Cualquier cosa que el hombre gane debe pagarla cara, aunque no sea más que con el miedo de perderla.
Friedrich Hebbel
Es más que evidente, que un partido de liga no es lo mismo que una final; ni que un primer cuarto, no es comparable con el último minuto de un cuarto. La presión hace que no seamos iguales ante las mismas situaciones, hace que reaccionemos de distintas formas según los diferentes momentos.
¿Por qué pasa esto? ¿Por qué es más difícil jugar presión? Básicamente el problema se debe a la importancia y la trascendencia de cualesquiera que sean las cosas que hagamos. En una final nos jugamos un campeonato, y cada canasta, cada pase o cada pérdida pueden acarrear la consecución o no de éste; mientras que en un partido de liga o en un entrenamiento, los errores no tienen tanta importancia y el perdonarnos a nosotros mismos resulta bastante más fácil.
Y de la misma manera sucede en la vida. Cuando algo realmente nos importa, cuando sentimos que podemos perder o ganar algo que realmente queremos, es cuando peor sabemos actuar, cuando los nervios acuden, y cuando las acciones y las palabras a veces empiezan a perder su lógica. Es imprescindible estar tranquilo cuando las cosas son realmente importantes, pero qué difícil es conservar la calma en estas situaciones.
Pienso a veces, que para hacer las cosas realmente bien, debemos quitarle la importancia, debemos restarle toda trascendencia. Autoengañarnos, o cambiar nuestra escala de valores y restarle a todo mil puntos. Así es como se conseguiría hacer las cosas de un modo más racional y correcto.
Cierto es también que la esencia de la vida se basa en gran parte en el amor hacia las cosas y las personas, y que es ese amor la que realmente procura la felicidad de uno mismo; que no el bienestar, que se consigue simplemente no sufriendo. Pero la completitud de las personas se alcanza con las sensaciones, y las sensaciones son fruto de una importancia y un amor hacia lo que hacemos.
Recurriendo una vez más a Aristóteles, en el centro se halla la virtud. El equilibrio en la vida es la mejor solución.
¿Por qué pasa esto? ¿Por qué es más difícil jugar presión? Básicamente el problema se debe a la importancia y la trascendencia de cualesquiera que sean las cosas que hagamos. En una final nos jugamos un campeonato, y cada canasta, cada pase o cada pérdida pueden acarrear la consecución o no de éste; mientras que en un partido de liga o en un entrenamiento, los errores no tienen tanta importancia y el perdonarnos a nosotros mismos resulta bastante más fácil.
Y de la misma manera sucede en la vida. Cuando algo realmente nos importa, cuando sentimos que podemos perder o ganar algo que realmente queremos, es cuando peor sabemos actuar, cuando los nervios acuden, y cuando las acciones y las palabras a veces empiezan a perder su lógica. Es imprescindible estar tranquilo cuando las cosas son realmente importantes, pero qué difícil es conservar la calma en estas situaciones.
Pienso a veces, que para hacer las cosas realmente bien, debemos quitarle la importancia, debemos restarle toda trascendencia. Autoengañarnos, o cambiar nuestra escala de valores y restarle a todo mil puntos. Así es como se conseguiría hacer las cosas de un modo más racional y correcto.
Cierto es también que la esencia de la vida se basa en gran parte en el amor hacia las cosas y las personas, y que es ese amor la que realmente procura la felicidad de uno mismo; que no el bienestar, que se consigue simplemente no sufriendo. Pero la completitud de las personas se alcanza con las sensaciones, y las sensaciones son fruto de una importancia y un amor hacia lo que hacemos.
Recurriendo una vez más a Aristóteles, en el centro se halla la virtud. El equilibrio en la vida es la mejor solución.
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