El ser capaz de llenar el ocio de una manera inteligente es el último resultado de la civilización.
Bertrand Russell
Dicen algunos estudiosos del tema que una de las claves del florecimiento de la filosofía, la política y la ciencia en la Antigua Grecia es la cantidad y uso del tiempo libre del que disponían los ciudadanos, el cual les permitía dedicarse a la “vida contemplativa”, es decir, a preocuparse por aquellas cuestiones que trascienden más allá de la mera supervivencia.
Hoy en día señala muchas veces al tiempo libre (escndido tras los conceptos de productividad y competitividad) como causante del escaso desarrollo de los países, entendido, por supuesto, el desarrollo como un componente meramente material. Sin embargo, la Historia nos muestra ciertos ejemplos en que esto no ocurre así, como el mencionado sobre Grecia.
La creatividad, ese interés por crear y/o descubrir, y por ende y a gran escala el florecimiento de las artes y las ciencias de las naciones, viene auspiciada en gran medida por una serie de factores, de los que destacaré dos.
En primer lugar podemos hablar del hastío de la obligación. Aunque hay caracteres que son más propensos a seguir caminos trazados por otros, no es menos cierto que existen otros que prefieren construir el suyo propio. Más en estos segundos que en los primeros se da, en ocasiones, un rechazo natural a todo lo que vienen impuesto, lo que es obligado, incluso aunque esa obligación haya sido auto-impuesta. Ocurre en estas personas que pierden el incentivo, la motivación; o simplemente que pierden la capacidad de disponer del tiempo en el que hacer efectivo ese interés o apetencia, que impide su aplazamiento, y por tanto, sienten cierta presión sobre la actividad que mitiga su interés y despierta cierto sentido de rebelión. Es común el algunos estudiantes imaginar actividades alternativas posibles infinitas en periodo de exámenes que, habiendo podido ser desarrolladas durante el curso, no lo han sido, y afloran precisamente en este periodo.
Un segundo factor que acentúa la creatividad es la competitividad social o grupal. Dentro de un grupo con intereses afines (piénsese grupo de amigos, grupo en torno a una actividad artística o intelectual, etc.) se incrementa la creatividad en cuanto se entra en competición. Esta competición no ha de ser formal ni declarada. La competición tácita, provocada en ocasiones por la propia vanidad del individuo o por su necesidad de status, fomenta e incentiva la creación y el trabajo, viéndose aumentada en el hecho de que los miembros del grupo sean cercanos (conocidos).
Por otro lado, como ya he mencionado, que algunos señalan al exceso de tiempo libre como uno de los grandes problemas de la sociedad actual. Más bien parece lo contrario: el tiempo libre y el cómo lo empleemos va a ser una base fundamental del desarrollo del individuo. Si éste es capaz de enfocar su tiempo libre de manera satisfactoria podrá llegar a alcanzar una vida plena, pudiéndose incluso paliar contratiempos o desafecciones en facetas “obligatorias” como trabajo o familia, haciendo las veces de vía de escape.
Por eso, más que señalar al tiempo libre como un problema (tal vez cierta corriente económica nos hablará de la productividad y competitividad como argumento para reducirlo respecto del trabajador; y a esta misma corriente habrá que recordarle el factor consumo en la economía que, generalmente, se produce en o para el tiempo libre), habría que señalar a la gestión que de ese tiempo libre se hace, criticando, por ejemplo, actitudes como las del exceso de televisión (telebasura generalmente) como, en efecto, uno de los males de nuestro tiempo.
Hoy en día señala muchas veces al tiempo libre (escndido tras los conceptos de productividad y competitividad) como causante del escaso desarrollo de los países, entendido, por supuesto, el desarrollo como un componente meramente material. Sin embargo, la Historia nos muestra ciertos ejemplos en que esto no ocurre así, como el mencionado sobre Grecia.
La creatividad, ese interés por crear y/o descubrir, y por ende y a gran escala el florecimiento de las artes y las ciencias de las naciones, viene auspiciada en gran medida por una serie de factores, de los que destacaré dos.
En primer lugar podemos hablar del hastío de la obligación. Aunque hay caracteres que son más propensos a seguir caminos trazados por otros, no es menos cierto que existen otros que prefieren construir el suyo propio. Más en estos segundos que en los primeros se da, en ocasiones, un rechazo natural a todo lo que vienen impuesto, lo que es obligado, incluso aunque esa obligación haya sido auto-impuesta. Ocurre en estas personas que pierden el incentivo, la motivación; o simplemente que pierden la capacidad de disponer del tiempo en el que hacer efectivo ese interés o apetencia, que impide su aplazamiento, y por tanto, sienten cierta presión sobre la actividad que mitiga su interés y despierta cierto sentido de rebelión. Es común el algunos estudiantes imaginar actividades alternativas posibles infinitas en periodo de exámenes que, habiendo podido ser desarrolladas durante el curso, no lo han sido, y afloran precisamente en este periodo.
Un segundo factor que acentúa la creatividad es la competitividad social o grupal. Dentro de un grupo con intereses afines (piénsese grupo de amigos, grupo en torno a una actividad artística o intelectual, etc.) se incrementa la creatividad en cuanto se entra en competición. Esta competición no ha de ser formal ni declarada. La competición tácita, provocada en ocasiones por la propia vanidad del individuo o por su necesidad de status, fomenta e incentiva la creación y el trabajo, viéndose aumentada en el hecho de que los miembros del grupo sean cercanos (conocidos).
Por otro lado, como ya he mencionado, que algunos señalan al exceso de tiempo libre como uno de los grandes problemas de la sociedad actual. Más bien parece lo contrario: el tiempo libre y el cómo lo empleemos va a ser una base fundamental del desarrollo del individuo. Si éste es capaz de enfocar su tiempo libre de manera satisfactoria podrá llegar a alcanzar una vida plena, pudiéndose incluso paliar contratiempos o desafecciones en facetas “obligatorias” como trabajo o familia, haciendo las veces de vía de escape.
Por eso, más que señalar al tiempo libre como un problema (tal vez cierta corriente económica nos hablará de la productividad y competitividad como argumento para reducirlo respecto del trabajador; y a esta misma corriente habrá que recordarle el factor consumo en la economía que, generalmente, se produce en o para el tiempo libre), habría que señalar a la gestión que de ese tiempo libre se hace, criticando, por ejemplo, actitudes como las del exceso de televisión (telebasura generalmente) como, en efecto, uno de los males de nuestro tiempo.
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