17 junio 2012

Educación y Ciudadanía

El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos, y no para ser gobernados por los demás.
 Herbert Spencer

Con motivo de los recortes presupuestarios que se han llevado a cabo en materia de educación, el debate sobre la misma vuelve a ser de primer orden. La intención de mis palabras es hacer un aporte a ese análisis, incidiendo en puntos importantes que, considero, están siendo pasados por alto.

Prácticamente toda las críticas que he leído llevan una orientación monetaria, netamente materialista: todo se reduce a dar una estadística y una serie de datos acerca del número de horas de docencia de los profesores, la ratio de alumnos por clase, el gasto por alumno, el porcentaje del presupuesto, etc., quedando al final toda discusión reducida a quién gasta más en qué y quién ha recortado más y cómo.

La educación en España atraviesa una crisis, desde luego, aunque yo discrepo en que ésta sea causa del dinero en ella invertido. ¿Cuánto dinero se gasta hoy más que hace treinta años? ¿Acaso acaban los escolares sus estudios con más conocimientos y con mejor preparación para el mundo que les espera que entonces?

Una de las cuestiones que afectan a la educación es que hemos perdido de vista el fin que ésta persigue. ¿Cuál es el objetivo del sistema educativo? ¿Qué se persigue con él? El sistema educativo, o así lo estimo, no ha de ser una especie de terapia ocupaciones, un pasatiempo para las mañanas de los adolescentes, que es en lo que ha acabado por convertirse. La educación es la herramienta fundamental que tiene un país para generar ciudadanos, para otorgarles a éstos las capacidades y habilidades necesarias para, en un futuro, poder manejarse en la realidad por sí solos. El objetivo último de la educación es emancipar a su juventud, hacerlos libres en el futuro.

Pero, ¿estamos realmente en esa tesitura? Todo parece indicar que no. Resulta sorprendente que en una democracia no se den nociones básicas de Derecho y de sistema político a los que luego serán sus ciudadanos. ¿Cómo puede alguien formar parte plenamente de un sistema cuyo funcionamiento desconoce por completo? Ha de enseñarse qué es la libertad, qué es la democracia y qué mecanismos se tienen para ejercerla.

Es increíble que el único aprendizaje que se haga de la Constitución sea con motivo de su efeméride, y que éste, además, no sea una lección como tal, sino que se reduzca, en el mejor de los casos, a un recital de artículos, sin que nadie los diseccione, los explique, les de forma y les muestre su utilidad e importancia. ¿Cómo alguien va a ejercer sus derechos si no los conoce?

Para que España como nación prospere es necesario que prosperen sus ciudadanos. Para esto, es fundamental darles a ellos los elementos básicos, las herramientas básicas. La ignorancia política y jurídica sólo beneficia al poder. La preservación de la democracia pasa por el fomento de conciencias críticas y libres. Y uno de los lugares donde ello ha de llevarse a cabo con especial ahínco es en el seno del sistema educativo.

Por eso, hemos de exigir que la educación sea de calidad. Pero no nos confundamos: la calidad no se mide en dinero, sino en resultados. Y es ahí donde nos hemos desviado en los últimos años, donde hemos mirado hacia otro lado, arrastrados por la inercia de la euforia económica, relegando a secundario el contenido de la enseñanza, prefiriendo para nuestros hijos el aprobar al conocimiento, olvidándonos que educar significa, realmente, crear seres libres.

3 comentarios:

Alberto Bueno dijo...

Buena y acertada reflexión.

Apuntas ya al principio que todo se mide en términos monetarios; es correcto. Una sociedad donde todo se mide en valores numéricos (y, por tanto, es fácil ver si se ha ido a MÁS, objetivo último) y donde la función de la Educación es formar futuros trabajadores (cualificados o no) que contribuyan al sector productivo, no seres libres y en libertad.

Un abrazo

PD: gustan las vueltas :-)

Gonsaulo Magno dijo...

Jeje, gracias por el comentario, don Alberto. Nos estamos yendo por los cerros, me temo.

Alberto Bueno dijo...

Si de buscar causas y consecuencias se trata, no creo que nos estemos yendo por los cerros.