23 junio 2007

Razón y corazón


Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón.
Blaise Pascal

Todos, y aunque algunos se empeñen más en ocultarlo o en hacerlos palpables, tenemos sentimientos. El odio y el amor son dos de ellos, antagónicos entre sí, y estrictamente forzosos en cada persona. Estos sentimientos forjan y modelan nuestra vida, en ocasiones toman nuestras decisiones y siempre son los culpables del estado de ánimo de cada cual.


Sentir en exceso es malo. Idénticamente sucede con quién no siente. Más bien, ya que no sentir lo considero imposible, quién no hace caso de sus sentimientos, o los filtra de tal manera que consigue debilitarlos casi hasta su extinción.

Descartes afirmaba que pensar era la evidencia de la existencia. Es cierto. Pero pensar no significa vivir, en un sentido más alejado del biológico. Sentir significa vivir. Cada sensación nueva es una experiencia vital irrepetible, solo comparable con otras sensaciones. Es imposible razonar un sentimiento, explicarlo de forma racional. Podemos explicar su origen, su efecto, sus consecuencias; pero no podemos crear un sentimiento a través de la razón. Es el parecido con otras sensaciones el que a veces nos ayuda a comprender la descripción del alguno. Recurrimos constantemente a las comparaciones para ello.

Es el dilema eterno, la razón o el corazón. Y ninguna solución que nadie dé será correcta. Cada situación tiene sus condicionantes, y no es fácil distinguir cuando es necesario recurrir a una u otra. Aunque claro queda que ambas en exceso o de forma única y absoluta malas son.

1 comentario:

Ana Cervantes dijo...

Te explicas tan bien que apenas dejas lugar a un posible comentario. Ya lo dices todo. ¿Razón o corazón? Pues a ser posible ambas cosas.
En esta vida no siempre se ha de ser racional, la pasión ha de ganarle batallas a la razón (y viceversa). Lo realmente complicado es discernir y saber cuando hay que dar paso a una u otra cosa.