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08 diciembre 2013
Lo Ciudadano y lo Social
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Etiquetas: Ciudadanía, Cultura Política, Educación, Libertad, Política, Sociedad, Sociedad Civil
02 diciembre 2013
El Papel de los Intelectuales
Se habla con relativa frecuencia de los intelectuales con la intención de dar una legitimidad al mensaje que es transmitido por su parte, aprovechando el respeto que la sociedad les profesa y la autoridad (en su sentido etimológico) que les confieren. Que un mensaje sea promulgado por un llamado intelectual gana ciertos enteros, y es por ello que muchos se empeñen en llamar intelectual a cualquier cosa.
Es esto una más de las consecuencia de la sociedad actual, la sociedad del eufemismo, la sociedad del cambiarle el nombre a las cosas y de llamar a unos conceptos con la denominación de otros, de tal manera que la mente del oyente (o lector) se amolde y se oriente hacia un concreto pensamiento, lo que implica acercarnos cada día más al doblepensar orwelliano que trae consigo la pérdida de libertad que previó Confucio: “cuando las palabras pierden su significado, el hombre pierde su libertad”.
Una vez enunciada mi disconformidad con la definición (o el uso, mejor dicho) de intelectual que destaca en la sociedad actual, quiero proponer en esta entrada la mía propia.
Cotidianamente lidiamos con unas construcciones abstractas meramente humanas. Debido a la familiaridad con que en las sociedades humanas hacemos uso de ellas dejamos incluso de ser conscientes de que son puras abstracciones. Me refiero a conceptos como el lenguaje, el sistema político o el Derecho. Conceptos que no se hallan sino en la cabeza de los seres humanos que los emplean y que se rigen según sus normas. Conceptos asumidos como naturales aunque realmente no lo son.
Este tipo de ideas y conceptos necesitan, al igual que los fenómenos naturales, un análisis y una reflexión, además de una reformulación abstracta. De igual manera que el científico y el ingeniero pretenden analizar, comprender y adaptar la realidad físicomaterial, los intelectuales desempeñan una realidad homóloga con las abstracciones del ser humano. Abstracciones por otra parte fundamentales para el funcionamiento de las sociedades y los grupos humanos como el desarrollo técnico.
A esto hay que añadir además su carácter aséptico. Su labor se ciñe a esos abstractos, sin que persigan una repercusión en el mundo material. Sus instrumentos son las ideas abstractas, los conceptos abstractos, y aunque no ha de excluirse su participación en el mundo material, no será éste el que los mueva, sino como una forma de llevar a cabo sus análisis y construcciones.
Por eso, desde aquí, quiero reivindicar el papel de todos aquellos que se dedican a esa labor de análisis y desarrollo de esos entes abstractos, cuya importancia se ignora aunque su valor es fácilmente calculable imaginando la supresión de los mismos.
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Etiquetas: Como la vida misma, Ideas, Intelectuales, Teoría
12 octubre 2013
Uno de los Nuestros
En esta ocasión no se trata de ninguna reseña cinematrográfica, sino de una realidad que cada vez se hace más patente en España: lo importante no es el pensar de una determinada manera o subscribir una serie de principios, sino pertenecer a un grupo (ideológico o no). Lo importante no es que compartamos una serie de valores y premisas, sino que milites en un determinado grupo. En definitiva, que seas uno de los nuestros.
Esto es lo que cabe concluir después de haber visto las esperpénticas imágenes de sindicalistas vociferando a una Juez por el hecho de imputarle una serie de delitos a otros sindicalistas. No siente decepción, o al menos un cierto recelo o sospecha, porque uno de sus miembros está en el punto de mira de una instrucción judicial. Todo lo contrario, surge entonces el afán de defender al que milita donde nosotros, a uno de los nuestros.
No es un fenómeno genuinamente sindical este que nos atañe, aunque es paradigmático el caso. Se trata de un fenómeno muy español, muy nuestro, el de conformarnos una serie de prejuicios en función del grupo en que milita. E incluso más allá, tenemos los españoles una gran tendencia a aspirar a conocer todo el pensamiento de una persona por una mera opinión vertida sobre un tema “ideológico”.
Dos motivos se me ocurren para tan simple análisis: o bien nosotros somos tan sumamente simples que sólo podemos comprender el mundo y los fenómenos sociales y políticos desde dos perspectivas (los buenos y los malos) y, para ello, hemos de encasillar a todo sujeto en uno de sus bandos sin plantearnos de manera remota si quiera la posibilidad de que puedan existir personas con un criterio propio; o bien desconfiamos de manera tan exagerada de la capacidad del vecino que creemos a pies juntillas que éste sólo puede aspirar a ser de los unos o de los otros, negándole la opción de poseer un criterio propio. Una tercera opción, desde luego, es que concurran a la vez un poco de todo.
