La avaricia lo pierde todo por quererlo todo.
Jean de la Fontaine
La avaricia en este caso no rompió el saco, sino que desbordó el río. Así es, el Ebro está desbordándose de manera increíble por Zaragoza. Y aunque no deje de ser una desgracia, se les está muy bien aplicado el cuento a todos aquellos que lloraban ante la posibilidad del Plan Hidrológico Nacional.
Aquel plan, que suponía una muestra inequívoca entre lo que la Constitución española contempla como solidaridad entre Comunidades Autónomas, fue rechazado en parte por un sector egoísta catalán y aragonés, y otra por parte de la oposición de entonces empeñada en llevar la contraria sistemáticamente. Y que demostrado cuando a día de hoy la maravillosa propuesta que planteaba el partido que hoy Gobierna no solventa los grandes problemas que Murcia y Almería presentan.
Pero así somos en este país, eternamente enfrentados por el hecho de estar enfrentados, y eternamente localistas y egoístas para con el resto. Pero como ya decía el refrán: quién siembra vientos recoge tempestades
Aquel plan, que suponía una muestra inequívoca entre lo que la Constitución española contempla como solidaridad entre Comunidades Autónomas, fue rechazado en parte por un sector egoísta catalán y aragonés, y otra por parte de la oposición de entonces empeñada en llevar la contraria sistemáticamente. Y que demostrado cuando a día de hoy la maravillosa propuesta que planteaba el partido que hoy Gobierna no solventa los grandes problemas que Murcia y Almería presentan.
Pero así somos en este país, eternamente enfrentados por el hecho de estar enfrentados, y eternamente localistas y egoístas para con el resto. Pero como ya decía el refrán: quién siembra vientos recoge tempestades
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