02 julio 2008

Humor y Bromas


Cuando al tirano se le puede llamar tirano el humor deja de ser necesario.
Cándido

El sentido del humor es una de esas tantas características que distingue a los seres humanos de los animales. En él demostramos una capacidad de abstracción respecto de la realidad tal cual, una deformación de ella y un análisis más allá de lo evidente.

El humor proporciona un modo de pensar diferente. Nos da una capacidad de ridiculizar desde lo cotidiano a lo sagrado. Se sustenta en lo absurdo, lo paradójico y lo irónico. Decir algo sin decirlo explícitamente dice mucho de su interlocutor, nos habla de la capacidad de transformar una realidad por otra más distendida, amena e intrascendente.

Nos sirven las bromas, y el humor en general, para proporcionarnos un colchón de ambigüedad. Parece como que si algo es de cachondeo o no tiene un aire serio, no es verdad; y nada más lejos de la realidad: las bromas son verdades disfrazadas de mentiras, son frases que no tienen que tomarse en cuenta, que pueden saltar de un lado para otro sin provocar ofensa alguna. Y lo curioso y llamativo es que muchas de estas bromas llevan más verdad que discursos pronunciados con toda la solemnidad del mundo.

Si algo esta dicho de broma, parece que no hay que hacer caso, que no es verdad, que eso que acabamos de pronunciar no forma parte de nuestro pensamiento sino de nuestras ocurrencias para crear escenas divertidas, y por ende ridículos. Pero es que en muchas ocasiones somos ridículos en nuestras actuaciones, somos totalmente absurdos y somos incapaces de sentirlo así, salvo cuando algún monólogo divertido nos lo recuerda.

La broma, o el tono de broma, nos da además una legitimidad hablando que hace imposible la ofensa, salvo que sea algo realmente exagerado. Alguien que sea bromista, que tenga sentido del humor, no llega a revocar ofensa, o tarda más en hacerlo. Si alguien entra con el semblante serio y dice cualquier cosa, como por ejemplo “¡qué feo eres!” rápidamente sentimos nuestro ego herido. Sin embargo, si este comentario es dicho entre risas, no provoca nada más allá de una contestación o incluso otra sonrisa. ¡Y nos han dicho absolutamente lo mismo! Si es que las formas, una vez más, importan más que el contenido.

Por lo tanto, si alguien quiere tener realmente libertad de expresión, decir lo que realmente piensa, ha de escudarse en el humor, en el chiste, en la broma; y así, nadie saldrá herido. La ironía, la paradoja y la hipérbole son recursos básicos para el humor; herramientas fundamentales para poder quedarse a gusto uno, sin ofender a nadie.

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