Tal vez un poco de raciocinio y serenidad en los debates y reflexiones no nos vengan nada mal. Apartar por un momento el encasillamiento sistemático entre buenos y malos en virtud exclusivamente del lado de la línea en que nos encontremos, procurando construir un mensaje u opinión con base en unos criterios más o menos absolutos, en el sentido en que no dependa de quien los sostenga sino de los argumentos o razones en sí, dándole el calificativo de bueno y de malo a los hechos por sí, y no dependiendo del grupo que los lleve a cabo o defienda.
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Etiquetas: Democracia Española, Partidos Políticos, Pensamiento Crítico, Política, Sectarismo, Sindicatos
01 octubre 2013
El Manantial (II)
El personaje de Wynand representa o puede representar esa persona recta de intenciones que se abrumado y arrastrado por una opinión general en contra. Un poco el reflejo de lo que ocurre con frecuencia en las vidas cotidianas, quedando en un segundo escalón con respecto al semidiós Hoark, campeón de la integridad moral.
Por su parte, Ellsworth Monkton Toohey, el crítico de arquitectura del periódico de Wynand representa a ese hombre astuto que sabe manejar a las masas para, con ayuda de ellas, llegar al poder que tal y como confiesa a lo largo de la película, es su máxima aspiración. Suyas son afirmaciones del tipo que todo producto del hombre ha de estar a disposición de la sociedad de forma gratuita y altruista. Detesta a los genios porque son incorruptibles y funda su rencor en su propia mediocridad. Recuerda en cierta manera al reprimido del que habla Nietzsche en algunas de sus obras en el sentido de la ausencia de nobleza en sus actitudes, en su constante conspiración y en la transfiguración de valores como el altruismo o la igualdad para solapar el egoísmo y ansia de poder reales del propio personaje.
Es la contraposición de este personaje con Hoark lo que establece la cuestión principal de la película: ¿debe el individuo ajustarse en su configuración personal a las apetencias o caprichos de las masas?
Se mantiene también en la película, en boca de Toohey, que para controlar a la sociedad es necesario negar la personalidad y la autoestima del individuo, negándole su alma y espíritu, convirtiéndolo en un mero autómata al servicio de una sociedad que estará en todo caso controlada por unos pocos (en este caso, Toohey es el que crea la opinión pública y lidera a las masas). Hay, por otra parte, que tener en cuenta la época de la película (plena guerra fría y choque de los dos bloques capitalista y comunista) para poder matizar, como espectadores, el papel de Toohey, que en algunos momentos de la película puede confundirse con el mismo diablo.
Por último, en esta relación de personajes característicos de la película, hemos de encontrar a Peter Keating, al que podríamos describir como el mercenario o parásito: aquella persona que está dispuesta a vender su alma al demonio (como en efecto hace al anular su compromiso con Dominique Francon por la concesión de un edificio) por el éxito profesional. Nunca ha sido creativo, pero ni le ha hecho falta ni le importa: ha sabido estar al servicio de otros intereses más altos y ha prestado ese servicio de forma eficiente, aunque su castigo será el de ser alguien patético y carente de toda dignidad y principios, alguien que no merece el más mínimo respeto (lo que podría ser otra de las moralejas de la película).
Keating es el medio que utiliza Toohey para sus fines, es el eslabón intermedio entre masa y gobernante, es la herramienta necesaria para el triunfo del comunitarismo: un técnico o artistas al servicio de la sociedad (realmente, al servicio de los intereses de Toohey).
Este es el breve análisis de una película que genera incesantes debates. La caracterización y explicación de los personajes es una cuestión meramente personal y son muchas otras las cuestiones que suscita, como el papel del arte en la sociedad o, en esa misma sociedad, la función que ha de desempeñar la prensa. Sobre el poder y su atractivo también podría dar pie a hablar la película. Pero eso ya será otro día.
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Etiquetas: Cine, Individuo, Masas, Mediocridad, Moral, Sociedad
29 septiembre 2013
El Manantial (I)
Para llevar a cabo esta especie de crítica o comentario de la película analizaré de uno en uno a los personajes. Entiendo que esto debe hacerse así porque cada cual representa un estereotipo, una postura rígida y clara, difícil de encontrar ninguna en la vida real (aunque no en el arte). A continuación, extraeré el pensamiento y/o planteamientos filosóficos que creo que se desprenden de la película.
