantes que analizar mi puntualidad.
- No se ponga nervioso, tranquilícese. Imagine usted que ha llegado cinco minutos tarde, que había atasco, que el ascensor no bajaba ni subía, que la puerta no abría, que había olvidado apagar alguna luz de su casa o cualquier otro pretexto que usted invente; y mientras hablamos de otra cosa.
- Mire… hágame el favor de atenderme, ¿quiere?
- Hasta dentro de cinco minutos, no.
- Bien, volveré en cinco minutos. Adiós.

- Hola de nuevo, ¿puede atenderme usted ya?
- Llega usted dos minutos después de lo estipulado.
- Discúlpeme
- ¿Discúlpeme a secas?
- ¿Qué más quiere que le diga?
- Pues que qué le ha pasado para llegar dos minutos tarde, ¿qué ha pasado con su manía?
- Mire, no le entiendo. No le entiendo en absoluto. Primero que si soy muy demasiado puntual, luego que si no lo soy, ¿puede usted explicarme qué importa eso? Es asunto mío.
- No dije que era demasiado, simplemente le pregunté que por qué era puntual. Luego de su convincente razón, usted llega tarde. No entiendo cómo actúa. ¿Cómo voy a poder ayudarle?
- Pero es que no entiendo qué tiene que ver la puntualidad con el asunto que teníamos pendiente. No. No lo entiendo.
- Tal vez todo se hubiera resuelto si usted hubiera llegado tarde la primera vez y puntual la segunda.
- Mire. Lo siento. No aguanto más. Desde luego, después de hablar con usted, uno se siente cabal y cuerdo. Ya me buscaré a otro psicólogo. Adiós.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja Buenísimo. Tenía pensado yo hacer algo parecido para mi blog (con otro estilo, otro enfoque, cierto es), pero te me has adelantado, mamoncete. Bueno, todo se andará. Pero mi enhorabuena, pues transmite mucho de la forma más tonta (¿?)

Un abrazo

Pocomancha dijo...

Eso es el psicólogo, madre mía... yo creo que lo puso a prueba a ver si de verdad necesitaba sus servicios... Saludos.

Gonsaulo Magno dijo...

Jejeje, son tonterias que se le ocurren a uno.

Gracias a los dos!

PD: Alberto, puedes hacer algo así en tu blog, no tengo copyright, y si lo tengo, te lo cedo xD

Anónimo dijo...

jajaja, es genial, me encanta. Muy buena idea y además original conversacion. jeje. genial.

Ank-Su-Ra dijo...

En fin... Genial.

Emanuel Esparza dijo...

Buenas, me encanto tu blog, tengo una duda, yo tengo uno que se llama A no hablar por hablar, pasate cuando quieras: http://anohablarporhablar.blogspot.com.
Te hago una consulta como hiciste para que apareciera en google, gracias, espero tu respuesta.
saludos, Emanuel