30 octubre 2007

Charlatanes


Lo que más indigna al charlatán es alguien silencioso y digno.
Juan Ramón Jiménez

Estamos acostumbrados a encender el televisor y ver a diferentes personas hablar sin decir nada. Es decir, se dedican a soltar una parrafada inmensa de la que no se pueden sacar conclusiones.


Pero esas personas no existen solo en televisión. La realidad también está llena de ellas (hablo de la realidad como mundo físico). Muchas personas se llenan la boca con palabrejas que jamás han escuchado antes. Otras, hablan sin saber que quieren decir. Hay otro grupo que prefiere el hablar porque sienten que hablando más llevan más razón, o convencen más. Hay también quien habla para convencerse a sí mismo, y a veces lo consigue y ya cree que ha convencido a los demás.

Las palabras pueden ser todo o pueden ser nada, pero los actos siempre son algo. Sin duda el mejor predicador es el que predica con el ejemplo; el que deja la teoría para lo esencial y el que se dedica a actuar. Ese es un buen predicador. El que habla de lo que ha hecho y de por qué lo ha hecho; habla de lo que se debe o no hacer mirándose en un espejo. El que promete y cumple. El consecuente.

El resto de personas, las que usan el lenguaje como herramienta retórica, o el que usan el lenguaje para llenar los vacíos que dejan sus actos, esos merecen la pena. Juzguemos y creamos a los hombres por lo que hacen, no por lo que dicen; y por la concordancia entre ambas.

2 comentarios:

Ank-Su-Ra dijo...

Encima de todo, los charlatanes suelen hacernos perder el tiempo llenándose la boca con sonidos inconexos.una pena que haya tan poca gente como tú, que sólo habré la boca cuando de verdad tiene algo que decir(Sea ese algo de la índole que sea).

Un beso, gracias.

Ramón Villaplana dijo...

La gente que habla dando muchos rodeos lo único que consigue de mí es que deje de prestarles atención :p

Un abrazo.