Habría que comenzar en primer lugar por el protagonista: el arquitecto Howard Roark. Desde el primer momento se deja translucir en la película el carácter decidido y obstinado del mismo, sabedor (o creyente) de su valía, que entiende que sus ideas artísticas/arquitectónicas son superiores a las dominantes en el momento. Así empieza la película: siendo expulsado de la Facultad por no adecuarse a los cánones, por creerse superior al paradigma establecido y siendo, luego, apartado de los grandes trabajos por ser su estilo demasiado rompedor, demasiado diferente al gusto común y de las masas. Se repiten varias peticiones para que transija, para que se adecúe a la sociedad, para que respete lo que ya está establecido.
Pronto nuestro protagonista tendrá su primera tentación a su integridad: adecuar un edificio de estilo moderno y eminentemente personal a los cánones clásicos, con ciertos ajustes que sin duda corromperían el estilo de Roark. Decide, como hará a lo largo de toda la película, mantenerse íntegro en sus ideas (estilo) y afirma que prefiere ser un vulgar peón de obra a pervertirse intelectualmente.
Y así es como puede quedar identificado este personaje (con la ayuda de diversos diálogos y su alegato final): como defensor de que el individuo ha de ser íntegro y que sus ideas personales (en este caso, el estilo arquitectónico) han de ser inalienables, aunque la sociedad de su tiempo no los apruebe. El individuo, por tanto, en cuanto a su capacidad de expresión y creación ha de estar por encima de la sociedad, no puede verse afectado por ella. Sin duda, uno de los principios filosóficos básicos del liberalismo: el individuo y el conjunto de derechos inalienables a su persona.
En segundo lugar tenemos a la crítica de arquitectura Dominique Francon que muestra otra concepción de la libertad opuesta a la de Hoark. Ella, aunque su personaje evolucionará hasta unas posiciones más afines a las de Hoark, entiende la libertad como la ausencia de cadenas, sean estas del tipo económico, social o, incluso, emocional. Por ello aparece desprendiéndose de todo lo que ama (esa estatua europea de un dios griego) y continuamente renegando del amor o de cualquier otro tipo de dependencia del tipo que sea. No está dispuesta a ceder en su concepción de la libertad como ausencia de cadenas o dependencia y por ello, cuando encuentra algo que le gusta o alguien a quien ama, decide huir, para garantizar su propia integridad y libertad.
A lo largo de la película, y he aquí también uno de los mensajes de la misma, ella se da cuenta de que esa libertad no consigue en no depender o sentir afinidad por nada ni por nadie, sino en hacerlo por aquellas causas o personas con las que uno se siente identificado. Puede leerse aquí entre líneas una apología al derecho de asociación, pilar fundamental también del liberalismo: cada individuo es libre de asociarse con quien lo desea y se adepto a las causas que considere oportunas, pero siempre desde el consentimiento, desde su más profunda libertad, no desde la imposición por parte de una sociedad que en muchas ocasiones carece de criterio.
Se puede ver, entonces, una contraposición entre dos conceptos o dimensiones de la libertad: una positiva (la capacidad para elegir cómo uno quiere ser y con quién quiere relacionarse) y una negativa (la no dependencia de nada ni nadie). Y, en mi opinión, la película aboga por un entendimiento de la libertad en un sentido exclusivamente positivo.
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28 junio 2013
El Imperio de la Voluntad
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Etiquetas: Como la vida misma, Decidir, Derechos, Política, Voluntad
11 marzo 2013
¿Por qué las Humanidades?
La obsesión de un lado por lo inmediato, y de otro por lo productivo o útil, hace que todo aquello que no reporte un beneficio económico en el corto plazo llegue a considerarse una pérdida de tiempo. Por su parte, los humanistas, los verdaderos humanistas, lo que aman al ser humano y sus creaciones (no hemos de perder de vista la figura de recién implantación de pseudo-humanista, que trae su causa en el toque intelectual que “humanismo” lleva aparejado consigo) han sucumbido a este tendencia y en ausencia de mejor argumento, en lugar de esgrimir un argumento positivo, acaban asumiendo el marco de la ciencia como suyo, creando engendros como “ciencias del espíritu”.
