Título: El Muchacho Persa.
Autor: Mary Renault.
Género: Histórico.
Una gran novela que relata desde ojos de Bagoas, un eunuco de la corte de Darío que adoptaría para sí Alejandro, la vida y hazañas del gran Alejandro Magno. Narra las contiendas y campañas de Alejandro y describe al rey de Macedonia en sus facetas bélica y humana.
Resaltaría de este libro, además de unas cuantas citas, la figura de Alejandro en el papel de Jefe del Estado y del Ejército. Se muestra como una figura cercana, que tras las campañas y las batallas, se acerca al campamento a saludar en persona a los soldados. Así estos sentían que eran uno más, una parte de un mismo todo.
La cercanía del líder es importante. Siempre sin faltar al respeto, como pasaba con el macedonio, y siempre acatando sus órdenes; quien está al servicio o bajo el mandato de una persona, y siente a este personaje cercano, y casi como un amigo, rescata en cada individuo una confianza y una lealtad distinta a aquel líder que jamás trata con la parte más baja de su jerarquía.
El contacto humano crea la dependencia. El simple hecho de haber tenido contacto con alguien, inspira una, aunque sea leve, muestra de afecto. La confianza en alguien hace más difícil la deslealtad. El haber mirado a los ojos o haber dormido noches invernales a la intemperie, como hizo Alejandro junto a sus soldados, y haber recibido afecto por parte de alguien superior incrementa los lazos, porque en cierta manera, siente el afecto del líder, la confianza y la importancia que el líder deposita en cada uno de sus hombres.
Creo que es una de las grandes virtudes de Alejandro, que deberían ser extensibles a cualquier Jefe de Estado o líder en cualquier empresa. Un capitán deportivo, por ejemplo, debe ser aquel que mejor consiga llegar al resto del equipo, quién aparte de dirigir el juego, dirija y conozca la moral del equipo y de cada uno de sus miembros.
Ser un líder es una responsabilidad mayor que el hecho de dar órdenes: debe ser un líder moral, un ejemplo a seguir, un guía a nivel de grupo y a nivel de individuos. El mantenerse cercano a unos seguidores no provoca más que afecto y lealtad por parte de éstos. Para no caer en una supuesta debilidad o falta de autoridad, ha de ser estricto en las normas, y contundente en las decisiones, evitando siempre mirar atrás y dejando el arrepentimiento como cosa de débiles, tal y como hacía Alejandro. Aunque también es cierto, que eran otros tiempos. Él por ejemplo, ante motines o intentos de traición, era inapelable. Alejandro no rechazaba el amor, se dejaba querer por sus tropas y generales; pero jamás perdonó la traición.
Resaltaría de este libro, además de unas cuantas citas, la figura de Alejandro en el papel de Jefe del Estado y del Ejército. Se muestra como una figura cercana, que tras las campañas y las batallas, se acerca al campamento a saludar en persona a los soldados. Así estos sentían que eran uno más, una parte de un mismo todo.
La cercanía del líder es importante. Siempre sin faltar al respeto, como pasaba con el macedonio, y siempre acatando sus órdenes; quien está al servicio o bajo el mandato de una persona, y siente a este personaje cercano, y casi como un amigo, rescata en cada individuo una confianza y una lealtad distinta a aquel líder que jamás trata con la parte más baja de su jerarquía.
El contacto humano crea la dependencia. El simple hecho de haber tenido contacto con alguien, inspira una, aunque sea leve, muestra de afecto. La confianza en alguien hace más difícil la deslealtad. El haber mirado a los ojos o haber dormido noches invernales a la intemperie, como hizo Alejandro junto a sus soldados, y haber recibido afecto por parte de alguien superior incrementa los lazos, porque en cierta manera, siente el afecto del líder, la confianza y la importancia que el líder deposita en cada uno de sus hombres.
Creo que es una de las grandes virtudes de Alejandro, que deberían ser extensibles a cualquier Jefe de Estado o líder en cualquier empresa. Un capitán deportivo, por ejemplo, debe ser aquel que mejor consiga llegar al resto del equipo, quién aparte de dirigir el juego, dirija y conozca la moral del equipo y de cada uno de sus miembros.
Ser un líder es una responsabilidad mayor que el hecho de dar órdenes: debe ser un líder moral, un ejemplo a seguir, un guía a nivel de grupo y a nivel de individuos. El mantenerse cercano a unos seguidores no provoca más que afecto y lealtad por parte de éstos. Para no caer en una supuesta debilidad o falta de autoridad, ha de ser estricto en las normas, y contundente en las decisiones, evitando siempre mirar atrás y dejando el arrepentimiento como cosa de débiles, tal y como hacía Alejandro. Aunque también es cierto, que eran otros tiempos. Él por ejemplo, ante motines o intentos de traición, era inapelable. Alejandro no rechazaba el amor, se dejaba querer por sus tropas y generales; pero jamás perdonó la traición.
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