07 septiembre 2008

Nuevos Propósitos


Existe al menos un rincón del universo que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú mismo.
Aldous Huxley

Septiembre, o el mes de los propósitos. Junto con enero, por eso de ser año nuevo, debe ser el mes con más intención de cambio de una persona que haya a lo largo del año. Somos totalmente cuadrados, y las cifras sin quererlo nos dominan. Debemos esperar a que empiece de nuevo algo para intentar ser un poco mejores, ¿o alguien se propone un cambio radical el día 17 de marzo?

Tenemos suerte de que el año vuelva a tener los mismos meses, y cada mes empiecen en día uno; porque si no tardaríamos mucho más, o nos daría más pereza, el empezar una especie de nueva vida, el cambiar nuestros hábitos o simplemente el intentar ser mejores haciendo aquello que creemos que nos aporta algo, pero que sin embargo, nunca nos hemos decidido hacer.

Y digo yo, si ese algo no lo hemos hecho antes, quizás sea porque no sea tan vocacional, o porque simplemente no nos apetece, ¿por qué nos forzamos a que nos apetezca?

Un nuevo dilema razón-corazón se nos presenta. Nuestra cabeza nos imprime las ganas de leer, aprender inglés, hacer ejercicios o salir a pasear. Y nuestro cuerpo, nuestra pereza, nos invita a tumbarnos en el sofá y ver los días pasar sin agobio, obligación ni esfuerzo mental alguno.

Y es que siempre nos acordamos de lo que teníamos que haber hecho cuando ya es tarde. Nos acordamos de leer cuando no tenemos tiempo para leer, después de habernos tirados la mar de días aburridos en el sofá, esperando que el teléfono sonara para concertar algún plan. ¡Y será por la cantidad de libros que tenemos pendientes!

Queda claro que la pereza llama a la pereza, y el tiempo libre a no hacer nada. La rutina, o mejor dicho el hábito, es lo que nos motiva en parte. Muchas veces, por tal de huir de nuestras obligaciones recurrimos a los hobbies más peregrinos y a todo eso que nos impiden hacer las obligaciones. Nos dedicamos a fantasear sobre los libros que vamos a leer (por seguir con el ejemplo), los idiomas que vamos a aprender y lo fuertes que vamos a estar este año, mientras escurrimos el bulto de las obligaciones. ¡Hagamos todo eso que fantaseamos ahora que tenemos tiempo!

5 comentarios:

Bomarzo dijo...

Y lo peor de todo es que pocas veces hacemos caso a esos propósitos. Triste, pero eso nos mantiene.

Gonsaulo Magno dijo...

Sí, es como una continua ilusión por algo...

MyKe dijo...

Los puntos de inflexión sería donde tendríamos que hacer los nuevos propósitos y no en una fecha determinada... Siguiendo la lógica de la acción-reacción, un hecho en nuestra vida que sea bastante relevante, puede marcarnos un punto de inflexión que nos invite a razonar profundamente y a meditar ciertos propósitos y cambios.

El agruparlos todos y exponerlos el dia D a la hora H normalmente caen en saco roto; lo digo por propia experiencia

Anónimo dijo...

Todos perseguimos un sueño, una meta o un propósito y en el momento en que lo conseguimos nuestra vida deja de tener sentido durante un rato, hasta que encontramos otro objetivo nuevo. Y es que, una vez conseguido el reto, sabe mejor el haber trabajado para alcanzarlo que el propio alcance.
En el libro de "El Alquimista", de Cohelo, hay un personaje musulmán que trabaja y vive por ir a la Meca, pero no quiere alcanzar su sueño porque teme no encontrar sentido a su vida en el momento en que lo cumpla. Es curioso.

Gonsaulo Magno dijo...

Creo que alguna vez me has contado en eso.
Sí. Lo que debe hacer ese pobre musulmán es buscarse algún objetivo más en la vida. Alguna vez he comentado también que tener una única aspiración en la vida es peligroso, porque en cualquier momento de tu vida, y por cualquier circunstancia, puedes quedarte sin él.