28 marzo 2008

El Instinto de Conservación Intelectual


Lo esencial es pensar de otro modo que los demás. Entre los creyentes es ateo; entre los ateos sería creyente
Jaques Rousseau

Esta mañana, en vez de estudiar que es lo que debería haber hecho, he sentido la llamada del libro que actualmente leo y que tengo bastante abandonado: Del Sentimiento Trágico de la Vida, de don Miguel de Unamuno. Grata ha sido mi lectura de hoy, como la está siendo la del libro entero, pero curiosamente, la parte que más me ha llamado la atención era un extracto de “Emilio”, de Jaques Rousseau.

“Aunque estuvieran los filósofos en disposición de descubrir la verdad, ¿quién entre ellos se interesaría en ella? Sabe cada uno que su sistema no está mejor fundado que los otros, pero le sostiene porque es suyo. No hay uno solo que e llegando a conocer lo verdadero y lo falso, no prefiera la mentira que ha hallado a la verdad descubierta por otro. ¿Dónde está el filósofo que no engañase de buen grado, por su gloria, al género humano? ¿Dónde el que en el secreto de su corazón se proponga otro objeto que distinguirse? Con tal de elevarse por encima del vulgo, con tal de borrar el brillo de sus concurrentes, ¿qué más da? Lo esencial es pensar de otro modo que los demás. Entre los creyentes es ateo; entre los ateos sería creyente”.

Continúa diciendo, ya siendo obra suya que “sólo por nuestra la queremos, y más encariñados vivimos e la moneda falsa que conserva nuestro cuño, que no la pieza de oro puro de donde se ha borrado nuestra efigie y nuestra leyenda”.

Y es que llevan razón estos dos autores, la vanidad nos ciega. Y habla Unamuno de forma acertada, diciendo que el ansia de eternidad no es más que un miedo a la nada, un miedo al vacío; y que para no caer en el olvido, para alimentar nuestro ego, que no es más que un instinto de supervivencia espiritual, creamos arte.

Sin duda la eternidad es uno de los objetos más deseados por el ser humano. Y aun sabiendo lo tormentosa que puede ser la vida, preferimos la eternidad (bien puede ser también porque es inalcanzable); y la preferimos porque el olvido nos aterroriza, porque no aceptamos que todo nuestro esfuerzo y sufrimiento sean en balde. El ser humano tiene desarrollado por tanto también un instinto de conservación espiritual, donde procura que su nombre y su obra perduren por os siglos de los siglos. El ser humano es un animal sediento de eternidad.

2 comentarios:

Ank-Su-Ra dijo...

yo diria... ke cualquier miedo nos lleva a una reacción de estas. a una reacción para mantener en la historia nuestro recuerdo.

el miedo a la pérdida o el sentimiento de inferioridad puede hacer que mintamos para evitar que la persona amada salga corriendo sin tener en cuenta que nada más que la verdad nos hará libres.

cualquier miedo puede hacer que cometamos locuras con penosas y precarias consecuencias...

en fin, la vida al fin y al cabo, señores.

un beso!!!!!!!!
pd: vuelve a la escritura gonzalo!!

memento dijo...

Hola, ni te imaginas la enorme satisfacción que me ha dado encontrarme por casualidad con tu blog, leer varias entradas del mismo, y ver tu edad.