Yo soy yo y mi circunstancia.
José Ortega y Gasset
Muchas veces parece que las situaciones están resueltas ante siquiera de lidiar con ellas. Es lo que popularmente se ha llamado siempre vender la piel del oso antes de matarlo. Determinados trabajos, exámenes o problemas parecen ser triviales, pero cuando se encuentra uno bregando con ellos consiguen a veces sorprendernos.
Lo que le ha pasado a la selección española de baloncesto puede que quede dentro de los términos arriba descritos: se plantaron en el campeonato de Europa como los claros favoritos con una superioridad aplastante en la preparación y con un grupo que parecía más que asequible.
Y entonces llegaron estos dos días de sorpresas: el primero, la derrota contra Serbia, y anoche sufriendo de lo lindo para doblegar a una más que modesta Gran Bretaña.
He de reconocer que anoche me invadieron los nervios cuando en el último cuarto de partido España perdía por cuatro puntos. Era una situación surrealista. No porque España no consiguiera ganar, que ya se sabe que el deporte y muchos otros ámbitos de la vida son impredecibles, sino porque ya había asumido, y supongo que muchos más conmigo, que España iba a llegar allí a ganar de cuarenta puntos todos los partidos.
Si analizamos detenidamente, una selección nacional de baloncesto que pierda de nueve puntos de diferencia contra Serbia y después gane de ocho contra Gran Bretaña podría estar más que satisfecha. Lo que nos ha pasado a los españoles es que nos habíamos creado unas expectativas, y la realidad ha quedado bastante por debajo de éstas.
Si estos resultados hubieran sido hace diez años (con el equipo de hace diez años me refiero) no habría este sentimiento de frustración general que hay hoy.
Y es que las realidades no son simples hechos objetivos. Toda realidad lleva consigo una serie de expectativas así como una serie de contextos que las determinan verdaderamente. Así, no es lo mismo perder un partido (por seguir con el deporte) cuando se ha ido perdiendo durante todo el encuentro, que en el último minuto o segundo.
El “cómo” de las realidades es fundamental también. No todo puede entenderse con un “qué”. Por eso, y ahora hablando de las sociedades y los países, es necesario conocer la Historia. No es posible conocer una nación simplemente con lo que es ahora. Es necesario conocer las circunstancias que las rodean. Y sólo conociendo medianamente la Historia, conociendo el “cómo” (el cómo hemos llegado hasta aquí) podremos comprender a ciertos puebles.
Pero sucede de igual manera en el ámbito personal. Las personas también tienen una Historia y unas circunstancias que la configuran (como ya advertía Ortega y Gasset). Una persona no puede ser ajena a sus circunstancias, porque son éstas la que hacen que dicha persona sea como sea.
Lo que le ha pasado a la selección española de baloncesto puede que quede dentro de los términos arriba descritos: se plantaron en el campeonato de Europa como los claros favoritos con una superioridad aplastante en la preparación y con un grupo que parecía más que asequible.
Y entonces llegaron estos dos días de sorpresas: el primero, la derrota contra Serbia, y anoche sufriendo de lo lindo para doblegar a una más que modesta Gran Bretaña.
He de reconocer que anoche me invadieron los nervios cuando en el último cuarto de partido España perdía por cuatro puntos. Era una situación surrealista. No porque España no consiguiera ganar, que ya se sabe que el deporte y muchos otros ámbitos de la vida son impredecibles, sino porque ya había asumido, y supongo que muchos más conmigo, que España iba a llegar allí a ganar de cuarenta puntos todos los partidos.
Si analizamos detenidamente, una selección nacional de baloncesto que pierda de nueve puntos de diferencia contra Serbia y después gane de ocho contra Gran Bretaña podría estar más que satisfecha. Lo que nos ha pasado a los españoles es que nos habíamos creado unas expectativas, y la realidad ha quedado bastante por debajo de éstas.
Si estos resultados hubieran sido hace diez años (con el equipo de hace diez años me refiero) no habría este sentimiento de frustración general que hay hoy.
Y es que las realidades no son simples hechos objetivos. Toda realidad lleva consigo una serie de expectativas así como una serie de contextos que las determinan verdaderamente. Así, no es lo mismo perder un partido (por seguir con el deporte) cuando se ha ido perdiendo durante todo el encuentro, que en el último minuto o segundo.
El “cómo” de las realidades es fundamental también. No todo puede entenderse con un “qué”. Por eso, y ahora hablando de las sociedades y los países, es necesario conocer la Historia. No es posible conocer una nación simplemente con lo que es ahora. Es necesario conocer las circunstancias que las rodean. Y sólo conociendo medianamente la Historia, conociendo el “cómo” (el cómo hemos llegado hasta aquí) podremos comprender a ciertos puebles.
Pero sucede de igual manera en el ámbito personal. Las personas también tienen una Historia y unas circunstancias que la configuran (como ya advertía Ortega y Gasset). Una persona no puede ser ajena a sus circunstancias, porque son éstas la que hacen que dicha persona sea como sea.
1 comentario:
"Yo soy yo y mis circunstancias"
Qué magnífica frase de Ortega.
Y bueno, al final , el Equipo Español de Baloncesto nos ha dado la alegria del Oro . Cambiaron las circunstancias (anímicas, físicas o de la índole que sea) y vinieron las que propiciaron e hicieron posible el brillante juego del combinado español. Y, por fin, Campeones de Europa de Baloncesto !
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