En lo relativo a la Historia (a la rama de las Humanidades que procura el conocimiento del pasado), y aunque nadie reconozca explícitamente su utilidad e importancia, implícitamente lo hacen. O si no, ¿por qué tanta polémica sobre lo que realmente pasó, por ejemplo, en la Guerra Civil? ¿Por qué tanto interés intentar en demostrar que Cataluña fue o no una nación?
Porque, como ocurre con las personas, uno es lo que fue y lo que ha sido. Y de igual manera ocurre con las sociedades, pueblos y naciones. Sólo el conocimiento certero de qué fuimos puede hacernos entender qué somos, por qué somos y cómo somos. Sólo el estudio riguroso del pasado puede darnos una visión completa de nosotros mismos, ya sea como individuos, ya sea como comunidad.
La ambición por ser mejor y por mejorar es lo que lleva a uno conocerse a sí mismo, con el fin de explorar los errores pretéritos y poder prevenirlos en el futuro. Y es la Historia, junto con otras áreas de conocimiento humanísticas, la que proporciona las herramientas para ello. Las Humanidades son la religión secular: la búsqueda del mejorarse a sí mismo y al entorno en busca del bienestar, no sólo material sino también espiritual. Y para ello, la construcción de lo segundo es lo que provoca el bienestar primero, y no a la inversa como actualmente se cree. ¿O alguien es capaz de imaginar su actual nivel de bienestar material sin Estado o sin derechos fundamentales? Ambas dos, a modo de ejemplo, son fruto de arduas disputas, disertaciones y discusiones en el seno de la Filosofía, otra de las ramas fundamentales de las Humanidades.
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Etiquetas: Como la vida misma, Filosofía, Historia, Humanidades, Ser Humano
23 febrero 2013
¿Qué hay de la lealtad?
Tal vez todos y ninguno de estos argumentos sean ciertos. No voy a entrar (hoy) ahí, sino que intetaré enfocar la sociedad española desde el punto de vista de la lealtad: ¿Somos leales los españoles? ¿Somos leales, uno, a nosotros mismos, y dos, a nuestra sociedad y nación?
Los españoles hemos desterrado por completo la lealtad a las instituciones, quizás porque ellas mismas han dejado de ser leales sí mismas como instituciones para empezar a ser útiles a las personas o partidos que las controlan. Las despreciamos sistemáticamente. Somos incapaces de sentir la más mínima empatía o respeta por aquellas que son “de los otros”. Miramos primero el carné y después a la entidad. Son buenas o malas según puros intereses, ya no ideológicos, sino partidistas y sectarios. Pero es que muchas veces no somos leales ni dentro de la secta, sino que anteponemos nuestro interés/beneficio personal al del grupo o conjunto.
¿Por qué sucede esto? Pueden ser muchas causas, e incluso un conjunto de ellas. Lo que a mí me parece claro es que esto sucede porque hemos perdido la grandeza como referencia, el futuro, el largo plazo; y nos desvivimos por el presente, por lo material, por lo físico. Hemos perdido la referencia de gran proyecto y de lo duradero, lo persistente; y ante lo instantáneo y volátil es difícil sentir ninguna lealtad.
La lealtad, el sentirse fiel a los principios de uno, el anteponer el fin más grande sobre el fin personal, está prácticamente desterrada de los valores deseables sociales. Y ante la ausencia de un gran proyecto común ante el que participar y el cual subscribir todo se complica, ya que son la cantidad ingente de micro-proyectos (uno por persona), los cuales suponen la lucha de cada cual por el bienestar individual e inmediato, es fácil comprender por qué no somos leales los unos con los otros: porque las cesiones, en muchas ocasiones, son vistas como derrotas más que como partes imprescindibles del gran puzle social.
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Etiquetas: Como la vida misma, Lealtad, Política, Sociedad
02 febrero 2013
Una Oportunidad Perdida
Pero esta vez podía haber sido diferente. Estaban todos los ingredientes, el ánimo del pueblo, un referente del que huir, el ansia de democracia y el espíritu henchido de querer mirar hacia delante, de querer salir de ese lastre histórico. Recibimos, además, apoyo internacional, europeo sobre todo. El odio entre paisanos parecía haberse desterrado: los exiliados regresaban, todas las opciones políticas iban siendo incluidas en la construcción de la nueva España, una voluntad de construir un nuevo país. Pero esa oportunidad, más clara incluso que la de 1898, parece haberse esfumado también. Y mucha de la culpa la tenemos nosotros, la ciudadanía, que se ha dejado embaucar en el juego de buenos y malos, que no era otra variante del “pan y circo”, consintiendo barbaridades a “los nuestros” y siendo peores que la secta de los maniqueos para con “los otros”.
