Las preguntas no son nunca indiscretas. Las respuestas, a veces sí.
Oscar Wilde
Cuando uno se comunica con alguien o algo, intenta trasmitir un mensaje. No siempre este mensaje es recibido correctamente, ya sea por problemas del emisor, receptor, canal o incluso del mismo mensaje.
Una correcta comunicación es aquella en la cual el receptor asume lo que el emisor procuraba transmitir con el mensaje, pero no siempre se consigue. Sucede en ocasiones, que un mensaje puede resultar ambiguo, o que uno cree entender algo cuando se pretende decir lo contrario.
Las faltas en comunicación se producen también por el mal uso de las palabras, provocadas por ejemplo, por la falta de sinceridad; o por el orgullo o vergüenza que impiden utilizar en ocasiones palabras más concisas y concretas, eliminando así cualquier residuo de ambigüedad.
Las palabras son, aparte de contenido, continente. No es lo mismo decir “un negro” que “una persona de color”, por ejemplo. Las palabras llevan implícitas en su composición mensajes e ideas asociadas, un estereotipo y una especie de clase social en cada una de ellas. Y aunque su significado sea totalmente equivalente, su efecto emocional quizás no sea el mismo.
Un ejemplo claro de ello es el uso de palabras en otros idiomas. Recurrimos a la traducción en otros idiomas de un vocablo concreto cuando en castellano puede sonar cursi, o lleva implicaciones emocionales lo suficientemente serias. Y ambas significan lo mismo, y se entiende exactamente igual de bien; pero el mensaje no es el mismo. El mensaje ha sido modificado por ese cambio en la palabra extranjera, se ha suavizado su carga emocional.
Las palabras, por tanto, son algo más que un conjunto de caracteres encadenados. Todas llevan aparte de su significado literal un mensaje tácito.
Una correcta comunicación es aquella en la cual el receptor asume lo que el emisor procuraba transmitir con el mensaje, pero no siempre se consigue. Sucede en ocasiones, que un mensaje puede resultar ambiguo, o que uno cree entender algo cuando se pretende decir lo contrario.
Las faltas en comunicación se producen también por el mal uso de las palabras, provocadas por ejemplo, por la falta de sinceridad; o por el orgullo o vergüenza que impiden utilizar en ocasiones palabras más concisas y concretas, eliminando así cualquier residuo de ambigüedad.
Las palabras son, aparte de contenido, continente. No es lo mismo decir “un negro” que “una persona de color”, por ejemplo. Las palabras llevan implícitas en su composición mensajes e ideas asociadas, un estereotipo y una especie de clase social en cada una de ellas. Y aunque su significado sea totalmente equivalente, su efecto emocional quizás no sea el mismo.
Un ejemplo claro de ello es el uso de palabras en otros idiomas. Recurrimos a la traducción en otros idiomas de un vocablo concreto cuando en castellano puede sonar cursi, o lleva implicaciones emocionales lo suficientemente serias. Y ambas significan lo mismo, y se entiende exactamente igual de bien; pero el mensaje no es el mismo. El mensaje ha sido modificado por ese cambio en la palabra extranjera, se ha suavizado su carga emocional.
Las palabras, por tanto, son algo más que un conjunto de caracteres encadenados. Todas llevan aparte de su significado literal un mensaje tácito.
1 comentario:
Muy cierto.
Añadiría otro ejemplo muy claro y muy frecuente en la confusión del mensaje: el lenguaje escrito.
Las personas estamos acostumbrados a comunicarnos entre nosotros cara a cara, a mezclar palabras, con tonos y expresiones o ademanes corporales. Este mismo mensaje trasladado a papel puede sonar de lo más frío, aun pretendiendo totalmente lo contrario. Así por ejemplo, el receptor puede sufrir cierta frustración o confusión al leer un sms, un par de frases en un foro, o un correo electrónico por ejemplo. Ahí solo llega la palabra pura y dura, sin más aditamientos, que son los que creo que constituyen el verdadero "lenguaje".
¿Será por eso que existen los emoticonos? ;)
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