04 mayo 2009

Toledo


Toledo, solar hispano, crisol de la raza íbera. Dichoso aquel que naciera español y toledano
Miguel de Cervantes

Aunque hace ya una semana que volviera del viaje, imagino que la ciudad seguirá donde la dejé, que sus piedras se mantendrán firmes y que su encanto seguirán recorriendo cada una de su callejuelas y recovecos. No es la primera vez que voy, ni la segunda; pero cada vez que vuelvo me reafirmo en mi opinión de que es una de las más bellas ciudades del mundo.

No es para nada grande. Es más, su encanto puede que resida en su pequeñez, en su acogimiento y desde luego en su vista a través del tajo; donde se percibe la ciudad como una hilera de casas perfectamente edificadas en los cerros, coronadas por el alcázar y la catedral.

Crisol de culturas la llaman algunos. Mezcla de todos los estilos, de todas las culturas, de todos los saberes. Ciudad testigo de la convivencia más allá de la fe, de la sedimentación de las culturas. Ciudad donde se levantan iglesias mezquitas y sinagogas. Capital primera del imperio español.

La catedral. Primada de España. Obra maestra del gótico. Rica y ornamentada hasta casi hartar. Un coro y un altar mayor realmente espectaculares. Un tesoro que podría, si se vendiera, acabar con el hambre en el mundo. Naves inmensas e infinidad de capillas, todas decoradas como el sitio requiere. Alberga incluso un panteón real de los reinos de Castilla y Aragón.

Por más que intente describir, jamás podrá compararse al paseo por los callejones empedrados ni las panorámicas de la ciudad ni a los paseos a la orilla del Tajo. Sin duda, ciudad bella donde las haya.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, señor, una de las ciudades más bellas del orbe, sin duda .

Fernando J.

pdta: A ver si viajas menos, trotamundos, jeje !