Nosotros, los ciudadanos, nos hemos dejado engañar por unas élites políticas que han conseguido hacer pasar la mediocridad por democracia, el cinismo por política y los abusos desde el poder por necesarios. Hemos consentido el enchufismo, la partidización de todas las instituciones del Estado, la corrupción (que siempre es moral), en definitiva.
Hemos llegado a ser ese país que entra en cólera cuando el portero titular es sentado en el banquillo, pero que permanece inmune, como dice Pérez-Reverte, ante Diputados que no tienen ni el graduado escolar. ¿Por qué en el deporta se acepta que sólo puedan jugar los mejores y no se acepta esto mismo en otras facetas de la vida político y social? Somos un país que ve normal que una persona sea alcalde con cinco imputaciones penales.
Parece que el único consuelo que nos queda en este país es el deporte, lo cual da un halo (mínimo, pero halo al fin y al cabo) de esperanza. Dice, de alguna manera, que sabemos trabajar duro, que sabemos luchar, y que podemos ser un gran país. Sólo que en el deporte no consentimos que a nuestro equipo de Primera División lo entrene alguien cuya categoría habitual es Tercera División, y para el resto de cosas, nos conformamos y a veces elegimos de categorías aún inferiores.
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16 enero 2013
La Vida Contemplativa
Hoy en día señala muchas veces al tiempo libre (escndido tras los conceptos de productividad y competitividad) como causante del escaso desarrollo de los países, entendido, por supuesto, el desarrollo como un componente meramente material. Sin embargo, la Historia nos muestra ciertos ejemplos en que esto no ocurre así, como el mencionado sobre Grecia.
La creatividad, ese interés por crear y/o descubrir, y por ende y a gran escala el florecimiento de las artes y las ciencias de las naciones, viene auspiciada en gran medida por una serie de factores, de los que destacaré dos.
En primer lugar podemos hablar del hastío de la obligación. Aunque hay caracteres que son más propensos a seguir caminos trazados por otros, no es menos cierto que existen otros que prefieren construir el suyo propio. Más en estos segundos que en los primeros se da, en ocasiones, un rechazo natural a todo lo que vienen impuesto, lo que es obligado, incluso aunque esa obligación haya sido auto-impuesta. Ocurre en estas personas que pierden el incentivo, la motivación; o simplemente que pierden la capacidad de disponer del tiempo en el que hacer efectivo ese interés o apetencia, que impide su aplazamiento, y por tanto, sienten cierta presión sobre la actividad que mitiga su interés y despierta cierto sentido de rebelión. Es común el algunos estudiantes imaginar actividades alternativas posibles infinitas en periodo de exámenes que, habiendo podido ser desarrolladas durante el curso, no lo han sido, y afloran precisamente en este periodo.
Un segundo factor que acentúa la creatividad es la competitividad social o grupal. Dentro de un grupo con intereses afines (piénsese grupo de amigos, grupo en torno a una actividad artística o intelectual, etc.) se incrementa la creatividad en cuanto se entra en competición. Esta competición no ha de ser formal ni declarada. La competición tácita, provocada en ocasiones por la propia vanidad del individuo o por su necesidad de status, fomenta e incentiva la creación y el trabajo, viéndose aumentada en el hecho de que los miembros del grupo sean cercanos (conocidos).
Por otro lado, como ya he mencionado, que algunos señalan al exceso de tiempo libre como uno de los grandes problemas de la sociedad actual. Más bien parece lo contrario: el tiempo libre y el cómo lo empleemos va a ser una base fundamental del desarrollo del individuo. Si éste es capaz de enfocar su tiempo libre de manera satisfactoria podrá llegar a alcanzar una vida plena, pudiéndose incluso paliar contratiempos o desafecciones en facetas “obligatorias” como trabajo o familia, haciendo las veces de vía de escape.
Por eso, más que señalar al tiempo libre como un problema (tal vez cierta corriente económica nos hablará de la productividad y competitividad como argumento para reducirlo respecto del trabajador; y a esta misma corriente habrá que recordarle el factor consumo en la economía que, generalmente, se produce en o para el tiempo libre), habría que señalar a la gestión que de ese tiempo libre se hace, criticando, por ejemplo, actitudes como las del exceso de televisión (telebasura generalmente) como, en efecto, uno de los males de nuestro tiempo.
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Etiquetas: Arte, Ciencias, Como la vida misma, Creatividad, Ocio, Sociedad