17 febrero 2007

La Trascendecia de las Decisiones


Las personas fuertes crean sus acontecimientos; las débiles sufren lo que les impone el destino.
Alfred Victor de Vigny


Creo que ya he hablando de esto, pero cada día me asombro más de la trascendencia que tienen todos y cada una de las decisiones que tomamos durante un día, veo más claro el precio de la libertad.

Decidir siempre es difícil. Por lo menos, en las grandes decisiones, en las decisiones donde vemos un diferenciado desenlace dependiendo de la opción escogida. ¿Pero que pasa con las pequeñas decisiones? Esas que no cuestan decidir, como por ejemplo ir a tu casa por una u otra calle. Pues resultan igual de trascendentes, o pueden llegar a serlo.

¿Por qué hay decisiones tan ínfimas e insignificantes que pueden suponer tanto? ¿Por qué por ejemplo coger un ascensor o subir por las escaleras puede suponer la vida? La verdad es que no lo sé, pero realmente asusta, asusta el no poder tener un mínimo de control sobre tus actos, aunque creamos tenerlo, aunque creamos ser dueños de todo lo que nos incumbe y concierne.

Por eso una vez más rechazo el destino. Me hago responsable a mí de mis actos, no acuso a una historia pre-fabricada escrita antes de todo. Me niego a ser el actor de una película o una novela de alguien. Si cojo o no el ascensor es cosa mía, y es el azar el que baraja las cartas y las reparte, y decide si ganas o pierdes la partida.

Pienso del destino que es un consuelo, un motivo fácil para quitarnos la responsabilidad de nuestros actos, de nuestras decisiones. Pero somos nosotros los únicos responsables de ellas.

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