Hay que perder la mitad del tiempo, para poder emplear la otra mitad.
El hecho de no desear nada produce desencanto. El hecho de desear excesivamente produce desesperación. Como todo en esta vida, los deseos también deben ser pasados por el rasero del término medio.
Hay veces en la vida en las que deseamos algo concreto; pero este algo se nos resiste. Entonces ponemos todo nuestro empeño en satisfacer dicho deseo. Perdemos el sueño y el hambre, desviamos nuestra atención, nuestra mente pasa la mayoría del tiempo buscando un método de consecución y puede incluso alterar nuestro humor.
Pasa un tiempo prudencial de penalidades y desencantos, hay veces que seguimos obstinados. No sabemos por qué. A veces ni sabemos con qué estábamos obsesionados; pero la sensación nos persigue a lo largo de los días y de las noches. No conseguimos ser felices del todo, y seguimos gastando fuerzas en pro de nuestro deseo inicial.
También ocurre a veces que nos damos cuenta de la inutilidad de nuestra obsesión; pero una parte del orgullo intrínseco a cada uno no nos deja abandonar ese camino. Lo ve como un abandono, como un arrojo de la toalla, como una deserción. Y muchas veces no somos conscientes que con el camino de la obstinación nos hacemos más daño que persiguiendo una alternativa; pero seguimos creyendo que aquel deseo que una vez sentimos es universalmente válido, y nos quedamos atrapados en él.
Anónimo
El hecho de no desear nada produce desencanto. El hecho de desear excesivamente produce desesperación. Como todo en esta vida, los deseos también deben ser pasados por el rasero del término medio.
Hay veces en la vida en las que deseamos algo concreto; pero este algo se nos resiste. Entonces ponemos todo nuestro empeño en satisfacer dicho deseo. Perdemos el sueño y el hambre, desviamos nuestra atención, nuestra mente pasa la mayoría del tiempo buscando un método de consecución y puede incluso alterar nuestro humor.
Pasa un tiempo prudencial de penalidades y desencantos, hay veces que seguimos obstinados. No sabemos por qué. A veces ni sabemos con qué estábamos obsesionados; pero la sensación nos persigue a lo largo de los días y de las noches. No conseguimos ser felices del todo, y seguimos gastando fuerzas en pro de nuestro deseo inicial.
También ocurre a veces que nos damos cuenta de la inutilidad de nuestra obsesión; pero una parte del orgullo intrínseco a cada uno no nos deja abandonar ese camino. Lo ve como un abandono, como un arrojo de la toalla, como una deserción. Y muchas veces no somos conscientes que con el camino de la obstinación nos hacemos más daño que persiguiendo una alternativa; pero seguimos creyendo que aquel deseo que una vez sentimos es universalmente válido, y nos quedamos atrapados en él.
1 comentario:
c
y que dificil es salir de la obstinación aun sabiendo que todo es una falacia, que está en nuestra mente, que no está haciendo mal y que no nos merece la pena. pero ahi seguimos... empeñados en matar moscas a cañonazos.
pero como siempre, y tu lo sabes, el tiempo es el mejor aliado de todo y de todos. con el tiempo sabemos si nuestros deseos eran verdaderos o simples caprichos. si nuestros delirios eran necesarios o innecesarios...
que haríamos sin deseos? nada. que hacemos cuando nos absorven? menos. solo nos queda intentar usar la razón en nuestras decisiones y en nuestros actos.
un beso!!
"Leyendo en mi como un libro abierto"
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