El gusto está hecho de mil repulsiones.
Puede que el gusto, junto con el olfato, sean los sentidos menos explorados y aparentemente menos utilizados. Puede que esta percepción sobre su uso sea cierto, pero no por ello los relega de fantásticas sensaciones y situaciones a través de ellos.
El olfato es un sentido con una memoria única. Los olores de la infancia nos siguen siendo familiares a pesar de los años. Las fragancias de los perfumes consiguen seducir y encandilar, y es por ello que laboratorios gasten tanto esfuerzo y dinero en ellos.
Cada persona a su vez tiene un olor único e inconfundible. Lo desprendemos sin darnos cuenta y lo dejamos impregnado tanto en las prendas como en las personas. El olfato es capaz de despertar en nosotros sensaciones aparentemente olvidadas y lejanas; puede revivir en nuestro corazón llamas tiempo atrás extinguidas.
¡Y cuánta relación guarda éste con el olfato! ¿O acaso no saben las cosas igual que huelen? Será entonces la asociación que hace el cerebro entre ellos.
Aunque cierto es que el paladar evoluciona. Los años nos descubren sabores que en la niñez aborrecíamos, y hacen lo mismo de manera viceversa. ¿A quién le gusta la cerveza la primera vez que la prueba? Es el gusto un sentido delicado y sospechoso, pasado muchas veces por alto, pero genial una vez que somos conscientes de él.
Son estos dos sentidos auténticas fuentes de placer. Se disfruta más por estos dos sentidos que por los otros, al menos a nivel corporal. La sensación que a nuestro cuerpo transmite un sabor o una esencia no puede ser comparado con el la contemplación de una imagen, por muy bella que sea. Puede que tenga que ver el hecho de que los usemos menos a lo largo del día, o los necesitamos para vivir. Vivir sin olfato y gusto sería una faena, pero nada comparable, aparentemente al menos, a perder la vista o el oído.
Paul Ambroise Valéry
Puede que el gusto, junto con el olfato, sean los sentidos menos explorados y aparentemente menos utilizados. Puede que esta percepción sobre su uso sea cierto, pero no por ello los relega de fantásticas sensaciones y situaciones a través de ellos.
El olfato es un sentido con una memoria única. Los olores de la infancia nos siguen siendo familiares a pesar de los años. Las fragancias de los perfumes consiguen seducir y encandilar, y es por ello que laboratorios gasten tanto esfuerzo y dinero en ellos.
Cada persona a su vez tiene un olor único e inconfundible. Lo desprendemos sin darnos cuenta y lo dejamos impregnado tanto en las prendas como en las personas. El olfato es capaz de despertar en nosotros sensaciones aparentemente olvidadas y lejanas; puede revivir en nuestro corazón llamas tiempo atrás extinguidas.
¡Y cuánta relación guarda éste con el olfato! ¿O acaso no saben las cosas igual que huelen? Será entonces la asociación que hace el cerebro entre ellos.
Aunque cierto es que el paladar evoluciona. Los años nos descubren sabores que en la niñez aborrecíamos, y hacen lo mismo de manera viceversa. ¿A quién le gusta la cerveza la primera vez que la prueba? Es el gusto un sentido delicado y sospechoso, pasado muchas veces por alto, pero genial una vez que somos conscientes de él.
Son estos dos sentidos auténticas fuentes de placer. Se disfruta más por estos dos sentidos que por los otros, al menos a nivel corporal. La sensación que a nuestro cuerpo transmite un sabor o una esencia no puede ser comparado con el la contemplación de una imagen, por muy bella que sea. Puede que tenga que ver el hecho de que los usemos menos a lo largo del día, o los necesitamos para vivir. Vivir sin olfato y gusto sería una faena, pero nada comparable, aparentemente al menos, a perder la vista o el oído.
2 comentarios:
viste que cuando querés hacer que un bebé se calme, le onés un camisón o ropa de su madre, para que se duerma... leyendo esto me acordé que de chica siempre me gustaba dormir en algún momento con la almohada de mi mamá, porque tenía "olorcito a ella" jaja.
a mí sobre todo me llega el oído; quiero decir que muchos recuerdos que tengo son imágenes (vista) y sonidos, voces, que parecieran que se pierden en algo lejano, como están guardadas en la memoria...
o sensaciones, pero no que tengan que ver con el tacto directamente, es como si pudiera volver a sentir cosas pasadas, de tan intensas que fueron.
me gustó mucho la entrada, hacía tiempo que no pasaba por acá :)
suerte, besos!
Me alegra volver a verte. Ha estado un poco abandonado el blog, la verdad.
1 beso!
Publicar un comentario