Es preciso considerar el pasado con respeto y el presente con desconfianza si se pretende asegurar el porvenir.
Joseph Joubert
Volvemos al día a día. Como todos los años, después de las navidades, esa dura reinserción a la vida, a la rutina.
De nuevo vuelta a madrugar, a estar en clases aburridas, tomando apuntes o simplemente mirando la cantidad ingente de transparencias que el profesor pone por el proyector. Y entre transparencia y transparencia te puede dar el placer de soñar, el placer de mirar hacia delante con cierta certidumbre.
El año ha comenzado distinto a como acabó el anterior. Dos semanas pueden llegar a ser intensas y cambiar el rumbo de toda una vida, por lo menos de forma momentánea, por lo menos de forma aparente. Reunirse para mirar atrás siempre es positivo a la hora de mirar hacia adelante. El pasado es el mejor espejo del futuro. Analizamos qué ha fallado en nuestras vidas, qué ha ido mejor, qué ha ido peor, qué hacíamos antes, que soñábamos antes. Contamos nuestras desilusiones y alegrías, y siguiendo el patrón de estas últimas, elaboramos un minucioso plan para hacer del futuro el gemelo guapo del pasado, retocando esos pequeños matices que los diferencian.
Se presenta con muy buenas espectadas este año. Un cambio de vida casi radical me atrevo a augurar; aunque no lo hago, por no equivocarme. Rectificar es de sabios, pero más de sabios es no rectificar por no haberse equivocado.
De nuevo vuelta a madrugar, a estar en clases aburridas, tomando apuntes o simplemente mirando la cantidad ingente de transparencias que el profesor pone por el proyector. Y entre transparencia y transparencia te puede dar el placer de soñar, el placer de mirar hacia delante con cierta certidumbre.
El año ha comenzado distinto a como acabó el anterior. Dos semanas pueden llegar a ser intensas y cambiar el rumbo de toda una vida, por lo menos de forma momentánea, por lo menos de forma aparente. Reunirse para mirar atrás siempre es positivo a la hora de mirar hacia adelante. El pasado es el mejor espejo del futuro. Analizamos qué ha fallado en nuestras vidas, qué ha ido mejor, qué ha ido peor, qué hacíamos antes, que soñábamos antes. Contamos nuestras desilusiones y alegrías, y siguiendo el patrón de estas últimas, elaboramos un minucioso plan para hacer del futuro el gemelo guapo del pasado, retocando esos pequeños matices que los diferencian.
Se presenta con muy buenas espectadas este año. Un cambio de vida casi radical me atrevo a augurar; aunque no lo hago, por no equivocarme. Rectificar es de sabios, pero más de sabios es no rectificar por no haberse equivocado.
1 comentario:
Y..El que no arriesga, no gana. En mi opinión es mejor poder decirse que me equivoqué haciendo tal que arrepentirme de no haberlo hecho. Mi consejo sería, como tantas otras veces, tírate a la piscina y luego piensas en como salir de ella. Disfruta del agua y de los placeres que aporta. Vivir la vida...a fin de cuentas.
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