Es de importancia para quien desee alcanzar una certeza en su investigación, el saber dudar a tiempo.
Aristóteles
Tener plena certeza sobre algo no es fácil de lograr. Tendemos a creernos las cosas sin más porque necesitamos cierta seguridad para mirar hacia delante, necesitamos fe en las cosas que hacemos, creemos y amamos porque no podemos pasarnos los días mirando hacia el suelo en busca de agujeros.
¿Pero quién nos garantiza que las cosas sean realmente cómo nosotros creemos que son? ¿Quién nos dice que las personas son lo que dicen ser y no son más que espejismo? Podemos recurrir a la intuición, a los prejuicios o, como ya he dicho antes, a la fe. Pero nadie nos asegura que las cosas son lo que parecen.
Como bien dijo Descartes ya “cogito, ergo sum”, dejando esa como única certeza sobre su existencia. Y algo así sucede. ¿Quién garantiza que tras un rostro noble haya a su vez una noble persona y no un demonio? ¿Quién puede asegurar con toda certeza que detrás de una acción amable no se esconde el interés? Desgraciadamente, nadie.
Tendemos a subestimar a la gente, verla incapaz de determinadas cosas basándonos únicamente en la conducta de dos o tres días. Es inevitable tener prejuicios, ya sean positivos o negativos. Pero como bien dijo Wilde, todo el mundo lleva dentro el cielo y el infierno, todo el mundo es capaz de todo, por muy imposible que parezca. Las circunstancias son parte de las personas también, no las dejemos a un lado.
No podremos llegar nunca a conocer a una persona al cien por cien. Conoceremos sus tendencias, basándonos en las ya realizadas, pero siempre quedará un pequeño intervalo de incertidumbre sobre su pensamiento, sobre su pasado y sobre su futuro. Todo el mundo tiene secretos. Todo el mundo tiene algo que ocultar. No siempre las personas son quienes dicen ser.
Para alcanzar la certeza sobre alguien o algo, es necesario dudar. Sólo quién ha dudado y se ha preguntado constantemente puede llegar a discurrir algo en claro. Creer en las cosas o personas sin más no está de moda, es más que necesaria una demostración. Y aun con ella, es más que probable que la duda perdure.
¿Pero quién nos garantiza que las cosas sean realmente cómo nosotros creemos que son? ¿Quién nos dice que las personas son lo que dicen ser y no son más que espejismo? Podemos recurrir a la intuición, a los prejuicios o, como ya he dicho antes, a la fe. Pero nadie nos asegura que las cosas son lo que parecen.
Como bien dijo Descartes ya “cogito, ergo sum”, dejando esa como única certeza sobre su existencia. Y algo así sucede. ¿Quién garantiza que tras un rostro noble haya a su vez una noble persona y no un demonio? ¿Quién puede asegurar con toda certeza que detrás de una acción amable no se esconde el interés? Desgraciadamente, nadie.
Tendemos a subestimar a la gente, verla incapaz de determinadas cosas basándonos únicamente en la conducta de dos o tres días. Es inevitable tener prejuicios, ya sean positivos o negativos. Pero como bien dijo Wilde, todo el mundo lleva dentro el cielo y el infierno, todo el mundo es capaz de todo, por muy imposible que parezca. Las circunstancias son parte de las personas también, no las dejemos a un lado.
No podremos llegar nunca a conocer a una persona al cien por cien. Conoceremos sus tendencias, basándonos en las ya realizadas, pero siempre quedará un pequeño intervalo de incertidumbre sobre su pensamiento, sobre su pasado y sobre su futuro. Todo el mundo tiene secretos. Todo el mundo tiene algo que ocultar. No siempre las personas son quienes dicen ser.
Para alcanzar la certeza sobre alguien o algo, es necesario dudar. Sólo quién ha dudado y se ha preguntado constantemente puede llegar a discurrir algo en claro. Creer en las cosas o personas sin más no está de moda, es más que necesaria una demostración. Y aun con ella, es más que probable que la duda perdure.
1 comentario:
opino"de que" efectivamente las cosas son como creemos que son, no como son en realidad ni como queremos creer que son. no hay una realidad concreta y universal para nada, y mucho menos sobre las personas. una persona sera tan buena como aparente ser mientras no se demuestre lo contrario y tambien sera tan mala como la veas, mientras no se demuestre lo contrario.
no se puede, o no se debe, ir desconfiando de todo y todos, porque entonces a lo mejor no se llega a apreciar la bondad o maldad de esa persona al cien por cien, sino que nos quedamos en la superficie, sin llegar a conocerla del todo por miedo a que sea como no queremos que sea. es mejor, por salud mental, no desconfiar de nadie de primeras; y en el momento en que nos de algun motivo por el que desconfiar, entonces adelante.
Cuando, inconscientemente, identificamos a alguien como nuestro "alguien ideal" tenemos miedo de que no sea como nos hemos hecho la idea y nos surge un miedo al desengaño que provoca desconfianza. Es el miedo a estar apoyando parte de uno en algo de lo que de repente no tienes certeza.
yo parto de la base de que todos somos buenos por naturaleza. No creo que haya nadie que de primeras trate de fastidiar a nadie ni que vaya falseando con este fin; y si hay quien pretende ser quien no es y actua de forma un poco falsa, no debemos sentirnos ofendidos o engañados, porqeu quien más se engaña es esa persona a sí misma.en el caso de que haya quien falsee con el fin de sacar algo de nosotros es cuando hay que tomar medidas.
las personas somos muy complicadas, y me estoy rayando..... puede ser que me haya hecho un lio escribiendo, pero no lo voy a borrar...para algo que escribo....:D
me gusta "como la vida misma"
:D GABRI
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