22 julio 2008

Cataluña


El que no sale nunca de su tierra está lleno de prejuicios.
Carlo Goldoni

Por fin en casa. Después de una semana por Cataluña vengo con ganas de parar en casa y poder dormir hasta que el cuerpo me lo pide, sin que ningún monasterio ni ningún museo me estén esperando.

He de reconocer que la visita al noreste de España ha sido realmente grata. Monumentalmente Cataluña es increíble. Tiene una cantidad ingente de pueblos, monasterios e iglesias. Predominan por allí, como cabía de esperar el gótico y románico; donde su plenitud se alcance, tal vez, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona, donde se recogen obras muy significativas del románico español (ahora no recuerdo nombres, vengo un poco saturado de santos y santas).

El paisaje es también precioso. Estuve por el parque natural de la Garrotxa, y realmente tiene unos parajes increíbles. Sucede igual con la Costa Brava. Sus acantilados, sus bosques junto al mar y el serpenteo de la costa, entre otros tantos elementos, hacen de este paisaje algo único.

Y por último, sobre las personas, he de reconocer que ha sido la más grata sorpresa de todas. Yo esperaba encontrar allí una horda de banderas nacionalistas, catalanes que se negaran a usar el castellano y otro sin fin de barbaridades; pero he podido comprobar con mis ojos, que ese nacionalismo aferrado e intransigente es fruto de los políticos. Cierta era que hubiera banderas en algunos balcones, pero en proporción a lo que he visto, son una completa minoría; muy ruidosa, pero minoría al fin y al cabo. La gente, por tanto, muy amable y hospitalaria; para mi, la gran sorpresa del viaje.

La forma de trabajar de los catalanes es súper eficiente. Por lo menos, en los aspectos que he podido contrastar (básicamente hostelería e información de turismo). Su dedicación es total, al menos aparentemente, y su atención deslumbrante.

Al bajar en el aeropuerto de Granada he querido confirmar mi teoría y me he acercado a la oficina que tiene la diputación de Granada allí. He solicitado información sobre la provincia. La señorita, se ha dedicado a darme dos folletos y un mapa, y ya está; como si cobraran las palabras. Alí sin embargo, todo pueblo tenía ya trazada una ruta que visitar, un ruta recomendada; y la persona que te atendía te comentaba dicha ruta y otros lugares de interés, aunque en el mapa viniera totalmente claro. No sé, serán formas distintas de entender el negocio.

Sobre la lengua, sí, es cierto que todo está en catalán; salvo el Barcelona, donde las cosas están en los dos idiomas. Sobre las banderas en los ayuntamientos… pues no se cumple la ley de banderas, no; sobre too en los pueblos. Como antes, en Barcelona todas las banderas conviven en perfecta armonía.

Otra gran sorpresa del viaje ha sido Barcelona. Ciudad increíble, increíble. Enorme como ella sola, con avenidas amplísimas, y todas preciosas. Su trazado ortogonal da pie a la exageración de las avenidas. Limpia, ordenada, moderna, gótica… tal vez a ciudad más completa que haya conocido (tampoco soy un trotamundos, lo sé) capaz de mezclar lo nuevo y lo viejo de una forma apabullante. Y en la vida había visto tanto puente de autovía junto. Una autentica obra de ingeniería.

Sin duda el viaje ha merecido la pena. Tanto arte junto hace despertar en uno sus inquietudes artísticas, incluso en las que uno es más desacertado. A ver si este verano consigo hacer aquello que siempre propongo.

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