06 enero 2009

Regalos


El regalo de un libro, además de obsequio, es un delicado elogio.
Anónimo

Ya se ha acabado la Navidad, y por ende mis vacaciones. Resulta amargo para un niño que sus vacaciones acaben justo cuando los Reyes Magos acaban de depositar los regalos sobre sus zapatos. Tal vez todo esté pensado para que dure la ilusión más a los pequeños angelitos y sus juguetes nuevos no decaigan en el olvido a los tres días.

Los regalos son el punto y final de la Navidad, pero el punto y aparte de la vida. Han sido no pocos los regalos que han supuesto un antes y un después en nuestras vidas: nuestra primera video-consola, nuestro primer ordenador propio, nuestro baló de fútbol o nuestra camiseta nueva de nuestro ídolo futbolístico.

Y aunque tremenda fuera nuestra ilusión y alegría, apuesto a que siempre ha sido superior la de nuestro Reyes Magos. Y es que con la edad uno va aprendiendo que regalar puede llegar a ser más reconfortante que ser regalado. Se puede llegar a disfrutar infinitamente más con la sonrisa de alguien a quién queremos que con la nuestra propia.

Sin duda, los comercios aprovechan estas fechas para hacer su particular agosto, y puede que se haya desvirtuado la fiesta en pro del consumismo. No obstante, cada fiesta es para cada uno de forma diferente, dependiendo de cómo la viva. Y la fiesta de los Reyes Magos es una oportunidad magnífica de renovar la ilusión en las personas que queremos.

Los libros son uno de los elementos más recurridos. Hay para quienes son un comodín perfecto: quien no sabe que regalar, siempre puede regalar un libro, que por temáticas y contenidos no será. Pero quien regala un libro a conciencia, un concreto, uno que ha leído, está regalando mucho más que unas cuantas hojas con una tapa de color, está regalando, compartiendo, un parte de su alma.

Un libro puede llegar a significar mucho para una persona. Puede haberle hecho reír o llorar como el más auténtico de los sentimientos. Es un viaje a una realidad diferente, un sueño despierto, sensaciones prestadas. Por ello, todo libro regalado a conciencia siempre levará entre sus páginas mucho más que letras, llevará parte de la persona que lo ha regalado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tres me han regalado Sus Majestades. Me conoce bien, la verdad jejeje

JORGE SOLANA AGUIRRE dijo...

Saludos!!! La inocencia y la mentira van envueltos en un regalo bajo el arbol.