14 junio 2012

Jesuscristo según Oscar Wilde

Si somos arrastrados a Cristo, creemos sin querer; se usa entonces la violencia, no la libertad. 
San Agustín.

No he podido resistirme a copiar unas frases de mi admirado Oscar Wilde de su obra De Profundis. En una parte de esta obra hace una interpretación de la doctrina de Cristo muy próxima a mi propia visión de la misma y a la vez algo diferente a la concepción general del cristianismo, en general, y de la vida de Cristo, en particular. Ha sido grato encontrarme con ella. La comparto casi plenamente, incluso antes de encontrarme con ella. Y, además, la he considerado una buena forma de volver a escribir aquí después de unos cuantos meses.

[Cristo] sentía que la vida se halla sujeta a cambios frecuentes, que es fluida y activa, y que el comprimirla dentro de una forma rígida sería la muerte. Comprendió que los hombres no deben preocuparse demasiado de sus intereses materiales y cotidianos;

[…] [Cristo] no reconocía leyes, sino sólo las excepciones, como si cada ser y cada cosa no tuvieran su par en el mundo.

[…] Como todos los poetas, [Cristo] amaba a los ignorantes, pues sabía que en el alma de un ignorante hay siempre lugar para una gran idea. Pero no soportaba a los necios, en particular a aquellos embrutecidos por la educación: gentes que tienen juicios dispuestos para todo, pero que no comprenden ninguno: un tipo éste, especialmente moderno, y que Cristo describe bajo la forma de aquel que tiene la llave del conocimiento y no la sabe usar, ni deja que la utilicen los demás, aunque con esta llave se pueda quizá abrir la puerta del Reino de Dios.

[…] El filisteismo* era la marca de la época y del pueblo en que vivía. Por su hermética mentalidad, su inflexible rectitud, su tediosa ortodoxia, su adoración a los ídolos del día, su exclusiva preocupación por lo grosero de la vida material, su ridículo engreimiento y su suficiencia, los judíos de Jerusalén contemporáneos de Cristo eran exactamente los filisteos británicos de nuestros días. 

[…] El éxito mundano era para Él algo absolutamente despreciable. No veía en él absolutamente nada. Miraba la riqueza como una carga abrumadora,

[…] No quiso [Cristo] saber nada de una vida sacrificada en aras de un sistema filosófico o moral. Señaló que las formas y las ceremonias habían sido hechas para el hombre, y no el hombre para ellas. El descanso de séptimo día no tenía para Él ninguna importancia. Denunció con el más terrible e inquebrantable desdén la filantropía, la caridad pública, el enojoso formalismo a que tan aficionada es la mentalidad del pequeño burgués. Para nosotros, la ortodoxia significa simplemente un asentimiento cómodo y desprovisto de espíritu; pero, para los judíos, y en sus manos, fue una tiranía terrible y paralizante. Crista la rechazó, demostrando que únicamente el espíritu tiene valor. Fue para Él una gran satisfacción probarles que, si bien leían constantemente la Ley y los profetas, en realidad no tenían la menor idea de lo que quería decir. Es más, y al contrario de ellos, que cada día masticaban, como hojas de menta o de ruda, sus inflexibles rutinas, los deberes de antemano prescritos, predicó la importancia de vivir con plenitud en cada momento.

[…] El filisteísmo es simplemente esa parte de la naturaleza humana que no puede ser iluminada por la imaginación.

* Yo creo que se refiere a los fariseos, aunque en la obra que yo manejo habla de filisteos.

1 comentario:

Alberto Bueno dijo...

Se empieza así y se acaba leyendo a teólogos de la liberación :P